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Tic... Tac
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Libro electrónico145 páginas1 hora

Tic... Tac

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Información de este libro electrónico

Las páginas de Nilo Espinoza Haro marcan el fin de una tradición y acaso construyen un camino que está descubriendo nuevos y fecundos territorios para nuestra literatura.

Wáshington Delgado

Los escritos de Nilo Espinoza Haro me hacen recordar la imaginación poderosa de algunos disparates ordenados y estéticos de Franz Kafka.

Luis Alberto Sánchez

Nilo Espinoza Haro es uno de los cuentistas peruanos más originales y singulares (…) es un prosista depurado (…) La patria de sus escritos es el lenguaje.

Ricardo González Vigil
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento9 oct 2021
ISBN9786124847684
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    Tic... Tac - Nilo Espinoza Haro

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    Tic... Tac

    Tic... Tac

    nilo espinoza haro

    Tic... Tac

    Primera edición digital, publicada en Lima en septiembre de 2021.

    Primera edición impresa, publicada en Lima en agosto de 2021

    por Gambirazio Ediciones.

    © 2021, Nilo Espinoza Haro

    © 2021, Mal Menor E.I.R.L.

    Para su sello editorial Gambirazio Ediciones

    Av. Ayacucho S/N Mz. G, Lt. 38, Urb. La Capullana-Santiago de Surco, Lima33

    Telf.: (51) 986 732 950

    gambirazioediciones@gmail.com

    gamva.ediciones@gmail.com

    Dirección editorial: Juan Carlos Gambirazio Vásquez

    Diseño de portada e imágenes interiores: Lorenzo Osores

    ISBN: 978-612-48476-8-4

    Hecho el Depósito Legal

    en la Biblioteca Nacional del Perú n° 2021-09017

    Todos los derechos reservados. Esta publicación no puede ser reproducida, ni en todo ni en parte, ni en su incorporación a un sistema informático, ni su transmisión en cualquier forma o por cualquier medio, sea este electrónico, mecánico, por fotocopia, por grabación u otros métodos, sin el permiso previo y por escrito del editor. La infracción de los derechos mencionados puede ser constitutiva de delito contra la propiedad intelectual (Art. 270 a 272 del Código Penal).

    Índice

    Plaza San Martín.

    Carlota.

    Si lo cuentas, se cumple.

    Montserrat.

    Enterrando huellas.

    El huésped.

    GIRÓSFOROS

    En el tictac del reloj hay un Génesis en Tic y un Apocalipsis en Tac.

    Frank Kermode

    Puesto que querer es desear, el deseo ha de ser la esencia del hombre.

    Querer ser para siempre.

    Baruch Spinoza

    Para Gabriel, Marisel y Paula.

    Plaza San Martín.

    Credo quia absurdum (Lo creo porque es absurdo).

    San Agustín

    Señor ingeniero Luis Maldonado:

    Estimado Luis: te escribo desde Marcará, distrito de la provincia de Carhuaz, localidad que pertenece al Callejón de Huaylas, región Ancash y que está ubicada a una altura de doscientos mil setecientos cincuenta y siete metros sobre el nivel del mar y a cuatro cientos cincuenta y tres y medio kilómetros de Lima, capital política del Perú.

    El señor Felipe Lazarte Solís, amable vecino de este lugar, es el portador de la presente carta que, con carácter de más que urgente, te la envío para pedirte que me auxilies de la siguiente manera: por favor, lo más rápido posible contrata a una grúa para que, a mí y a mi camioneta, que está muy averiada nos trasladen a Lima.

    La razón, estimado socio y colega, por la que te hago este pedido es porque, tal como el señor Lazarte te dirá, aquí en Marcará, no hay servicio mecánico disponible, ni herramientas ni quien pueda arreglar vehículos a gasolina y, por supuesto, menos a los que, como el mío, emplean energía nuclear.

    Confío, estimado socio y colega, en que luego de que recibas esta carta, y en el menor tiempo posible, te esforzarás en llevar a cabo todo lo que convenga hacer para que, por fin, ya no continúe en el desamparo en el que me encuentro aquí.

    Ten en cuenta, además, que este pedido lo hago apelando a nuestra condición de organizadores y principales accionistas de la exitosa empresa consultora de ingeniería mecánica en la que estamos trabajando más de una década, pero principalmente, a la gran amistad que nos une.

    Repito, quiera Dios que esta carta la recibas en el término de la distancia. Para que sea así, es que estoy invocando con toda mi alma al divino. Tengo que proceder así porque no estoy muy seguro de que la recibas. La razón de ello es que te la estoy enviando de una manera poco común en estos tiempos, es decir, lo hago como se acostumbraba hacer este tipo de envíos postales en los remotos tiempos en los que no existía el servicio de correos, no solo en nuestro país, sino en el mundo entero, esto es, mediante un mensajero expreso. Pues, la verdad, estimado socio y colega, pese a que vivimos en los fabulosos tiempos post modernos y llenos de sofisticadas tecnologías, aquí no hay otra forma de hacer este o cualquier envío.

    Estimado socio y colega, te informo que, durante mi permanencia aquí, me ha extrañado mucho el hecho de no haber visto circular automóviles ni camiones ni ómnibus ni motocicletas. Curiosamente tampoco caballos ni burros ni mulas o cualquier clase de transporte. Además, solo el hostal en el que me hospedo cuenta con corriente eléctrica, que es proporcionada por un vetusto generador. El resto de esta pequeña localidad carece totalmente de luz eléctrica.

    El caso es, como ya te he dicho líneas arriba, que no funciona el servicio de correos ni hay luz eléctrica, sin embargo, felizmente no todo está perdido porque he tenido la gran suerte de que el señor Felipe Lazarte Solís tiene mucha urgencia de ir a Lima y, como no hay un medio de transporte que lo lleve a la capital de la república, lo hará en bicicleta, porque, según él, es un hábil ciclista y su bicicleta dice que es muy poderosa y él, gracias a Dios, ha aceptado ser el que te entregue esta carta y en el momento en que lo haga, por favor, remunérale con doscientos cincuenta dólares o su equivalente en soles. Esa cantidad de dinero no es un pago exagerado. Está más que justificado, debido a las circunstancias en las que están las comunicaciones en este distrito. Apenas me encuentre en Lima, yo te reembolsaré ese gasto y el pago a la grúa.

    Estimado socio y colega, te preguntarás ¿qué estará haciendo el ingeniero mecánico Marco en este lugar? Bueno, pues, yo Marco Romero Pastor estoy buscando a Carolina Cruz, La Gatita, o sea a una especie de novia mía a quien por causas ajenas a mi voluntad, y más precisamente por ser muy descuidado, no tuve ocasión de presentártela por lo cual, desde ya, te ofrezco las respectivas disculpas.

    A lo dicho, sin embargo, tengo una excusa que exhibir por no presentártela y es esta: la Gatita y yo nos veíamos solo en las noches. Durante el día, por más que quisiera, jamás aparecía ella.

    De ella, ahora puedo decirte que con tan solo verla la primera vez me deslumbró y me encendió con el fuego de una increíble y maravillosa pasión que, como prueba de que era y es de fuego auténtico, me ha marcado para siempre porque se ha introducido por mis poros y hundido en mi piel hasta llegar al centro más profundo de mis huesos y de mis sueños. Más que eso, sin ella no puedo ni respirar normalmente y, todavía más, tengo la viva sensación de que mi sangre, sin ella, detiene su circulación.

    Tan extraordinaria y única es esa pasión que, aunque no la veo ahora, con solo recordarla me hace sentir el sabor y esencia de lo que es vivir lo más sabroso de la vida y en toda su plenitud, vale decir, ella, su presencia, su recuerdo y hasta su sombra, todo eso es la ecuación que compone la flor que no es otra cosa que la pasión sensual que el más exigente de los mortales pueda anhelar y que, por supuesto nunca la ha vivido, pero yo, orgullosamente, digo que sí, que la he vivido y a fondo.

    Ella, estimado socio y colega, mi Gatita, en síntesis me hizo vivir esa dicha de manera prodigiosa y en su más grande dimensión. Solo que, lamentablemente, no sé por qué, una madrugada de pronto, mientras yo dormía profundamente, esa increíble pasión se hizo añicos, porque ella, mi Gatita, en la única página en blanco de mi libro Structural Engineer´s Pocket Book escrito por Fiona Cobb, libro del que, entre paréntesis, solo me despego cuando duermo, en letra palmer caligrafió lo siguiente: Para que me tengas presente tal como soy en estos días y no me veas marchita o sea castigada por el tiempo, y así no decaiga tu amor, ese gran amor que me has dado y que te he dado y para que tengas siempre un buen y bello recuerdo de mí, me voy para siempre de tu lado, e inmediatamente se fue de mi vista, pero no de mi vida.

    ¿Tú te preguntarás por qué le digo Gatita? Le digo Gatita, por sus bellísimos ojos, que son muy parecidos a los de una gata. Y, sobre todo, porque Manuel Figueroa Moncada, veterinario especializado en animales menores, cuando hace un mes le consulté al respecto, me dijo que los ojos de algunas especiales y contadas gatas solo se acercan y retienen, o mejor dicho, apresan con la mirada a lo que ellas desean apoderarse o apropiarse para siempre a como dé lugar de algo o de alguien; y parece, aunque no es seguro para mí, que ella es del tipo de esas gatas, porque a veces tengo el presentimiento de que se ha apropiado de mí, que me tiene cautivo, preso.

    De esta manera: cuando la vi por primera vez, sus ojos me hicieron sentir una atracción tan fuerte como aquella que, como sabemos no solo los que trabajamos con metales, poseen los imanes cuando atraen los objetos elaborados con hierro, acero y otros materiales semejantes.

    Palabra, estimado socio y colega, en esta oportunidad, no me da vergüenza confesar que sentí y todavía siento que sus ojos me absorbieron y aún me absorben de cuerpo entero, con toda mi alma, con todo mi corazón, con toda mi vida, con mis dos zapatos, con mi camisa y con todo lo que tengo y lo que no tengo. De modo tal que, desde que ya no me miran esos ojos como ahora, siento estar a merced de un poderoso viento sin destino ni término.

    Tú dirás, ¿por qué he venido a Marcará? Bueno,

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