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En el lado oscuro del ombligo
En el lado oscuro del ombligo
En el lado oscuro del ombligo
Libro electrónico205 páginas2 horas

En el lado oscuro del ombligo

Por JCPozo

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Información de este libro electrónico

En el lado oscuro del ombligo es una obra dividida en dos partes. En la primera nos narra, utilizando como género literario el diario personal, una historia de amor. O de horror. Hay fantasmas que no solo matan de miedo, sino que también matan de amor. ¿Quién es la pareja que lo atormenta noche tras noche? ¿El amor de su vida convertido en fantasma; una difunta que regresa para atormentarlo; un súcubo lujurioso; solo pesadillas húmedas? Los textos son dolorosos, sensuales, provocativos y, al mismo tiempo, el único remedio que lo protege de la muerte o la locura.
La segunda parte del libro, «La Continuidad de los fantasmas», son historias de su anecdotario personal, algunas biográficas y otras no menos imposibles, en donde deambulan, sin pudor ni recato, demonios y fantasmas. Y no obstante, cohabitar entre endriagos y encantadores en En el lado oscuro del ombligo no es lúgubre ni pesimista. Al contrario, junto al dolor también hay amor. Amor por las sombras, amor por sus demonios, conciliación con los infiernos. Dolor por vivir, amor por morir. No todos los amores merecen ser vividos; no todos los dolores merecen ser sufridos. Solo son admirables aquellos que nos permiten seguir a pie.
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento26 sept 2023
ISBN9788411814393

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    En el lado oscuro del ombligo - JCPozo

    1500.jpg

    © Derechos de edición reservados.

    Letrame Editorial.

    www.Letrame.com

    info@Letrame.com

    © JCPozo

    Diseño de edición: Letrame Editorial.

    Maquetación: Juan Muñoz Céspedes

    Diseño de portada: Rubén García

    Imágenes: obras de Mario Martín del Campo

    Supervisión de corrección: Ana Castañeda

    ISBN: 978-84-1181-439-3

    Ninguna parte de esta publicación, incluido el diseño de cubierta, puede ser reproducida, almacenada o transmitida de manera alguna ni por ningún medio, ya sea electrónico, químico, mecánico, óptico, de grabación, en Internet o de fotocopia, sin permiso previo del editor o del autor.

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    .

    A mis hermanos Antonio y Enrique,

    guías espirituales y espíritus que guían.

    Prólogo

    .

    Instrucciones para aprender a vivir otras vidas y alcanzar la inmortalidad

    1. Homo Narrator.- 2. El resto es silencio.- 3. Diálogo umbilical.- 4. Hay mundos sobre mundos.- 5. La señora de las brujas.- 6. Ouroboros y cicatrices- 7. La consorte del diablo.- 8. Salva sea la parte. 9.- Llaves y cerraduras

    1. Hoy, hace treinta mil años, un grupo de cazadores-recolectores prehistóricos se reunieron alrededor del fuego para conversar.

    ¿De qué hablaron?

    Aventuras de bosque, accidentes de caza, amores y desamores, yerros, dioses y demonios, miedos y recompensas, preguntas y respuestas que encontraron en cada rincón del camino a casa.

    A veces narraba la madre, otras veces el hijo.

    Hoy, hace unos minutos, una familia de nuestro siglo se ha reunido para compartir alimentos.

    ¿De qué conversan ?

    Contratiempos de oficina, gustos y disgustos, confinamientos y pandemias, bodas y divorcios, tareas escolares, la novela de zombis, la película de fantasmas.

    A veces habla la hija; otras, el padre.

    Historias… ¡Nos encantan las historias!

    Porque solo contamos si nos contamos y alguien nos cuenta. Nos volvemos invisibles cuando nadie nos cuenta.

    Somos una especie narrativa; Homo Narrator es nuestra naturaleza.

    Contar es importante, porque el relato es la estructura mental que utilizamos para explicar lo que nos sucede. Por eso la facultad narrativa es lo que nos define como humanos.¹

    Lo que sabemos, lo que sentimos, lo que creemos, lo que somos y dejamos de ser lo compartimos a través de nuestras historias. No hay otra, para interactuar, necesitamos contar.

    Somos lo que nos contamos, seremos lo que nos cuenten.

    Cada contador de historias nos enseña cómo vivir, cómo afrontar y enfrentar la muerte, para qué están los amigos, dónde está el amor, en qué fantasma se ha de confiar. ¿De qué otra manera podemos expresar nuestra manera de ver y estar en el mundo?

    ¿Qué te hace odiar, amar, trabajar, vivir, soñar? La respuesta es una historia.

    ¿Cómo decirle que la extraño, que ya no soy si ella no es?

    Narro la experiencia.

    Si usted me pregunta qué es el amor o qué significa amar, puedo acudir a un diccionario, pero prefiero decírselo de otra forma...

    El amor es una llaga regalada, / un cauterio suave, / una herida deleitosa.²

    Amar es desnudarse de los nombres.³

    Rey de las fieras, jauría de flores carnívoras, ramo de tigres / era el amor, según recuerdo.

    Es más sugerente; contiene mayores significados.

    Unos a otros nos contamos triunfos y fracasos, pasiones desenfrenadas, odios inconclusos, sueños incumplidos, realidades alternas, universos paralelos. Somos una ficción alimentando otras ficciones y lo hacemos a través de películas, canciones, relatos, obras teatrales, leyendas, chismes de oficina.

    Las emociones por sí solas son mudas, requieren de una historia para ser comprendidas. Es la biblioteca en donde nos podemos encontrar o perdernos.

    Seguramente, el poeta tiene razón y el miedo del hombre ha inventado todos los cuentos.

    Sin embargo, contamos también por los demás, para los demás. Nos contamos unos a otros y en ese ejercicio mutuo, la solidaridad se convierte en resistencia efectiva ante la soledad o la muerte. No basta con saber quiénes somos, la vida no se basa en el yo si no hay un tú. También es necesario saber cuántos somos, cómo somos, cuándo somos cuando somos lo que somos.

    Es el cuento de nunca acabar. Si el miedo nos hace contar, el cuento nos puede salvar.

    Todos somos ellos: Don Juan, Edmundo Dantes, Capitán Ahab, Quasimodo, Hannibal Lecter, Ebenezer Scrooge, Alonso Quijano, Ulises, Fausto, Peter Pan, Hamlet, Aureliano Buendía, Dorian Gray, Gregorio Samsa, Drácula, Principito, Frankenstein, Jean Valjean, Romeo.

    Todos somos ellas: Electra, Antígona, Esmeralda, Penélope, Scherezada, Dulcinea, Ofelia, Desdémona, Celestina, Doña Inés, Justina, Emma Bovary, Anna Karennina, Dorothy, Alicia, Bernarda Alba, Doña Bàrbara, Lolita, Daenerys Targaryen, Julieta.

    Es un cuento compartido; como todos ellos, hemos amado y odiado, muerto y resucitado; como todas ellas, hemos practicado de buenas y de malas maneras el arte de vivir. Sus historias forman y conforman nuestra existencia, resumen las pasiones más elementales, las desgracias más cercanas.

    ¿Sancho Panza es menos real que Cervantes?

    ¿Tiene Nora menos altura y profundidad que el dramaturgo que la imaginó?

    No lo creo. Todos los nombres son un solo nombre, / todos los rostros son un solo rostro, / todos los siglos un solo instante.

    Podemos presenciar el fin de la batalla y muerto el combatiente ⁷ y, no obstante, siempre habrá una historia acechando al mundo. La del cuentero.

    JCPozo vive del cuento, sabe su cuento. No hay en su obra ningún texto sin pecado, en cada uno de sus personajes hay un atisbo de herejía, una existencia en miniatura. Y por ellos, para ellos, JCPozo quiere ser otro, quiere ser todos, quiere ser él mismo.

    La propuesta está clara: Les contaré mi vida a los hombres para que ellos me digan quién soy.

    Dejémonos de cuentos, nadie sabe quién es, si no escucha voces ajenas y extrañas.

    La vida que atisbamos En el lado oscuro del ombligo es una existencia llena de contratiempos, en donde los endriagos y demonios que la pueblan son el pan nuestro de todos los días. Sus memorias no son amigables, no hablan desde la luz, sino de las sombras, no narran soles, sino sales, no surgen de la espuma, sino del estruendo, no habitan la fe, sino el espanto, no son divinas, pero sí sagradas, tan sagradas como puede ser la herida de un sobreviviente.

    JCPozo busca nuestro apoyo mortal: Ten paciencia conmigo./ Porque el mundo es así,/ y vengo herido, / ten paciencia conmigo.

    No puede ser de otra manera para un autor que vive permanentemente en la antesala del infierno. Para enfrentarse a sus abismos, hay que caminar con él, tomándole de la mano, caminar despacio y con cautela, armarse de paciencia, armarse, por si acaso, con palos y con piedras, amarse, simplemente. Desde niño lo sabe: No solo somos hombres de transición; también somos fantasmas transitivos. ¹⁰

    De las numerosas trampas que nos endilgan los dioses, el tiempo es de las más peligrosas.

    Los impuntuales suelen perder la gracia de Dios y extraviar la posibilidad de ser felices.

    Los héroes de En el lado oscuro del ombligo parecen vivir permanentemente en el destiempo, como si en el hábito de ser inoportunos, quisieran rebelarse ante una vida que no les gusta, que no es su tipo.

    Y es que todo sucede en la hora indecisa en que acaba la noche y en que el diablo hace sus cuentas.¹¹ Tal vez, por eso en sus historias podemos oler el aliento del cólera, porque en el averno en donde viven, los muertos nostálgicos no pueden abrazarse.

    No me malinterprete. La obra que tiene en sus manos no es una apología del miedo o la incertidumbre. No obstante, el desencanto no se resigna a vivir en la superficie de sus terrores. Ante la perspectiva de convertirse en protagonista o espectador de sus dolores, opta por el camino más difícil; el de la utopía. Y del pavor surge la resurrección de la herida, de la visa permanente a los infiernos, el autoconocimiento, del apostolado del miedo, a la esperanza de una futura redención. Las historias no solo son macabras o una invitación al desastre. Es el terror que quiere ser ave, es el ave que aspira a ser viento, es el viento del misterio que anhela convertirse en sabiduría.

    Pero, mientras sucede la iluminación ―si acaso sucede―, cuenta una vida parecida a la de todos nosotros, la que a veces funciona mal, peor y casi nunca.

    A veces nos da la impresión de que lo que leemos es simplemente un mal sueño.

    Se pregunta: Arcano sueño/ antepasado de mi sonrisa / el mundo está demacrado/ y hay candado pero no llaves/ y hay pavor pero no lágrimas./ ¿Qué haré conmigo? ¹²

    Esa es la tragedia. Cuando cuenta con las llaves, no encuentra las cerraduras correctas; cuando halla los candados, ha extraviado las llaves.

    La fatalidad lo cuestiona: ¿Qué haré contigo?

    La respuesta es menos importante que el juego que brinda la pregunta misma, porque la búsqueda por reinventarse es infinita, inabarcable, fascinante.

    .

    2. Al final de nuestro camino, cuando la vida se extingue, hay un muro; del otro lado, está el vacío.

    No hay más. El resto es silencio. ¹³

    Antes que lo inevitable suceda, queremos dejar testimonio de nuestro andar por el mundo, por estéril que parezca.

    Así como hace treinta mil años, un cazador-recolector anónimo dejó la huella de su mano en una pared de la cueva de Chauvet, así nosotros conservamos la misma intención, ya sea grabando un corazón en la corteza de un árbol, en el grafiti del muro vecinal, en la figura garabateada en el baño de la escuela, en la frase Juan Carlos estuvo aquí; el anhelo obedece a la misma necesidad: Pretensión de sobrevida, ilusión de no morir.

    ¿Para qué escribe JCPozo?

    Sin duda para sobrevivir a la temeridad que significa ser JCPozo, pero también para dejar de ser y ganarse el derecho de convertirse en otro; para ser de otros, para ser de todos. Es un viejo lobo de amar. Y sabe que no somos, nunca somos/ a solas sino vértigo y vacío,/ muecas en el espejo, horror y vómito ¹⁴. Y si solo el nacimiento puede conquistar la muerte ¹⁵ JCPozo debe mirar hacia dentro y estar dispuesto a morir para el yo ―el yo en el raciocinio, el yo en la voluntad, el yo en el sentimiento― para hacerle sitio a Dios y al diablo.

    Metamorfosis que permite el arte. Nacer en el otro y para el otro. Lo sabe: Para que se pueda ser he de ser otro,/ salir de mí, buscarme entre los otros,/ los otros que no son si yo no existo,/ los otros que me dan plena existencia.¹⁶

    Es decir, no se trata de pasar páginas, sino de quemar el libro entero.

    Cuando deja de ser un individuo se eleva de nuevo y penetra el mundo entero. A fin de ser todo, no desear ser nada .¹⁷

    Exiliado de un sitio que no existe, JCPozo nos comparte su infierno personal.

    Para hacerlo canta lo que ha perdido, escribe lo que ha matado, lo que ha soñado eliminar.

    La obra literaria de JCPozo es póstuma, no porque la parca se lo haya llevado, sino porque escribe desde el punto de vista del yo muerto, del yo artificial. Escribe

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