Año/Cero

LA ESPADA DE SAN PABLO EL OBJETO DE PODER QUE OBSESIONÓ A FRANCO

La mañana del 2 de enero de 1950 amaneció con niebla sobre Toledo. Los bomberos del recién creado parque de bomberos municipal, hombres curtidos en labores del campo y la albañilería, se afanaban desde primera hora en sacar barro y escombro de un pozo. No se trataba de un lugar cualquiera. Era un monasterio casi a los pies del río Tajo, el convento de las Jerónimas de San Pablo. El cardenal primado, Pla y Deniel, había autorizado romper la clausura para que esos hombres pudieran trabajar dentro de unos muros para ellos vedados. Las monjas y novicias fueron desplazadas a otras estancias del edificio para no molestar en los trabajos. La ocasión lo merecía, y las órdenes venían de muy alto. El gobernador civil de Toledo, Blas Tello y Fernández Caballero, se desplazó para poder controlar los trabajos. Le acompañaban el presidente de la Diputación Provincial, Tomás Rodríguez Bolonio, y el entonces alcalde de la ciudad, Andrés Marín Martín. Todos eran devotos miembros del régimen y cumplían con determinación una orden que veía desde la misma jefatura del Estado.

Cuando se formaba en la Academia de Infantería deToledo, Franco solía acudir al convento para que le permitiesen ver la reliquia

El general Francisco Franco estaba detrás de esta curiosa operación. Se trataba de un operativo de búsqueda. Un sondeo muy concreto en los pozos de ese monasterio para tratar de encontrar una antigua reliquia que llevaba perdida desde la Guerra Civil. Los bomberos lograron dragar todo el pozo del claustro principal en un día, y continuaron con el resto de pozos del convento. Buscaban una espada antigua, un vestigio de tiempos pasados cargado de una gran historia que Franco conocía muy bien. Era una orden personal del autoproclamado caudillo, y todos se apresuraron a cumplirla.

LA BÚSQUEDA DEL DICTADOR

Tal fue el revuelo en Toledo que la búsqueda de esa espada se trasladó a las páginas de la prensa local de la época. El diario , en su edición del 3 de enero de 1950, registraba como titular más destacado de su portada los trabajos de búsqueda del arma. No era un objeto cualquiera, era la espada con la que presuntamente se decapitó

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