Instinto de protección
Por Teresa Southwick
()
Información de este libro electrónico
Aunque todos habían visto a Quentin y a su joven esposa, Dana Hewitt, intercambiando miradas apasionadas y sonrisas de dicha, la gente especulaba sobre su unión porque muchas mujeres habían intentado conquistar el corazón de Quentin y ninguna lo había conseguido.
Aunque la pareja insistía en que había sido amor a primera vista, ¿qué tenía Dana Hewitt para haber llevado al altar a un hombre que había jurado no casarse nunca?
Teresa Southwick
Teresa Southwick discovered her love for the written word because she was lazy. In a high school history class she was given a list of possible projects and she chose to do an imaginary diary of Marie Antoinette since it seemed to require the least amount of work. But she soon realized that to come up with any plausible personal entries for poor Marie she needed to know a little something about the woman. Research was required. After all, Teresa sincerely wanted to pass the class. Nowadays, she finds that knowing as much as she can about her characters is more fun than it is work. She is the author of 20 books, four of them historicals for which she had to do research. She s happy to say laziness played no part in the creative process and no brain cells were harmed in the writing of those books. She has no pets as her husband is allergic to anything with fur. Preserving her marriage seemed more expedient to her than having a critter curl up by her desk as she writes. She was conceived in New Jersey, born in Southern California, and got to Texas as quickly as she could, where she s hard at work on a series for Silhouette Romance called Destiny, Texas. Never at a loss for inspiration or access to the male point of view, she s surrounded by men including her heroic, albeit allergy-prone, husband and two handsome sons.
Relacionado con Instinto de protección
Títulos en esta serie (100)
Aprender a confiar Calificación: 5 de 5 estrellas5/5O caminho de regresso Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesEl apuesto inquilino Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesPartilhar um amor Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesRumores de casamento Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesEncontro amoroso Calificación: 1 de 5 estrellas1/5Presa a ti Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesPerto do paraíso Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesInteresses em conflito Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesGrabado en el corazón Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Dos corazones atrapados: A la caza de matrimonio Calificación: 5 de 5 estrellas5/5O amor perdido Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesO regresso da princesa Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesUm beijo da tua boca Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesUn billete a la felicidad Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesUn amor de cuento: A la caza de matrimonio Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Sonho errado Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesLlámalo deseo Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Mi irresistible jefa Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesO engano das gémeas Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Um homem sem piedade Calificación: 3 de 5 estrellas3/5El final del viaje Calificación: 4 de 5 estrellas4/5En manos del enemigo Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Vidas robadas Calificación: 4 de 5 estrellas4/5¿Quién eres tú? Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesEsperando al destino: Bodas soñadas (2) Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesAmor inocente: Escándalos en la ciudad (1) Calificación: 3 de 5 estrellas3/5Lo mejor de ti Calificación: 3 de 5 estrellas3/5Traiciones del pasado Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesConseguir un amor: Segundas oportunidades (3) Calificación: 5 de 5 estrellas5/5
Libros electrónicos relacionados
Intercambio de favores Calificación: 4 de 5 estrellas4/5El regreso de Melanie Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesCorazón olvidado Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesAmor de verano Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesEl otro Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesEspejismo de amor Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Hacia el destino: El trono de Ambria (2) Calificación: 3 de 5 estrellas3/5Pasado imperdonable Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesMás allá del olvido Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Un gran paso: El trono de Ambria (1) Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Una familia de verdad: Puntadas de amor (1) Calificación: 5 de 5 estrellas5/5El último escándalo: 'Secretos junto al mar' Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesEl recuerdo de una pasión: Secretos junto al mar Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesSeducción de verano - Aventura de un mes: Verano de escándalo (1) Calificación: 5 de 5 estrellas5/5A tu lado: El legado de los Logan (11) Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesUn baile de máscaras Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Mi soltero preferido: El legado de los Logan (5) Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesLa pareja que engañó a todo el mundo Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesMuy personal: Amores por sorpresa Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Pasión sin freno Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Nuestra cita a ciegas Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Una noche… nueve meses Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesInocencia y sensualidad Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesLa hija secreta Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesLa hija del millonario Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Seducida por el príncipe Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesPerfecto para mi Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Bajo la luz de la luna: Bride mountain (1) Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Caminos cruzados: Puntadas de amor (4) Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Boda con el hombre perfecto: En Las Vegas (4) Calificación: 4 de 5 estrellas4/5
Romance contemporáneo para usted
Dos Mucho para Tí Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Un hombre de familia Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Novio por treinta días Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Una y mil veces que me tropiece contigo Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Esposa por contrato Calificación: 3 de 5 estrellas3/5Después de Ti Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Vaya vaya, cómo has crecido Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Resiste al motero Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Matrimonio por contrato: Lorenzo Bruni, #2 Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Un orgullo tonto Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Vendida al mejor postor Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Tres años después Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Contrato por amor Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Esclava de tus deseos Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Prometida falsa Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Un capricho del destino Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Fiesta de empresa Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Esposa olvidada Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Matrimonio de conveniencia Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Como Llamas Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Si te atrevieras a quererme... Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Salvada Por El Alfa Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Al Borde Del Deseo: Romance De Un Millonario: Los Secretos Del Multimillonario, #1 Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Macho Alfa Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Raptada por el Jeque Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Novio multimillonario: La Isla del Placer Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Alégrame la vista Calificación: 4 de 5 estrellas4/5El trío de Marley Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Padre a la fuerza Calificación: 4 de 5 estrellas4/5La cabaña Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificaciones
Comentarios para Instinto de protección
0 clasificaciones0 comentarios
Vista previa del libro
Instinto de protección - Teresa Southwick
Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra solo puede ser realizada con la autorización de sus titulares, salvo excepción prevista por la ley.
Diríjase a CEDRO si necesita reproducir algún fragmento de esta obra.
www.conlicencia.com - Tels.: 91 702 19 70 / 93 272 04 47
Editado por Harlequin Ibérica.
Una división de HarperCollins Ibérica, S.A.
Núñez de Balboa, 56
28001 Madrid
© 2000 Harlequin Books S.A.
© 2021 Harlequin Ibérica, una división de HarperCollins Ibérica, S.A.
Instinto de protección, n.º 1195- abril 2021
Título original: The Acquired Bride
Publicada originalmente por Harlequin Enterprises, Ltd.
Todos los derechos están reservados incluidos los de reproducción, total o parcial.
Esta edición ha sido publicada con autorización de Harlequin Books S.A.
Esta es una obra de ficción. Nombres, caracteres, lugares, y situaciones son producto de la imaginación del autor o son utilizados ficticiamente, y cualquier parecido con personas, vivas o muertas, establecimientos de negocios (comerciales), hechos o situaciones son pura coincidencia.
® Harlequin, Julia y logotipo Harlequin son marcas registradas por Harlequin Enterprises Limited.
® y ™ son marcas registradas por Harlequin Enterprises Limited y sus filiales, utilizadas con licencia.
Las marcas que lleven ® están registradas en la Oficina Española de Patentes y Marcas y en otros países.
Imagen de cubierta utilizada con permiso de Harlequin Enterprises Limited.
Todos los derechos están reservados.
I.S.B.N.:978-84-1375-569-4
Conversión ebook: MT Color & Diseño, S.L.
Índice
Créditos
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Si te ha gustado este libro…
Capítulo 1
QUENTIN McCormack sintió un golpe en la pantorrilla. Un niño que no levantaba una cuarta del suelo se había estrellado contra su pierna. Vio con sorpresa cómo los dos helados y el algodón de azúcar que el pequeño llevaba en la mano se deslizaban por la pernera del elegante y caro pantalón.
Luego su mirada se encontró con los preocupados ojos grises del causante de la colisión. La expresión contrita de su rostro le dio tanta pena que no se atrevió a regañarlo. ¿Qué hacía un niño tan pequeño solo por ahí?
—¿Te encuentras bien, chaval?
El niño, que no le llegaba a Quentin ni a la rodilla, asintió con la cabeza.
—¿Dónde están tus padres?
Solo obtuvo por respuesta un encogimiento de hombros. Quentin miró al gentío que se había reunido allí a la hora de comer. Era agosto y hacía calor. Hannah Caldwell acababa de inaugurar su nueva guardería. Todo el pueblo se encontraba allí para celebrarlo porque Storkville se tomaba en serio la responsabilidad de cuidar a sus niños, lo cual le hizo preguntarse nuevamente quién dejaría a su hijo solo en la calle.
Miró los escaparates y la calle hacia un lado y el otro.
—¿Tus padres trabajan por aquí?
—Mami trabaja en…
En ese instante oyó una asustada voz femenina.
—¡Luuuukaaaas! —llamaba.
—¿Cómo te llamas?
—Wookie —le respondió el niño
—¿Como el personaje de La guerra de las galaxias?
El niño lo miró sin comprender.
La gente se abrió y permitió a Quentin ver a tres metros a una mujer con aspecto desesperado y dos niñitas llorosas de la mano. Se quedó sin aliento al verla. Una melena castaña que le llegaba al hombro le enmarcaba con sus rizos el rostro en forma de corazón donde resaltaban los ojos grises más grandes y expresivos que había visto en su vida. No era alta, quizás un metro cincuenta y pico, pero su esbelto cuerpo era la personificación de todos sus sueños. Fue como si lo atravesase un rayo. Fulminante.
Debido a la multitud en la calle principal, ella no veía ni a Quentin ni al pequeño, que se encontraban de pie frente a la gran casa victoriana con un jardín de juegos infantiles que ahora era BabyCare. Para llamarle la atención, Quentin levantó la mano, pero la volvió a bajar al darse cuenta de que le temblaba. Por fin, ella lo miró directamente y él señaló hacia abajo.
—¿Es este niño suyo, por casualidad?
Los hombros de la mujer se relajaron por el alivio. Se acercó de dos zancadas y se puso en cuclillas junto al niño.
—Lukie, me has dado un susto de muerte —le dijo, con un tono que era una mezcla de preocupación y enfado. Luego lo abrazó como una boa constrictor—. No lo vuelvas a hacer nunca más.
La mujer se puso de pie, sonriendo, y su sonrisa le volvió a quitar el aliento a Quentin.
—¿Todos tienen la misma edad? —preguntó Quentin, viendo que las dos niñas tenían la misma altura que el varón—. Usted debe de ser de Storkville.[1]
—¿Por aquello de que «la cigüeña que visita Storkville reparte los bebés a pares a aquellos cuyo amor es ilimitado»?
—Así es como reza la leyenda.
—Creo que aquella vez la cigüeña perdió el rumbo, porque me visitó en Omaha —dijo, mirando a los tres niños con infinito amor.
—¿No le parece que es poco sano permitir que un niño tan pequeño coma tanto dulce? —comentó Quentin, recordando el pegote que se le deslizaba por la pernera del elegante pantalón—. Por no mencionar el que vaya por ahí sin nadie que lo vigile, señora…
Los ojos de ella le recordaron, de repente, un cielo tormentoso y Quentin se preparó para ser atravesado por un rayo destructor.
—Dana Hewitt —dijo ella, presentándose—. Sé perfectamente que un niño de tres años necesita que lo vigilen, señor…
—McCormack, Quentin McCormack.
Ella, de ser ello posible, pareció más enfadada todavía.
—¿De los McCormack que fundaron Storkville?
—Exacto.
Así que ella sabía quién era y que el dinero no era precisamente una preocupación para él.
—Genial —murmuró ella, levantando la barbilla ligeramente, en actitud defensiva—. ¿Tiene usted niños, señor McCormack?
—No estoy casado.
—Eso no es lo que le he preguntado. Para tener niños no es necesario estar casado.
—Para mí, sí. Nunca sería tan irresponsable —dijo él, y al mirarla a los ojos se dio cuenta de que ella apenas le llegaba a la barbilla. Él medía un metro ochenta, por lo que ella era pequeña, realmente pequeña.
—¿No ha oído nunca el dicho: «Zapatero a tus zapatos»?
—Sí.
—Bien, entonces cuando tenga trillizos, volveremos a hablar —dijo ella, volviendo a tomar a las dos llorosas niñas de la mano—. Por si le interesa saberlo, cada uno de los niños podía elegir una sola cosa. Mientras estaba pagando, Luke agarró lo suyo y lo de sus hermanas y salió corriendo sin que me diese cuenta.
—Comprendo —dijo él. Lo que no comprendía era dónde encajaba el marido de ella en todo aquello. ¿Por qué no estaba allí para ayudarla a dominar a tres niños pequeños?—. No pretendía juzgar. Tiene razón. No tengo ni idea de cómo ocuparme de un niño, así que mucho menos tres de la misma edad. Perdón.
—Disculpas aceptadas —dijo ella. Cuando miró a su hijo, su enfado se esfumó y una expresión totalmente distinta se le reflejó en el rostro, una expresión que era una mezcla de exasperación y ternura—. Te has metido en un buen lío, chico. Nunca, nunca salgas corriendo de esa forma —le repitió.
—Quedía un blobo —le respondió el niño, con una mueca de obcecación en los labios.
—Ya sé que querías un globo. Pero no siempre se puede tener lo que se quiere, especialmente cuando todo tiene que salir del mismo bolsillo.
De repente, ella se dio cuenta exactamente de lo que había sucedido. Miró las manos vacías y pringosas de su hijo, luego el charco de helado derretido mezclado con algodón de azúcar alrededor de los elegantes zapatos italianos, y finalmente la pernera del pantalón con el churrete de dulce. Se quedó boquiabierta.
—Dios santo —dijo, cuando logró recuperar el habla—, dígame que mi hijo no ha hecho eso.
—No se preocupe, ha sido un accidente.
—Oh, Lukie, pídele perdón al señor McCormack.
—Perdón, señor Mac —dijo el niño, levantando la mirada hacia él.
—No pasa nada, chavalote —dijo él, despeinándolo con la mano.
—Se llama señor McCormack —corrigió ella a su hijo.
—Es un poco largo —dijo él—. Con Mac es suficiente.
—No sé qué decir, no sabe cuánto lo lamento, señor Mc…
—Por favor, tutéame. Llámame Quentin.
—De acuerdo, Quentin —dijo ella—. Insisto en que me permitas pagar por la limpieza de los pantalones.
—Un poco difícil. No quedaría nada bien que me quitase los pantalones en medio de la calle principal del pueblo, frente a todo el mundo.
Ella se ruborizó y su expresión le llegó directo al corazón, dejándolo sin defensas. Culpa de ello la tenía su dulce sonrisa con labios llenos y sensuales y rizos que le rodeaban el rostro incitándolo a hundirle la mano en el cabello mientras la besaba hasta dejarla sin sentido. Sintió que un rayo lo atravesaba por segunda vez en cinco minutos.
—No —dijo ella, negando con la cabeza—. Te agradecería que no te quitases los pantalones aquí. No sería correcto.
—Estoy de acuerdo contigo —sonrió él. Sintió que su sonrisa era demasiado amplia, pero quizás lo ayudaría a disimular el efecto que ella había tenido en él.
—Pero insisto en que me envíes la cuenta del tinte.
—No es necesario.
—¿Cómo puedo pagar este desastre? —le preguntó ella.
—Respondiendo a una pregunta.
—De acuerdo.
—¿Dónde trabajas?
—Dirijo una tienda. Se llama Baberos y Botines.
—Ah, eso explica el que no te haya visto antes.
—¿Quieres decir que nunca has caminado por nuestros pasillos de sonrisas que contienen canastillas, cunas