Descubre millones de libros electrónicos, audiolibros y mucho más con una prueba gratuita

Solo $11.99/mes después de la prueba. Puedes cancelar en cualquier momento.

Viajes y viajeros, entre ficción y realidad: Alemania - España
Viajes y viajeros, entre ficción y realidad: Alemania - España
Viajes y viajeros, entre ficción y realidad: Alemania - España
Libro electrónico391 páginas5 horas

Viajes y viajeros, entre ficción y realidad: Alemania - España

Calificación: 0 de 5 estrellas

()

Leer la vista previa

Información de este libro electrónico

El viaje es un espacio emblemático de encuentro, diálogo y apertura de horizontes. Aquí presentamos un viaje literario, híbrido entre ficción y realidad, un recorrido con variadas e interesantes paradas que evocan mentalidades, lugares, miradas, percepciones, en definitiva, a través de los textos preparados por investigadores del Grupo Oswald de la Universitat de València.
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento28 nov 2011
ISBN9788437082493
Viajes y viajeros, entre ficción y realidad: Alemania - España
Autor

Varios autores

<p>Aleksandr Pávlovich Ivanov (1876-1940) fue asesor científico del Museo Ruso de San Petersburgo y profesor del Instituto Superior de Bellas Artes de la Universidad de esa misma ciudad. <em>El estereoscopio</em> (1909) es el único texto suyo que se conoce, pero es al mismo tiempo uno de los clásicos del género.</p> <p>Ignati Nikoláievich Potápenko (1856-1929) fue amigo de Chéjov y al parecer éste se inspiró en él y sus amores para el personaje de Trijorin de <em>La gaviota</em>. Fue un escritor muy prolífico, y ya muy famoso desde 1890, fecha de la publicación de su novela <em>El auténtico servicio</em>. <p>Aleksandr Aleksándrovich Bogdánov (1873-1928) fue médico y autor de dos novelas utópicas, <is>La estrella roja</is> (1910) y <is>El ingeniero Menni</is> (1912). Creía que por medio de sucesivas transfusiones de sangre el organismo podía rejuvenecerse gradualmente; tuvo ocasión de poner en práctica esta idea, con el visto bueno de Stalin, al frente del llamado Instituto de Supervivencia, fundado en Moscú en 1926.</p> <p>Vivian Azárievich Itin (1894-1938) fue, además de escritor, un decidido activista político de origen judío. Funcionario del gobierno revolucionario, fue finalmente fusilado por Stalin, acusado de espiar para los japoneses.</p> <p>Alekséi Matviéievich ( o Mijaíl Vasílievich) Vólkov (?-?): de él apenas se sabe que murió en el frente ruso, en la Segunda Guerra Mundial. Sus relatos se publicaron en revistas y recrean peripecias de ovnis y extraterrestres.</p>

Lee más de Varios Autores

Relacionado con Viajes y viajeros, entre ficción y realidad

Títulos en esta serie (100)

Ver más

Libros electrónicos relacionados

Ciencias sociales para usted

Ver más

Artículos relacionados

Comentarios para Viajes y viajeros, entre ficción y realidad

Calificación: 0 de 5 estrellas
0 calificaciones

0 clasificaciones0 comentarios

¿Qué te pareció?

Toca para calificar

Los comentarios deben tener al menos 10 palabras

    Vista previa del libro

    Viajes y viajeros, entre ficción y realidad - Varios autores

    portada.jpg

    VIAJES Y VIAJEROS

    ENTRE FICCIÓN Y REALIDAD

    ALEMANIA-ESPAÑA

    Berta Raposo Fernández,

    Ingrid García Wistädt, eds.

    UNIVERSITAT DE VALÈNCIA

    Esta publicación está enmarcada dentro del proyecto de investigación GV05/282,

    financiado por la Generalitat Valenciana.

    © Los autores, 2009

    © De esta edición: Universitat de València, 2009

    Coordinación editorial: Josep Cerdà (MuVIM) y Maite Simón (PUV)

    Cubierta:

    Imagen: Litografía coloreada reproducida en la revista Das Buch der Welt (1857), editada en Stuttgart por Carl Hoffmann. Biblioteca de Abilio Reig Ferrer (Mutxamel, Alacant)

    Diseño: Celso Hernández de la Figuera

    Corrección: Communico CB

    Realización ePub: produccioneditorial.com

    ISBN: 978-84-370-7319-4

    ÍNDICE

    PORTADA

    PORTADA INTERIOR

    CREDITOS

    A MANERA DE PRÓLOGO, Romà de la Calle

    INTRODUCCIÓN, Berta Raposo Fernández e Ingrid García Wistädt

    FENOMENOLOGÍA DE LA ITINERANCIA ALEMANA EN ESPAÑA. CONTEXTOS, TEXTOS Y CONTRASTES, Miguel Ángel Vega Cernuda

    ESPAÑA A TRAVÉS DEL PRISMA ALEMÁN: PERSPECTIVAS DEL MEDIEVO Y LA PRIMERA MODERNIDAD E INVESTIGACIONES IMAGOLÓGICAS, Albrecht Classen

    UN VIAJERO ALEMÁN EN VALENCIA HACIA 1800: CHRISTIAN AUGUST FISCHER, Berta Raposo, Eckhard Weber

    LA IMATGE PRÒPIA EN EL MIRALL DE L’ALTRE: VALÈNCIA I ELS VALENCIANS A TRAVÉS DELS QUADRES DE VALÈNCIA DE FISCHER I LA SEVA TRADUCCIÓ, Hang Ferrer Mora

    EL BOTÁNICO VALENCIANO A. J. CAVANILLES EN SU RELACIÓN EPISTOLAR Y CIENTÍFICA CON ALEXANDER VON HUMBOLDT Y LOS BOTÁNICOS ALEMANES, María Rosario Martí Marco

    EL VIAJERO WILHELM VON HUMBOLDT Y SUS SUCESORES: CARACTERIZACIÓN CULTURAL DEL PAÍS VASCO EN LAS DESCRIPCIONES DE VIAJE DEL SIGLO XIX, Garbiñe Iztueta Goizueta

    VIAJES Y CIENCIA: LOS VIAJEROS ALEMANES Y SUS INVESTIGACIONES CIENTÍFICAS EN ESPAÑA DURANTE EL SIGLO XIX, Sandra Rebok

    EL VIAJE: ELEMENTO CLAVE DEL PROGRESO CIENTÍFICO-TÉCNICO. LOS HERMANOS DELHUYAR Y JOAQUÍN EZQUERRA DEL BAYO EN LA ACADEMIA DE MINAS DE FREIBERG (SAJONIA), María José Gómez Perales

    VICTOR AIMÉ HUBER COMO HISPANÓFILO, Dietrich Briesemeister

    EIN WINTER IN SPANIEN (1855) DE FRIEDRICH WILHELM HACKLÄNDER. CONCEPTO DE VIAJE Y TÉCNICAS DE DESCRIPCIÓN, Sabine Geck

    ALLÀ A ON LA MAR MEDITERRÀNIA DE PONENT ÉS MÉS FONDA: L’ILLA DE MALLORCA EN LA PROSA DE LLUÍS SALVADOR, ARXIDUC D’ÀUSTRIA, Ferran Robles i Sabater

    VIAJEROS DE LENGUA ALEMANA DEL SIGLO XIX EN CANARIAS: BALANCE Y PERSPECTIVAS, Encarnación Tabares Plasencia, Marcos Sarmiento Pérez, José Juan Batista Rodríguez

    EL VIATGE COM A INICIACIÓ: LES MEMÒRIES SPANIEN IM HERZE DEL BRIGADISTA SUÍS HANS HUTTER, Werner Garstenauer

    LOS POEMAS DE ERICH ARENDT SOBRE ESPAÑA. SUJETO, HISTORIA Y ATEMPORALIDAD, Reinhold Münster

    EL VIAJE LITERARIO, ESCENARIO PARA LA CRÍTICA DE LA SOCIEDAD DE LOS AÑOS 20 EN EIN PYRENÄENBUCH* DE KURT TUCHOLSKY, María Ángeles López Orellana

    PREPARATIVOS PARA LA ESCRITURA EN SORIA O VERSUCH ÜBER DIE JUKEBOX DE PETER HANDKE, Anna Montané Forasté

    LAS CRÓNICAS ALEMANAS DE JULIO CAMBA: EL ESCRITOR COMO SUJETO DE EXPERIMENTACIÓN, Ingrid García Wistädt

    ¿LA «VERDADERA» ALEMANIA? EJEMPLOS DE LA HERMENÉUTICA DE LO AJENO Y DE LO PROPIO, Bernd F. W. Springer

    EL VIAJE COMO EJE VERTEBRADOR DEL RELATO: ETAPAS DE VIAJE Y ETAPAS VITALES EN LAS NOVELAS DE STEN NADOLNY, José- Antonio Calañas Continente

    A MANERA DE PRÓLOGO

    En noviembre del 2004 comenzamos una de las diversas aventuras que han consolidado la trayectoria del Museu Valencià de la Il·lustració i de la Modernitat, la del Centro de Estudios y de Investigación, con un congreso monográfico con motivo del bicentenario de la muerte del gran pensador alemán Immanuel Kant. Desde entonces en la «fórmula MuVIM» no sólo la fi losofía ha tenido holgada cabida (Schiller, Hegel, Rousseau, Lévinas, Santayana), sino que también el museo se ha abierto, convirtiendo en objeto de reflexión al resto de humanidades, a las ciencias sociales y, por supuesto, a las bellas artes en sus fronteras y actualización contemporánea. Así lo atestiguan suficientemente los diferentes encuentros de fotografía, de diseño, dibujo, de fundamentación estética, de museología, de educación artística, de historia y de un largo etcétera, que han sido desarrollados en nuestros programas.

    En el año 2007 seguimos abriendo espacios de debate, esta vez con la filología. Nuestro decimosexto congreso, en poco más de un trienio, celebrado los días 5, 6 y 7 de marzo de ese año, lo dedicamos monográficamente al ámbito de la literatura, y en concreto a la literatura de viajes, una sugerente forma de ficción no demasiado lejana de la realidad que, de hecho, nos acerca poderosamente a nuevas realidades. No fue casualidad, pues, que el título del encuentro fuera, de manera explícita, «El viaje en la literatura entre fi cción y realidad. Alemania-España». Precisamente inserto entre la ficción y la realidad se encuentra el subgénero de la literatura de viajes. Uno de los objetivos prin cipales del congreso fue debatir el lugar de España en el espacio cultural europeo común, así como los posibles choques culturales producidos/experimentados, por una parte, entre viajeros alemanes en la península y, por otra, entre viajeros españoles en tierras germánicas, experiencias que habrían propiciado precisamente el encuentro entre dos culturas, no siempre tan cercanas como a primera vista pudiera parecer.

    Para ello establecimos una fructífera colaboración con el Departament de Filologia Anglesa i Alemanya de la Universitat de València-Estudi General y, en concreto, con la activa profesora Berta Raposo y el inquieto Grupo Oswald. El Congreso efectivamente fue un éxito a muchos niveles y uno de los indicadores más claros es que superamos los doscientos matriculados en aquellas jornadas de trabajo y reflexión. Esperemos que este libro, explícita invitación al viaje y a la inmersión en la literatura, también despierte, al menos, tanto interés como aquella memorable convocatoria.

    Con este volumen, presentamos al lector las principales aportaciones de las sesiones del Congreso, que contó también con una notable participación de profesores intervinientes. Así, a la nómina de los tres destacados ponentes, Miguel Ángel Vega, de la Universitat d’Alacant; Albert Classen, de la University of Arizona, y Dietrich Briesemeister, se le unió asimismo un sólido grupo de investigadores y especialistas, provenientes de diversas universidades españolas y de centros de investigación superiores, que nos aportaron concretamente dieciséis comunicaciones, las cuales ahora finalmente ven la luz.

    Quiero, muy sinceramente, como director del MuVIM, citar y agradecer el respaldo de las instituciones que colaboraron en el congreso: el Goethe Institute, el Centro Alemán y el Schweizer Kultursiftung Prohelvetia. Igualmente, deseo insistir en nuestra plena satisfacción por la adecuada organización conjunta, que a lo largo de todo el proceso hemos mantenido, con el Departament de Filologia Anglesa i Alemanya de la Universitat de València-Estudi General y con la profesora Berta Raposo y el Grupo Oswald. De hecho, esta colaboración ha continuado muy eficazmente luego y también ha seguido dando sus frutos: en abril del 2008 hemos llevado a buen término un nuevo congreso, esta vez sobre el no menos sugerente tema de «La guerra y los viajes», que esperamos asimismo ver editado en los próximos meses.

    No es posible tampoco olvidar la eficiencia del Centro de Estudios e Investigación del MuVIM, cuyo equipo se ha convertido en el mejor recurso organizativo de estas actividades, facilitando la sinergia entre las instituciones y la colaboración entre las personas.

    Finalmente, les invito, desde estas líneas de presentación, a descubrir este libro, coeditado por Publicacions de la Universitat de València, que, fruto de la investigación, está construido a partir de un conjunto de viajes, algunos desarrollados por el Mediterráneo, otros por tierras centroeuropeas y algunos otros por latitudes más lejanas. Espero que les transporte a nuevos y prometedores espacios intelectuales.

    De hecho, la modernidad supuso, entre otras muchas cosas, el intenso desarrollo de las comunicaciones y el incremento creciente de viajes y de viajeros y, por tanto, también de los contactos e intercambios culturales que de todo ello directamente se derivan. Al fin y al cabo, todas las modernidades históricas y/o actualizadas, también las literarias, por supuesto, son y serán bienvenidas en el MuVIM.

    ROMÀ DE LA CALLE

    Director del MuVIM

    INTRODUCCIÓN

    El viaje es un espacio emblemático del encuentro, del diálogo y de la apertura de horizontes. Si nos preguntamos por lo específico de las experiencias hechas por viajeros de habla alemana en España (y en menor medida, de habla española en Alemania), nos encontramos con un proceso paulatino de conocimiento y de acercamiento de dos culturas, separadas en un principio no sólo por una considerable distancia geográfica, sino también por un abismo cultural e histórico, que al profundizar en la investigación sobre él, a veces se revela como más aparente que real. Se trata del encuentro entre el norte y el sur, un sur que no es el suelo clásico que entusiasmó a Goethe, sino un espacio todavía por descubrir que se fue revelando poco a poco, desde la Edad Media tardía hasta el siglo XX.

    También es indudable que la literatura de viajes tiene un carácter híbrido de ficción y realidad. Por un lado, puede tener un indudable valor documental para el estudio de la historia de la cultura. Por otro, hay relatos de viaje cuyo valor literario y estético no tiene nada que envidiar al de las mejores obras de ficción. Pero además, hay un tercer aspecto que entra aquí también en consideración: el viaje como tema o motivo literario, hasta el punto de que, empezando por la Odisea, que relata el viaje de Ulises a su patria, grandes y pequeños autores de la literatura universal se han servido y se sirven de este tema, tanto en sentido material como metafórico: el viaje de la vida, el viaje iniciático, el viaje onírico.

    La diversidad y amplitud de la literatura de viajes surgida de los contactos culturales hispano-alemanes, los dispares contextos y formas en que se desarrolla, así como la interpenetración de la ficción y de la realidad que ahí se refleja, se irán mostrando en los siguientes artículos, que son las versiones reelaboradas de las ponencias y comunicaciones presentadas en el Congreso «Alemania-España. Viajes y viajeros entre ficción y realidad», celebrado en el MuVIM del 5 al 7 de marzo del 2007, a cuyo director y colaboradores agradecemos calurosamente su generoso apoyo en la organización de este importante evento.

    Al comienzo, Miguel Ángel Vega se plantea una reflexión teórica sobre el fenómeno del viaje, cuya esencia cultural ve en la activación de la capacidad admirativa del individuo. Pero, por otro lado, también muestra ciertas deficiencias estructurales que dan lugar a tópicos, clichés y estereotipos que se hacen muy visibles en el caso hispano-alemán.

    A partir de aquí, los artículos siguen un orden cronológico. A finales de la Edad Media y principios de la Edad Moderna, la Península Ibérica deja de ser un espacio nebuloso y desdibujado para Centroeuropa gracias a los numerosos relatos de viajes que Albrecht Classen revisa e interpreta en su artículo desde el punto de vista de la historia de las mentalidades.

    Si el paso del siglo XV al XVI supuso la entrada de España en el marco de percepción consciente de los países de habla alemana, el final del XVIII y principio del XIX marcan otro hito en el camino del conocimiento de este país fuera de sus fronteras. Los viajeros ilustrados se esfuerzan por captar una nueva imagen del país, objetiva y libre de prejuicios. Christian August Fischer, de quien Berta Raposo y Eckhard Weber trazan una breve semblanza biográfica, puede considerarse como representante típico de esa nueva visión, aderezada con impresiones personales llenas de amenidad y viveza. Como expone Hang Ferrer en su artículo, Fischer dedicó especial atención a Valencia, trazando de ella una imagen idílica, sólo ocasionalmente relativizada por ciertas observaciones críticas. La fuente principal de Fischer fue la obra del botánico valenciano Antonio J. Cavanilles, quien como científico de gran prestigio internacional mantuvo una estrecha re lación personal y epistolar con Alexander von Humboldt, como lo muestra Ro sario Martí, al resaltar además los puntos en común existentes entre ambos, tanto en sus métodos como en sus objetivos científicos. Por su parte, Wilhelm von Humboldt, aunque también viajó por toda España, centró su atención en el País Vasco, de manera comparable a lo que hizo Fischer con Valencia, marcando así el camino a posteriores viajeros e investigadores, como puede verse en el artículo de Garbiñe Iztueta. También Alexander von Humboldt desempeñó un papel pionero, analizado por Sandra Rebok, que parte de él para luego presentar a otros viajeros alemanes que visitaron España en el siglo XIX con objetivos científicos, que evolucionan desde una mirada holística a principios de siglo hacia una especialización cada vez mayor.

    Pero no son sólo científicos alemanes los que viajaron a España. También desde España salieron rumbo al norte. Los hermanos Delhuyar y J. Ezquerra son un ejemplo de ello. M.ª José Gómez Perales nos presenta su viaje y estancia en la Academia de Minas de Freiberg entre 1778 y 1781, la repercusión que tuvo este viaje en su formación, tanto personal como profesional, y la importancia que tuvo para posteriores avances científicos.

    Es evidente aquí la diferencia con los viajeros que podríamos llamar «románticos», y que están representados en este volumen por Victor Aimé Huber, a quien Dietrich Briesemeister dedica un extenso y profundo estudio, destacando su condición de hispanista y profesor universitario en una época en la que despuntaban las filologías nacionales como disciplinas universitarias; las experiencias españolas de Huber fueron decisivas para la configuración del hispanismo académico en Alemania.

    Sabine Geck, por su parte, nos presenta a un viajero hoy prácticamente olvidado pero muy leído en su época, Friedrich Wilhelm Hackländer. En su relato de viaje Winter in Spanien nos describe sus experiencias y aventuras durante el viaje que realizó en el invierno de 1853/1854 por diferentes ciudades de España. No sólo su visión del país, sino también su concepto de viaje, son representativos para toda una época. Destacan en su relato unas descripciones que ahondan en el detalle, intentando asemejarse a una plasmación fotográfica.

    A medio camino entre los viajeros científicos y los románticos puede situarse el archiduque Luis Salvador de Austria, afincado en Mallorca después de extensos viajes por tres continentes; en el artículo de Ferran Robles sobre él se muestra cómo su ansia de conocimiento se desarrolla en dos vertientes: la antropogeográfica y sociológico-descriptiva, por un lado, y en el sentimiento del paisaje y la recreación literaria, por otro.

    Los viajeros alemanes llegaron también a la España más alejada de la Península, a las Islas Canarias, pero poco se ha escrito sobre ellos. De estos viajeros, todavía del siglo XIX, nos hablan Encarnación Tabares, Marcos Sarmiento y José Juan Batista. Dos son los aspectos que tratan para cada uno de los autores-viajeros que presentan: por un lado, el viaje real al archipiélago y, por otro, el registro de lo que encuentran en el viaje, que puede ser en forma de ensayo –de carácter científico, político-económico o etnográfico– o, como es el caso sobre todo de las mujeres, en una forma que se acerca mucho a la tradicional guía de viajes.

    Llegado el siglo XX, la Guerra Civil Española se convierte en un poderoso foco de atracción para jóvenes luchadores de numerosos países, entre ellos también los procedentes del ámbito cultural alemán. Werner Garstenauer nos presenta al brigadista suizo Hans Hutter, cuyas memorias no sólo se revelan como documento de viaje, sino también como una reflexión sobre el yo y lo ajeno, y como una iniciación. Reinhold Münster analiza la obra de Erich Arendt, igualmente combatiente en la Guerra Civil, y posteriormente uno de los poetas más interesantes de la RDA, que traza una imagen de España como símbolo de la posibilidad de rebelión contra un orden social prefigurado en los horrores de la guerra de Goya, pero también como una estación en el camino de la humanidad.

    Sin embargo, ya antes de Guerra Civil los escritores alemanes se interesaron por España. Es el caso de Kurt Tucholsky, de quien nos habla M.ª Ángeles López Orellana. En Un libro sobre los Pirineos (1927), parodia del «relato de viaje» de Wilhelm von Humboldt al País Vasco, Tucholsky rompe con la idea a priori de la literatura tradicional de viajes y desarrolla nuevas formas de describir la realidad, al tiempo que aprovecha el viaje literario para hacer una crítica de la sociedad de los años veinte.

    También a través del viaje literario, Anna Montané nos acercará a la última década del siglo XX con Versuch über die Jukebox de Peter Handke. Según la autora, esta obra tiene un carácter inaugural e insólito en la historia de la ficcionalización del viaje en Handke: desde un primer momento el viaje que se relata está unido a un proyecto literario, aunque en última instancia, la escritura es objeto en sí misma.

    En el siglo XX encontramos también ejemplos de la mirada contraria, de cómo los españoles vieron Alemania. Éste es el caso, por ejemplo, del periodista y escritor Julio Camba, de cuyas crónicas desde y sobre Alemania trata la contribución de Ingrid García Wistädt. Las crónicas se presentan aquí como un juego de perspectivas en las que el autor se enfrenta de forma irónica a las diferentes culturas y deja en evidencia a la literatura de viajes convencional, que perpetúa falsos mitos y promueve los estereotipos nacionales. Bernd Springer, desde el punto de vista de la hermenéutica de lo propio y lo ajeno, analiza cómo se puede comparar la mirada de los españoles sobre Alemania con la percepción que los alemanes tuvieron o tienen de sí mismos.

    Por último, con el fin de poder generalizar y abstraer un fenómeno que no está circunscrito a las relaciones hispano-alemanas, José Antonio Calañas pasa revista a algunas novelas de Sten Nadolny en las que el viaje aparece como eje estructurador del relato.

    BERTA RAPOSO FERNÁNDEZ

    INGRID GARCÍA WISTÄDT

    FENOMENOLOGÍA DE LA ITINERANCIA ALEMANA EN ESPAÑA. CONTEXTOS, TEXTOS Y CONTRASTES[*]

    Miguel Ángel Vega Cernuda

    Universidad de Alicante

    1. CONTEXTOS

    El viaje: virtudes y virtualidades

    En nuestra lengua madre, el latín, curiosum era aquello que precisaba o revelaba cuidado, atención. Y si algo precisa o revela atención es el saber, que a su vez despierta en nosotros la curiosidad. Esta curiosidad, según Aristóteles en su Metafísica, provocaba la admiración (thaumazein) que realimentaba la sabiduría al motivar la pregunta por las cosas y las causas que están más allá de lo físico e inmediato. En este contexto cabe decir que la itinerancia ha sido y es ocasión propicia para que lo extraño provoque esa activación de la capacidad admirativa del individuo que le lleva al comentario, al recuerdo, al diario, a la esencia cultural del viaje. Por eso, el viaje tiene las mismas raíces y efectos que el estudio: en ninguna otra situación surge el saber más espontáneamente que en el viaje, que, a impulsos de la admiración, provoca esa reflexión indagadora.

    Pero el viaje es corriente que bebe de diversos hontanares. A la hora de emprenderlo, no menos importante que la curiosidad es la voluntad de individualidad: «Asueta vilescunt» decían los latinos, y para no envilecerse, para no embotar sentidos e inteligencia, el hombre busca el viaje. En él, el ser humano se pone a prueba, se decanta, se asombra, se conoce. Dígase de paso que, a pesar de sus profundas raíces anímicas, el viaje no es tarea fácil. Antaño, cuando ni el vapor ni los motores de combustión habían roturado nuestra tierra con vías férreas y autopistas ni la propulsión inseminaba el cielo con gases asfixiantes, el viaje era una experiencia iniciática, casi heroica, y, en la mayoría de los casos, creativa. Un aleatorio repaso a la historia de la humanidad nos permite comprobar que grandes capítulos de la creación han tenido un origen viajero: Diego de Anaya, obispo de Salamanca, acude al Concilio de Constanza y de él se trae el bello gótico pre-renacentista que, testimoniado en los sepulcros de su capilla en la Catedral Vieja de la ciudad castellana, derivaría en la eclosión del gótico flamígero. El contacto con los araucanos y la indómita naturaleza chilena hizo que Ercilla dejara de ser un mediocre cortesano y se convirtiera en el excelente creador épico de La Araucana. Fray Gabriel Téllez, Tirso de Molina, tendrá referencias de un tal Miguel de Mañara, al que transformará en el «burlador de Sevilla» o D. Juan Tenorio, gracias a un viaje fallido a América que, sin embargo, le había obligado a desplazarse a Sevilla. Goethe, gracias a su estancia de dos años en Italia (de Karlsbad había partido con la intención de pasar sólo unos meses) y su correspondiente plasmación literaria (Die Italienische Reise), cambió sus registros mentales y dejó de ser un pre-romántico para hacerse un clásico. De ahí en adelante, Alemania tuvo como punto de referencia una Antigüedad que dio origen a sus más grandes obras, a numerosos monumentos (en Múnich, Berlín

    o Viena) y, lo que es más importante, a muchos comportamientos y actitudes culturales. Merimée logró configurar uno de los mitos de la humanidad gracias a un episodio de la vida andaluza del siglo XIX español que, en el transcurso de un viaje por nuestra tierra como funcionario de monumentos públicos, escucharía en casa de los Montijo. Heine, cuando, harto de la monotonía pequeño-burguesa de Göttingen, quiso espabilar las adormecidas mentes del Biedermeier, se dedicó a recoger por escrito las imágenes captadas en sus desplazamientos por la geografía alemana: los Reisebilder.

    Una mención más amplia de los méritos culturales del viaje no debería omitir que fueron los peregrinos a Santiago los que extendieron el románico y el gótico por los caminos de Europa; que, tras sus respectivas estancias en Italia, Durero superó sus fantasmas medievales y Velázquez dulcificó su paleta; que, gracias a un viaje, el de Lutero a Roma, surgió la Reforma, que, sin duda, tuvo su impulso decisivo en las vivencias del entonces monje agustino en la ciudad que por aquel entonces se hacía eterna con las construcciones de Miguel Ángel; que el arte europeo del XVIII tuvo su carácter unitario gracias al trasiego de italianos que lo mismo trabajaban en San Petersburgo, en Kassel, en Viena o en La Granja; que el viaje a la Polinesia de Gaugin o el de van Gogh a Provenza supusieron el preludio al arte moderno; que el reconocimiento europeo de El Greco fue producto de los viajes de Rilke y Meier-Graefe a España; que el poema sinfónico Las Hébridas y la Sinfonía Italiana de Mendelssohn, el Capricho español de Rimski y el Winterreise de Schubert, El Holandés errante de Wagner, el Peer Gynt de Ibsen/Grieg, la Iberia o la Lindaraja de Debussy hacen referencia al viaje; que Teresa de Ávila alcanzó universalidad gracias al andariego jumentillo que la llevó por todas las latitudes de la España del XVI; que en aras del viaje, para que pudieran recorrerlas sus «orejones», el Inca trazó sobre las inmensas extensiones del Tahuantinsuyo unos caminos que salvaban latitudes, longitudes y alturas inmensas.

    A todo esto hay que añadir otra virtualidad del viaje: la de haber producido una amplia gama de actitudes vitales, comportamientos sociales y tipos de hombre tales como el viajero, el viajante, el pionero, el descubridor, el misionero, el cómico de la legua, el conquistador, el guía turístico y, si me apuran, el aventurero y el pirata. En muchas ocasiones, el viaje proporciona la oportunidad de vivir al margen de la norma: Marco Polo, Colón, Vespucci, Casanova, Cagliostro y Lorenzo da Ponte son magníficos ejemplos de ese espíritu de aventura que sabe obviar la ley o la civilización en la itinerancia. Por eso, cuando el D. Giovanni mozartiano quería rendir cuentas de su vida de licencia no hacía sino mencionar las etapas, femeninas pero etapas, de su itinerancia viajera:

    Madamina, il catalogo e questo

    delle belle che amò il padron mio!...

    In Italia seicentoquaranta,

    in Almagna duecentotrentuna,

    cento in Francia, in Turchia novantuno

    ma in Ispagna son gia mille e tre...

    Se podría agregar que gran parte de la literatura narrativa e incluso ensayística tiene como motivo el viaje a lo extraño o es producto de él. Viaje, o relato de viaje, son la Ilíada, la Odisea y la Eneida; la Anábasis de Jenofonte, Los milagros de Nuestra Señora, el Cantar del Mio Cid, el Quijote, El Lazarillo y el Simplicissimus; el Gulliver y el Robinson; las Letras persas de Montesquieu y las Letras marruecas de Cadalso; el Barry Lyndon de Fielding, el Códice Calixtino y toda esa enorme cantidad de letra escrita e impresa que llamamos precisamente literatura de viajes u «odepórica», desde el Viaje a Italia de Montaigne hasta los Viajes a España de Gautier, de Andersen o K. Uranis. Finalmente, si a todo esto añadimos que el viaje creó el ferrocarril, el automóvil y el avión; la carretera y el camino; la posada, la venta, el hotel, la hospedería conventual y el agroturismo, habremos hecho mención sumaria de lo que el viaje es: cultura en estado puro.

    Hasta el teatro tiene, por nacimiento, referencia viajera: el carro de Tespis. Y uno de los primeros documentos que filmaron los pioneros del séptimo arte fue la llegada del tren a la estación.

    Tipología del viaje

    Como demuestra este leporello de los méritos de la itinerancia, ni el viaje ni el viajero son unívocos, sino polisémicos. Ese viaje que surca el mar de la cultura humana dejando una brillante estela de encuentros adquiere una naturaleza múltiple según la circunstancia en la que se inscribe y la finalidad que se propone. Un viajero emprende camino por obligación y otro por devoción. Uno pretende la formación, otro la aventura y un tercero la utilidad. Ni siquiera literaria o artísticamente el viaje es una vivencia uniforme. Como motivo literario, el viaje siempre ha sido diverso, variado, y el resultado de su formalización depende de las metas, los caminos, las noches y los días, las estaciones, la climatología y, sobre todo, de las intenciones del que lo ha emprendido. Eso hará que sea «sentimental», «romántico» o «maravilloso». Con propósito y valor de síntesis, cabría decir que en la realidad escritural del viaje se da una triple tipología: la informativa, la fictiva y la fantástica. Voluntad informativa tienen las «relaciones» que los oidores, conquistadores y regidores españoles dirigían a su Majestad Católica para darle noticia y fe de lo descubierto y de lo ignoto. Frente a este tipo de escritura «oficial», objetivo por la intención, el contenido y el destinatario, el carácter fictivo predomina en ese ajuste de cuentas del escritor con su pasado viajero, que es, no «relación», sino «relato». Ese carácter marca, por ejemplo, el Italienische Reise de Goethe, recuerdo literario de los dos años que el escritor se había concedido para realizar, a través de las fecundísimas experiencias italianas (la arquitectura del Palladio, el carnaval romano, los lazzaroni napolitanos, el borbotante Etna), el carácter formativo del viaje (el suyo había sido una Bildungreise); o los Literarische Reise-Skizzen. Spanien, del archiduque Maximiliano. También es relato de viaje, en otro código semiótico, la melancólica evocación de las estepas del Asia Central que realiza Borodin o la vibrante ocurrencia musical con la que Rimski-Korsakov recupera el mundo sonoro español en su Capricho. Finalmente, «viajes fantásticos» son esos «viajes cósmicos» o mágicos desplazamientos que, ayudados o promovidos por diablos cojuelos, instrumentos proto-científicos, fórmulas cabalísticas o pajarracos y animales de buen o mal agüero, emprenden seres imaginarios que dan expresión calenturienta al afán humano de ubicuidad: el mentiroso barón de Münchhausen, el «sinsombra» Peter Schlehmil con sus botas de siete leguas (Chamisso) o el Fausto goetheano con su transportista y guía Mefisto (como viajeros «recién llegados de España» se presentarán los dos aprendices de tunantes en la taberna de Auerbach). Por los tejados de Madrid (Vélez de Guevara, El diablo cojuelo); a través de Suecia (S. Lagerlöf, El maravilloso viaje de Niels Holgerson); en la caverna del rey de la montaña (Visen/Grieg, Peer Gynt); Alrededor del mundo en 80 días o Al centro de la tierra (Verne), a Lilliput (Swift) o a Phantasia (Michael Ende, Historia Interminable): en todas esas obras, el viaje en alas de la fantasía es condición y motivo para la observación irónica y benevolente consideración de las miserias humanas. Resumiendo, la crítica cultural del tema, la llamada «crítica odepórica», distingue ya

    - el «viaje de aventuras», reales o de ficción (el Tartarín de Tarascón de Daudet o el de Nils Holgerson de S. Lagerlöf);

    - el «viaje de misión» (el de Bernardino de Sahagún o el de Motolinia a México);

    - el «viaje de descubrimiento» (Pigafetta, Cook y los numerosísimos conquistadores y exploradores);

    - el «viaje diplomático» (el de G. di Carpine a Mongolia o el de B. de Castiglione a España);

    - el «viaje de formación» o «de estudio» (el Viaje italiano de Goethe);

    - el «viaje guerrero», la expedición o razzia (los que narran la Odisea y la Anábasis);

    - el «viaje iniciático y de peregrinación» (el Codex Calistino de la catedral de

    ¿Disfrutas la vista previa?
    Página 1 de 1