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Retrato de Don Juan mirando al mar
Retrato de Don Juan mirando al mar
Retrato de Don Juan mirando al mar
Libro electrónico187 páginas51 minutos

Retrato de Don Juan mirando al mar

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Un don Juan tradicional y nuevo, grotesco y heroico; una identidad «líquida», es decir, actual.

Don Juan, como todo personaje literario que trasciende la ficción para proyectarse en la realidad social y cultural, está sujetoa revisiones periódicas que actualizan su presencia y su influjo. Retrato de don Juan mirando al mar traslada a don Juan al siglo XXI, con el bagaje histórico que lo acompaña y con una variedad de registros y voces que reflejan sus múltiples manifestaciones.

A través de esta original narración en sonetos, donde se compagina la intensidad del fragmento y la fluidez de la trama, la sátira y la épica, don Juan se enfrenta al dilema ético y al deseo de redención en un mundo zaherido por la injusticia social. Incapaz, en el fondo, de curarse de una masculinidad anclada en el orden patriarcal, este don Juan muestra, no obstante, una sensibilidad hacia el otro y un conflicto moral que sanean, hasta cierto punto, su leyenda.

IdiomaEspañol
EditorialCaligrama
Fecha de lanzamiento25 jun 2018
ISBN9788417426712
Retrato de Don Juan mirando al mar
Autor

Luis Martínez Victorio

Luis Martínez Victorio es profesor de Literatura Inglesa y Norteamericana en la Universidad Complutense de Madrid, donde obtuvo su licenciatura y doctorado. Es autor de la tesis doctoral Relaciones irónicas en la obra narrativa y dramática de Oscar Wilde, de ediciones críticas sobre ensayos de este autor, Walter Pater y John Stuart Mill, y de artículos sobre la literatura del fin de siglo y del modernismo. Asimismo, es cotraductor de la novela Esperando a los bárbaros del premio Nobel J.M. Coetzee. Retrato de don Juan mirando al mar es su primera incursión en el campo de la ficción.

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    Retrato de Don Juan mirando al mar - Luis Martínez Victorio

    Don Juan dixit

    1

    En un sinfín de textos me han citado,

    y en todos me atribuyen fechoría.

    Han querido un demonio que se ría

    del amor, del honor, de lo sagrado.

    Con cielo y con infierno me han premiado,

    me han dado por escena sacristía,

    me han incitado a toda la osadía

    y a la fiebre del naipe y la del dado.

    Superhombre me quiso un irlandés.

    Valle feo me vio, y sentimental.

    Fui crápula, filósofo, marqués...

    ¡Y hasta de mi apetito natural

    dudaron! ¿Quién me puso del revés?

    ¿No hablarán todos de su propio mal?

    2

    Hundido me queréis en pozo eterno.

    Hijo, decís, del angélico mal,

    figura negra en negro pedestal,

    pero, ¿puede haber diablo sin infierno?

    ¡Ay, si Dante cayese en este averno!

    Legión de ganapanes, cada cual

    con su sino pacato y primordial

    y sus cursis disfraces de moderno.

    Vuestro mal, entre todos dividido

    y entre todos sellado a cal y canto,

    no es mal pequeño, sino mal crecido.

    En mi indigna alma no cabría tanto.

    Miraos en espejo bien pulido

    y buscad allí mismo vuestro espanto.

    3

    Un mundo prodigioso sueño a veces.

    Cuerpos sublimes, sexos arrogantes,

    músicas exquisitas y ondulantes,

    rumor de fuentes, arco iris de peces,

    ruiseñores curando lobregueces,

    palacios francos, pétalos volantes,

    rubíes, perlas, sedas insinuantes...

    ¿Es tan hermoso el cielo de mis preces?

    ¡Fuera mis claustrofóbicos ensueños!

    ¡Me falta el aire! El miserable mundo

    prefiero con sus siervos y sus dueños,

    con su demonio triste y errabundo,

    con su azar y sus místicos empeños,

    con el placer sagrado, y el inmundo.

    4

    He hojeado su libro de oraciones.

    Páginas como capas de cebolla

    han engordado el sueño de mi alma

    y hecho palpitar mi as de corazones.

    Brilla una piel, sirena sin canciones.

    En la espuma lasciva, ágil se enrolla

    una falda y mi vértigo se apoya

    en ese fulgor ebrio de pasiones.

    Amo sin fe a la virgen bendecida,

    y en la playa, a la chica deslumbrante.

    Ambas comparten idéntica herida.

    Amo, pero mi amor dura un instante.

    Cada instante equivale a una vida,

    es nuestra vida contante y sonante.

    5

    ¿De los censores, qué decir? Capaces

    son de tachar sin freno ajena rima,

    de volcar desde su brumosa cima

    a Sísifo mil veces. Son voraces

    hienas que rasgan mi obra con sus fauces

    y le pasan su risa por encima.

    Mi verso es un cadáver en la estima

    de estas fieras morales y tenaces.

    Pero jamás lograrán acallarme.

    Su palabra no entierra a mi palabra.

    Si escriben alma, mi arte no la quiere

    y perdió siempre quien osó retarme.

    Tras el blanco fular, abracadabra,

    resucita la polla que les hiere.

    6

    Soñé que asesinaba a la abadesa

    y la novicia al punto despertaba

    de un sueño que a insomnio semejaba

    por su rumiar de santidad obsesa.

    Soñé que se rendía, que al fin, presa

    en mis brazos, mi fiebre la calaba,

    que en su boca mi boca se colmaba

    y que mordía su pezón de fresa.

    Soñé con virgen regresada a Eva,

    con cerebral serpiente

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