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Lanka y los hijos del sol
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Lanka y los hijos del sol
Libro electrónico806 páginas13 horas

Lanka y los hijos del sol

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Lanka y los hijos del sol es la historia de dos hermanos, Iha y Khank, que se preparan para ser guerreros mágicos. Tras descubrir el secreto de su pueblo natal, salen en busca de un poderoso mago. El camino no les resulta fácil, pero no hay aventuras sin peligros. En el trayecto encuentran a Lanka, una joven con el espíritu de una diosa que reen

IdiomaEspañol
Editorialibukku, LLC
Fecha de lanzamiento31 may 2020
ISBN9781640865372
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    Lanka y los hijos del sol - Hugo E. Mejía Vallín

    Lanka_y_los_hijos_del_sol_port_ebook.jpg

    Hugo E. Mejía Vallín

    Reservados todos los derechos. No se permite la reproducción total o parcial de esta obra, ni su incorporación a un sistema informático, ni su transmisión en cualquier forma o por cualquier medio (electrónico, mecánico, fotocopia, grabación u otros) sin autorización previa y por escrito de los titulares del copyright. La infracción de dichos derechos puede constituir un delito contra la propiedad intelectual.

    El contenido de esta obra es responsabilidad del autor y no refleja necesariamente las opiniones de la casa editora.

    Publicado por Ibukku

    www.ibukku.com

    Diseño y maquetación: Índigo Estudio Gráfico

    Copyright © 2020 Hugo E. Mejía Vallín

    ISBN Paperback: 978-1-64086-536-5

    ISBN eBook: 978-1-64086-537-2

    ÍNDICE

    Capítulo l

    Iha y Khank

    Capítulo II

    Lanka la reencarnación de una Diosa

    Capítulo III

    La cocción

    Capítulo IV

    Detonación

    Capítulo V

    En el camino

    Capítulo VI

    La esperanza brilla

    Capítulo VII

    El pasado y el presente

    Capítulo VIII

    La Guerra comienza

    Capítulo IX

    La Diosa entre la Nubes

    Capítulo X

    El corazón de Khank

    Capítulo XI

    Los Recuerdos

    Capítulo XII

    La unión de lucha

    Capítulo XIII

    La huida

    Capítulo XIV

    El camino Dorado

    Agradezco primero a mi Dios por haberme hecho como soy.

    Agradezco especialmente a Laura B.

    por su ayuda en la realización de esta obra, además de ser de las primeras personas en creer en mi e impulsarme a seguir mi sueño.

    Agradezco a mi familia, primos, amigos

    que siempre estuvieron interesados en esta historia.

    Agradezco a Hugo G.

    por haber me infundido el deseo de en crear una historia basada en dibujos.

    Agradezco al equipo de ibukku,

    por guiarme en todo el proceso y realizar éste mi sueño.

    y de todo corazón a todos aquellos

    que antes de, mostraron su entusiasmo por saber de esta obra.

    Muchas Gracias.

    Dedico Lanka y los hijos de sol,

    a mis seres que siempre vivirán en mi corazón.

    A mis padres J.V. y B. M.

    Por todo lo bueno que he recibido de ellos.

    A mis abuelos Victoriano M., Soledad G. y Romana B.

    por haberme dado una niñez sana y hermosa

    pero sobre todo lo bueno que puede dar un ser humano como ellos.

    Y a mí

    Teocaltiche, Jal.

    Capítulo l

    Iha y Khank

    Era una tarde tranquila y normal, como casi todas las tardes en los llanos de trigo de aquel pueblo llamado El Zolar. Entre la apacible llanura se hallaba un joven recostado sobre una cama de trigo; su nombre era Iha, y mientras veía pasar las nubes en lo alto del cielo azul, pensaba en sus formas algo peculiares, gordas y blancas, y cómo pasaran presurosas surcando los cielos. Estaba meditando sobre el cambio de vida que se le aproximaba, pues ya tenía catorce años, y casi por cumplir sus quince. Iha estaba enlistado para ser uno de los pupilos de los dos grandes maestros del pueblo, Skara y Damus. Estos pensamientos lo ilusionaban de tan singular suceso.

    Ya tarde, cuando las labores estaban completas, era tiempo de descansar y alejarse un poco de la vida diaria, y de las responsabilidades de ser un hermano mayor quien siempre cuida de su hermano pequeño Khank.

    La paz casi nunca es perturbada a las orillas de los trigales. Pero esa tarde, de pronto, la tranquilidad se terminó, por un galope y un bufido que se aproximaba. Era el pobre Mu, el buey de siembra que usaban para el cultivo de trigo, quien venía montado por dos peculiares hombrecitos, Khank y su mejor amigo Toky.

    –¡Vamos Toky! –Decía el aventurero Khank –Agárrate bien, pues esta bestia Mu es muy infernal y tenemos que pararla, ¡la aldea corre peligro!

    –Toky daba gritos y carcajadas llenas de miedo, pero al mismo tiempo con toques de diversión. Mu saltó sobre Iha, y este a la vez dio un sobresalto que terminó con su quietud. Al ver lo que pasaba suspiró y soltó un grito fuerte:

    –¡Khaaaaaaaaaank! –Y comenzó una carrera de persecución.

    –La tarde pasó y llegó el crepúsculo y con ello los jóvenes volvían a su hogar. Tras una gran aventura, camino a casa, Mu se quedaba en cada pasto verde para comer, pues al pobre animal las travesuras de estos chicos lo tenían agotado.

    –Hermano ¿Por qué haces tantas travesuras? ¿No te cansas de meterte en problemas? –Preguntaba Iha. –No –replicó Khank, con toda la actitud de un hombre grande, y tomando la delantera después de haber sido regañado, el chico dijo con voz enfadada:

    –¡No puedes regañarme Iha, mi abuelo me dio la libertad de hacer lo que fuera siempre y cuando terminara mis tareas y eso te consta!

    –Si, lo sé –contestó Iha –pero eso no justifica que tomes al pobre de Mu para tus travesuras, además no has terminado tus tareas –Khank paró en seco y volteó hacia él.

    –Según tú, hermano ¿qué me hizo falta?–rascándose la cabeza y en pose de quien no se entera.

    –No te voy a decir –dijo Iha, en tono de burla –Bueno para que veas que soy un buen hermano, solo te daré una pista. Mañana no tendrás ropa seca para ir al pueblo.

    –¿Qué? No puede ser –y de un salto. Khank gritó –Se me olvidó sacar mi ropa a tender ¿ahora, ¿qué voy a hacer? ¡Vamos Toky! No hay que esperar más –y corrió sin más en dirección a su hogar.

    –Pero ya me tengo que ir –contestó Toky, tomando el camino hacia su casa que era distinto al de los hermanos.

    –Nos vemos Toky –dijo Iha mientras el amigo se perdía en la vereda y desde lejos gritó:

    –Nos vemos Iha y dile a Khank que mañana iré por la tarde, después que vengan del pueblo –y se fue alejando hacia la arboleda rumbo a su casa.

    –Cuando Iha llegó encerró a Mu en su corral e hizo los últimos arreglos antes de que el abuelo llegara. Después de terminar entró a la casa y vio a Khank que tenía la ropa cerca del fogón para secarla.

    –Vamos Khank, esa ropa olerá a humo si la secas de esa manera.

    –Khank haciendo muecas de fastidio le preguntó:

    –Iha, ¿estás ansioso por ser uno de los discípulos de los maestros?

    –No –contestó Iha –pero no niego que si me da miedo este cambio.

    –Umm –dijo, haciendo ademán de pensamiento, y luego añadió –Si en tu lugar yo fuera mañana al pueblo para la ceremonia, estaría feliz. El día que me diga mi abuelo que es tiempo de ser un discípulo del gran Damus será genial. Ansío llegar a ese día y usar la espada de papá. Luchar contra ejércitos que invadan los pueblos y darles su merecido; ser el héroe del pueblo y que me den comida y todo gratis –daba gritos de alegría, sin darse cuenta ya traía la espada de su padre en la mano.

    –¡Khank! –Gritó Iha –no debes tomar la espada de papá para jugar, eso es deshonrar su memoria, ¡dámela! el abuelo nos prohíbe tomarla del altar de papá. ¡Dámela! –Gritó nuevamente, esta vez más enérgico, y arrebató la espada de las juguetonas manos de su pequeño hermano, quien a la vez comenzó a lagrimear cuando abrió la boca para decir:

    –¿Sabes? Me hubiera gustado convivir con papá, y entenderlo de ¿porque nos dejaría aquí? El abuelo es bueno, pero no recuerdo a papá, me gustaría saber cómo era, como lucía, si jugaba con nosotros; de verdad lo desearía haberlo conocido bien.

    En ese momento el Abuelo Skara entraba a la casa, dando un saludo muy cariñoso a sus nietos.

    –¿Han estado bien hoy? –Preguntó sabiendo la respuesta. Khank se limpió los ojos y corrió para abrazarlo y contarle del paseo con Mu entre los trigales y toda su aventura, ocultando su tristeza. Mientras se regocijaba en sus brazos, el abuelo lo recibió con una gran sonrisa y Khank preguntó.

    –Y a ti abuelo, ¿cómo te fue en la pirámide?

    El abuelo respondió –Hoy fue un día de esos cansados, donde toda la gente necesita ayuda en las siembras, en cosas para arreglar la ciudad, situaciones de luchas entre vecinos, todo eso; pero me encanta ayudar al pueblo.

    –El viejo Skara quien es un maestro Syro, y también uno de los jefes del Zolar, tiene una gran obligación en la pirámide principal, donde se atienden las quejas de los ciudadanos. Además, cuida de sus dos nietos, pero su deber consume la mayor parte del tiempo; si podía pasaba algunas tardes en casa con ellos. Mientras en las mañanas sus nietos hacían sus labores hasta el atardecer.

    –Y tu Iha ¿qué te pasa? –Dijo Skara al mayor de los dos.

    –Nada abuelo, solo que mañana será un gran día para mí –contestó Iha. Con ojos de calma y orgullo, el viejo Skara le sonrío.

    –Bueno mañana será un día especial, pero no te pongas nervioso, solo pasará que el elemento que te escoja será el adecuado para ti. Además, sabrás quien será tu maestro, así como algunos que estarán estudiando contigo; descansa que mañana saldremos temprano a comer algo antes de llegar a la pirámide.

    Al día siguiente el abuelo se levantó para realizar algunas tareas antes de salir el sol, el viejo Skara cortaba leña y la ponía en su sitio, aprovechaba para dar comida a las gallinas, los cerdos, patos y al amable de Mu. En casa los hermanos se levantaban ansiosos para prepararse pues el gran día había llegado. Iha se hallaba bastante nervioso. Así, ya vestidos, se apresuraron para ayudar al abuelo a terminar las tareas pendientes. Después saldrían hacia la ciudad para la ceremonia de apertura. Al terminar con las labores, el viejo Skara señaló a sus dos nietos que era tiempo de partir y tomaron la vereda que los llevaría a la ciudad. Mientras caminaban por el sendero, los campesinos saludaban alegres al Syro; los niños seguían al abuelo sin descanso, hasta que por fin se veía entre las copas de los árboles la gran pirámide del sol.

    –Mira abuelo ya casi llegamos –dice Khank, entusiasmado al ver la cima de la pirámide.

    –Ya casi, solo falta un poco –respondió el abuelo observando cómo incrementaba el nerviosismo de Iha mientras más cerca se encontraban.

    –Hijo, no pasará nada, es simplemente una ceremonia, será algo extraño al principio, pero es porque no sabes mucho al respecto, no te preocupes para eso estamos nosotros, ya sea Damus o yo, te sabremos guiar para convertirte en un Syr.

    Intentó calmarlo poniendo su pesada mano en el hombro del pequeño. Y así platicando salieron del bosque; llegaron al camino real, donde ya estaba cerca la entrada a la ciudad. El murmullo de la gente se escuchaba a distancia; poco a poco se podía ver a cientos de personas que salían y entraban al Zolar.

    –Abuelo ¿porque hay tanta gente? –Preguntó Khank.

    –Es por la ceremonia, este día es muy importante para todos, ya que se elegirá a otro discípulo.

    Mientras el ánimo invadía a Khank a Iha se lo comían los nervios. Siguieron por las calles llenas de personas que venían de afuera para vender sus artesanías; los mercaderes ofrecían toda clase de cosas, desde utensilios de cocina, hasta vegetales recién cortados de los alrededores.

    Cuando el viejo Skara pasa por las calles la gente lo saluda con mucho respeto y a sus nietos también, al pasar por puestos el olor a la comida se esparcía por todo el ambiente, era sabroso oler los platillos que se preparaban en los locales de comida tradicional.

    –Hemos llegado –dijo Skara, mientras se sentaba bajo la lona de un pequeño local que ofrecía comida para desayunar. El abuelo usaba las ropas típicas de los nombrados Syros, jefes del pueblo. A ellos se les otorga el poder de mantener el orden y cuidar que las reglas se cumplan. Los sabios cuidan que los Syros hagan su trabajo, también los observan y aconsejan para tomar las mejores decisiones.

    –Terminan de comer y salen hacia la pirámide. En poco tiempo llegan a la plaza principal donde ya había muchas personas esperando que la ceremonia se efectuase. Al llegar ven al Syro menor Damus quien esperaba por el viejo Skara.

    –Buenos días Damus –saluda Skara.

    –¡Buenos días maestro! –Respondió Damus –que gusto verlos nuevamente por este lugar –sonrío al ver a los dos hermanos, dejando atrás todo lo pasado.

    –Gran maestro Damus, yo quiero ser un guerrero como mi hermano Iha, y estoy ansioso por tener mi ceremonia también, además ya quiero aprender de sus técnicas –dijo el pequeño Khank al ver al maestro que más admiraba.

    –Oye Skara creo que el pequeño está más entusiasmado que Iha, que es hoy su consagración para ser pupilo nuestro –dijo Damus al ver la emoción en los ojos del hermano menor.

    Sonrió Skara afirmando, pues Damus tenía toda la razón.

    –O ¿no es cierto Iha? –Preguntó Damus.

    –Iha agachando la mirada le dijo: –Si maestro, de hoy en adelante deberé llamarlos así o ¿no es cierto? Afirmó el pequeño dando una buena impresión.

    –Muy cierto Iha, tu siempre tan correcto, bien portado y dedicado a tus deberes, cosa que te aplaudo –exclamó el maestro –y no, hoy no será el día de mostrarte mis técnicas de combate pequeño Khank, pero cuando estés en la edad de convertirte en Syr será un placer mostrarte lo generosos que han sido los dioses al compartir su poder con los hombres.

    La plática siguió y con ella llegó el momento; la ceremonia daba a lugar al fin. La gente se aglomeraba en la plaza de la pirámide, la cual ya había sobrepasado su capacidad. Khank muy emocionado corría y curioseaba por todo el lugar.

    El recinto se llenó de silencio cuando los ancianos sabios se hicieron presentes para ocupar sus lugares en la mesa de pruebas; seguidos de ellos se dispusieron a tomar sus puestos los maestros Syros Skara y Damus, y por último el estudiante de Damus, quien se colocó al final de la mesa atento en todo momento de lo que ahí pasara. Frente a la mesa, bajo la mirada de cientos de personas y en medio de una sensación de entre adrenalina y miedo Iha se preparaba para la investida.

    Uno de los sabios tomó unos objetos y los acercó a Iha, eran los cuatro elementos: agua, fuego, aire y tierra, también la vasija de tinta. Skara abre la ceremonia con un ritual de gratitud a los dioses y la entrega de algunas ofrendas a ellos. Una vez terminó con eso, Skara trazó alrededor del iniciado los conjuros y símbolos del portal de la tinta, donde los dioses a través de él indicarían el elemento que debe usar el nuevo estudiante, y a que dios deberá confiar su destreza y benevolencia. Así, sabiendo el elemento dominante, se le asignarán las técnicas que debe estudiar para que él comience a trabajar en el nuevo don.

    Las palabras de maestro Syro retumban en un sublime eco por todo el lugar; la fuerte invocación a los dioses daba el sentir de una ceremonia solemne, todos los que escuchaban se entusiasmaban por tener un nuevo guerrero en la ciudad. Iha siempre atento, dejó el miedo de lado, logrando emocionarse hasta el punto de sentirse muy feliz. Otro de los ancianos se posa frente a él y le pide que suba las mangas de sus ropas. Haciendo caso inmediato Iha sube sus mangas y coloca las palmas limpias al frente, donde Damus vierte la tinta sobre ellas, hasta cubrirlas por completo. Al cabo de apenas unos segundos esta es consumida por la piel poco a poco. Mientras los elementos parece que cobran vida, el agua comienza a moverse y se torna de un color azul brillante, el fuego comienza a subir su llamarada y el color rojizo brilla aún más, el incensario comienza a moverse de un hilo de humo a un remolino que se mueve enérgicamente, y al último la roca comienza a flotar y se torna en un color brillante. Por otro lado, los ayudantes de la ceremonia encienden los inciensos.

    De la nada Iha comienza a entrar en trance, se dice que en ese estado los dioses hablan y que se vaga en un increíble espacio astral, ahí se le da la oportunidad de viajar donde moran las deidades, más allá del mundo de los espíritus y sombras; así se crea un vínculo que se abre al nuevo adquiridor del poder de los dioses. Después de unos minutos cuanto al fin pasa el trance, la tinta recorre el brazo elegido y traza unas pequeñas marcas, los cuales hacen una peculiar característica de todo guerrero mágico poseedor del poder de los dioses, los nombrados Syrs.

    La gente se encuentra asombrada por todo lo que está pasando, y mientras la tinta se forma, el elemento fuego consume a los otros tres dejando como dominante la llama enardecida y penetrando su brazo, deja grabado el símbolo del fuego. Por fin se descubrió el elemento y toda la gente se emociona, dando gritos de alegría por la elección y comienzan a proclamar dándole la bienvenida a este Syr del fuego. De inmediato el recién consagrado presenta sus respetos a su maestro, en este caso Damus ya que él es el maestro de fuego. Con un vocablo alentador hacia Iha, Damus lo acepta. Sus palabras se enfocan en la importancia de ser un discípulo responsable, le explica las verdaderas obligaciones que ahora contrae por ser un Syr y que hay que trabajar muy duro para ser un guardián del pueblo.

    La ley de los Syrs consta en que cada maestro deberá enseñar solo a dos discípulos a la vez, en este caso Damus ya tenía a sus dos estudiantes Rilke e Iha, ahora los dos estarían bajo su tutela. A continuación, Rilke fue presentado por el mismo Damus a Iha. De inmediato Rilke se acercó y le dio la bienvenida a su compañero como símbolo de compromiso de que ahora deberían compartir y apoyarse mutuamente, lo animó a que todo tomaría su curso como estudiantes y que sería bueno contar con apoyo mutuo, ya que serían compañeros en las prácticas rivales de cada enseñanza que debieran aprender y dominar.

    Todo transcurrió más que bien ese día, dando a Iha un mágico recuerdo que llevó en su corazón por el resto de su vida.

    Sin embargo, algo más ocurrió ese día durante la ceremonia, Iha no fue el único escogido, pues por su parte Khank, fascinado observaba como unas gotas de agua de pronto lo rodeaban por todo el cuerpo, flotaban como si el tiempo detuviera su caída; la gente cercana al niño admiraba incrédula. Les avisaron de inmediato al maestro y a los ancianos sabios, quienes rápidamente acudieron a este, que no entendía que pasaba. Los ancianos llevaron al niño hacia dentro en la pirámide y la gente se amotinó en la entrada para observar pues se hallaban desconcertados.

    Los ancianos discutían sobre este acontecimiento ya que nunca había pasado eso en la historia de ningún Syro ni Syr, pero la ley de Orenco dice que nunca se deberá tener más de dos Syrs en una misma población, siempre habrá dos estudiantes por cada maestro en este caso, solo Damus estaba autorizado a transferir sus enseñanzas a dos estudiantes hasta que ellos alcancen el título de Syro completamente dejando el título de Syr a su aprendiz, una vez crecieran, será dispuesto el lugar vacante a otro estudiante. Pero en este caso esta señal decía algo más, por lo que se decidió mandar un mensaje al maestro supremo Nabor para preguntar sobre esta maravillosa señal, y de que deberían hacer al respecto. Tres semanas después la respuesta llegaría, si el niño fuese menor de la edad dispuesta para ser un Syr se podría comenzar a entrenarlo, pero por ningún motivo se quebrantará la regla de tener solo a dos estudiantes por Syro. Aun así, Khank quedó en línea directa para ser discípulo.

    –Pasaron días que se hicieron semanas, y estas se hicieron meses. Iha estaba progresando muy bien, era un muchacho dispuesto a aprender, se levantaba temprano, hacía sus tareas antes de ir a las prácticas, meditaba, estudiaba sus libros y las reglas. Aunque de la hora de luchar con técnicas o asignar un arma de lucha que aún no era tiempo, solo el conocimiento, las palabras de invocación, hechizos, conjuros y movimientos especiales, posiciones de manos y pies, ya que todo eso le fascinaba, Iha no parecía tener prisa por aprender de combate. Después de clase y entrenar llegaba a casa para hacer sus tareas finales y ayudar a su pequeño hermano, que se sentaba en la puerta sobre un troncón y siempre lo esperaba a la misma hora, los ojos del pequeño Khank se fijaban al fondo de la vereda que salía de la arboleda y cuando veía la figura de su hermano que se aproximaba la emoción lo hacía correr hacia él, el encuentro de los hermanos siempre causaba alegría a Iha. Con todo entusiasmo le ayudaba a las tareas restantes, tiempo que aprovechaba para compartir las enseñanzas del día, el pequeño Khank fue aprendiendo de tan solo escuchar a su hermano, el entusiasmo que mostraba le ayudo a que cada palabra, cada sentencia que su hermano mayor compartía sobre sus clases, este lo aprovechaba y lo practicaba, a pesar de su corta edad, estaban avanzando juntos. Pero una tarde fue diferente.

    Ese día ya que habían terminado lo usual, el pequeño Khank sentía que las cosas habían cambiado y aunque lo entendía comentó: –Iha hace tiempo que no salimos, no jugamos, ya ni siquiera luchamos –dijo Khank en un tono triste –sabes ahora los días me resultan bastante aburridos ya que tú eras el único con quien me divertía en casa, todavía tengo a Toky pero él también hace sus tareas, su abuela Shein y su mamá siempre le dicen que es el hombre de la casa; por cierto ¿Te habías dado cuenta que muchos de nosotros no tenemos padre? –Preguntó –es raro que la mayoría de chicos de nuestra edad no tengamos padres, lo he preguntado en clase, cuando vamos al pueblo, ya sabes casi todos en clase me conocen –Iha lo miraba con ojos de tristeza y pensaba que nunca había tenido el valor de hacerle a alguien más esa misma pregunta, pero el abuelo le había contado de su padre y eso hizo que poco a poco se olvidara de ello, pero ahora Khank lo había notado también.

    –Mmmm –dijo en forma pensante –tienes razón Khank me había olvidado de eso y creo que es tiempo de preguntar. Sabes hace tiempo llegué a la misma conclusión junto con Tina y Chuamo, estaban en clase conmigo, habíamos hecho algunos comentarios sobre esto pero la verdad nunca habíamos ido más allá –Khank lo miraba atento y al final le sonrió sabiendo que algo le diría

    –Bueno hermano, sabes, mañana tomaremos un descanso del entrenamiento, vayamos al río a pescar, le diremos a Toky que nos acompañe, mientras tanto hagamos un poco de té porque cuando el abuelo llegue a casa seguro tendrá sed, ¿ de acuerdo?

    –Sí –dijo Khank. Y se pusieron a cocinar para el abuelo. Mientras el tiempo pasaba en la cocina, de un simple té terminaron preparando una cena completa con recetas que ya conocían. Después de un rato y cuando la comida estuvo lista el abuelo llegó a casa tras un largo día. Sus nietos lo sorprendieron con la comida lista y servida en la mesa. Skara un tanto sorprendido se sentó y les dio las gracias, dando pequeños bocados el abuelo pensaba en lo bendecido que fue por tener a sus dos nietos con él.

    –Muchas gracias mis niños, moría de hambre –tomó más arroz con pescado. El abuelo pausó el siguiente bocado para decir a Iha. –Damus me ha dicho que vas muy bien con las clases, que solo faltan algunos detalles para iniciar con las técnicas y prácticas de lucha cuerpo a cuerpo, después de esas clases sabes que viene lo más difícil, ya que se te asignará un arma para combinar con técnicas de ataque –lentamente pero muy indiscreto Khank se acercaba a su abuelo con un poco de emoción, –Creo que hay alguien que quiere algo –dijo el abuelo. Khank sonrió y vio con entusiasmo a Iha.

    –¡Vamos hermano pregúntale! –Lo animó para que hiciera aquella pregunta que comentaron momentos atrás. Iha se dirigió al abuelo y le dijo.

    –Abuelo, hace rato mientras hablábamos Khank me preguntó porque hay muchas familias con padres ausentes, como muchos de nuestros compañeros de clase, hasta el mismo Rilke no tiene. ¿Hay alguna razón para justificar la ausencia de padres en el Zolar?

    El abuelo lo vio con atención y su voz titubeó por un momento al contestar. –Bueno hijos, hace aproximadamente doce años, hubo un brote de una enfermedad letal en una población cercana a la vieja ciudad de Onofre, el Syro de ese pueblo pidió ayuda a los otros pueblos pero nadie ayudó, el ejército del Zolar dirigidos por tu padre, pidió permiso a los ancianos para poder ir en ayuda de ese pueblo, obtuvieron el permiso y se marcharon, al pasar el tiempo todos estábamos preocupados por su regreso, pero nadie nos daba noticias, aún todavía doce años después no sabemos si se contagiaron y murieron o si solo se contagiaron y no regresaron para no propagar la enfermedad a la gente del Zolar, pero lo cierto es que nunca más volvimos a saber del escuadrón de tu padre.

    –Pero abuelo –interrumpió Iha, algo angustiado sobre semejante acontecimiento –¿por qué no los buscaron si sabían en donde quedaba ese lugar?

    El abuelo agachó la mirada y caminó hacia la puerta, con voz quebradiza le contestó. –Perdón por haber ocultado la historia de su padre, quería esperar el momento más prudente en que ustedes preguntaran por él. Si, se mandó gente a buscarlos, pero al final de tres semanas regresaron sin más noticas de ellos, todos les lloramos, pero aún no se sabe si están vivos o que fue lo que pasó con ellos. Creo, que es tarde para estar de pie aún. –El viejo Skara había temido contestar a esta pregunta, aunque siempre supo que llegaría el día que tendría que hacerlo, pues el dolor por la pérdida de su hijo aún le dolía, pero esta vez pudo calmar la curiosidad de sus nietos sin quebrarse del todo. –Es hora de descansar y ustedes deben hacer muchas tareas atrasadas. Luego hablaremos de esto.

    –Abuelo ¿mañana podemos ir a pescar? –Preguntó Khank.

    –Sí pueden, vayan con cuidado. –Contestó el abuelo mientras se preparaba para recostarse y descansar –hasta mañana mis nietos.

    –¡Hasta mañana abuelo! –Los dos respondieron pensativos. Y así pasó esa fría y larga noche pues ya había pasado el verano y las noches comenzaban a caminar más lento de lo habitual.

    A la mañana siguiente, el abuelo como siempre se levantó primero, hizo las tareas que sus nietos aún no hacían y dejó comida preparada para desayunar, dejándolos así libres para ir a pescar. Despertó Khank con una energía extraordinaria, caminó hacia Iha y lo movió para que este despertara.

    –Vamos hermano ya amaneció, el abuelo ya no está, uy, se ve que el entrenamiento te tiene agotado –mientras lo veía con atención y con una sonrisa enorme. Iha tallándose los ojos y modorro le contestó:

    –Está bien hermano ya me levanto, solo dame unos cinco minutos más y estoy contigo en el desayuno, Khank salió corriendo del cuarto y comenzó a reunir todo lo necesario para la pesca, en unos minutos su hermano Iha le ayudo a terminar y los dos se sentaron a desayunar, la sopa estaba aún humeante cuando Toky les llamó desde el camino casi entrando a la cerca.

    –Hola, ¿llego tarde? –Gritando con voz agitada.

    –¡No! Estamos aquí todavía ¿quieres algo de comer? –Khank le respondió con algo de sopa en la boca.

    –Vi a su abuelo pasar hace rato, pensé que iban con él, pero después lo vi que caminaba solo, así que me di prisa para terminar lo que mi abuela y mi madre necesitaban, me dieron permiso para ir con ustedes como ayer me mandaste decir. Y no gracias ya desayuné.

    –Qué bueno Toky, ¿trajiste tus anzuelos para la pesca? –Pregunto Khank.

    –¡Pensé que íbamos a ir al muro! Dijo Toky.

    –Está bien usaremos los nuestros para ir de pesca –agregó Iha.

    –No es mala idea hermano ir al muro, esta vez con tus habilidades podremos burlar a los guardias –comentó Khank con un gran entusiasmo.

    –Creo que es mala idea, recuerda que ya soy un aprendiz y hay reglas que seguir, son órdenes del Syro mayor.

    –Vamos hermano el abuelo no sabrá nada, seremos discretos.

    –No hermano, vamos a hacer lo de la pesca como lo teníamos planeado, además quiero traer algunos pescados para que el abuelo los cocine en la cena.

    –¡Está bien! –dijo Khank y se dio la prisa para salir enseguida rumbo al bosque.

    El sol estaba alto, la luz pasaba por los pequeños espacios del gran follaje de los árboles, entre más caminaban el bosque se hacía más denso, pasaron los arroyuelos y más y más se fueron adentrando hacia el norte a dirección de las montañas.

    –¡Llegamos al fin! –Exclamó Khank, mientras Iha y Toky comenzaron a instalarse en la orilla del río donde el agua cristalina corría con movimientos suaves y se apreciaba la claridad del fondo del río, los peces se podían ver claramente, infinidad de ellos que los niños veían en total deseo de pescar. Pasó el tiempo y el sol estaba ya casi por bajar, los muchachos estaban con unos cuantos pescados, mientras otros tantos los tenían sobre el fuego, el cual habían logrado prender con demasiada dificultad, pero exitosamente. Reunidos comenzaron a comer; una vez satisfechos, se recostaron para apreciar los sonidos del bosque, se podía oír el soplo del aire que hacían mover las copas de los árboles, la delicada corriente del río, y unas cuantas aves cantar, pero en medio de la quietud algo interrumpió los sonidos del bosque. Se trataba de unos estadillos que se escuchaban a lo lejos por lo que a Iha lo hizo poner más atención, aquel ruido seguía y parecía que se movía hacia ellos, Iha fue el primero en ponerse de pie, su mirada se dirigió a la dirección donde estos sonidos comenzaron a sonar con mayor claridad.

    –Hermano ¿qué pasa? –Preguntó Khank, poniéndose de pie junto a él, Toky también hizo lo mismo, mientras Iha los alertaba que no hicieran ruido, luego abrió los labios para decir:

    –Vamos, esto no me suena bien –y corrieron hacia algunos arbustos para ocultarse, mientras los estallidos se fueron acercando, el viento comenzó a soplar con más intensidad, las hojas caían y los golpes de metal fueron evidentes –es un combate –dijo Iha en voz baja y haciendo señas a los demás que se estuvieran atentos, tras los arbustos guardaban silencio para no ser descubiertos. No pasó mucho tiempo cuando de repente las ramas de los árboles hacían estruendo al ser derribadas, las ráfagas de aire pasaban por las copas y entre los árboles, las ramas caían y dejaban que los rayos del sol entraran aclarando todo el bosque, aquella situación se volvía cada vez más peligrosa, las ráfagas pasaban algo cerca donde ellos se encontraban, pero ninguno se retiró. Esperaban ver quiénes eran los que estaban en la tremenda lucha; parecía que alguien estaba muy cerca, hasta que sintieron algunas pisadas que pasaron presurosamente junto a ellos, los chicos seguían ocultos y por debajo de los arbustos veían como los vientos coléricos derribaban todo a su paso, caían los árboles cercanos y algunas rocas, en tanto el piso y el agua del río se estremecían, era como si los vientos tuvieran cuchillas que los partían.

    –Todo aquello pasó en un instante, que no les dio tiempo de distinguir cuántos eran, ni mucho menos quienes eran, los sonidos de la lucha se alejaban cuando los niños salieron de su escondite, Iha les dijo:

    –Vamos, tenemos que saber quién son –y precavidamente los siguieron a la distancia.

    –Corrían entre los árboles y de repente alguien cayó a tierra, los chicos lograron acercarse para ver si veían quien eran los luchadores, y al acercarse cautelosamente se descubre el primer luchador, era Rilke que tenía su espada en la mano, mientras el otro desplegaba ráfagas a donde este se encontraba tirado en el pasto, Rilke pudo esquivar algunas y otras las repelo usando su espada, era muy rápido, pero el otro contrincante lo era aún más. Mientras Rilke yacía en el suelo, la figura del otro contrincante apareció, era el maestro Damus, que con un movimiento rápido alzó los brazos para hacer una invocación, toda la naturaleza que había salido dañada, la restauró, haciéndola crecer y de las ramas cortadas brotaron retoños que en un abrir y cerrar de ojos crecieron rápidamente, haciendo que todo volviera casi a su estado original. Al ver todo aquello Iha quedó impresionado, y unos segundos después Rilke se ponía de pie para continuar la lucha y así tratar de sorprender a su maestro, con un contra ataque que Damus le enseñó, su maestro por su parte esquivaba todos los ataques de su rival con tranquilidad. Los dos siguieron con su lucha y se alejaron del lugar, dejando fascinados a los espectadores encubiertos.

    –¡Wow! –comentó Khank –era el maestro Damus, no lo puedo creer, fue algo sobrenatural ¿lo vieron? –¡Sí! –exclamó Toky –fue una lucha que jamás olvidaré. Mientras Khank y Toky celebraban tan magnífica batalla, en sus pensamientos, Iha admiró el trabajo de su maestro y la tremenda habilidad que Rilke había adquirido al ser discípulo.

    –Algún día seré como él –dijo Iha pensando en su compañero de clases que demostró lo hábil que es con su espada. Después de un día lleno de aventuras y de un gran espectáculo imprevisto, los chicos regresaron a sus casas, Khank y Toky regresaban entusiasmados y jugueteaban actuando como Rilke y Damus, en tanto Iha estaba realmente impresionado al ver las habilidades que podría aprender de su maestro, y se motivaba para llegar a un nivel en el que su abuelo y maestro se sintieran orgullosos de él.

    Habían pasado días e Iha seguía con un gran entusiasmo, acudiendo a sus meditaciones y a estudiar las escrituras que su maestro le encomendaba repasar con mucha atención en la librería de la pirámide, donde se encuentran los escritos más antiguos del pueblo. Con ellos pudo descubrir reglas, situaciones, guerras, conflictos que su pueblo había pasado, algunos escritos estaban prohibidos, pero al final de todo, Iha solo iba a alimentar su conocimiento sobre las lecciones de su maestro. Progresó muy rápido, de hecho, fue más rápido que Rilke cuando este comenzaba. En esos días Damus lo presentó frente al Syro mayor para calificar su progreso, Iha estaba nervioso, su abuelo lo miraba y no como solía hacerlo, sino como juez de su desempeño como estudiante y esto lo ponía muy nervioso, mientras los ojos del juez lo miraban con atención.

    –Alumno Iha, esta es tu prueba de pase a la segunda fase de tu entrenamiento–dijo Skara, mientras veía las anotaciones del maestro sobre su desempeño. –Además me ha comentado tu maestro que has puesto mucho interés estos últimos meses, de hecho, has superado el tiempo de tu compañero y eso nos alegra mucho, así que siéntete con libertad de expresar y demostrar lo que has aprendido. Esta prueba nos demostrará el avance en tus movimientos, de lucha, habilidades y agilidad. Después cerrarás con la demostración de concentración de poder, recrearás una técnica de tu elemento, espero que hayas elegido bien, demostrarás el buen control de tu elemento al final, si la prueba es satisfactoria y los jueces están satisfechos de tu demostración, serás merecedor de ir a la segunda fase de tu entrenamiento. Iha ponía mucha atención a todo lo que el Syro decía y aunque el nerviosismo lo consumía, se concentró. Llegaban algunos ancianos a la arena justo al lado de la pirámide del sol, cuando todos estaban listos en sus lugares, el Syro mayor dijo.

    –La prueba comienza ahora.

    En la prueba se exponían los dos discípulos de Damus, quienes se presentaron de nuevo a los jueces. Iha una vez más se hallaba nervioso, pero se aseguró de que esto no le afectara, pues su abuelo Skara lo veía con atención, y Damus por otra parte presentaba a sus alumnos con buenas expectativas. La prueba había comenzado, Iha con firmeza y seguridad, realizó sus mejores movimientos de ataque, seguidos por movimientos de defensa y otros de habilidad tanto en tierra como en aire, todo era un espectáculo, su abuelo no despegaba la mirada de cada uno de sus movimientos. El ambiente no podía ser más tenso, el viejo Syro Skara admirado y atento paraba de respirar en ocasiones por tan maravillosa demostración de su nieto, esto lo hacía sentir sumamente orgulloso. Cuando el chico terminó de demostrar sus habilidades se paró frente a los jueces y con su rostro sereno y haciendo un espacio de silencio, meditó antes de hacer la última demostración. Respiró profundo y se concentró, su mente hizo que su tatuaje cobrara un brillo que pasó por sus brazo hacia la mano como si la luz le recorriera por la venas, surgió un destello que se encendió muy tenue y poco a poco cobró brillo y creció, en poco tiempo tenía una bola de luz que destellaba llamaradas de fuego, abrió los ojos y dijo en voz alta "Pavesa" y de su mano salió una chispa que de inmediato se volvió llamarada, esto fue algo inesperado para él, puesto que el fuego tomó una fuerza increíble y subió de nivel rápidamente. El joven Iha no supo qué hacer, nunca pensó que esa llamarada saliera con tanta intensidad, lo había practicado en casa y en la arena pero no salía con tanta fuerza; los maestros Skara y Damus quedaron impactados de la técnica del chico, pero el fuego fuera de control los abrazó, y los dejó sin pestañas, negros y humeantes después de la demostración, aún con las ropas llenas de humo los maestros quedaron sin palabras, pues había progresado tan rápido que sin duda dejaron que continuara con su entrenamiento. Rilke sonreía dando un gesto de apreciación a su compañero de clases, cuando Iha vio lo que había pasado, exclamó:

    –¡Lo siento, lo siento! –decía Iha con la mirada agachada pues no estaba planeado quemar a los maestros –¡Se me salió de control todo esto! ¡Perdón, perdón!

    Damus comentó mientras se sacudía un poco sus ropajes: –Iha hiciste muy bien, la apertura del portal, tu meditación hizo que la intensidad de tu ataque saliera de maravilla, estoy muy complacido por tu avance, pero debes saber controlar y analizar en donde te encuentras, las circunstancias previas te pueden hacer fallar o te pueden favorecer, en este caso te favoreció, pero como no estabas prevenido mira lo que pasó. Iha dio un rápido vistazo a su alrededor para ver cómo había quedado aquello, mientras el jurado deliberaba la decisión, el joven Iha miró sin pestañear a los ancianos que discutían entre ellos, sin poder adivinar lo que iban a decidir. Pasando un tiempo, vio como Damus y Skara regresaban de la plática y el Syro Mayor le dijo:

    –Como Syro de esta aldea –y haciendo una pausa, a Iha se le cortó la respiración. El Syro continuó –te doy la bienvenida a la segunda fase de tu entrenamiento, en las próximas clases, Damus deberá asignarte un arma para que comiences a desarrollar tu habilidad y combinar tu poder junto con tu arma.

    Iha estaba sumamente emocionado, todos lo felicitaron, los tres jueces ancianos y su maestro. Skara le dijo:

    –Bien hecho Iha, me siento orgulloso de ti –al oír esto, Iha le sonrió y se retiró después de una corta reverencia. Mientras Iha caminaba a la salida se encontró a Rilke que se estaba preparando para hacer su demostración final, sus miradas se cruzaron dándose apoyo mutuo. Rilke se dirigió al centro de la arena, donde los maestros Damus y Skara lo esperaban, con algo de impaciencia el joven espera la entrada de los jueces que lo calificarán. Se abrieron las puertas de la arena de entrenamiento, de inmediato los sabios ancianos del pueblo salen caminando en una línea, sus vestimentas color naranja hacían de aquella entrada de los sabios, fuera un momento solemne para el joven Rilke. Desfilaban en línea en un perfecto orden y en silencio tomaron su lugar para presenciar la prueba del primer discípulo de Damus. La segunda presentación del día estaba por comenzar.

    –Rilke hijo de Taham, se te ha confiado la seguridad de este pueblo, otorgando las enseñanzas más preciadas de nuestros dioses, de generación en generación, servirás con honor a tu pueblo del Sol, tu servicio será prueba de tu obediencia, si logras aprobar este examen, tus días serán en total servicio para tu gente, protegiéndolo y respetándolo el resto de tu vida, los ancianos, aquí presentes serán tus jueces que se aseguraran de aprobar tu desempeño, cuando pases este examen, tu nombre será escrito en el muro del deber, así como tus nuevas obligaciones al ser el guardián, el guía, el amigo, el orden, y cuando te reconozca el pueblo del Zolar te nombrará hijo ilustre; te deseo toda la suerte del mundo.

    Después de la bienvenida su maestro, Damus abre el interrogatorio:

    –Primero, tu técnica de ataque que te hizo discípulo se llamó "Alisios" que consta de un viento que puede contrarrestar algún objeto o en caso de lucha una defensa y ataque, dinos ¿será esta misma técnica la que te dé el pase a ser un Syrs o nos mostraras algo más grandioso? –Mirándolo fijamente contestó

    –Si gran maestro, se llama Alisios pero combinada con mi técnica y arma esto se vuelve más sofisticada –responde con una gran seguridad en sí mismo, mientras se pone en posición, agacha la mirada, concentra su poder en la mano que empuña su espada y al levantar la mirada dice su técnica "Alisios mandobles", un fuerte viento es liberado, una inmensa ráfaga hace desgarrar los pisos de la arena, los ancianos quedan asombrados, después el joven presenta su ataque cuerpo a cuerpo, mientras son colocados tres maniquís para la demostración, tomando aire se concentra y dando un grito comienza con los movimientos de cuerpo a cuerpo, entre sus golpes libera chorros de viento que hace trozos los soldados de madera que fueron colocados para la demostración, su habilidad era muy buena, y muy acertada en todo momento, tanto que la arena se llena de escombros, un maniquí fue cortado de tajo, otro con cortes perfectos, y el último triturado por los poderosos vientos que la técnica de joven Rilke. La tercer etapa es ser más preciso con su ataque y para eso se colocaron veinte estatuillas de arcilla para esta demostración, el joven Rilke toma aire, la prueba es agotadora, su respiración agitada y su mirada fijamente a un ejército de 20 estatuillas que recibirán su técnica letal, se posiciona mientras su corazón late apresuradamente, los nervios se le notan en sus gestos faciales pero aun así no despega su mirada en el objetivo, después comienza a correr, toma una velocidad moderada y da un salto y libera su técnica con estas palabras "alisios mandobles" de su cuerpo en el aire se desprenden ráfagas luminosas que con certeza destruyeron las estatuillas, haciendo algunas añicos, otras tantas quedan de pie, pero se mueven lentamente y están a punto de caer, pues están cortadas tan limpiamente que un movimiento leve las derrumbaría. Los ancianos quedaron maravillados de esta técnica, entre ellos comentaban en voz baja, unos decían que no habían visto una técnica tan innovadora como esta, otros decían:

    –Este muchacho va para grande–otros tantos más comentaban –Será uno de nuestros mejores hombres al frente de guerra –y por último todos quedaron satisfechos.

    El joven fue aprobado, y después de darle la noticia se celebró la ceremonia de investidura en privado, su madre y sus hermanos fueron los únicos que asistieron y después lo presentaron al pueblo como el nuevo Syrs, que es un hombre con la misma capacidad de un Syro pero que aún está bajo sus órdenes, y que aún no son independientes. Desde lo más alto de la pirámide y con su ropa de Syrs fue nombrado; la gente le gritaba, le aplaudían llenos de alegría, por una esperanza más del pueblo, mientras él fijaba la vista al horizonte y con cara de un profundo pensar.

    Ese día hubo una fiesta en honor de él y del aprendiz, la gente festejó y la celebración se extendió hasta tarde.

    Después de la gran fiesta un mes pasó y los chicos se pusieron aun más dedicados y entregados a sus prácticas, Iha se volvió más rápido, analizaba todo a su alrededor como le había dicho su maestro. Casi enseguida Iha comenzó su entrenamiento con la espada, para ello tomó a Rilke como ejemplo a seguir. Rilke le aconsejaba de cuales serían algunas técnicas y movimientos con espada que combinarían con el fuego, de hecho, con él creó una técnica más y también desarrolló la "Pavesa", entre los dos se había creado un fuerte apoyo.

    El tiempo pasó y un día de descanso Iha se comprometió con Khank de volver al río para pescar, lo que ellos no sabían es que ese día cambiaría el rumbo de esta historia.

    Entró el pequeño Khank muy entusiasmado y le dijo a su hermano mayor deseando que estuviera listo para hacer la actividad que había prometido.

    –Hermano estamos listos Toky y yo, solo te esperamos para partir.

    –Si Khank ya voy, ¿ya comieron algo? –Dijo Iha.

    –No, por el camino encontraremos frutillas, lo que queremos es ir lo más pronto posible a pescar –dijo con ánimo casi insuperable.

    –Está bien en un momento estoy listo –contestó Iha. Se levantó y se alistó con tanta pereza pues era día de descanso, pero una promesa era una promesa así que se dio prisa.

    Los tres jóvenes salieron; en el camino era todo juego y alegría, corrían y saltaban, cruzaron el bosque mientras charlaban con Toky todo lo que el maestro estaba enseñándole, con pláticas y juegos el tiempo pasó volando, y los chicos llegaron al río. Inmediatamente se dispusieron a cazar algunos peces, el tiempo pasó; fue un mal día de pesca para los chicos, pescaron muy poco. Pasando el tiempo lo aburrido se hizo presente para los tres y aún temprano Khank estaba recostado en el pasto mirando hacia arriba con una pajilla en la boca, y dijo en tono muy aburrido:

    –Oigan que aburrido está el día, debería ser uno de los más divertidos, y ¿por qué no vamos a otro lugar? Toky lo apoyó diciendo:

    –Sí, tienes razón, hagamos eso, estos peces no se ven por ningún lado, solo tenemos tres y no son muy grandes, ¿qué te parece si hacemos otra cosa?

    –Iha dijo –chicos es un buen lugar para relajarse, es mi día de descanso, esperaba esto hoy.

    Khank replicó –Aburrido, Aburrido, aburrido –diciendo repetidamente pues no le gustaba mucho la idea de quedarse. –oye Iha ¿Por qué no vamos al muro? –Dijo Khank –ya hace tiempo que no vamos a intentar cruzar.

    –¡Sí! –dijo Toky –la última vez casi lo logramos, de no ser por aquel soldado que se quedó oculto, lo hubiéramos logrado –dijo tan entusiasmado que contagió a Khank y un poco a Iha.

    –No lo sé dijo Iha, sabemos que es un lugar prohibido para visitar y menos pasarlo, pero la verdad es que el abuelo nunca ha dicho porque razón tenemos prohibido ir para allá.

    –¡Si vamos anímate! –dijo Toky –las últimas ocasiones hemos intentado llegar, pero los guardias siempre nos pillan, mucho antes que lleguemos, ahora será un reto para ustedes dos que ya que tienen habilidades.

    –Oye yo no soy aprendiz aún, solo tengo una señal o puedo aspirar para serlo, pero aún no me han hecho la prueba de admisión, aunque me esfuerzo para pronto tenerla ¿verdad hermano? –Dijo Khank muy seguro.

    Iha se la pensó varias veces antes de decir –Si, vamos –y los tres muchachos comenzaron a moverse hacia el este, donde el muro prohibido se encontraba.

    Se acercaron al muro sigilosamente hasta que vieron actividad de seguridad, los guardias pasaron patrullando de inmediato, ellos se escondieron detrás de unos arbustos, y el juego había comenzado. Toky y Khank se separaron de Iha y caminaron al paralelo de él caminando muy sigilosos, en lo que llegaban se desviaron un poco para llegar más pronto al muro, este se encontraba al final de los árboles, al frente una guardia estaba en vigilancia por lo que esperaron para que se movieran de lugar.

    –Shh –les dijo Iha, y con la mano les señaló que no hicieran ruido, e hizo ademán de que debían esperar para que los guardias se movieran del punto, los tres contenían la respiración, los nervios eran evidentes, nadie había pasado el muro, claro ninguno de los tres, no sabían nada de lo que se podrían enfrentar. Fijando su mirada en los guardias, al pasar unos veinte minutos se decidieron en moverse, se prepararon para ir adelante con el plan, cuando vieron que se alejaron los guardias, ellos se movieron más rápido al punto de correr, pero por desgracia los guardias regresaron y los vieron antes de que estos llevaran veinte metros para al muro, un grito de uno de ellos alertó a más guardias.

    –Oigan ¿a dónde creen que van? –¡Alto! –otros gritaban desde el otro extremo, los niños asustados no dejaban de correr por lo que Iha se apresuró a alcanzarlos, los tomó de la mano y dando un salto se elevó impulsado por el poder del fuego; subió tan alto que alcanzaron la altura del muro y pasaron por encima de este; los guardias no pudieron hacer mucho, mientras unos se disponían para ir a los accesos, otros corrieron hacia la pirámide para notificarle al maestro Syro de lo que había pasado.

    Sin embargo, los tres jóvenes yacían al otro lado del misterioso muro, llevaban una sonrisa en la cara mientras iban cayendo, como si disfrutaran cada segundo de ese salto. Cuando cayeron los tres descubrieron algo diferente, un llano enorme con un pastizal muy crecido y entre ese llano había centenas de estatuas de hombres, portando espadas, lanzas, arcos y flechas; estaban todos en poses de acción como si una lucha estuviera pasando, se quedaron algo sorprendidos pues las estatuas eran demasiado detalladas con rasgos muy definidos. Lo que los llevó a preguntar:

    –¿Por qué están estas figuras aquí? y ¿porque nadie sabe de esto? –dijo Toky.

    –¿Qué es esto? –dijo Khank mirando a Iha.

    –No lo sé hermano, jamás había escuchado nada al respecto, ni de este ejército de piedra respondió Iha, ni de lo que pudiera haber tras el muro.

    Caminaron despacio los tres, acercándose muy cuidadosamente, era tan evidente en los rostros de las estatuillas una impresión de fuerza, coraje y de asombro. Esto fascinó a la vez que llenó de curiosidad a los tres jóvenes.

    –Estas estatuas se ven tan reales, como si tuvieran vida –a lo lejos se escuchaban los gritos de los guardias tratando de atrapar a los intrusos, pero estos dieron caso omiso a los gritos. Caminó más adentro Khank, en forma de juego.

    –No te acerques mucho, no sabes que pueda pasar –advirtió Iha.

    Su curiosidad lo hizo querer tocar a uno de ellos, así que levanto un brazo a la espada de uno de ellos, y con el dedo índice apenas rozó el borde de la espada cuando al instante, la espada comenzó a desmoronarse, asustado dio un paso atrás bajando la mano. La arena salía fácilmente como si fuera una cascada y saliendo dentro de ellos. Khank se quedó viendo detenidamente cómo fue cayendo hasta consumir toda la estatua y quedar en un montón de arena.

    A lo lejos la voz de su abuelo le advirtió. –¡No toquen nada más! Saben perfectamente que no deben estar aquí ¿quién les autorizó la entrada?

    –¡Abuelo! –dijo Iha –no pasó nada solo queríamos… el abuelo lo interrumpió abruptamente.

    –¡Silencio! Iha no saben lo que están haciendo, me han decepcionado, ¿por qué no entienden lo malo que es estar aquí? –su voz cambió a un enojo que nunca habían oído antes.

    –¿Abuelo? –Dijo Khank

    –No quiero escucharlos, ¡arréstenlos! –dijo Skara mandando a los guardias.

    Ninguno se resistió y así los tres fueron llevados hacia la pirámide, los ancianos los esperaban con gran alboroto y la gente comenzó a reunirse en la explanada. Cuando llegaron la gente comenzó a gritar consignas que desacreditaban la autoridad de Skara como jefe del pueblo, llegaron con los tres y los pusieron enfrente de la multitud, los ancianos se agruparon mientras Skara esperaba que ellos se dignaran a pronunciar palabra.

    –¡Abuelo! –Gritó el pequeño Khank. Pero Skara apenas lo vio, Khank agachó la mirada al ver la cara de disgusto del abuelo.

    Los sabios los mandaron llamar para saber que era el castigo que deberían poner a estos tres jóvenes que desobedecieron las reglas sobre el muro; la gente aguardó hasta que los sabios hablaran al Syro y cuando este se volvió hacia la multitud dijo.

    –Pueblo del Zolar, hace 12 años nuestro pueblo sufrió un ataque que muchas personas aún pueden recordar, y prometieron guardar el secreto, más aquellas personas que perdieron a sus seres queridos, siento profundamente que mis nietos hayan infringido la ley de traspasar el muro que yo mismo alce, dando la orden de no traspasar esta área, los sabios me exigieron que este muro nunca debería ser descubierto, hasta lograr descubrir la solución a este problema. He fracasado como Syro real, fallé a mi deber. En eso, entre la multitud sale Rilke gritando, reaccionando por lo que había pasado.

    –Señor, deben ser castigados duramente, por su culpa no podré…. –y este fue interrumpido por Damus.

    –Rilke, deja que los sabios tomen el castigo hacia ellos, sabemos que quebraron la ley y es por eso por lo que debemos esperar con calma.

    –¿Calma? Esto no debe tomarse a la ligera, o me van a decir que por ser nietos del Syro mayor pasaran por alto esta falta imperdonable –replicó el joven mientras su rostro se desencajaba del coraje que sentía. –Basta Rilke, déjame hablar –dijo Skara –sé que he dejado que pasaran muchas cosas y otras más que pasé por alto, y es por eso hoy renuncio a mi cargo y dejando a Damus mi cargo como Syro mayor, tomo el castigo de mis nietos, como prueba de mi descuido y falta de carácter para tomar acciones que perjudicaron a mi pueblo.

    Los niños quedaron boca abierta, no podían creer lo que estaban escuchando, sus corazones palpitaban de prisa, pues veían que el abuelo sufría por todo esto. La gente se quedó sorprendida también, pero los sabios no hicieron nada al respecto solo dejaron que Skara tomara su decisión, dando por entendido que era lo mejor. Mientras Damus y Rilke se dirigieron a los sabios para apelar la decisión de Skara. Rilke por otro lado solo le preocupaba convencerse que no se les olvidara imponer castigo.

    –Señores, creo que todo esto se ha salido de control, saben muy bien que él es el indicado para este cargo –recalcó Damus.

    Rilke continuaba con la lucha de que aplicaran la ley que correspondía y que no tuvieran compasión por la falta.

    –Ustedes fueron testigos que hicimos todo para tratar de devolver a nuestro guerreros a su estado normal, ni el poderoso Nabor pudo encontrar solución a este hechizo, ¡por favor deben recapacitar! –Continuaba el maestro abogando por Skara.

    –Lo sentimos Damus, pero ya que todo esto ha pasado tan rápido y no teníamos nada previsto, te quedaras como Syro auxiliar hasta que Skara nos dé una respuesta definitiva.

    –Rilke estaba exponiendo su problema cuando los ancianos dejaron de escucharlo, el pobre estaba desilusionado por la acción tomada, y esto lo orilló a también tomar decisiones personales; sintió que aquello no era justo, por la desgracia que le había pasado.

    Skara se quedó en la audiencia, y dio a los soldados una última orden, llevar seguros a los niños a casa. Y así lo hicieron.

    El camino a casa transcurrió en completo silencio, la angustia de lo que había provocado al abuelo y la decisión que él había tomado le daba vueltas en la cabeza a Iha. Khank también sentía un gran remordimiento y no pronunció ni una sola palabra. Toky tampoco dijo nada.

    Llegaron al sendero que los separaría, los hermanos fueron encaminados a la pequeña casa en aquella colina a las afueras de la ciudad, los guardias llegaron con ellos y les dijeron.

    –Están en su casa, pero aún sigue arrestados, está prohibido salir hasta que los ancianos tomen una decisión por el delito cometido. ¿Está claro? –Iha con la mirada hacia el suelo asintió con la cabeza, y los dejaron justo en la puerta de la cerca. Con gran pena entraron a la casa. El tiempo pasó, y el sol se ocultaba. La imagen del rostro del abuelo les aumentaba ese sentimiento de culpabilidad y la vergüenza al verlo cuando este regresara. Aquella noche el abuelo llegó tarde, los niños se habían quedado dormidos.

    A la mañana siguiente el abuelo no podía dirigirles la palabra, estaba tan decepcionado que no podía ni hablar con ellos, los chicos lo sabían, y se sentían pésimos por esta situación. Ninguno de los dos tenía el valor de dirigirle la palabra. Llegó la hora en que el abuelo como todos los días se iba a la pirámide, pero esta vez no pasó, el abuelo se quedó meditando bajo aquel árbol donde siempre que tenía algún problema se refugiaba a meditar bajo su sombra. Los niños hicieron sus tareas evadiendo al abuelo que aún no les dirigía la palabra.

    Así pasaron tres días, y no había mucho rose entre ellos, el abuelo se gastaba sus días debajo del árbol y su rostro estaba en un modo de meditación constante. La tercer noche después del suceso, los chicos se sentaron frente al fuego mientras veían a su abuelo que se quedó perdido en el tiempo mirando hacia la nada meditando, eso pensaban ellos hasta que el abuelo se movió, se volvió hacia la casa y con pasos serenos entró, los miro y haciendo una mueca de que al fin había tomado una decisión definitiva, respiró profundamente y se sentó en medio de sus dos nietos.

    –Iha, Khank –a los chicos les pareció algo extraño pero a la vez sentían que algo importante el abuelo había decidido –esto tuve que haberlo dicho desde hace años. Cuando ustedes tenían ya razonamiento de las cosas, ahora fue muy tarde –con voz nerviosa comenzó a explicarles sobre el muro y su secreto –hace doce años el pueblo del Zolar tuvo una invasión de un enemigo que sospechamos vino de las montañas azules o las montañas negras, más allá de la puerta del Sol, al norte de Nubos y Orcadas

    –¿Dónde está eso? –preguntó Khank

    –Muy lejos mi niño, pasando por el lago hacia el bosque de las mujeres, llegando a Nubos después pasando Orcadas, la ciudad más lejana de nuestro mundo, existen unas ruinas de dos columnas gigantescas que conformaban una puerta, allá nadie ha pasado y el que lo hace jamás ha regresado. Pensamos que este ejército vino de esas tierras, como el Zolar algunas ciudades más fueron atacadas y muchas sufrieron peor destino que la nuestra, cuando

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