Las numerosas historias que, a lo largo de siglos, se fueron forjando en las cumbres de O Pindo le hicieron merecedor del nombre de «Olimpo celta», como lo bautizó el célebre escritor Ramón Otero Pedrayo. Sin duda, merece mucho la pena conocer este monte sagrado, tanto por su naturaleza como por las leyendas y creencias mágicas que se fueron tejiendo a su alrededor. Como los montes de O Pindo son muchos y cada uno tiene sus propias historias, vamos a ir por partes. En el recorrido que propongo, subiremos desde la aldea de O Fieiro (Mazaricos), donde se puede dejar el vehículo e iniciar el ascenso, que deberá ser a pie, ya que no hay caminos para vehículos de motor.
Nuestro primer destino será la parte más alta del macizo conocido como A Moa. Antes de llegar a la cumbre, el camino discurre por sendas y pequeños cauces de agua en las que hay piedras con cruces grabadas –posiblemente signos de cristianización de antiguos cultos perdidos– en un paisaje que poco a poco va sustituyendo la vegetación por los grandes bloques de granito. Nuestra primera parada es el Campo da Moa Darriba. Allí se celebraba un rito de curación para el mal de formiguiño, una dolencia que podía afectar tanto a animales como a personas y que forma parte de esos males diagnosticados por la medicina popular de Galicia, de la familia del tangaraño y la eirisipela. Así, el afectado por el formiguiño era llevado a este llano y debía recostarse en el suelo. Sus acompañantes excavaban una silueta de su cuerpo en la tierra, sacando los terrones y colocándolos sobre una piedra. La tierra debía secarse y, cuando lo hacía, se consideraba que el enfermo estaba curado.
MURALLA ENIGMÁTICA
Muy cerca del Campo da Moa Darriba se encuentra el Outeiro de Hermenegildo, una elevación que lleva ese nombre por una historia no exenta de componentes legendarios, en la que
