La historia de Lima se cuenta a través de sus tabernas. Esos lugares que no son bares ni cantinas ni restaurantes ni chinganas –como se refieren allí a esos espacios en los que se baila al son de la música en directo–. No son nada de eso, pero al mismo tiempo, son un poco de todo. Un poco de todos.
Las tabernas limeñas son espacios de encuentro en los que se vive el día y la noche, donde se come, se brinda, se charla y se canta. Y, posiblemente, su mayor belleza esté en la compleja forma de definirlas. Son parte