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Historia de Jaén
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Historia de Jaén

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Desde el Jaén prehistórico hasta el del siglo xxi, adentrándonos en sus raíces romanas, visigodas, árabes o cristianas, encontraremos que la historia de esta ciudad es realmente apasionante. Historia de la que quedan muchísimos vestigios como la huella indeleble de un pasado esplendoroso que no está reñido con un presente y un futuro regio.

A través de estas páginas, Juan Vicente Córcoles, nos va desbrozando cada matiz de la ciudad que se alza hermosamente poliédrica a los pies del Cerro de Santa Catalina, y así consigue que el lector conozca la magia de cada una de las bellas particularidades que, entre muchas cosas más, hicieron de Jaén, «Guarda y Defendimiento de los Reinos de Castilla» y «capital del Santo Reino».

«Es la ciudad de la más grande del Ándalus y la que con más fortalezas cuenta, no pudiendo los cristianos apoderarse de ella sino después de un largo asedio, rindiéndose al fin a Abenalhaúcar, señor de Granada».
Abu-l-Fida (1273-1331)
IdiomaEspañol
EditorialLid Editorial
Fecha de lanzamiento23 jun 2020
ISBN9788418346897
Historia de Jaén

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    Historia de Jaén - Juan Vicente Córcoles de la Vega

    Introducción

    Como muy bien dice la Guía de Arquitectura de Jaén, reseñada en la bibliografía, «Jaén es, ante todo, su peculiar enclave geográfico y la forma de adaptación al mismo». Su término es de cuatrocientos veintiséis kms cuadrados, perteneciendo su suelo por el Sur al complejo orogénico de la Sierra Sur —conjunto Bético— con la Pandera como pico más alto con 1.872 m. y por el Norte, a partir de la ciudad a la cual se asoma, la Depresión del Guadalquivir, siendo el valle del Guadalbullón el hilo conductor.

    La zona montañosa es muy bella, relieve calizo con cauces encajados como los de los ríos Frio, Quiebrajano, Jaén o Guadalbullón, con una vegetación de matorral y bosque mediterráneo de suelos calizos; hacia el Norte, tierras arcillosas de la Campiña, suavemente alomadas, muy ricas agrícolamente hablando, de cereal y olivar.

    El clima es mediterráneo continental con una marcada sequía en los meses estivales, con inviernos no muy fríos, no habiendo invierno térmico al tener la media más baja en torno a los 7, 5º centígrados.

    La población está en torno a algo más de 115 000 habitantes, de la que un 98% vive en la ciudad de Jaén, y el resto dispersa, destacando el núcleo de Las Infantas. Su densidad de población sobre los 270 habitantes por kilómetro cuadrado.

    Al hablar de los sectores socioeconómicos, el agrario está dentro de los parámetros de país desarrollado al tener el 5% de población activa dedicada al agro. Esta actividad ha creado una modalidad arquitectónica que son las caserías, «la finca rústica típica y clásica de Jaén», según palabras de Ortega Sagrista, que han sido estudiadas y descritas por diversos autores.

    La actividad industrial se concentra en Jaén capital, destacando la transformación de los productos agrícolas. Química, gráficas, construcción, talleres diversos completan este panorama.

    Jaén es una ciudad de servicios, siendo sus números también de un marcado desarrollo, pues su ocupación oscila entre el 72 y 75% de la población activa. Banca, hostelería y administración pública (provincial, municipal, autonómica, estatal) —sanidad, justicia como más importantes—, sin olvidar lo que ha supuesto la Universidad de Jaén a partir de 1993.

    Jaén, como ciudad, como núcleo urbano, se abraza al cerro de Santa Catalina como un croissant —ese suculento hojaldre que nació en Viena por presencia turca, no con buenas intenciones, a mitad del siglo XVII—. Pegado al monte aparece una ciudad irregular, de calles estrechas, algunas de ellas muy bellas, «… por más que en quinientos cuarenta y cinco años que han pasado después de la conquista se habían renovado mucho, siempre manifiestan que fueron edificadas por los moros. Las calles son angostas y torcidas; las casas, sin arreglo ni igualdad…», escribía el deán Martínez Mazas. Esta trama se alterará algo en el siglo XV debido a planteamientos de urbe cristiana y sobre todo por la influencia de la moda cortesana venida desde la Borgoña, patente en la figura de Miguel Lucas de Iranzo y su estrecha relación con Enrique IV. La catedral a final del siglo XV, y muy en especial en el XVI, modificará parte de esta trama urbana de nuevo por planes urbanos acordes con los nuevos tiempos y por la aparición de la ciudad conventual que muy bien captó el maestro Bonet Correa. El siglo XVI es el gran siglo de Jaén. En 1877, dando un salto en el tiempo, hubo un intento de derribar el arco gótico de San Lorenzo, debido al interés por ensanchar algunas arterias de la ciudad, que por fortuna no se ejecutó. Es el Jaén de calles escarpadas con «cantones» para articular sus pendientes y hacerlas accesibles al ciudadano de a pie.

    Rota esta ciudad de trama islámica, abigarrada y amurallada, vendrá el Jaén de los ensanches, muy evidentes en el siglo XIX y que todavía hoy perduran. El Paseo de la Estación con su prolongación con el Bulevar, una vez reurbanizado todo el espacio que ocupaba la estación férrea, la Avenida de Madrid y el Gran Eje, todos en el lado Norte definirán al nuevo Jaén.

    El Jaén de hoy es el siguiente: Siguiendo la dirección de las agujas de un reloj y teniendo como referente al cerro de Santa Catalina, pegadito al Norte, el barrio de San Vicente de Paúl, a continuación, La Magdalena, San Juan, San Bartolomé, La Merced y el Tiro Nacional, este último barrio ya al Sur. En un radio más exterior Santa Isabel al Norte, La Victoria, El Sagrario, La catedral, El Recinto y La Alcantarilla. Y en la línea más exterior Peñamefecit, Santa María del Valle, San Roque, Ejido de Belén, La Alameda y La Alcantarilla. Lejos el recinto Ferial, en la antigua salida hacia Granada y el polígono industrial de los Olivares en la salida hacia Madrid.

    Peñas de Castro con el pico de Almadén al fondo.

    Jaén en la Prehistoria

    Durante el Paleolítico o Edad de la Piedra Antigua, en su primera etapa, la más lejana en el tiempo o Paleolítico Inferior, el hombre venido de África comenzó a corretear por estas tierras, tierras que con el peso de la Historia sería Jaén. Un poco antes, en donde la Prehistoria se funde con la Mitología, estuvo Hércules de paso, siguiendo el curso del Guadalquivir, llamándole la atención, cuando miró hacia el Sur, el perfil de las sierras de Mágina y de Jabalcúz con la peña dedicada al dios Marte —hoy Martos—, viendo el horizonte oscuro que le marcaba toda Sierra Morena cuando miró hacia el Norte. Hércules pasó por aquí para cumplir con uno de los trabajos mandados por su pariente Euristeo, rey de Micenas, y que tenía como fin robarle los bueyes a Gerión, extraño ser de tres cuerpos unidos por la cintura, al que dio muerte llevándose las reses a las tierras del Peloponeso desde el bajo Guadalquivir.

    De nuevo en el Paleolítico, en sus etapas Medio y Superior, nada hay que reseñar en Jaén de estos pobladores nómadas que seguían evolucionando hasta quedar configurados como Homo Sapiens Sapiens. Durante el Mesolítico —o Epipaleolítico— unos 10 000 años antes de nuestra era, el hombre ve como se retiran los hielos de la última glaciación, hubo tres glaciaciones anteriormente, los ríos llevan mucho caudal dejando marcadas las terrazas fluviales sobre el perfil en la tierra, el clima se dulcifica y los seres vivos se adaptan mejor al medio.

    El Neolítico —unos 8 000 años antes de nuestra era— supondrá una revolución en el modus vivendis del hombre al hacerse sedentario, apareciendo la agricultura, la ganadería, la alfarería, surgiendo, aunque muy primitivas, las primeras manifestaciones arquitectónicas. Las herramientas siguen siendo líticas, de piedra, pero ahora mejor trabajadas, mejor talladas, incluso pulimentadas; unas armas más especializadas, apareciendo la microlitización, es decir útiles muy pequeños y muy especializados.

    Pinturas rupestres de la Cueva Secreta y de la cueva de los Soles (tomado del Catálogo Monumental de la Ciudad de Jaén y su término. IEG Jaén 1985).

    En una de las Cuevas del Canjorro, al sur de Jaén, junto al río Frío, hay restos de cerámica neolítica. Más cerca del actual casco urbano de la ciudad, en la zona de Marroquíes Bajos, hubo unos pequeños asentamientos del Neolítico final protagonizado por hombres pastores y/o agricultores. Durante el Neolítico, el hombre se volverá sedentario, pero habitará, todavía desconfiado, en lugares próximos a un refugio seguro y este lo tenía en la montaña, en ese cinturón de relieves calizos que forman el perfil del horizonte de Jaén y que pertenecen al conjunto de las estribaciones de las cordilleras Béticas.

    «El asentamiento prehistórico de Marroquíes Bajos por su extensión y lo que vamos descubriendo de su organización interna es algo muy novedoso en la Prehistoria de la Península Ibérica. De hecho, cambia todo lo que hasta ahora se había escrito sobre esta zona. Estas gentes de Jaén de hace 4000 años vivieron en torno a sistemas de fortificación y canalización de agua: una serie de anillos concéntricos que con variantes puntuales consisten en pozos excavados en el firme con secciones diversas (en U y en V) reforzados en su lado interno con empalizadas, muros de adobe o piedra. También parece incuestionable que este asentamiento prehistórico expresa una alta concentración tanto de población como de poder.»¹

    Marroquíes Bajos será una macro-aldea, el primer emplazamiento propiamente urbano de Jaén, sobre una extensión de unas treinta y cuatro hectáreas, llegando hasta el 2000 antes de nuestra era y que convivirá con Puente Tablas.

    Llegando a Jaén desde el Norte, pasado Mengíbar y por el llano de las Infantas, se ve una panorámica majestuosa de todo el perfil serrano que abriga en su centro a la ciudad de Jaén. De izquierda a derecha la Peña del Aire, Mágina y el Aznaitín, Peña del Águila, Grajales, Pandera y Jabalcuz —esta última cobijando Jaén—, la Grana y Peña de Martos. Todo alberga un conjunto de restos que los prehistoriadores han llamado «Neolítico de Cuevas», cuyos yacimientos se pueden identificar como Barranco de Estoril, Abrigo de la Cantera, cuevas del Plato, de la Higuera, de los Soles, Poyo de la Mina, cueva de los Herreros, cerro del Frontón, cueva de los Molinos, Poyo de los Machos, cuevas del Almendro y Río Frío, abrigo de la Diosa, Poyo de Bernabé, abrigo de las Palomas, el ya nombrado Canjorro, Peñas de Castro, Cueva Secreta, y viendo ya Jaén, Fuente de la Peña, el conjunto del cerro de la Llana y La Mella. Estudiadas estas pinturas por Soria Lerma y López Payer, más que un conjunto figurativo hay que verlo como cúmulos de figuras humanas y de animales, y signos abstractos, apareciendo algunos superpuestos, según leemos en el «Catálogo monumental de la Ciudad de Jaén y su Término». Estas manifestaciones rupestres pertenecen al estilo de esquematización que tanto ha proliferado por todo el Este-Sur peninsular, teniendo en Jaén una magnífica representación, huellas pictóricas que son Patrimonio de la Humanidad.

    Con el descubrimiento de la siderurgia llega la Edad de los Metales, es decir Cobre, Bronce e Hierro. La primera muy corta y efímera en el tiempo, la segunda con más peso, y la tercera muy tardía ya en el primer milenio antes de nuestra era con los pueblos Íberos como testigos. No obstante Jaén sigue dando gratas sorpresas desde el punto de vista arqueológico o histórico y así en diciembre del 2005 se pudo limitar el sur del poblado en la Edad del Cobre en el lugar que ocupó el desaparecido campo de La Victoria y que se extendía por donde hoy tiene marcado Jaén sus ejes de expansión. Esta zona, según los arqueólogos, reunía en su superficie unas setenta cabañas construidas de materiales pobres y típicas de esta época Calcolítica. Se han encontrado instrumentos, así como piezas de alfarería que se depositarán en el Museo Provincial. El dolmen de Otíñar, es otro vestigio relacionado con enterramiento colectivo. Para algunos historiadores la primera manifestación de arquitectura de Jaén.

    Marroquíes es una zona arqueológica muy importante para Jaén. Se descubrió en 1995 cuando un plan de ordenación urbana desplaza la estación del ferrocarril hacia el Oeste, para que el gran eje del Paseo de la Estación tenga continuidad hacia el Norte por un gran Bulevar, organizando nuevas zonas urbanas de expansión. Restos de la Edad del Cobre, Romanos y Medievales aparecen en este parque arqueológico.


    1 Francisca Hornos, Narciso Zafra y Marcelo Castro. «La gestión de una zona arqueológica urbana: la experiencia de investigación arqueológica aplicada en Marroquíes Bajos». Jaén 1998. Tomado de Jaén Guía de Arquitectura.

    Jaén Ibérico

    Los coletazos del reino de Tartessos, en el bajo Guadalquivir, llegan hasta estas tierras de Jaén, pero decaído este en el siglo VI antes de nuestra era, y sin una hegemonía dominante la península quedará como un gran puzzle de pueblos bajo el epígrafe de Cultura Ibérica, según los historiadores García de Cortazar y González Vesga. Los de la Meseta y Norte tendrán una influencia céltica, y los del Levante, Ebro y Andalucía con un matiz más mediterráneo. Túrdulos, Turdetanos y Oretanos se dieron la mano, y a veces no muy amigables, en estas tierras de Jaén.

    Unos seiscientos yacimientos ibéricos hay localizados en la provincia de Jaén, yacimientos que se están estudiando en el Centro Andaluz de Arqueología Ibérica de la Universidad de Jaén, excavaciones que justifican el Museo como exponente de toda esa cultura. El modo de vivir Ibérico va a crear un modelo de asentamiento fortificado en las alturas de las suaves colinas que salpican toda la geografía: el oppidum. Historiadores y urbanistas no se atreven a calificar el oppidum, como un asentamiento totalmente urbanizado, como otros localizados por todo el Levante y Sur. En Jaén tenemos uno, magnífico, que está siendo estudiado. Está al NE, perfectamente visible desde la ciudad, sobre el Guadalbullón, Puente Tablas, sobre una meseta esteparia de unas seis hectáreas de extensión. Se tuvo conocimiento de este asentamiento muy al principio de la década de los setenta del siglo XX, siendo Maluquer de Motes y Ricardo Espantaleón los primeros en inspeccionarlo, dejando a la contemplación algunos rasgos de la muralla y del trazado interior urbano. Tras un largo y espaciado silencio serán los profesores Arturo Ruíz y Manuel Molinos los que comenzaron a estudiarlo en 1982, una tarea que continúan realizando.

    Puente Tablas es el primer oppidum ibérico en la zona del Guadalquivir, caracterizado por ser sus casas de mayor superficie respecto a otros oppidum; plantas cuadradas o rectangulares con compartimentación interna, zócalo de piedra con muros de tapial o de adobe. Las casas están organizadas sobre seis ejes o calles a lo largo de la meseta, siendo casas adosadas en toda la expresión moderna de la palabra. Hay que reseñar una zona comunal, y otra de carácter residencial aristocrático. Desde noviembre del 2005 a enero del 2006, el Centro Andaluz de Arqueología Ibérica llevó a cabo una nueva intervención que dejó ver algunas de las singularidades que están caracterizando a este yacimiento, como es el hecho de tener casas de gran tamaño, con fachadas de siete y nueve metros y catorce de fondo. También se han documentado viviendas con una segunda planta, dotadas de patio e incluso de graneros casi todas. Viviendas de setenta, ciento veinticinco y hasta de trescientos metros cuadrados. El hecho de haber encontrado cerámica griega en Puente Tablas, descubre la actividad comercial con el Mediterráneo oriental. Arqueólogos e historiadores ven como un enigma la crisis que provoca el abandono progresivo durante el siglo III antes de nuestra era. El cerro de Santa Catalina tomó el relevo.

    El profesor Arturo Ruiz, manifestaba a Diario Jaén, el 27 enero de 2006, que las características de estas viviendas íberas son inusuales comparándolas con otros oppidum de Valencia o Cataluña.

    Oppidum de Puente Tablas. Jaén al fondo.

    Veinticuatro de Jahén/Wikimediacommons

    Además del oppidum de Puente Tablas vinculado a la ciudad o núcleo de Auringis, otros oppidum de Jaén son los de Giribaile, Cástulo, Baécula, Tugia, Iltirtaka e Ipolca que nos muestran la expansión de la civilización íbera. Todo esto provoca la inquietud y el traslado al tiempo de los íberos a través de unos centros como Jaén con Puente Tablas, Museo Provincial y Museo Íbero; Linares con Cástulo; Ibros con su muralla ciclópea; Vilches con la ciudad fortificada de Giribaile; Castellar con su santuario ibérico de la cueva de la Lobera; Porcuna con la necrópolis de Cerrillo Blanco; y Peal de Becerro con las tumbas principescas de Hornos y Toya. «Viaje al Tiempo de los Íberos» cumplió sus primeros años de vida, siendo galardonado con el Premio de Andalucía de Turismo en el 2019.

    Algunos historiadores dudan sobre la implantación íbera en la zona de Marroquíes Bajos, en la zona norte de expansión de Jaén, dudando si fue una implantación estacional (Martínez 2004; Luna 2002) o se trataría de unas unidades de residencia implantadas fuera del oppidum (Serrano 2004 y 2005) que se afianzaría a raíz de la II Guerra Púnica y el trasiego de la población como consecuencia de la guerra. Muy posiblemente al inicio del siglo II antes de muestra era aparecerá un nuevo marco de relaciones sociales, lejos ya el belicismo, donde se fortalecerá el trabajo de la tierra para producir y, consecuentemente, subsistir.

    Jaén tiene una riqueza arqueológica muy importante para estudiar y profundizar en su pasado. La Junta de Andalucía, a través de su delegación territorial de la Consejería de Cultura, está llevando anualmente una serie de actividades arqueológicas por toda la geografía provincial, en donde Jaén capital suele estar a la cabeza, con numerosas intervenciones, tanto en la zona del casco antiguo como en la de nueva expansión. Todo un rico patrimonio arqueológico por proteger y conservar como legado histórico.

    Desde 1997 Jaén viene identificándose con todo lo referente al mundo Íbero a través de la Asociación «Amigos de los Íberos», siendo el objetivo de esa entidad la promoción de la cultura íbera y sobre todo la creación de un museo nacional sobre la civilización íbera, que con el paso del tiempo fue una realidad, proyecto del estudio Eddea cuya obra finalizó en 2016. Eddea es un estudio de arquitectura, fundado en 2005 tras la unión de los estudios DeCYA Arquitectos y Laguillo-Schönegger Arquitectos. Los artífices fueron Ignacio Laguillo, José Luis López de Lemus, Harald Schonërgger y Luis Ibarra, todos fundadores de Eddea.

    Museo Íbero. Detalle de la fachada norte.

    El nuevo Museo Íbero de Jaén, inaugurado el 11 de diciembre de 2017 por el rey Felipe VI y único en el mundo en su género, se crea como una institución museística de primer orden que recogerá los principales testimonios materiales de la cultura íbera.  Actualmente puede visitarse la exposición temporal titulada «La dama, el príncipe, el héroe y la diosa», en la que se invita al público, a través de estos cuatro personajes prototípicos del pueblo íbero, a realizar un recorrido científico por esta cultura que tuvo un amplio desarrollo en la provincia jiennense y que se extendió a lo largo de seis siglos, entre el VI antes de nuestra era hasta la dominación romana. Además, la exposición incluye un módulo para concienciar a los visitantes y turistas contra el expolio arqueológico y la necesidad de respetar el valioso patrimonio recibido, así como con un espacio dedicado a escolares para explicarles, de forma didáctica, lo que significa el arte íbero.

    El nuevo y espectacular espacio expositivo incluye actualmente el monumento ibérico de El Santuario Heroico de El Pajarillo, que se localizó en Huelma y datado en el siglo IV a. C., a los que se suman piezas procedentes de otros puntos de la geografía andaluza. (Museo Íbero).

    El Museo Ibérico nace con el propósito de crear una institución museística de Carácter Monográfico que cumpla las funciones de protección, conservación, investigación y difusión del patrimonio íbero existente en Andalucía, además de ser referente en el ámbito de conocimiento de la cultura íbera. Es una infraestructura museística de primer orden que recoge los principales testimonios materiales de la cultura íbera, y trasciende el territorio provincial para constituirse como museo de ámbito andaluz, en el que están presentes los diversos pueblos íberos que habitaron los distintos territorios de nuestra comunidad.

    Se crea así un nuevo tipo de museo —un museo del siglo XXI— que, huyendo de localismos, da una visión más especializada y global de nuestra tierra, con una vocación de colaboración con otras instituciones que participen de objetivos confluyentes con el fin último de conocer y poner de relieve el extraordinario valor histórico y patrimonial de la Cultura Íbera en Andalucía. Su localización en la ciudad de Jaén viene a testimoniar el gran esfuerzo en investigación y difusión que sobre esa cultura se está realizando en esta provincia. (Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía).

    Museo Íbero.

    Museo Íbero. Fachada principal.

    Todo está justificado. «Los paisajes de Jaén han heredado en su fisionomía el mestizaje de la Historia, que los ha construido como un collage en el que se deja notar la impronta de los íberos, como antes y después de ellos las de otras culturas.»²

    El ministro de Cultura José Guirao anunció en su visita a Jaén, a últimos del mes de noviembre de 2019, con motivo de la primera Bienal de Arqueología de Jaén, que el museo de Arte Íbero será Nacional, acuerdo llegado entre la Junta de Andalucía y el Gobierno Estatal. Significa esto que se dotará con unos cinco millones de euros al año a cargo de los presupuestos generales del Estado en Cultura. Jaén es cultura Íbera y su museo es el máximo exponente.

    El museo Íbero puso en escena la muestra «La Dama, el Príncipe, el Héroe y la Diosa», una exposición referente del mundo íbero.

    Los restos arqueológicos que ha dado y está dando todo el mundo íbero —magníficas obras de Arte— seguirán apareciendo. Nos falta una Dama de Elche o de Baza… Aparecerá.


    2 De la introducción del libro Iberos en Jaén de Arturo Ruiz y Manuel Molinos. Universidad de Jaén 1997.

    Caja de los Guerreros de la necrópolis de Piquía, Arjona (De Ángel M. Felicísimo).

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