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El Rocío
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El Rocío

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Para conocer bien El Rocío hay que adentrarse en los caminos desde donde llegan los romeros o peregrinos a ver a su Virgen del Rocío. Y eso es lo que hace el autor a través de este camino de páginas que nace como la respuesta a muchos años de fotografiar y observar. Todo pasado por el tamiz de una cámara de fotos y la mirada de un romero. Desde la playa de Malandar, al Quema, los Taranjales, la calle Castilla, Umbrete, la Carrera del Darro, el pre-coto de Doñana. Polvo, agua, asfalto, piedra, fuego, noche, día, sol, lluvia... muchas palabras, muchos ingredientes para un sólo plato, muchos ingredientes que aportan riqueza y belleza al resultado final.

Si de por sí en esta vida es un error generalizar, hacerlo en el Rocío es una gran equivocación. Porque de hecho ningún Rocío es igual al otro. El tiempo meteorológico, los caminos, los que vienen y los que no pueden ese año, o ya no podrán más porque subieron a las marismas eternas, la presentación, la llegada a la casa de Hermandad, el salto de la reja, la procesión, el camino de vuelta... ese dolor de lo que pasa y de lo que habrá que esperar otro año para que vuelva, que como decía la Sevillana «Adónde estaré Dios mío la próxima primavera», esa nostalgia del final de algo querido, de algo que nos levanta cuando la vida nos hunde.
IdiomaEspañol
EditorialLid Editorial
Fecha de lanzamiento13 abr 2020
ISBN9788418205989
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    El Rocío - Sánchez Carrasco

    A MODO DE PRÓLOGO

    Inicio estas letras desde un retiro pre-estival en la costa Almeriense. Aún con la Romería del Rocío 2017 en la memoria y con el regusto de las palabras del sacerdote que predicó la misa de Romeros, previa a la salida de la hermandad camino del Rocío, en una hermandad que había perdido su director espiritual en el año en curso.

    Los romeros entre doloridos y compungidos fueron consolados por el sacerdote que los conminaba:

    «Vais a una romería, no os digo que no recéis, pero hay que bailar, cantar y reírse, porque no hay nada más triste, que un romero triste».

    Y es que esa es la gran verdad de una romería, de cualquiera de ellas, y en especial de la que nos vamos a ocupar en estas páginas. La Romería del Rocío amada y denigrada a partes iguales, aunque a veces las críticas vienen desde el desconocimiento o desde la generalización de un comportamiento individual.

    De todas maneras este no va a ser un libro polémico, va a ser más bien un compendio que trata de explicar a través de fotos y letras, lo inexplicable; el amor desmedido, la fe a raudales, promesas inexplicables..., en definitiva el Rocío.

    Alguien me dijo cuando le conté este libro que extendiera los brazos todo lo que pudiera, que iba a tratar de abarcar lo inabarcable más de 100 hermandades filiales y varios siglos de historia había que sintetizar mucho para que no quedara demasiado extenso.

    Tratando de alumbrar una obra que intente explicar algo lo que es el Rocío, algo que pueda ser entendido por una persona de la otra punta del mapa y que nunca haya oído nada de la Romería del Rocío y que no aburra a aquel que cada año haga su camino para postrarse ante la Virgen del Rocío.

    Trataré de abrir en canal la historia, la iconografía de la Virgen, las hermandades, las personas que van cada año a ver a la Virgen en su fiesta; incluso trataremos de traer a estas páginas como es el Rocío más allá del término municipal de Almonte.

    Si bien hay que señalar que todo se hace por medio de la deducción y la observación directa, y la lectura de las pocas fuentes fiables que haya, ya que el hecho de que el Rocío como estudio e investigación científica es de interés en el siglo XX fundamentalmente. Hasta entonces había sido una tradición oral que había pasado de almonteño en almonteño, de rociero en rociero. Por eso me van a permitir el atrevimiento de que en algunos casos haga alguna conclusión en relación con los datos que manejamos, que no deja de ser una hipótesis, nacida a la luz de los leído, de lo visto y de lo observado.

    Y es que recordemos que aunque parezca y sea una fiesta universal no deja de ser una fiesta en la que un pueblo, Almonte, celebra la fiesta de su Patrona.

    La fiesta tiene sus claves incluyendo, su lenguaje. Oyendo a cualquier persona usar palabras como Quema, tamboril, presentaciones, simpecado, carreta,..., tendríamos que preguntarnos verdaderamente que significan, en el Rocío es posible que su significado difiera un poco del lenguaje habitual.

    Trataremos también de explicar porque un cristiano cambia de la penitencia a la fiesta siendo dos fiestas religiosas, la Semana Santa y una Romería.

    Nos adentraremos también en los caminos, desde donde llegan los romeros o peregrinos a ver a su Virgen del Rocío.

    También veremos momentos de la historia como el Rocío Chico y como el devenir de la historia puede alterar el futuro de la fiesta.

    Todo acompañado de multitud de fotografías de las distintas partes que forman la fiesta. El trabajo más duro de este libro es el de síntesis, para componer estas páginas he tenido que buscar lo más interesante, entresacar entre interminables páginas, libros, documentos..., hasta una tesis doctoral que evaluaba los efectos beneficiosos de las Romerías en las enfermedades mentales.

    El mismo trabajo que entre las fotografías, que tras el trabajo de recopilación, el trabajo de selección se convirtió en la ardua tarea de seleccionar entre una carpeta que pasaba de las 30.000, hasta quedarme con algo más de 100 que son las que podían entrar en la maqueta de este libro. Muchas se quedaron fuera por no responder a la operatividad de servir al texto, de ilustrar lo que se dice, otras quedaron fuera por nimios detalles que daban la imperfección a la imagen, una lata de refresco, un vaso de tubo en una mano, una bolsa de plástico,..., imperfecciones cotidianas que daban a la imagen un filtro de impureza innecesaria. Otras fotos se quedaron fuera por la distancia, el fotógrafo es sevillano y recuerda como llegó tarde a muchas fotos rocieras por la distancia. Como aquel año que se rompió un varal al paso de la Virgen y entró bastante antes de lo habitual, cuando el Damas (línea de autobús que va al Rocío, para no iniciados) llegó a la aldea ya había entrado el paso de la Virgen.

    Nace «el Rocío» como la respuesta a muchos años de fotografiar y observar caminos. Tantos caminos pasados por el tamiz de una cámara de fotos, convertido en observador imparcial que poco a poco va mutando a parcial. Desde la playa de Malandar, al Quema, los Taranjales, la calle Castilla, Umbrete, la Carrera del Darro, el pre-coto de Doñana. Polvo, agua, asfalto, piedra, fuego, noche, día, sol, lluvia..., muchas palabras, muchos ingredientes para un sólo plato, muchos ingredientes que aportan riqueza y belleza al resultado final. Muchos años en los que este que suscribe además de observador imparcial, poco a poco ha ido mutando a Rociero militante. No intento que este libro sea nada pretencioso, no trato de dar explicaciones que puedan ser generalizadas, porque en el Rocío no se puede generalizar; si de por si en esta vida es un error generalizar, hacerlo en el Rocío es una gran equivocación. Porque de hecho ningún Rocío es igual al otro. El tiempo meteorológico, los caminos, los que vienen y los que no pueden ese año, o ya no podrán más porque subieron a las marismas eternas, la presentación, la llegada a la casa de Hermandad, el salto de la reja, la procesión, el camino de vuelta..., ese dolor de lo que pasa y de lo que habrá que esperar otro año para que vuelva, que como decía la Sevillana «Adonde estaré Dios mío la próxima primavera», esa nostalgia del final de algo querido, de algo que nos levanta cuando la vida nos hunde.

    Ni las sevillanas tampoco son iguales, todo cambia de un año para otro. De una persona a otra. De una hermandad a otra, de un camino a otro. Todo es mudable de una Romería a otra. Por eso es inabarcable en un sólo texto todo lo que tiene que ver con el Rocío.

    Todo cambia de un año para otro, nada es igual, ni la Virgen te mira igual, ni la vida te trata igual, porque de eso se trata el Rocío de la vida misma, para lo bueno y para lo malo, porque no todo es adorable en el vergel rociero, si bien lo malo es ínfimo y suele tapar la inmensidad de lo bueno.

    La única pretensión de este libro es que el que sabe algo aprenda, el que nada sabe también aprenda, y tenga algún interés por conocer la devoción mariana de Andalucía; y que se difunda el amor de un pueblo a su Virgen, ese amor que lleva a las gentes a cruzar medio mundo para encontrarse a sus plantas. La noche en el Rocío se ha quedado buena, Jesús ha cogido la guitarra, mi compadre Rafael la pandereta, está la noche para cerrar el libro y cantarle a la Virgen. Espero que disfruten y lo lean con el mismo cariño con el que yo compuse estas páginas.

    Gracias. Y ¡viva la Virgen del Rocío!

    1. MARCO FÍSICO

    La Romería del Rocío también tiene un escenario peculiar. Transcurre la fiesta en medio de esos senderos que unían Sevilla con Huelva y el Condado con Sanlúcar. Tierra de carboneros y cazadores que desde tiempos de Alfonso X tiende a servir de coto de caza a la Realeza como se recoge en el Libro de Monteria de Alfonso XI hasta nuestra épocas, tiempos en los que el Presidente del Gobierno de turno descansa unos días, en uno de los Palacios que abarca el Coto de Doñana. Que recibió dicho nombre cuando Juan II donó esos territorios a la Casa de Medina Sidonia.

    El VII Duque de Medina Sidonia dedica a su esposa Doña Ana Gómez de Mendoza y Silva, hija de la Princesa de Éboli, algunas de sus residencias temporales, germen de nombre como se conoce en la actualidad.

    Este espacio es Parque Nacional y Paisaje Pintoresco desde 1969 y Patrimonio Mundial desde 1994 reconocimientos que sirven para preservar una zona de indudable patrimonio natural. Desde la ley de la Junta de Andalucía 8/99 es conocido como Espacio Natural de Doñana, lo que lo aúna todo y lo reglamenta para salvaguardar dicho patrimonio. Reúne territorios de Sevilla, Cádiz y Huelva, una superficie cercana a 300000 hectáreas y algo más de 165000 personas. Una vez protegida por las leyes de cultivos y criterios urbanísticos desenfrenados. Doñana se vio afectada por el desastre en 1998 de la mina de Boliden-Apirsa en Aznalcóllar y por los incendios de 2017 en menor medida.

    Son muchos los ecosistemas que sobreviven en Doñana, desde la duna fosil del Asperillo a las dunas móviles frente a Matalascañas y Sanlúcar de Barrameda.

    Varía desde el monte blanco de hierbas aromáticas al monte negro de brezos y lentisco, pinares como los de Hinojos o los de Sanlúcar.

    Pero sobre todo destaca por sus superficies húmedas, como las lagunas de Abalario, la Marisma Madre junto al Santuario del Rocío, el Río Guadiamar, que nace en el Castillo de las Guardas y va a desembocar en el Río Guadalquivir a la altura de Isla Mayor, y marismas, desde las arroceras de Isla Mayor a las Salineras de Bonanza.

    La fauna de la zona es amplia y variada, destacando al águila imperial ibérica y el lince ibérico, ciervos, jabatos, venados y conejos. Aunque realmente lo más importante es que es el último eslabón de las rutas migratorias de Europa y Asia hacia África, y no sólo el tráfico de migración, alrededor de 370.000 aves eligen cada año la marisma como cuartel de invernada. Convirtiendo la zona en area de invernada y cría de aves acuáticas, abundando en la zona muchísimas especies como la malvasía, flamencos, somormujo, el calamón y garcillas y espátulas en sus inmensas pajareras.

    En las marismas el ánsar común, el pato colorado y el ánade real y las anátidas.

    Muchos son los recursos socio-económicos de la zona. Agricultura con gran variedad de cultivos. Ganadería vacuna y caballar. Actividades cinegéticas, salinas, acuicultura y por supuesto la turística con las playas cercanas de Matalascañas, Sanlúcar de Barrameda..., y algo más alejada Mazagón.

    Y por supuesto el Rocío, que cruza la zona en los caminos de las Hermandades Filiales, que van desde Sevilla, Sanlúcar de Barrameda, Huelva y Almonte, hasta la Aldea del Rocío. Cruzan vias pecuarias, cortafuegos, el pre-coto y hasta el Coto de Doñana, como hacen las que cruzan en barcaza desde Sanlúcar de Barrameda.

    El contacto tan cercano con la naturaleza le aporta a la Romería un componente de frescura, que le da un matiz nuevo en comparación con otras Romerías.

    Por eso es interesante presentar, aunque sea someramente el escenario en el que se desarrolla la Romería del Rocío.

    Yeguas pastando en la Marisma Madre cerca del Santuario

    Señalización del Vado del río Guadiamar en la finca de Quema

    Retablo que va marcando el Camino de los Llanos o de La Virgen

    Flamencos en la Isla Mínima

    2. EL SIMBOLISMO DE LA ROMERÍA

    La Romería de El Rocío ha transcendido desde tiempos inmemoriales el ámbito local. Antropológicamente la evolución histórica de esta festividad romera se sustenta en tres grandes pilares. De un lado la propia comunidad religiosa, con la Hermandad Matriz y sus filiales como banderas de la fiesta; en segundo lugar la Aldea de El Rocío con su Ermita dedicada a Santa María de las Rocinas, como espacio territorial para las gracias espirituales; y por último, la propia peregrinación romera, lo que se da en llamar «el Camino».

    Así, la perfecta conjunción de elementos de distinta naturaleza, tales como la devoción a la Santísima Virgen del Rocío, la peregrinación romera, el paisaje o los cantes y bailes propios de la cultura popular constituyeron los inmejorables lazos de unión que cimentaron, desde sus orígenes y hasta la actualidad, la enorme vinculación sentimental del pueblo andaluz con Almonte y su aldea de El Rocío, contribuyendo a la par, a paliar en cierto modo, el aislamiento entre aldea y la localidad. Con el transcurso de los siglos, el fervor rociero, conseguiría no sólo enseñorear a Almonte como el máximo exponente de la peregrinación romera en la provincia de Huelva, sino como el epicentro piadoso de la devoción a la Virgen del Rocío en toda Andalucía.

    Y es que el fenómeno rociero está sujeto, claramente, al mundo de los símbolos, hasta convertirse por su propia idiosincrasia en el gran símbolo de las peregrinaciones romeras de todas cuantas se celebran en España. Igualmente, la Romería de El Rocío constituye en Andalucía el paradigma de las grandes festividades religiosas que se celebran durante el año, pues sin dejar de lado otras tantas que pudieran ser relevantes por su notoriedad, la enorme multitud de devotos que se concentran en los caminos y en la aldea durante los días anteriores y posteriores a Pentecostés, otorgan a la romería rociera un protagonismo capital.

    En relación a la propia peregrinación, es necesario detenerse en su significado simbólico, pues el Camino podemos definirlo como todo un fenómeno campero que retrotrae a otros tiempos. Tiempos éstos, donde los peregrinos, abandonando el mundo de la era de las nuevas tecnologías de la comunicación en la que vivimos, se adentran en plena naturaleza como si de una vuelta al pasado se tratase. Y es que cuando las hermandades se echan a caminar a las arenas parece que el tiempo se detiene. Las estampas en blanco y negro o en sepia del pasado, bien valen para hacerse buenas en el presente, pues en esos momentos, pasado y presente se fusionan en la búsqueda de la esencia de la fiesta, en el reencuentro con los orígenes de la tradición. Orígenes que hay que rastrear en la enorme carga simbólica que la Iglesia Católica otorga a la Peregrinación y cuyos antecedentes hemos de explorarlos en la historia.

    De este modo, la costumbre religiosa de peregrinar hacia un lugar sagrado hay que rastrearla en diversas civilizaciones. Así, los antiguos egipcios realizaban peregrinaciones hacia Obidos para visitar la tumba que Isis (Gran Diosa Madre, Reina de los dioses, diosa de la maternidad), había preparado a su hermano y esposo Osiris (Dios de la muerte y de la regeneración). Por su parte, los fenicios tenían en la ciudad de Biblos, en el actual Líbano, todo un centro de peregrinación en el cual se veneraba a la diosa Astarté (Diosa de la fecundidad, Gran Diosa Madre). En Éfeso, en la actual Turquía, Artemisa (Diosa de la Virginidad y los nacimientos) recibía grandes cantidades de visita por parte de los griegos, quienes, además, en Atenas tenían el epicentro del culto a Minerva (Diosa de la Sabiduría). Por su parte, el pueblo judío, hasta la destrucción del Templo de Jerusalén por Tito en el año 70 d.C, peregrinaban hasta allí tres veces al año, coincidiendo con la Pésaj o fiesta de la Pascua; el Shavout o fiesta de las Semanas; y el Sucot o fiesta de los Tabérnáculos o Cabañas, fiestas todas, que provocaban tal congregación de peregrinos en Jerusalén, que el resto del Reino de Israel quedaba, prácticamente, desierto. Pese a ello, hay que matizar, también, que las peregrinaciones no son costumbres propias de la civilización occidental, sino que históricamente han sido muy frecuentes en otros lugares del mundo, de manera particular en las civilizaciones orientales. Allí, constatamos la tradición de la antigua civilización china de peregrinar hacia las Cinco Montañas Sagradas. Por su parte en la India, la tradición peregrina hacia la ciudad santa de Benarés es inmemorial, concentrándose ingentes multitudes de fieles guiados por un profundo sentir religioso. Por último, dentro de estos paradigmáticos ejemplos, no podemos olvidarnos de la peregrinación

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