noche hubo tractores en el centro de la ciudad. Rugían por el mismo motivo que sus dueños: porque se sienten abandonados. Traían pegada la tierra de origen a las ruedas, y la tierra quedaba esparcida en el asfalto a la espera de que un coche recién lavado y probablemente eléctrico la aplastara para siempre. Anoche un pedazo de campo invadía la invadirán el campo, con más ruido, con menos pausa, sin motivo alguno más allá de respirar aire puro y regresar a la oficina con un trofeo de hojarasca y boñigas en las suelas. Leí un día que entre los abogados de Manhattan se había puesto de moda un espray que simula el aspecto del barro en los bajos del coche. ¡Qué chic presentarse el lunes en la oficina y demostrar lo duro y gratificante que es pasar un fin de semana en el chalecito del pueblo! “Hey,, disculpa si me huele aún un poco el pelo a chimenea... ¿sabes?”.
La tierra
Feb 23, 2024
2 minutos
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