Junín 1960
()
Información de este libro electrónico
"Jairo Osorio"
Lee más de Jairo Osorio Gómez
Tan buena Elenita Poniatowska Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesEn Medellín tocábamos el cielo Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificaciones
Relacionado con Junín 1960
Libros electrónicos relacionados
Te acordarás de mi: Historias que huelen a cuento y poesía Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesEl teatro chino de Manolita Chen Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesUn viaje en mil historias Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesSuperchería Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesLa casa de la poesía Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesSed en La Condomina: Autobiografía de Luis María Valero Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesCuentos completos: Umberto Valverde Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesLos Cuatro Jinetes del Apocalipsis Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesEl misterio de la calle poniente Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesUnas cuantas calles Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesEscritores a Trasluz Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesQuién te cerrará los ojos: Historias de arraigo y soledad en la España rural Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesMarginalia Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesLa canción de nosotros Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Cóndores no entierran todos los días Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesA flor de piel: Ilustrado Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesLittle Havana Memorial Park y otros textos Calificación: 1 de 5 estrellas1/5La macorina Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesSonata de estío Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesHércules visita a Álvaro Cunqueiro Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesLos cuatro jinetes del Apocalipsis Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesBikinis, Fútbol y Rock & Roll: Crónica pop bajo el franquismo sociológico (1950-1977) Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesA flor de piel: Editorial Alvi Books Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesTiempo De Luciérnagas Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesPoesía escogida Calificación: 5 de 5 estrellas5/5La dama roja Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesBlanco nocturno Calificación: 4 de 5 estrellas4/5El bello Antonio Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificaciones¡¿Qué será de los nuestros?! Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesLa Quincena Soviética Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificaciones
Artistas y músicos para usted
De aquí nadie sale vivo: La vida de Jim Morrison Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Beethoven: Filosofía de la música Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesLa fan de una Gloria inocente Calificación: 3 de 5 estrellas3/5Mil y tantos personajes de la Música Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesPequeñas grandes... cuentos a cualquier hora para niñas soñadoras Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesMi novia, la tristeza: El recuento biográfico sobre Agustín Lara Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Queen & Freddie Mercury: Vida, canciones, conciertos clave y discografía Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Donizetti y Bellini Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesBeethoven Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesPedro Lemebel Calificación: 5 de 5 estrellas5/5¿Qué hace este botón?: Una autobiografía Calificación: 5 de 5 estrellas5/5La música es vida: Vive la música Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesCartas y memorias Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesHaydn y Mozart Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesSu nombre era Dolores: La Jenn que yo conocí Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Paul Tournier: Una vida, una obra Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesNacer. Crecer. Metallica. Morir: Volumen I Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Elvis Presley: Historias y Leyendas Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesMis recorridos musicales alrededor del mundo: La música en México y notas autobiográficas Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesRomance en tres patas Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Los Peores Villanos de la Humanidad: Descubre a los Personajes que más Hicieron Temblar al Mundo Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesHistoria del rock mexicano. Primera oleada Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesBach y Handel Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesMetallica - Furia, Sonido y Velocidad: La verdad sobre la más celebre banda de Metal Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesThe Beatles para principiantes. Una concisa pero intensa historia Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesLa canción en el sombrero: Historia de la música de Inti- Illimani Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesTanto que contar: Historia oral de Bob Marley Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesRituales cotidianos: Las artistas en acción Calificación: 3 de 5 estrellas3/5En busca de aquel sonido: Mi música, mi vida Calificación: 4 de 5 estrellas4/5
Comentarios para Junín 1960
0 clasificaciones0 comentarios
Vista previa del libro
Junín 1960 - Jairo Osorio Gómez
Fue la niñez. Para entonces, volvíamos a nuestras casas, por la calle Ecuador arriba, y más tarde a las esquinas del barrio. Pero antes de iniciar el regreso a nuestro arrabal propio, dejábamos en el Parque de Bolívar todo el temor y toda la aprensión de niños perdidos que nos producía la algarabía de la carrera Junín, con sus miles de rostros anónimos e indescifrables, intuibles apenas, que llenaban desordenadamente la avenida central de la ciudad desde las primeras horas de la mañana, hasta cuando la noche volteaba para el día siguiente.
Apenas llegábamos a nuestros cuarteles, comíamos de afán para huirle a la furia de las mamás porque habían tenido que calentar varias veces la comida de sus hijos callejeros. Muchas noches, incluso antes de que sus gritos rabiosos nos regañaran por la imprudencia de la correría riesgosa que acabábamos de hacer sin el permiso de ellas, traspasábamos de nuevo hacia la calle los portales policromados de los zaguanes caseros, dejando los platos servidos en la mesa, para perdernos otra vez en la tinieblas, pero ya en los caños de las barras esquineras de la calle 76 o de la 77, en Campo Valdés, o por los barrancos de la 45, en Manrique.
Allí, repetitivos, nos contábamos entre nosotros mismos la travesía diurna de aquellas cuadras a lo largo de Junín –universo profundo que aún no alcanzábamos a entender, ¡pelaítos que estábamos!–, buscando un nombre argentino –el jugador de moda que venía con el Cali o con los Millonarios, nuestros equipos preferidos o visitantes de la fecha. El reto que nos imponíamos era la consecución del autógrafo y el saludo de todos los futbolistas foráneos, como si fueran unos viejos amigos que regresaban al pueblo.
A las doce de la noche, alguien del grupo infantil todavía estaba imitando, por enésima vez, las palabras de José Vicente Grecco, el gaucho de las famosas gambetas en el DIM, o las dicciones de Perfecto Rodríguez, cuando firmaban la libreta coleccionable con un mucho gusto, pibe
, que a nosotros nos sonaba encantador. Finalmente, cansados de tanta reiteración, nos dispersábamos en otras cosas, o armábamos un partido de fútbol, con nuestros padres de fanáticos sentados en las ventanas y sobre los taludes de la calle, mientras las dos o tres ancianas de la cuadra nos gritaban que dejáramos dormir, como si a esa edad se durmiera. La jornada concluía con la llegada de la Policía, que no venía propiamente a mirar nuestro balompié o a ligar las apuestas por alguno de los equipos; sí lo hacían los zapateros gordos y bravucones de la iglesia del Calvario, y los carniceros de Manrique, los mayores entusiastas de nuestro futbolito endémico de florituras.
Al regreso de las caminadas por Junín, yo era el único que recordaba y contaba en las tertulias nocturnas de la barriada cosas distintas a las niñerías que los demás compañeros habían visto: las poses afeminadas de los ídolos y deportistas extranjeros en el Salón Versalles –frecuentado en cada visita a la ciudad–, y sus palabras caprichosas y vanas, que nos parecían más una jerga tribal que un lenguaje civilizado. Siempre esperaron los amigos (aquellos que no se habían arriesgado con la gallada nuestra), que hablara de las palmadas que arriesgaba en los culitos de las muchachitas, excitado por su andar postizo y sus minifaldas atrevidas, o por sus escotes impúdicos. O de las carreras veloces por los entreveros de Junín, cuando me había excedido con alguna de ellas, tocándole esa otra parte íntima que despertaba con su olor los instintos del hombre bestia que habitaba en mí.
Ciertas noches –muchas en realidad– entretuve las tertulias de niños con historietas inverosímiles en donde yo me sentaba en las escalas de las pensiones habituales entre la Plazuela Uribe Uribe y la calle San Juan, a conversar con sus residentes propios: las zorras pintorreteadas de colores fuertes, estrambóticos, y de piernas gruesas; y a