Casi dos mil años de mitos, leyendas e historias forjaron lo que hoy es Santiago de Compostela y la tradición jacobea. Las antiguas creencias anteriores al cristianismo, los mitos cristianos, siglos de peregrinación y una amalgama de leyendas fueron creando ritos peculiares y sincréticos que aún perviven en el noroeste de la península ibérica. Así, el culto a las aguas y a las piedras se entremezcla con los antiguos dioses romanos y los ritos propios del cristianismo hasta llegar hasta nuestros días. De hecho, en diferentes enclaves relacionados con la prédica del apóstol se siguen realizando ceremonias mágicas que evocan el pasado pagano de esos lugares. Pero vayamos por partes. Comencemos por el principio, cuando Santiago el mayor habría predicado a los antiguos habitantes de estas tierras.
EL MANANTIAL MILAGROSO
Dentro de la epopeya jacobea, el apóstol Santiago habría predicado en diferentes zonas de España antes de volver a Palestina. De entre todos, destaca Santiaguiño do Monte, a pocos kilómetros de la ciudad compostelana. Se trata de un lugar donde–infructuosamente–el apóstol habría intentado convencer a los paganos de la nueva fe proclamada por Jesús. El enclave está ubicado en las proximidades de Padrón y en el mismo se conserva una pequeña iglesia, una fuente y un buen número de piedras que la tradición vincula con el santo y en las que se celebran varios ritos.
Pero, ¿por qué habría predicado en este lugar? San Jerónimo relata que, tras la crucifixión de Jesús, los apóstoles se reunieron para dividirse el trabajo de dar a conocer sus enseñanzas a todos los rincones del mundo. Además, acordaron que si alguno de los discípulos encontraba la muerte, sería enterrado en el lugar de destino. Es así que a, el «fin de la Tierra». De este modo, el apóstol alcanzó ese territorio después de recalar en Cádiz y Braga, para predicar luego en varios enclaves de la península, entre ellos el que estamos visitando.