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La ira del coleccionista
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Libro electrónico88 páginas1 hora

La ira del coleccionista

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Seis niños descubren que tienen los mismos poderes que algunos personajes de la mitología, ya que son sus bis-bis-bis-bisnietos. Por eso, deben asistir a la escuela de la maga Circe, en la Isla de Eos. Pero las clases son un poco extrañas y la Isla esconde muchos secretos…

En este episodio... Obligada a marcharse para recargar su energía y no perder sus poderes, Circe confía el cuidado de la isla y la escuela a Anubis. ¿Qué mejor ocasión podía tener el Coleccionista para atacar a su odiado Equipo Quimera? Pero esta vez también ha hecho mal las cuentas, ya que no puede imaginarse de qué medios tan extraordinarios puede valerse Anubis…
IdiomaEspañol
EditorialLaberinto
Fecha de lanzamiento1 sept 2021
ISBN9788413308876
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    La ira del coleccionista - Simone Frasca

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    Este libro está dedicado a todos los niños que han seguido y disfrutado con los Seis Míticos y, en particular, a Giulio y Teresa, nuestros primeros lectores, críticos y consejeros.

    Simone y Sara

    Título original: L’ira del Collezionista

    © 2017 Giunti Editore S.p.A., Firenze – Milano

    www.giunti.it

    Texto original: Simone Frasca y Sara Marconi

    Ilustraciones: Simone Frasca

    Traducción: Carmen Ternero Lorenzo

    © 2018 Ediciones del Laberinto, S.L., para la edición mundial en castellano

    ISBN: 978-84-8483-955-2

    Depósito legal: M-29008-2018

    EDICIONES DEL LABERINTO, S.L.

    www.edicioneslaberinto.es

    Impreso en España

    Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra solo puede ser realizada con la autorización de sus titulares, salvo excepción prevista por la ley. Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos) si necesita fotocopiar o escanear algún fragmento de esta obra (www.conlicencia.com ; 91 702 19 70 / 93 272 04 47).

    Era media mañana. Los Seis habían pasado las primeras horas del día vagueando, cada uno a su manera. Ares y Medusa se habían ido con Fiel y Pica a darse una vuelta por el bosque, Hades estuvo meditando en la terraza, Aracne se encerró en su habitación para intentar mejorar su pantalla de telarañas (la arañita Web la ayudaba corriendo de un lado a otro de la pared) y Atenea estuvo leyéndole un libro al pequeño Dionisos. Habían quedado en la terraza con Circe, la gran maga.

    «¿A qué hora tenemos que estar allí?», le había preguntado Aracne.

    «Dejaos guiar por vuestro instinto, el cielo y el sol os harán entender que os estoy llamando», le contestó la maga con la imprecisión de siempre.

    Pero, al final, los que los llamaron fueron las escobas:

    —¡Gandules! —gritó la primera a un paso de la oreja de Atenea.

    —¡Qué escándalo! ¡Nunca tienen ganas de hacer nada! ¡Son una vergüenza! —añadió la otra y, golpeando el mango contra la pared, consiguió llamar la atención de Hades, que acababa de llegar justo a tiempo para ver que Omega, la lechuza de Atenea, salía a toda prisa a llamar a los demás.

    Y enseguida llegaron todos a la terraza.

    —Bienvenidos —los recibió la maga con su dulce voz—. Atenea, mi tesoro de ojos relucientes —añadió volviéndose hacia ella—, ¿te importaría volver a la Tierra con nosotros?

    Atenea se espabiló. Estaba en el cielo con Omega. Veía a través de sus ojos y cada vez más a menudo aprovechaba para explorar la isla desde arriba. Los días en los que tenía vértigos aunque solo fuera subiéndose a un taburete ya habían quedado atrás. A Atenea no le dio tiempo a contestar, porque Circe siguió hablando, dirigiéndose a Aracne:

    —Mi querida niña de manos llenas de gracia, ¿podrías dejar de confabular con la sabia Web? —Aracne estaba hablando

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