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Geografía de pretextos
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Geografía de pretextos
Libro electrónico63 páginas1 hora

Geografía de pretextos

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Los cuentos de Hilda Figueroa son para lectores que gozan con los retos. Elaborados con una factura que podríamos nombrar artesanal, la autora pareciera escoger con suma precisión, en cada uno de los cuentos de este volumen, las palabras que emplea. Sus cuentos son bloques de mármol que a base de cincel, en este caso la pluma, dejan al descubierto barrocas narraciones llenas de intriga y suspenso.
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento6 ago 2016
ISBN9786078098606
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    Geografía de pretextos - Hilda Figueroa

    El mensaje

    Krauze recibió el mensaje. Llevaba tiempo recluido en su casa, tanto, que llegó a pensar que nadie se acordaría ya de él. Quizá alguna invitación para el concierto de fin de año. Tal vez un antiguo conocido o amigo enviaba un saludo. ¿No sería mejor que le hubiesen llamado por teléfono?

    —¿Gusta que lo lea ?

    —Está bien, te escucho.

    Percibió el grave tono mate del sobre al desgarrarse,

    enseguida un papel que se desdobla y...

    —Nada, señor, nada escrito, sólo un papel en blanco.

    —Déjalo sobre la mesita.

    La sonoridad de los pasos de Genaro fue alejándose. A solas, inquieto, tomó el papel en sus manos. Repasó el tamaño, la tersura satín de la superficie, la agudeza de los bordes, el grosor, hasta creyó percibir un cierto aroma. Y se dijo que no era equivocación, estaba seguro de eso. Era un mensaje claro y dirigido a él, adicto a resolver enigmas. Lo más probable es que se tratara de una broma, seguramente hecha por alguien que lo conocía, y esa misiva en blanco era una invitación a jugar. ¿Y por qué no? Aceptaría el reto.

    De inmediato comenzó a relacionar sus ideas, mientras repasaba de nuevo con sus dedos: un sobre ordinario igual que el papel, adquiridos en cualquier lugar común de la ciudad. Traído a casa por un mensajero de agencia con instrucciones precisas, y sin letras delatoras ni para señalar al destinatario…Todo eso hacía aún más interesante el enigma.

    ¿Rastrear?

    Si no hay palabras, pensó, habrá que interpretar hechos. Recostó su cabeza sobre el alto respaldo del sillón tratando de ponerse cómodo…Es un hecho que las cartas llevan un mensaje. Dio una larga fumada al cigarrillo buscando concentrarse… En la escritura, aún en la de notas musicales, un espacio en blanco es silencio. El silencio, o es un intervalo entre los símbolos que representan sonidos, o bien actúa como una muda máscara que guarda un texto bajo él, como se da en la primera página de un libro. En este caso no podría tratarse de una pausa puesto que no existe un texto. Oculta algo. Abrir el sobre es develar la sorpresa que se incluye en lo cerrado, lo oscuro, lo secreto. Es…Dar a luz algo. Sacar de la ignorancia… Soy el que ignoro… Si la carta me representara a mí, lo más cercano a mí, que está en la oscuridad… Soy yo mismo… que por mi ceguera vivo en penumbra hace mucho tiempo… ¡Eso es! Se me dará la luz…Se me ha de sacar de las tinieblas. Darme la luz… Si mis ojos no tienen curación… El único lugar posible es… entonces, ¿Alguien va a darme la luz del más allá…? Se levantó, dio unos pasos, sirvió hielo y un poco de ginebra. ¿Quizá de un tiro? Cuando un arma se dispara a quemarropa, la luz del fogonazo alcanza a la víctima… Finas gotas de sudor abrillantaron su frente. Se humedecieron sus manos. Una bala… El plomo con que está hecha, podría tener también significado. Este metal representa a Saturno. Quien envió el sobre, me conoce, sabe que eso es obvio para mí, por ser aficionado a la astrología. Saturno es un planeta al que en su aspecto negativo se le adjudican penas y desgracias, y es posible representarlo con una guadaña, otro símbolo de muerte. La mía. Con la mano izquierda buscó el cenicero, y con su diestra oprimió la brasa del cigarrillo contra el cristal, hasta extinguir por completo su fuego. El símbolo de Saturno es una especie de «h» con un travesaño en el rasgo alto y descendente. Lo recuerdo bien. Ese rasgo, semeja una cruz, y las cruces… abundan en los cementerios o en las iglesias. Krauze asoció su reflexión con un evento cercano… ¿Mañana? ¡¿En la capilla del cementerio?! Va a cobrar mi vida durante la misa de aniversario por la muerte de mi esposa… Estoy seguro. Me asesinará de un balazo. Si la luz le falta a mis ojos y alguien me dará la luz, el tiro tendría que ser en la cabeza y a muy corta distancia, es la única manera de impresionar mis retinas casi inútiles. El homicida es alguien cercano a mí, me conoce bien. Enviar un mensaje en blanco es retar mi imaginación y mi astucia e implica que el asesino sabe que mi ceguera no es mental, sino física. Por una parte, espera que descifre el enigma, y por otra, que sufra angustia al saber anticipadamente el final que me espera. Desea mi dolor, entonces, por algo me odia. ¿Quién podría aborrecerme?

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