Una temporada en el infierno: Biblioteca de Grandes Escritores
Por Arthur Rimbaud
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El poema está dividido en 10 partes. Cada una se diferencia marcadamente de las otras por aspectos tales como el tono o la comprensión narrativa.
Introducción — Resume la condenación del narrador e introduce la historia como "unas páginas de mi diario de condenado". Según algunos críticos fue escrito a posteriori, una vez terminado el poema.
Mala sangre — Habla de las raíces galas del narrador y de su influencia en su moralidad y su estado de ánimo. Este capítulo es la puerta a los tres fracasos de Rimbaud, que serán descritos a continuación.
Noche del infierno — Describe el momento de la muerte del narrador y su entrada en el infierno.
Delirios II: Alquimia del verbo — Aquí el narrador nos explica sus antiguas teorías estéticas y las muestra como falsas esperanzas y sueños rotos. Contiene muchas secciones en verso.
Lo imposible — Esta sección es muy poco explicativa; pero mediante la narración de un fallido intento por escapar del infierno, el narrador nos muestra el fracaso de sus teorías filosóficas y religiosas, como ya había hecho en la sección anterior con sus teorías estéticas.
El relámpago — Esta corta sección es también un poco confusa y posee un tono muy fatalista y resignado. El relámpago aparece como la única luz que ilumina el infierno en donde se encuentra el narrador.
Mañana — Aquí se relata la salida del narrador del infierno, en la que el poeta concluye su estadía en el infierno y se muestra al fin una luz al final del túnel.
Adiós — Esta sección alude a un cambio de estación de otoño a primavera. El narrador parece haberse hecho más seguro y fuerte tras su viaje en el infierno.
Jean Nicolas Arthur Rimbaud fue uno de los más grandes poetas franceses, adscrito unas veces al movimiento simbolista, junto a Mallarmé, y otras al decadentista, junto a Verlaine.
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Comentarios para Una temporada en el infierno
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- Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Gran poeta , spinetta saco mucho de el, en fin hermoso
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Una temporada en el infierno - Arthur Rimbaud
infierno
Índice
La mala sangre
Noche del infierno
Delirios I: La virgen necia
Delirios II: Alquimia del verbo
Lo imposible
El relámpago
Mañana
Adiós (Rimbaud)
* * * * *
«Antaño, si mal no recuerdo, mi vida era un festín donde se abrían todos los corazones, donde todos los vinos fluían.
Una noche, senté a la Belleza en mis rodillas. —Y la encontré amarga.— Y la injurié.
Me armé contra la justicia.
Y huí. ¡Oh brujas, oh miseria, oh aversión; sólo a vosotras os fue confiado mi tesoro!
Logré desvanecer de mi espíritu toda humana esperanza. Sobre toda alegría, para estrangularla, realicé el sordo ataque de la bestia salvaje.
Llamé a los verdugos para morir mordiendo la culata de sus fusiles. Invoqué a las plagas para asfixiarme con la arena, con la sangre. La desdicha fue mi dios. Me lancé contra el fango. El aire del crimen me secó. Le jugué malas pasadas a la locura.
Y la primavera me dio la espantosa risa del idiota.
Pero ahora, recientemente, cuando estaba a punto de exhalar el último suspiro, pensé en buscar la llave del antiguo festín, en el que, tal vez, recobraría el apetito.
La caridad es esa llave. —¡Esta inspirada afirmación demuestra que he estado soñando!
«Seguirás siendo hiena, etc...» declara el demonio que me coronó con tan agradables adormideras. «Gánate la muerte con todos tus apetitos, y con tu egoísmo y con todos los pecados capitales».
¡Ah! Ya he aguantado bastante: —Pero, querido Satán, se lo ruego, ¡no se irrite tanto conmigo! Y a la espera de esas pequeñas vilezas que aún me falta cometer, desprendo para usted, que ama en el escritor la ausencia de toda facultad descriptiva o instructiva, unas cuantas repugnantes páginas de mi libreta de condenado.
La mala sangre
De mis antepasados galos, tengo los ojos azul pálido, el cerebro pobre y la torpeza en la lucha. Me parece que mi vestimenta es tan bárbara como la de ellos. Pero yo no me unto de grasa la cabellera.
Los galos fueron los desolladores de animales, los quemadores de hierbas más ineptos de su época.
Les debo: la idolatría y la afición al sacrilegio; ¡oh! todos los vicios, cólera, lujuria, la lujuria, magnífica; sobre