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Cuarenta vidas sin cuarentena
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Libro electrónico135 páginas1 hora

Cuarenta vidas sin cuarentena

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"He aquí cuarenta vidas en clave de verso". La de un noble, una poetisa, un guerrero, pero también la de un DJ, una santa, un carnicero. ¿Imaginas cómo es la cotidianidad de una influencer o de un aspirante a hollywoodiense? ¿Y la de un cavernícola? ¿Son preocupaciones y aspiraciones semejantes? ¿Cómo es la intimidad del vecino de al lado cuando cierra la puerta de casa?
Cuarenta vidas sin cuarentena nos recita las luces y las sombras, los deseos, los miedos, las preocupaciones y los anhelos de cuarenta personajes que, sobre todo y primero que ficticios, son humanos. A veces ridículos y reímos, a veces nos apiadamos y compadecemos; nos identificamos. Son "personajes atípicos, pero de este universo". Todos ellos van a luchar por el mismo objetivo final: prosperar.
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento27 jul 2021
ISBN9788413868509
Cuarenta vidas sin cuarentena

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    Cuarenta vidas sin cuarentena - Miguel Reynolds

    1500.jpg

    © Derechos de edición reservados.

    Letrame Editorial.

    www.Letrame.com

    info@Letrame.com

    © Miguel Reynolds

    Diseño de edición: Letrame Editorial.

    Maquetación: Juan Muñoz

    Diseño de portada: Rubén García

    Supervisión de corrección: Ana Castañeda

    ISBN: 978-84-1386-850-9

    Ninguna parte de esta publicación, incluido el diseño de cubierta, puede ser reproducida, almacenada o transmitida de manera alguna ni por ningún medio, ya sea electrónico, químico, mecánico, óptico, de grabación, en Internet o de fotocopia, sin permiso previo del editor o del autor.

    Letrame Editorial no tiene por qué estar de acuerdo con las opiniones del autor o con el texto de la publicación, recordando siempre que la obra que tiene en sus manos puede ser una novela de ficción o un ensayo en el que el autor haga valoraciones personales y subjetivas.

    «Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra sólo puede ser realizada con la autorización de sus titulares, salvo excepción prevista por la ley. Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos) si necesita fotocopiar o escanear algún fragmento de esta obra (www.conlicencia.com; 91 702 19 70 / 93 272 04 47)».

    Prólogo

    La pandemia ha puesto en pausa nuestra rutina habitual por una más sedentaria. La cuarentena nos encerró en casa durante meses, quizás solos o no, pero sí con mucho más tiempo para nosotros mismos que el ajetreo anterior no permitía. Ha habido mucho tiempo para la introspección, hemos conocido un poco más cuáles son nuestras limitaciones con respecto a nosotros mismos y con respecto a los demás.

    También ha habido mucho, mucho tiempo para mirar por la ventana. Los vecinos, que antes eran un saludo anecdótico en el ascensor, en la cuarentena fueron un entretenimiento: a lo que mirar. Este teletrabajando, el otro tomando el sol, la vecina de en frente aprovechó para quitarle el polvo a la bici estática del balcón…. Compartimos incluso rutinas, salimos todos los días a las ocho para aplaudir a los sanitarios. Nos hemos entendido más.

    Cuarenta días sin cuarentena explora introspectivamente a los personajes. Son realistas, personajes identificables: no perfectos, no planos. Tienen, como todos, fragilísimos equilibrios, algunas aptitudes contradictorias. En todo caso, la realidad siempre supera la ficción. Si en la vida real tenemos algo de sueño y algo de pies en la tierra, va a pasar lo mismo en la invención; va a haber algo de fábula y algo de realidad.

    A través del humor y fuertes cargas de sarcasmo, el autor demuestra haber hecho un ejercicio de autoconocimiento y de mirar por la ventana. Cuarenta circunstancias diferentes, cuarenta días de antigua normalidad, cuarenta contextos diferentes. Cuarenta oportunidades de sentimiento empático, pero también de chistes y bromas que, por otro lado, pertenecen a la naturaleza contradictoria del ser humano. Es graciosa la contradicción de que, para que una influencer venda glamour, su vida tenga que ser caótica y desordenada. O que, a pesar de estar rodeada de fans y admiración, no encuentre amor verdadero. ¿Le deparará a esta chica un final solitario o comerá perdices?

    ¡Hay cuarenta poemas esperando! De entre todas estas personas aquí reunidas, ¿qué perfil se parece más a ti?

    Alba Fernández

    Correctora Letrame Grupo Editorial

    Introducción

    He aquí cuarenta vidas en clave de verso,

    de personajes atípicos, pero de este universo,

    tristes, felices, alguno incluso perverso,

    humanos, reales, alguno converso.

    En común, la batalla por una vida mejor,

    compitiendo consigo mismos, para no ser el peor,

    en un mundo intolerante y que genera terror,

    todos luchan por encajar, sin pudor y sin temor.

    A la vez, cada cual es único en su especie,

    ninguno merecedor de que se le desprecie,

    todos dignos de empatía y que se les aprecie,

    aunque el destino y mi pluma les menosprecie.

    En sus vidas, desde el amor hasta retos imposibles,

    algunos resueltos, otros sujetos con imperdibles,

    hay quien acaba comiendo perdices,

    y quien fallece, literalmente o con matices.

    Pese a ser ficticios, tienen carga real,

    toques de conocidos y de sueños por igual,

    cada camino que escogen no es paranormal,

    humanos ante todo, caigan bien o mal…

    Mabel, la chica de cartel

    Mueve masas a través de sus cuentas en redes sociales,

    simpática, inteligente, graciosa, guapa, fans a raudales,

    influye por igual a grandes grupos y a seres individuales,

    democracia pura, likes a millones, números demenciales.

    Empezó con comedia ácida sobre los famosos internacionales,

    abarcó seguimiento en tierras locales e intercontinentales,

    le llovieron ofertas de marcas por publicidad sensacionales,

    tras dos años online tenía las arcas llenas, cantidades astrales.

    Fiestas desde el atardecer hasta el amanecer,

    conociendo a gente interesante y personas por hacer,

    mundo superficial, intransigente y debido al placer,

    almas inconexas, artificialmente unidas por un crupier.

    Aquel que dicta quién tiene éxito y quién es un fantoche,

    quién acelerará su vida hasta no superar la noche,

    quién se despedirá a las manos de un coche,

    desavenencias de vidas a troche y moche.

    Pero Mabel de este mundo se siente observadora,

    se toma sus vinos, algún cigarro, analiza la fauna y flora,

    material para sus grabaciones, recorre toda la eslora,

    ve todo lo que no quiere ser el día de mañana y ahora.

    Relación complicada con su mánager y su sed de sangre,

    él solo quiere complacer a las masas, al enjambre,

    ella divertirse, a sabiendas de que jamás pasará hambre,

    ensalzando a quien lo merece, hundiendo a algún fiambre.

    En una noche de fiesta de influencers detectó a un infiltrado,

    a un tipo normal tomándose una cerveza en la barra, relajado,

    de larga melena, charlando sin pretensiones, desenfadado,

    como si el mundo de las tendencias no fuera con él, ¿un chiflado?

    Pasaban los segundos y se moría por hablarle,

    por averiguar qué pintaba ahí, por sonsacarle,

    cuando su acompañante se fue al baño por micción,

    se le acercó, pidió una cerveza y entabló conversación.

    Efectivamente no era del mundillo del entretenimiento,

    era médico voluntario en África con sentimiento,

    curando y cuidando niños hasta su último aliento,

    algunos salvaba, otros se los llevaba el viento.

    Estaba de visita, de cervezas con un periodista amigo de la infancia,

    era diferente, auténtico, risueño, sentía con él pura resonancia,

    disfrutando cada cáliz de lúpulo, degustando hasta su fragancia,

    como si no hubiera bebido alcohol en meses, pero con elegancia.

    La conversación giró hacia derroteros puramente existenciales,

    el porqué de la vida, la insolidaridad en tiempos superficiales,

    nada que no hubiera oído antes, pero de su boca cobraban sentido,

    punto de inflexión en su sesera, despertar de un propósito dormido.

    Deseaba que esa noche no muriera nunca, que fuera eterna,

    que el tiempo se detuviera, que no hubiera influencia externa,

    abandonaron la fiesta, pasó al mando la entrepierna,

    fueron a su piso, lujuria, risas, conexión sempiterna.

    Al despertar, descubrió que él debía volver al continente africano,

    a ambos les embargó una tristeza supina, ¿noche en vano?,

    no querían separarse, llantos al unísono cogidos de la mano.

    ¿Mantener la conexión a distancia o cortar por lo sano?

    Reflexión acelerada ante una situación inesperada,

    menos de veinticuatro horas de amor para una decisión precipitada.

    ¿Y si el médico era realmente su media

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