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Microcolapsos
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Microcolapsos
Libro electrónico41 páginas30 minutos

Microcolapsos

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La brevedad de palabras y la amplitud de ideas transformadas en microcolapsos.

En estas ficciones, Cecilia Eudave nos entrega experiencias y fantasías para emocionar, divertir e intrigar.

Los orbes en "Microcolapsos" rompen con la cotidianidad de la existencia: los objetos piensan y actúan, los árboles crean vidas humanas y las realidades se distorsionan hasta paralizarnos. Junto con sus personajes colapsamos, caemos en vertiginosos instantes que nos pierden en la intangibilidad, el desencanto y la naturaleza insólita de sus advertencias.
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento16 feb 2018
ISBN9786078512584
Microcolapsos

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    Muy buenoo y rápido, lo que lees no es el final que te esperas

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Microcolapsos - Cecilia Eudave

Intangibles

realidades

Fantasmas

Para Fernanda Reyes-Renata

Me pasé media vida cazando fantasmas. Buscando las razones por las cuales seguían aquí entre nosotros. Los perseguí por todas partes. Acudí a cualquier lugar donde me aseguraran encontrarlos. Dormía de día, los acosaba de noche. Leí absolutamente todo sobre el tema. Daba conferencias, asesorías, incluso me uní a cruzadas alocadas para capturar alguno. Nada. No quería probar su existencia: existían. Estaba seguro porque de niño veía siempre a mi abuela en el comedor de la casa paterna, a la misma hora, comiendo avena, mirándome con tristeza cada vez que, sin poder aguantar más, iba al baño irremediablemente a media noche. Después, en el trabajo se me aparecía un colega víctima de un accidente. Luego, veía a mi padre sentado en el pórtico leyendo el periódico y esperando a que llegara por mis quehaceres; eso me orilló a vender la casa. Hasta se manifestaba el gato que murió en mi último departamento. Ahora vivo en hoteles y procuro no quedarme mucho en ellos, no vaya a llegar una ánima a importunarme. Creo que veo gente muerta.

Entonces sucedió.

Mientras tomaba una cerveza en un bar cerca de un cementerio embrujado, a decir de muchos, se me acercó un tipo y le conté mi historia. Permaneció callado hasta que terminé y me dijo con mucha seguridad:

—Los fantasmas son puros remordimientos, solo eso.

De golpe me llegaron los recuerdos: me vi de niño abandonando a mi abuela en el comedor mientras comía para ir a ver la tele; luego al compañero de trabajo que borracho se empeñó en conducir y yo no lo detuve; a mi padre esperándome todas las tardes para jugar al ajedrez y solo le llamaba

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