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Monólogo sobre el Cascajo: Edición prologada por Antoine Renan: Legado, #1
Monólogo sobre el Cascajo: Edición prologada por Antoine Renan: Legado, #1
Monólogo sobre el Cascajo: Edición prologada por Antoine Renan: Legado, #1
Libro electrónico129 páginas2 horas

Monólogo sobre el Cascajo: Edición prologada por Antoine Renan: Legado, #1

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El cascajo, por difícil que sea de entender y reconocer, es una de las máximas creaciones humanas y la más duradera, debería considerársele al mismo nivel que el Estado, la Religión, la Economía o el Arte, sin embargo, todas estas merecen de nuevo que se les escriba con mayúscula, porque engloban lo que nos hace sentir (y ser) humanos, favorecen nuestra propia sensibilidad, facultan la alegría de arrepentirnos; nos humanizan en nuestra opinión y son congruentes con la visión que nos queremos forjar de nuestra especie, sin embargo, el cascajo no existiría sin la intervención sucinta de la raza humana, es la entropía de nuestro sistema, al mismo tiempo que es, posiblemente, el legado más duradero que dejemos cuando nuestra extinción se vea truncada y la extinción sea inevitable, es un material nostálgico, despreciable y problemático y por eso mismo sostengo que se parece a nosotros, los humanos. Cuando alguna otra civilización recorra el planeta tierra, minutos antes de que sea devorado por el sol, en unos diez mil millones de años, quizás una humanidad supe revolucionada, con menos cabello y unos cuantos centímetros menos de estatura, podrá mirar con la misma nostalgia que despierta en nosotros ese material silencioso, roto en una infinidad de pedazos irregulares, sin color definido y con ese aspecto de nunca terminar de convertirse en polvo, alguno de estos individuos súper humanos, dirá, en silencio, y exclusivamente para sí mismo; polvo somos y en polvo nos convertiremos y aun entonces el cascajo seguirá siendo cascajo.

Cuando el sol se trague a la tierra y la degluta en sus entrañas de hidrógeno, aun entonces, el cascajo seguirá allí, luchando, como combate lo que tiene por destino objetivo hacerlo, como Bertolt Brecht decía sobre los hombres, especialmente, sobre aquellos que son imprescindibles, por un instante, el cascajo cesará su infatigable pelea en contra de la hierba y el pasto, en contra del agua y el viento, en contra de la obscuridad y la nada; por un instante, demostrará que su lucha ha tenido un sentido, pues al ser más resistente que la hierba y el pasto, los verá arder en llamas y convertirse en cenizas y luego en la nada; sentirá la ignición en sus cercanías, pero esperará mientras todo se fundirá con las trazas de carbón que se elevarán por encima de su existencia en una atmósfera saturada de partículas carbonizadas y, entonces, el cascajo sabrá que habrá ganado, apenas por un instante lacónico, para luego dejarse consumir y haber obtenido una poética victoria efímera, como todas las que existen en esta vida, para fundirse con su destino, que es el mismo de absolutamente todo, ser deglutido por una masa incandescente y convertirse en una energía ininteligible. Entonces, el cascajo, habrá desaparecido de la faz de la tierra, pero en algún lugar recóndito de este universo o quizás de otro aún por descubrir, alguna fuerza, humana o similar a ésta, natural o que se le asemeje, demolerá un muro, la furia de una turba derrocará a algún tirano y de sus palacios, de sus ciudades, de alguna humanidad arcaica o súper desarrollada, renacerá el cascajo, con la misma vitalidad que ha existido desde que las personas se dignaron a construir civilizaciones.

IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento22 abr 2021
ISBN9798201385408
Monólogo sobre el Cascajo: Edición prologada por Antoine Renan: Legado, #1

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    Monólogo sobre el Cascajo - Enrique García Guasco

    Fondo Editorial Xólotl

    MMXXI

    Título: Monólogo sobre el Cascajo, Edición prologada por Antoine Renan.

    Autor: Enrique García Guasco.

    Traducción del prólogo: Ivonne González Portier

    Diseño de la Portada: StudioSanMartín S.A.

    Derechos Reservados © 2021 para el texto Enrique García Guasco, para el prólogo Antoine Renan.

    Por el total del volumen Fondo Editorial Xólotl / Axioma Editores.

    Fondo Editorial Xólotl, Carretera México – Querétaro 3006, Piso 4,

    Fraccionamiento Valle Dorado, 54020, Tlalnepantla de Baz, México. México

    Axioma Editores, Juan Manuel Blanes 3601, La Boca, 560058B.

    CABA, Buenos Aires, Argentina.

    Colección a cargo de Felipe Aznar Villanueva

    Hecho en México.

    Una dedicatoria.

    C.S. Lewis, advierte de forma inicial en el clásico de la literatura Las Crónicas de Narnia: El León, la bruja y el armario, a Lucy Barfield, su ahijada, que cuando empezó a escribir esa historia para ella, no había caído en cuenta en que las muchachas crecen más rápidamente que los libros y para cuando hubiera terminado de escribir esos relatos, ella habría crecido lo suficiente como para que los cuentos de hadas no le interesaran más; cuando yo me propuse y prometí hacer un libro respecto al cascajo; el mundo y quienes lo formamos éramos diferentes y, por ello, para cumplir mi promesa me he valido del tiempo necesario para construirlo y aunque ahora pueda significar poco o nada lo dedicaré, muy especialmente, a las dos personas que lo inspiraron, a cada una, juntas y por separado con agradecimiento y mi buena voluntad de por medio.

    - Para Astrid Karam, por ser la persona bondadosa, amable y ejemplar que ha sido desde el principio. Con éste, espero que quede completamente despejada la duda que un día expresaste y que dio origen a esta tarea.

    - Para David Agustín Belgodere, por la sinceridad de tus consejos que retumban entre mis dos oídos, por tus valiosas aportaciones en lo jurídico, en lo político y en lo humano.

    Con sincero agradecimiento, sirva para refrendar mi amistad con ambos.

    Prólogo.

    Conocí a Enrique García Guasco, hace unos años atrás, lo encontré, tras concertar una cita por teléfono bastante escueta, por recomendación de un amigo en común (André Gorz) en una de las aceras de la Rue de Puebla, en París, (no la Avenue de Puebla, que es una vía al interior del parque Buttes Chaumont) éste es un sitio singularísimo porque se trata de una calle olvidada que se convirtió en otras calles, con otros nombres que cuentan otras historias que no convienen recordar en este momento.

    A decir verdad, lo imaginaba mucho mayor de lo que era, habían varios datos que me lo hacían suponer, Gorz, era un filósofo ciertamente excepcional pero no conocido por ser el hombre más paciente con la nueva generación, además, nadie o muy pocas personas conocen la historia de esa calle fundada en 1862 y nadie que no conociera la historia de ese espacio urbano habría estado interesado en tener un encuentro en él; la razón de su existencia fue la caída de Puebla en manos de las tropas francesas tras el escollo sufrido por las fuerzas del Imperio Francés en la ciudad mexicana ante el ejército comandado por Zaragoza el 5 de Mayo.

    Así que esperaba encontrar a un hombre con canas y cabello largo, barba ridículamente larga y en pico, en aquella ocasión, me dirigí con curiosidad para escuchar al que Gorz llamaba el hombre de la democracia energética, me dirigí hasta esa calle perdida en la jungla urbana entre monumentos, edificios y un montón de cafés con un aire art deco que la hace difícil de encontrar, conocía su localización y recordaba que era parte de la calle Simón Bolívar, sin embargo, por alguna razón ese día en especial me fue difícil de localizar, igual que este personaje, con algunos minutos de retraso, lo divisé fundido entre las líneas del art nouveau que se extienden por entre los edificios, con un maletín color café entre las manos, un saco color azul, camisa blanca y un pañuelo blanco que lo hacía lucir como si fuera a encontrarse con la Reina de Inglaterra.

    Me saludó con cierto distanciamiento, me habló durante unos minutos sobre el espacio urbano en el que nos encontrábamos, me dijo, que era un extraño lugar disociado de su origen y de la finalidad política con la que se instauró; lo escuché con cierta duda, pero reconocí que sabía sobre la historia del sitio y sobre la guerra entre dos naciones en las que ambas se declararon ganadoras indiscutibles de aquella batalla que debió ser épica, sin embargo, la verdad de las cosas es que ninguna resultó con otra victoria que no haya sido la mezcla cultural que se logró al complementarse entre sí; guerra intestina que parió en el folklore mexicano la música del Mariachi y el termino lascivo franchute la base de una ideología simbólica que le dio carácter e identidad a la mexicanidad explorada y jamás descubierta por Octavio Paz, precisamente otro de esos escritores mexicanos tan adeptos a París.

    Durante aquel primer encuentro que tuvo lugar un día soleado de agosto; de primer momento, aquel individuo que vestía un saco ridículamente sobrio de Alexander McQueen, me pareció un hombre distraído, nervioso, afanado en el tiempo y con una suerte de verborrea permanente que no aminoraba ante ninguna circunstancia, pude notar que era bajo de estatura, con la mirada franca, la piel irritada... me pareció dermatitis atópica o exceso de ese sol incómodamente veraniego de la capital de Francia, moreno claro y excesivamente expresivo con las manos, al escucharlo, me hizo dudar sobre su origen, puesto que al hablar, sobresalía un dejo de un acento en francés ligeramente apenino; similar al natural de Umberto Eco; a quien, por cierto, suele llamar mi paisano, por un momento, pensé que era un ciudadano italiano; se lo hice saber de inmediato, sin embargo, André Gorz me había advertido de su origen mexicano; él, rápidamente, rezó la cuadratura de su noble estirpe desde el origen de una familia muy antigua plagada de héroes de guerras y batallas perdidas, además, de inútiles sino todas la mayoría, incluso, dignas de ser contadas en una novela de treinta y tres capítulos que no estaba aún dispuesto a comenzar a escribir.

    Sonrío cuando terminó de contarme la historia de los Guasco, de Alejandría de la Paya como la llama Cervantes en el Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha, hizo mención a los apellidos ilustrísimos de la región, naturalmente, no le presté mucha atención, quizás, porque soy un snob en toda la expresión de la palabra, tal vez, porque mi origen francés me impide naturalmente enterarme mucho de lo que pasa del otro lado de la frontera en Italia.

    Explicó que le gustaba hablar como Umberto Eco, me cuestionó, sí yo habría leído por casualidad Baudolino, le pregunté, a su vez, por mera curiosidad y una suerte de convencionalismo sí se refería a la novela del semiólogo italiano que había publicado hacía un par de años atrás, a lo que respondió afirmativamente con cierta esperanza albergada en el corazón porque mi respuesta fuera afirmativa; lamenté no haberlo hecho, se limitó a decir que contaba la historia de su familia materna.

    Caminamos despacio pero por largo rato, lo hicimos en dirección hacía Campos Elíseos, entonces, mientras más avanzábamos, comenzamos a hablar de energía que era el tema que Gorz nos habría encomendado tratar; sus posturas eran firmes, su mente era como un enorme agujero negro, no tenía fin, tampoco pies ni cabeza, solo ímpetu, por momentos, me pareció, para decir la verdaderamente un tanto intransigente pero en muchos sentidos tenía razón, su óptica sobre la generación y distribución in situ de la energía y la reducción del costo tanto climático como monetario, resultaban bastante claras, eventualmente, nos detuvimos en un café y decidió beber conmigo un café y una botella de agua "Perrier".

    Al abrir el envase verde de grueso vidrio y tapa color dorado, masculló unas palabras que me fueron ininteligibles, luego, mirándome fijamente, dijo: Podría parecer trillado, pero esto es brindar con agua del enemigo no está nada bien, habría preferido una San Pelegrino aunque irónicamente sea prácticamente la misma agua... Sonreí por mero compromiso, el comentario no me pareció en absoluto halagador ni oportuno. Se excusó diciendo que solía tener el mal tino de ser muy franco en los sentidos más crudos y críticos lo que le traía problemas con frecuencia, especialmente, con las personas que no conocía de tiempo atrás. Decidí no ahondar sobre el tema, mientras él siguió hablando sobre los factores determinantes de la entropía en los sistemas sociales.

    Lingüísticamente usaba algunos modismos de Lyon, explicó que había intentado que un diario de aquella localidad publicara una serie de artículos sobre el uso racional de la energía y los recursos naturales en las zonas urbanas, el diario. era Le Progrès, el mexicano había obtenido una recomendación de un amigo suyo que había vivido durante largo tiempo en Ciudad de México y que se había dedicado a escribir artículos mucho tiempo atrás en esa institución del periodismo, Hervè Heyraud, un francés cuya esposa había sido enviada por Nestlé al país azteca con la finalidad de comandar los destinos de la empresa, mientras, el flamante marido, fungía como un extranjero desempleado que extrañaba secretamente sus largas caminatas a la orilla del Río Sena y que en sus largas horas de ocio y muy poca recreación, el ex periodista, había decidido fundar un proyecto editorial denominado Le Petit Journal el nombre era un refrito ideológico, la edición en línea, resultó ser un referente para inmigrantes franceses en América Latina y pasado algún tiempo, la edición, se llegó a extender hasta en cuarenta y ocho ediciones que se habían vendido como franquicias independientes.

    Le pregunté qué lo impulsaba a indagar sobre la energía, me miró con cierta sordidez, sonrío después de unos segundos y finalmente me aseguró que él era el único hombre que sabía lo suficiente del cascajo, la tiranía, la dignidad y el azúcar, como para estar interesado en la energía. Al principio, no hilé la relación entre los conceptos anteriores y la energía, pensé que había sido mi mala interpretación de su acento la que me había llevado a escuchar esas palabras que no tenían mucho sentido entre sí y que no hilvanaban con la energía, pero, aún con su sentido inconexo me resultaron risibles y apasionantes, le pregunté qué tenían que ver esos conceptos con el de energía.

    Nada, dijo con una sonrisa, mientras bebía otro trago, pero sí logras comprender esos

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