Duda: Una Historia Que Pudo Haber Sucedido En La Copa Del Mundo Brasil 2014
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Mientras tanto, Natalija, una guapa y exitosa periodista independiente se ha mudado a Ro porque sigue la pista de otro partido que se juega en el mundial.
Todo marcha bien, hasta que Duda viaja a la ciudad de Mxico
Brasil, 12 de junio de 2014. Despus de la ceremonia inaugural, la seleccin de Brasil sale a la cancha y en la televisin slo se alcanzan a ver miles de destellos
Natalija sonri porque ella saba que l saba que ella saba de ftbol como l. Sonri porque se mir a s, en una hermosa tarde de mayo, junto al mar, compartiendo con un hombre, que adems saba de ftbol y saba que ella saba de ftbol y le interesaba tanto que no se lo deca. Sonri porque haca mucho que no estaba en presencia de un hombre que le gustara, desde el instante que lo conoci, aunque era justo del tipo que no le gustaba. Tiene un Porsche! Por Dios pens divertida
Raúl Romero Havaux
Ral Romero Havaux is a founding partner at Integralis Consulting Group, where along with his colleagues, supports individuals, teams and organizations worldwide in effectively dealing with business challenges trough a conscious development process. He lives in Queretaro, Mexico. Duda is his first novel.
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Duda - Raúl Romero Havaux
Copyright © 2014 por Raúl Romero Havaux.
Número de Control de la Biblioteca del Congreso de EE. UU.: 2014912709
ISBN: Tapa Dura 978-1-4633-8900-0
Tapa Blanda 978-1-4633-8899-7
Libro Electrónico 978-1-4633-8898-0
Todos los derechos reservados. Ninguna parte de este libro puede ser reproducida o transmitida de cualquier forma o por cualquier medio, electrónico o mecánico, incluyendo fotocopia, grabación, o por cualquier sistema de almacenamiento y recuperación, sin permiso escrito del propietario del copyright.
Esta es una obra de ficción. Cualquier parecido con la realidad es mera coincidencia. Todos los personajes, nombres, hechos, organizaciones y diálogos en esta novela son o bien producto de la imaginación del autor o han sido utilizados en esta obra de manera ficticia.
Fecha de revisión: 23/07/2014
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Fax: 01.812.355.1576
650786
ÍNDICE
Uno. México 1970
Dos. Río de Janeiro 2013
Tres. Is it getting better…
Cuatro. Resaca
Cinco. Oh what a new day…
Seis. Una más…
Siete. Natalija
Ocho. ¡El Tiburón!
Nueve. El Caníbal
Diez. Le debes la vida…
Once. Gol.com
Doce. Arquitectura Europea
Trece. Get your life together
Catorce. Here comes the sun…
Quince. Edson para rato
Dieciséis. Edson se la juega
Diecisiete. Romance
Dieciocho. #YoSoy132
Diecinueve. México 2012
Veinte. Rum Rervis
Veintiuno. Bienvenido
Veintidós. LinkedIn
Veintitrés. El Caníbal come tortillas
Veinticuatro. Natalija puede ayudar
Veinticinco. Soy Gabriel
Veintiséis. No es tan fácil…
Veintisiete. Elegidos
Veintiocho. Esquinas encontradas
Veintinueve. El espejo que hace sentido
Treinta. No sabemos cómo parar
Treinta y uno. El trapo se va por la noche
Treinta y dos. Cambio de juego
Treinta y tres. Todos somos guerreros
Treinta y cuatro. Busca en N.Y.
Treinta y cinco. Salir a la cancha a ganar
Treinta y seis. Afuera es más canijo
Treinta y siete. ¡Cuidado!
Treinta y ocho. Por amor al fútbol
Treinta y nueve. Claridad
Cuarenta. Se va el trapo
Cuarenta y uno. Edson Inc
Cuarenta y dos. Brasil 2014
Todo, absolutamente todo en esta historia es ficción.
A Ana
UNO
México 1970
En un beso, sabrás todo lo que he callado.
-Pablo Neruda
Junio 21, 1970. En el televisor todos se han arremolinado a ver la final de la Copa del Mundo en México. Brasil e Italia salen a la cancha del Estadio Azteca, las cámaras saltan de un lado al otro captando los detalles de la gran fiesta: close-ups de los asistentes emocionados, música de Mariachi, el Presidente de México, Gustavo Díaz Ordaz sonriendo. El día no puede ser mejor, el Mundial ha transcurrido impecable dejando el nombre de México en alto como anfitrión.
Aunque para algunos aún parezca increíble, el Gobierno y los mexicanos pudieron navegar de los Juegos Olímpicos a la fiesta del Mundial con éxito, a pesar de que el país y el mundo permanecen en vilo, retados por la creciente ola de conciencia que los jóvenes, en muchos rincones del planeta, están experimentando. Las cosas no serán iguales después de esta época
pensó Gabriel que, aunque joven y de escasa educación formal, intuía que el mundo estaba cambiando, justo ahora. Lo sabía porque lo había visto en la mirada de Regina el día que, como de costumbre, pasaron la tarde mirando las nubes tirados en el jardín y ella se incorporó para acercarse a él mucho más de lo que estaban acostumbrados y con una mirada que nunca olvidará, le dijo:
–Vamos a escaparnos, hay todo un mundo allá afuera que nos espera… ¡órale vámonos!
Luego le selló la boca con un beso. Un beso que sería decisivo.
Regina, su amiga secreta de la infancia, la princesa de todos sus sueños, la hija única del patrón, la niña con la que exploró el jardín de la casa del Pedregal de San Ángel como si fuera infinito bosque-desierto-selva-mundo. Con ella cavó hoyos, encontró cuevas entre la piedra volcánica, escondió tesoros, imaginó seres extraordinarios y fue héroe de verdad, brincó precipicios y voló avioncitos de papel, pero sobre todo, con ella, descansando de tanto jugar, se tiró de espaldas en el jardín para reconocer las formas más variadas en las nubes. Nadie como ellos sabían mirar el cielo y nadie, sólo Gabriel, podía mover las nubes con la mano… literalmente. Nunca supo en realidad cómo lo hacía… sólo lo hacía con ella y para ella. No siempre funcionaba lo que hacía aún más real
Los únicos enterados de esa amistad, los únicos testigos, eran los dos perros Labrador, Roja y Negro. También doña Chela que, además de ser abuela de Gabriel, fue nana de Marcela, la mamá de Regina, a quién cuidó hasta que murió consumida por el cáncer y la tristeza cuando Regina era apenas una niña de cinco años. Justo después de que muriera Marcela, en el verano, llegó a la casa del Pedregal su nieto Gabriel que venía justo llegando del rancho con seis años, tras la muerte de sus dos padres en un accidente en el campo.
Nadie más estuvo atento a lo que sucedía en aquél Jardín del Pedregal de San Ángel. Se podría decir que entre Gabriel y Regina se fue tejiendo la más pura de las relaciones, la que es perfecta porque cada quien es cómo es y está bien así, especial y común al mismo tiempo, porque es divertido estar juntos en el mundo que han creado, ir y regresar libremente del mundo de los dos al mundo de cada uno, porque aprenden uno del otro, porque tienen ganas de verse, porque no hace falta nada para pasarla bien y porque van por la vida juntos.
Así crecieron y así también creció su amor. Ambos fueron a la escuela. Ella al Sagrado Corazón de Jesús y él a una pública. Él pudo aprender acerca de las tradiciones de su pueblo y aventurarse a indagar acerca de su origen, de la mano de algunos maestros que lo fueron adoptando porque reconocieron en él a alguien especial. Ella pudo aprender a dialogar con Dios y con Matter para llenar el vacío que su madre había dejado y acompañada de la predilección que la madre Tomasa sentía por ella, descubrir eso que los grandes llaman
– Lo más importante, lo único que nos acerca a Dios –le decía Tomasa – es saber dar y recibir amor todo el tiempo, un poco más dar si se puede, lo demás, lo que llamamos religión, lo tuvimos que inventar para los que no entienden esto, pero tú sí entiendes… ya lo sabes.
Él, por su parte, fue descubriendo poco a poco diferentes significados para las mismas cosas, mientras que la idea del guerrero, como hombre de conocimiento, se iba forjando como un imán que lo jalaba a explorar y aprender de todo. Con
Minuto 18 del primer tiempo, Gabriel sólo escucha el televisor porque desde su lugar, medio recargado en la sucia pared, no puede ver mucho. Minuto 18 y Pelé anota el primer gol. Parece que todos le van a Brasil pues gritan como si estuvieran en el estadio; algunas sillas caen cuando los empleados, y uno que otro familiar, saltan y se abrazan con júbilo. Son pocos los que no festejan, el juez por ejemplo. Se ve que le va a Italia y que quizá ha puesto algo más en juego que su mera pasión, pues se le nota el rostro desdibujado. Ahí, desde su lugar, Gabriel no ve la tele pero si puede ver bien al Licenciado Ampudia, juez de Distrito y responsable de las sentencias que, por alguna extraña razón se dictarán ese domingo, justo el domingo de la final de la Copa del Mundo México 1970, el juez de Distrito por lo que se ve, le va a Italia.
Pero a Gabriel la final le da lo mismo. En general todo lo que es multitudinario y organizado por los que controlan a todos,
– Yo voy a escapar para dormir libre… y no precisamente sola.
Por eso cuando Gabriel le robó el beso… ella se dejó robar.
Minuto 20 Boninsegna anota un gol para Italia, Gabriel mira al Licenciado Ampudia que salta recuperado. La esperanza brilla por un momento en sus ojos.
– A hueevvooooo –grita con furia y los demás, casi todos a favor de Brasil, lo miran no sin cierto temor. Es la máxima autoridad ahí.
– Un verdadero hijo de la chingada –según murmuraron un par de licenciados sentados hasta atrás y cerca de donde Gabriel estaba.
Gabriel piensa o más bien siente esperanza. Se ve que si gana Italia el Licenciado estará de mejor humor y el caso que sigue en la lista del día es precisamente el suyo. De hecho ya había empezado la diligencia cuando decidieron suspenderla
– Ahora me esperan y si no les gusta… pues se chingan –les dijo a los presentes mientras encendía un cigarro y la televisión, y la secretaria del juzgado se sentaba pegadita a él con un par de Cocas frías.
El beso había sido eterno, humedad perfecta en los labios más suaves que había ese día en el mundo, primero el aliento delicioso que aún guardaba en su memoria, luego un poco de peso, ella dejándose caer sobre él y él queriendo comerse el mundo y su alma en un instante, pero mago al fin, movió la boca con delicadeza y atención como si fuera una nube del cielo. Ella, despegando poco a poco sus labios con la lengua y él recibiéndola y probándola… todo el cielo y las nubes concentradas en ese beso que separaba a Regina en dos y que en dos lo atrapaba para invitarlo de nuevo a ir más adentro, mas firme y más húmedo. Dicen que el primer beso es especial, pero en realidad, el primer beso que es especial es el que se queda para toda la vida, es el que es absolutamente libre, espontáneo, nuevo y largo, aunque se acabe pronto. Y ese fue el beso que Gabriel robó esa tarde del 20 de junio de 1970, la última vez que vio a Regina, la última vez que estuvieron juntos.
Minuto 45. En la televisión el comentarista grita:
– Qué pasó… qué pasó.
Mientras todos corean un gooooool seguido de una sarta de improperios cuando escuchan que el árbitro dio por terminado el partido justo antes de que entrara el balón, tras el remate de Pelé. Gabriel miraba al Licenciado, que se recupera del susto y se ponía de pie diciendo:
– Me lleva la que me trajo, que pinche susto, vengan esas carnitas para que se nos pase.
Medio tiempo.
Quiso mantener los ojos abiertos aunque su instinto se los cerraba, quizá para poder atrapar mejor su sabor y su olor. Los cerró y los abrió; Gabriel quería grabar cada instante en su memoria y no perderse ni un detalle de un beso que él sabía que podría ser único, acaso efímero. Su cabeza le decía ya desde hace tiempo que aún cuando el mundo estuviera cambiando y Regina y él fueran especiales, los orígenes de ambos los separarían cada vez más en lugar de unirlos.
El Mayor en el mercado de San Ángel le dijo:
– No trates de cambiar lo que el orden preserva por bien de todos.
El medio tiempo pasó rápido; aunque para Gabriel menos, pues no había comido hacía casi 24 horas y las carnitas que llevaron los licenciados llenaron la sala de un olor sabroso, también le dio sed y también miedo. Por primera vez pensó que su destino estaba en manos de un desconocido que disfrutaba de las carnitas y el fútbol como si nada, mientras que para él, nada tenía sentido, era como si lo que estaba sucediendo para todos nada tuviera que ver con él.
Minuto 66 un tiro potente de Gerson hace el 2 a 1 y el Licenciado patea la silla frente a él y los que se atreven a festejar, brincan. Gabriel alcanza a distinguir la mirada un licenciado de estatura media y rango menor que, no sin cierto sarcasmo, grita un dirigido al único que le va a Italia y que seguro lo ha maltratado más de una vez como jefe. Gabriel se preocupa. Ya ha visto a este tipo de personas, son las que se desquitan con los demás y entienden la vida como un juego de haber quién es más chingón.
El beso se prolongó un poco más y poco a poco se fueron acomodando, ella quedó recargada en él, su cabeza sobre su hombro y su frente sobre sus labios. Él olió su pelo por un instante y pensó que no había aroma más hermoso y sensual que ese. Ella permaneció así unos minutos, escuchando divertida el latir descontrolado del corazón del guerrero-mago-mozo. Así unos minutos más con Roja, Negro y Rodolfo, el chofer del Licenciado Amezcua, padre de Regina, como testigos.
Ella, que no sabía que la miraban desde la terraza, le dijo a Gabriel:
– Hazme el amor ahorita… vamos a algún lado.
Y él con la sangre corriendo para llenar cada vaso y cada rincón, se sintió parte niño, parte hombre y parte animal y se incorporó sobre ella y la besó, esta vez con todas sus fuerzas, que eran muchas y toda su pasión guardada por años, que era más.
Minuto 69; sólo tres minutos después, cae el tercer gol de Brasil con autoría de Jairzhino.
– Gooooooooooooool –esta vez gritaron todos juntos, como regresando al Licenciado cada una de las chingaderas que les ha hecho. Gabriel sintió el tono lastimero en el grito y la humillación detrás de la cara de
Rodolfo, que estaba atento, creyó distinguir una leve sonrisa perruna en Roja y Negro y fue justo esto lo que lo hizo reaccionar. Se confirmaba lo que llevaba ya un tiempo diciéndole a su patrón:
– No me gusta la forma en que se lleva el mozo con su hija.
– Vigílalos y si ves algo de notar, me lo dices.
Y ahí estaba la evidencia. No había tiempo, era preciso separarlos antes de que fueran a hacer alguna tontería. Así que, seguro de sí mismo y de que hacía el bien, movido por el orden y el reconocimiento de su jefe, corrió hasta donde estaba la pareja disfrutando para abalanzarse sobre Gabriel, pegarle un par de patadas y literalmente arrastrarlo por el jardín, separándolo, cual perro, de su hembra.
– Ya te chingaste cabrón, el jefe te va a coger –le dijo una y otra vez. Regina explotó a gritos y sollozos, quería defenderse y defenderlo pero su cabeza se resistía a creer que pudiera existir tanta maldad en el mundo, tomando como cause la incultura, la barbarie y el servilismo del chófer-guarura de su papá. Antes de que pudiera reaccionar ya estaba siendo resguardada por doña Chela que trataba, a su vez, de proteger a Gabriel del ataque y miraba con todo el odio y el dolor que una doble madre puede poner sobre quién lastima a sus hijos.
– Lárgate pendejo… no los toques… te voy a matar… te voy a joder la vida si te les acercas –le gritaba con la voz desgarrada mientras Rodolfo, un tanto asustado por su actuación, se hacía para atrás.
La escena era grotesca. Todo era gritos, llantos y ladridos de perro. Gabriel se incorporó como pudo y se abalanzó sobre Rodolfo tratando de partirle la cara por haber estropeado el mejor momento de su vida… pero recibió un golpe fuerte en la cabeza, esta vez del Licenciado Amezcua que le gritaba a su hija:
– ¡Si serás puta!
Gabriel no pudo hacer más, cegado por el dolor se tambaleó y desde el suelo, con el cachete raspando la tierra, pudo ver que la escena desaparecía mientras se desmayaba.
Minuto 86. Se sintió desde que Brasil arrebató el balón a Italia. Gabriel, sin mirar el televisor, supo que venía un gol más, cuando el estadio que cantaba al unísono Cielito Lindo calló conforme se desarrollaba una larga jugada que el locutor fue cantando al ritmo del bonito juego Brasileño:
– Jairzinhinio… Jairzinhinio… juega con Pelé… Pelé abre el esférico para Carlos Alberto… tiroooo … goooooooooool, gol, gol, gol… Ahora sí Brasil, Brasil, Brasil está a unos minutos de ser el rey del mundo por tercera ocasión… Brasil.
Mientras que la oficina de Gobierno, el estadio, la ciudad, la nación y una buena parte del mundo, estallaban en júbilo y el Licenciado pateaba la silla de nuevo y mentaba madres:
– Carajo… voy a mear, esto ya se chingó.
– ¡Ya está! –dijo horas más tarde a su hija – Mañana vuelas a Madrid donde vivirás con tu tía… y de este cabrón no vuelves a saber nada… ¡por mi madre!
Silbido final del arbitro, todo es fiesta, todos festejan menos el Licenciado que aún no sale del baño. En la televisión, los brasileños lloran y el Estadio Azteca es el santuario donde Pelé carga la Copa del primer equipo tricampeón en la historia de la FIFA.
– ¿Quién sigue? – preguntó el Licenciado después de pedir – ya apaguen esa tele cabrones. Gabriel Hernández Hernández, cópula sin consentimiento de la menor Regina Amezcua Hernández con testigos presenciales ya declarados en su contra –cantó el secretario del juzgado.
– Ah, es este cabrón, el de la violada del Pedregal… ahora sí ya te cargó pendejo… por andarte metiendo con los ricos… hay testigos y tu abogado ni se presentó. Te chingas… ¡20 años! ¿Quién sigue?
DOS
Río de Janeiro 2013
La gente cree que enfoque se traduce en decir si a lo que tienes que enfocarte. Pero eso no es en lo absoluto. Significa decir no a los cientos de otras buenas ideas que hay. Tienes que escoger con cuidado.
-Steve Jobs
Su iPhone lo despertó ladrando a eso de las 7:00 a.m. Duda tenía el sonido
Dolor de cabeza. ¡Mucha luz para esta hora! Lunes… aquí vamos de nuevo
pensó. Las dos botellas de Tinto que se bebió trabajando hasta tarde el domingo, pasan factura. Pero así son los lunes, en realidad nunca cuesta arriba, sólo requieren meter el acelerador a fondo para arrancar. Una semana más que iría desenvolviéndose entre el lunes y viernes, con el amable miércoles de por medio que anuncia la cima, y el jueves que le da el toque eléctrico y dispara, oficialmente, el fin de la semana. ¡Venga!
, se levantó.
Para ser mayo, hacía más calor de lo habitual, entró al baño y se miró en el espejo cuerpo entero, pijama de algodón blanco, sólo pantalón, durmió sin camisa.
Con sus 38 años aún conserva un buen cuerpo. Casi nada de grasa aunque las Todo bien
piensa mientras escucha el motor de la cafetera en la cocina, moliendo la carga de espresso que le prepara Sofía y que en unos minutos le llevará, como todos los días, antes de que se meta a la regadera.
:) La sonrisa casi de SMS que se refleja en el espejo, un poco detrás del vapor de la regadera, es Sofía, vestida ya, lista antes de irse. Un vestido ligero de flores a la rodilla la adorna. Duda disfruta del primer sorbo de café y se aventura a un beso mañanero que invita a mucho más, ella amorosamente se deja besar y le sigue, como si no importara que él no fuera a detenerse y la desvistiera y ella tuviera que bañarse, arreglarse de nuevo y llegar tarde al trabajo. No va a suceder, los dos lo saben y los dos disfrutan hacer como que no y dejar que sea el otro el que se detenga y se enfoca para comenzar el lunes.
– Último acelere –se dice Duda mientras se despega y con ello termina oficialmente el último resquicio del domingo.
Comienza el lunes.
– Mmmm me encantaría arrancarte el vestido y comerte a besos… pero es tarde y tengo una junta que seguro no se compara con esto… pero ni hablar.
Ella lo besa de regreso, no sin antes echar una pícara mirada al cuerpo desnudo de su amante y esposo.
– Ciao, te veo en la noche.
El edificio de oficinas de la agencia más importante de Brasil donde Duda manejaba a nivel mundial dos de las cinco principales marcas deportivas, era según él, Ad-hoc
. Siempre pensaba lo mismo, justo al momento de estacionar su Porsche 911, carrera negro, igual al de Steve Jobs
– Una cosa más en común –se decía a sí mismo como una especie de culto íntimo al fundador de Apple, que le había enseñado, sin que siquiera lo conociera, su mantra: <revoluciona haciendo lo que quieras y haciéndolo hermoso>.
Esta mañana del lunes 30 de mayo era como todas, muy ocupada en su agenda y a la vez, llena de sorpresas, especialmente cuando el puesto que se tiene es el de vicepresidente creativo de la agencia más importante de Brasil.
– Las ideas no son de quién las piensa, sino de quien las ejecuta –le dijo más de una vez su jefe, el Presidente de la agencia, en un afán por
– De acuerdo, y las que valen la pena son las que se piensan y ejecutan por la misma persona, y eso hago yo –argumentaba en su defensa.
El camino diario desde el estacionamiento hasta su privado era un ritual. Dejar el Porsche estacionado como diciendo ya llegué
, caminar a la recepción pasando por el jardín del patio exterior con sus dos fuentes, cruzar el arco de la entrada principal que, por conectar el patio exterior con el interior, ofrece siempre una especie de brisa que evita el uso de aire acondicionado, aún en temporada de calor.
– Genial –se decía a sí mismo cada vez que pasaba por ahí – simple y funcional.
Luego saludar a la recepcionista, que cada tanto era diferente, pero que siempre era igual: joven, guapa, aún estudiante y probablemente, en su primer trabajo y en algunas ocasiones, futura secretaria de algún director. Un guiño de buenos días y esperar divertido la respuesta, a veces tímida y otra, incluso, un tanto atrevida. Cruzar el patio central con el aroma de café que se desprendía a esa hora de la barra con espresso en el pórtico del ala sur, donde algunos colegas se reunían a tomar un
– Buenos días. Hola… ¿qué te pareció el juego de los Mets? ¿Viste la nota acerca del fracaso de los tenis Nike? ¿Qué te pareció el pitch de ayer…? para mí que ganamos la cuenta. ¿Te paso a buscar al rato a tu oficina? Tengo algo que decirte… ¿Viste a la nueva recepcionista?
El lugar perfecto para comentar el punto y el único donde los que fuman se sienten a gusto. Duda encendió un cigarro, Souza Paiol, los que él había ayudado a poner de moda en Brasil con su famosa campaña <Fumar no es saludable… No siempre> en la que se dirigió a los hippsters, entonces verdaderos trendsetters, para presentarles una marca de cigarros hechos artesanalmente a mano, de palha y en papel de maíz y con una cajetilla con dibujos estilo setenteros.
Ahora la marca estaba fuertemente posicionada y la fumaban, igualmente, artistas que intelectuales que personas saludables. Fumar estaba de moda gracias a él, lo que celebraba cada vez que encendía uno de sus Souza Paiol y lo combinaba con un café.
– ¿Me regalas uno? –le dijo Luciana, su amiga, aprendiz y prácticamente segunda de abordo, a pesar de su corta edad.
– Es decir que ¿quieres estar a la moda? –le contestó, al tiempo que le ofrecía uno y preparaba su encendedor de gasolina para darle fuego – pensé que tú no ibas a la moda… ja ja –remató en tono burlón y a la vez en auto-adulación por el éxito de su campaña.
– Fumo sólo estos, porque los vendes tú –le contestó en tono juguetón y siempre lleno de dobles sentidos – a propósito, te hacía con los pesados… ¿No tenías una reunión ahora?
– ¡Mierda… es cierto! ¿Ahora qué querrán? Voy pues.
Se despidió de ella dándole un beso cariñoso en la frente, después de tomarse de un trago su espresso, arrugar la taza y lanzarla al basurero junto a la barra.
– Bingo –cantó mientras caía dentro.
El camino seguía como el de todos los lunes después de tomarse el café, fumarse un cigarro, cambiar alguna intimidad con Luciana, cachar algún chisme de la oficina y comentar algún punto del negocio. Esta vez sin embargo caminaba un poco más rápido, por más que no respetara mucho a
Entró al edificio principal, subió las escaleras y circuló por el pórtico Norte del segundo piso hacia la cabecera donde estaba su oficina. Saludó a su secretaria con aplomo y respeto como se debe hacer con quien maneja toda su vida con más destreza que él mismo.
– Buenos días Wenda… espero que todo esté bien, voy con el jefe, mándeme un espresso por favor.
– Con gusto –le respondió y siguió – pero entiendo que la junta no es en su oficina sino en la sala grande –le dijo mientras señalaba con los ojos la dirección opuesta: el ala Sur.
Mmmm…
pensó Duda "seguro quiere presentarme con algún cliente potencial… está bien llegar unos minutos tarde, así ven quién