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Línea de Quiebre: Serie de Román Lee
Línea de Quiebre: Serie de Román Lee
Línea de Quiebre: Serie de Román Lee
Libro electrónico332 páginas4 horas

Línea de Quiebre: Serie de Román Lee

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Información de este libro electrónico

Los detectives Román Lee y Lonnie Temple descubren una conspiración en el Hospital Memorial con la ayuda de la Dra. Marlene Scott.  El primer procedimiento en el mundo para unir de forma física un cerebro humano con un implante de IA es un éxito y todos los ojos se posan en la compañía del multimillonario Sebastián Conroy, Neurolink, y su empleado recientemente repotenciado, John Bentley.  Pero apenas unas semanas después de ser dado de alta, algo ha estado sucediendo agudizando su memoria y su personalidad.  John Bentley está perdiendo la noción del tiempo.  Los minutos se convierten en horas.  Despertar en un callejón junto al edificio donde trabaja es solo el comienzo.  Podría haber perdido mucho más…

IdiomaEspañol
EditorialBadPress
Fecha de lanzamiento4 ene 2021
ISBN9781071582473
Línea de Quiebre: Serie de Román Lee

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    Línea de Quiebre - Cole Steele

    LÍNEA DE QUIEBRE

    ­­­COLE STEELE

    Copyright © 2018 por Cole Steele

    Todos los derechos reservados

    Sin limitar los derechos arriba reservados, ninguna parte de esta publicación puede ser reproducida, almacenada o introducida a algún sistema de recuperación ni transmitida, de ninguna forma, o por ningún medio sin la previa autorización escrita del propietario de los derechos.

    Esta es una obra de ficción.  Los nombres, personajes, lugares e incidentes son producto de la imaginación del autor o son utilizados de forma ficticia.  Cualquier parecido con personas reales, vivas o muertas, eventos, o establecimientos es enteramente fortuito.

    Para mi familia y amigos de toda la vida de la Calle C.  Por siempre.

    UNO

    John y Trina Bentley atravesaban de prisa O’Hare en Chicago tratando de alcanzar a tiempo su vuelo de regreso a Kirkwood.  Pasaron los últimos diecisiete días en un crucero de Royal Caribbean combinado con una estadía con todo incluido en Sta. Lucía. Ambos estaban físicamente agotados por el viaje.

    Observaron los monitores en busca de su vuelo de conexión para estar seguros de que estaban a tiempo.  John se dio cuenta de que Trina estaba nerviosa de nuevo por tener que subir a otro avión.  La rodeó con un brazo y le dio un beso ligero.

    —Uno más y estaremos en casa.

    Ella lo abrazó con fuerza.

    —Pareciera que fue más rápido llegar allá que regresar.

    —Debemos apresurarnos, pronto abordarán el vuelo.  No voy a ceder nuestros asientos a algún miembro de la tripulación que necesite viajar al este.

    —Definitivamente ha sido un décimo aniversario memorable.

    —Con suerte traemos de regreso a otro pasajero.

    El viaje había sido planificado específicamente según el calendario para coincidir con su ciclo con la esperanza de concebir un hijo.  Sus cuentas en Instagram estaban inundadas con comentarios y emoticones de sus seguidores alrededor del mundo después de anunciar que iniciarían una familia.  La foto que había atraído más ‘me gusta’ fue de ellos de pie juntos en la playa justo cuando el sol desaparecía reflejándose en las cristalinas aguas azules.  Un filtro de alta resolución enfatizaba el momento cuando la cabeza de ella descansaba sobre su hombro.  El texto de la imagen decía La vida es maravillosa por sí misma pero es realmente mágica cuando la compartes con la persona que amas.

    Hicieron una pausa antes de entregar sus pases de abordaje.  Una pantalla plana de televisión bastante grande en el área de espera transmitía el despegue de un dron que llevaba pasajeros y que luego aterrizaba con toda seguridad a algunas millas de distancia.  El edificio en el fondo le parecía conocido.  Era el hotel y casino Acrópolis, propiedad de los hermanos Razin.  Habían construido el área de aterrizaje cerca del edificio como una ruta más directa para el tráfico proveniente del aeropuerto internacional de Kirkwood.  En lugar de tomar el servicio de transporte o alquilar un auto, podían tomar el dron vía Ufly.  Era una división de Udrive fuera de Europa que había elegido a Kirkwood y a Houston Texas como lugares de prueba para el futuro de los viajes aéreos de corta distancia.

    Trina Bentley lo miró intrigada.

    —¿Cuándo sucedió eso?

    —Creo haber leído en la red algo al respecto antes de irnos.  Una de esas notificaciones de las redes de noticias.  Recuerdo haberle dado clic.

    —Qué mundo más loco ¿no es así?

    —La tecnología está haciendo que todo avance muy rápidamente.

    —Vamos, cariño, antes que nos dejen.

    Después de encontrar sus asientos, les encantó darse cuenta de que tenían la fila de asientos completa para ellos dos para poder estirarse un poco.  Aliviados al sentir que el avión se alejaba del terminal de pasajeros, cada uno intentó relajarse.  A Trina le estaba costando más durante el viaje de regreso.

    John ya había cerrado sus ojos, una imagen de completa calma se reflejaba en su rostro incluso antes de que llegaran a la altura de crucero.  Trina miraba a su esposo con envidia mientras esperaba que las tabletas de Dramamine le aliviaran del mareo que siempre la afectaba.  Al optar por un medicamento menos fuerte debido a la incertidumbre sobre el posible éxito de sus esfuerzos haciendo el amor durante las últimas dos semanas, le estaba costando más de lo normal para relajarse.  Mientras miraba casualmente por la ventana sobre el ala del avión, observó cómo se flexionaba atrapando los ocasionales rayos de sol mientras penetraba en el cielo cubierto de nubes.  Sus manos se sentían como agujetas porque su circulación estaba limitada por la fuerza con se aferraba a los brazos del asiento.  Para relajarse un poco ahora, frotó sus manos recuperando algo de su color como efecto de la circulación de la sangre por sus extremidades.

    Trina se concentró en su propio relajamiento notando apenas que la mano de John rozaba su brazo mientras realizaba su ritual de pequeñas sacudidas antes de entrar en el sueño profundo REM.  La cabina se sacudió brevemente al encontrarse con ciertas turbulencias luego de volar por unos veinte minutos.  Él apenas se movió.  Tomando su mano entre las suyas, le acarició los nudillos suavemente, observando cómo su pecho subía y bajaba.  Era una de las razones por las que estaba enamorada de él.  Se habían conocido en Barnes y Noble en Boston mientras esperaban en fila para pagar por sus compras.  Él era muy arriesgado y no le temía a casi nada.  John provenía de una familia muy grande que con frecuencia pasaba por alto su comportamiento caballeroso durante su juventud.  Sus hermanos tenían personalidades muy parecidas.  También hubo momentos en los que trataron de sobresalir uno más que el otro cuando se trataba de retos temerarios.  John le había contado a Trina en su primera cita, la historia sobre cómo él y sus hermanos hacían carreras y saltaban desde el techo del estacionamiento para intentar aterrizar en el techo del vecino que tenía una nada amistosa cerca dentada justo debajo.  Todo terminó cuando su amigo de la escuela se resbaló antes de hacer el salto y cayó contra la pared del otro lado del estacionamiento y se rompió el tobillo.  Trina, por otro lado, era extremadamente conservadora, incluso cautelosa al punto en que casi volvía loco a su esposo.  Era una hija única cuyos padres se habían esforzado mucho para concebir hasta que fueron mayores.  Si hubiera habido alguna confusión sobre cómo eran los padres helicópteros antes de que la expresión se hiciera común, no tenías que ir más lejos para encontrar la definición.  Era todo un esfuerzo lograr sacarla de su limitada zona de confort pero al menos había logrado que viajara en avión, aunque con ayuda de medicamentos.

    Aunque ambos habían pasado por numerosas consultas mediante la lectura de cada artículo disponible sobre bioingeniería, ella todavía tenía profundas reservas sobre el procedimiento en el que John Bentley había aceptado participar la próxima semana.  Sería el primer ser humano con su cerebro físicamente conectado a una nano computadora operada por Inteligencia Artificial.  La vida, después de todo, iba a cambiar en varios sentidos de una sola vez.  Finalmente habían tomado la decisión de iniciar una familia.  Los debates y las discusiones habían abierto el camino a la razón cuando acordaron que el momento nunca sería perfecto sin importar cuánta esperanza tuvieran de la situación ideal.  Pero John iba a tratar de hacer las cosas un poco más sencillas.  La inversión de su jefe en él venía con una gran recompensa.  Ella podría dejar su trabajo como gerente de oficina  para una agencia temporal cuando se sintiera lo suficientemente cómoda para hacerlo.  Tendrían seguridad financiera y podrían comprar una casa en las afueras de la ciudad de Kirkwood después de reubicarse en Massachusetts.  Los fondos para estudios serían para la educación de sus hijos.

    El celular de Trina Bentley vibró con una notificación de Instagram.  Era de Sebastián Conroy, el CEO de Neurolink y jefe de John.  Les deseaba un feliz viaje de regreso y esperaba con ansia las próximas semanas y meses en los que estarían cambiando la historia.  El avión hizo una nueva caída de unos cincuenta pies por un bolsillo de aire sobre el Lago Michigan.  Sintió como si se hubiera tragado su corazón.  Los ojos de John se abrieron.  Su mano se sintió como si estuviera en una prensa.

    —¿Estás bien?

    —Ese medicamento no ha sido de mucha ayuda.

    —¿Qué hora es?

    —Casi las cuatro.

    —Deberíamos aterrizar pronto.

    —Sebastián hizo un comentario en nuestra publicación.

    —¿Qué dijo?

    —Que nos deseaba un feliz viaje y que estaba emocionado por nuestro regreso pero más que todo por el tuyo para que puedan cambiar la historia.

    —¿Todavía tienes reservas al respecto?

    —Es solo que no entiendo cómo estás tan  relajado todo el tiempo, nada te molesta, nunca.  ¿Qué pasa si nos caemos del cielo en este momento?

    —¿Qué pasa si lo hacemos?  No tendría los controles en mis manos para evitar ese desastre, así que para qué preocuparnos por eso.

    —¿La cirugía y el implante?

    —Para ser honesto, estoy más preocupado por la cláusula sobre la no-competencia en el contrato que firmé.  Los documentos que hablan sobre la retención de información corporativa y todo lo demás bajo el sol que acepté.

    —Entonces, algunas cosas sí te molestan.

    —Mira, no vamos a discutir.  Aunque pueda ser un poquito prematuro, comenzando con una simple prescripción, convertirse en padres requiere de sacrificios.  Esto es solo el comienzo.

    —Tienes razón, fue algo egoísta de mi parte.

    —Hay una cosa.

    —¿Qué?

    —Ser el espectáculo en reuniones sociales.  Casi puedo visualizar la primera vez que alguien comente en broma sobre enchufar un teléfono inteligente para una carga rápida.

    —Nadie va a robar la virginidad de tu portal excepto yo, Sr. Bentley.

    —Me alegra ver que te sientes mejor.  Por un momento, tuve temor de que hubieras perdido el sentido del humor.

    Se escuchó por el altavoz un anuncio del capitán creando un momento de silencio entre ellos.  Pronto aterrizarían en Kirkwood.  La temperatura era de unos cálidos ochenta grados con condiciones de humedad.  Les agradeció por volar con ella y la tripulación sobre el hermoso Lago Michigan.

    DOS

    —¿Te reunirás con Lonnie el Sábado, Román?

    —Me envió un texto esta mañana.

    —¿Yo estaba dormida?

    —Profundamente.

    —Gracias a ti, sin duda.

    —Tenía intenciones de despertarte para otra vuelta.

    —Eres muy malo al no dejar que una chica tenga su sueño de belleza con esas ideas.

    —Lo sé, pero creo que no te hubieras resistido.

    —Probablemente tengas razón.  De todas formas ¿qué sucede hoy que es tan especial?

    —Trabajo.

    —Debe ser algo interesante.

    —Hemos estado trabajando con una mafia de tráfico de personas desde hace unos meses y no logramos acercarnos al tipo que la dirige.  Nadie lo ha visto siquiera, hasta ayer.  Lonnie quiere mostrarme lo que tiene porque él mismo tampoco puede creerlo.

    —¿Dónde?

    —El complejo deportivo de fútbol del otro lado de la ciudad.

    —No es un representante, ¿cierto?

    —Peor, eso es todo lo que puedo decirte, Mónica, y eso si es que esta fuente es creíble.

    —Envíame luego un texto y me dices si vamos a pasar juntos al menos parte del fin de semana.

    —Está bien.

    Mientras retrocedía para salir de la casa, el caluroso sol de Agosto había convertido el interior del Chevelle en un horno.  Abrí un poco la ventana para que escapara el calor.  El motor había sido modificado nuevamente en Smitty’s con la aprobación de la ciudad.  Solo necesitaba presionar un poco el acelerador para que las ruedas se aferraran al concreto.  Se sintió como si la parte delantera del auto se levantaría del camino si aplicaba algo más de presión.

    El complejo futbolístico estaba en el lado oeste de la ciudad.  Era uno de los más grandes del estado.  Albergando más de veinte campos de tamaños oficiales acompañados por una instalación para prácticas en la que se realizaban casi todos los fines de semana, incluyendo al equipo local.

    Aunque había sido bastante bien diseñado, parecía que un estacionamiento adecuado todavía era algo pendiente.  Varios vecindarios a lo largo de la transitada calle estaban bordeados con autos principalmente los Sábados para incomodidad de los residentes.

    Avanzando lentamente por la entrada principal, Lonnie me envió un texto para que lo buscara en el segundo campo a la izquierda.  Había estado viendo el juego sentado en las gradas de aluminio.  Presioné automarcado para llamarlo por teléfono.  Sonó un par de veces antes de que respondiera.

    —Piensa solo por un segundo.  Tus nietos podrían jugar aquí algún día.

    —Esperemos que algún tipo de deporte.

    Lonnie Edward Temple había sido mi único compañero desde que llegué a detective hacía algunos años.  Fue contratado mucho antes que yo por el Departamento de Policía de Kirkwood cuando tenía unos veinte y tantos, siendo promovido eventualmente después de unos diez años para dejar de patrullar.  Lonnie rara veces decía improperios, pero si lo hacía, siempre había una buena razón para ello.  Estaba próximo a su retiro con una carrera intachable.  Su único pecado verdadero, si querías llamarlo así, era su afinidad por los perros calientes de Coney Island en Tribeca.  Se estaban volviendo famosos rápidamente en Michigan por cortesía de un trasplante de Nueva York llamado Saúl Anagnostapolous.  La esposa de Lonnie por treinta años, Mónica, prefería que él no disfrutara con tanta frecuencia de su almuerzo favorito.  Si los peligros de su trabajo no eran suficientes para preocuparse, de verdad no quería añadir fuego al combustible por deficiencias en su dieta, lo que recientemente había comenzado a manifestarse alrededor de su cintura.

    Lonnie en aquella época, probablemente era un buen atleta y siempre comentaba sobre ser el mejor en lo que se refería a deportes y habilidades físicas.  Si la genética era algún indicio de lo que acostumbraba ser en el campo de juego, obviamente lo había heredado su hijo Torrey.

    —¿Vas a llevarme o quieres que bloquee el tráfico aquí?  Ya sabes cómo se ponen estos padres cuando se trata de sus hijos y los deportes.

    —Despiadados.  No creerías algunas de las cosas que escuché sentado aquí arriba.  Ya voy bajando.

    Lonnie se levantó de su asiento y se dirigió hacia el corto césped debajo de la estructura.  Caminó casualmente hacia afuera pero no sin antes llevar su mano hasta su gorra para bloquear el intenso sol de la mañana por un momento.

    —Tenemos que ir hacia a atrás hasta donde están los puestos de comida.

    —Este lugar en verdad tiene mucho uso.

    —El fútbol parece ser popular entre los chicos en estos días.

    —¿Viste el pabellón a la izquierda?

    —¿En el que están los padres con sus hijos?

    —Ese mismo.

    —Hay un lugar justo en frente donde puedes dar la vuelta.

    —¿Vas a decirme qué es lo que estamos buscando?

    —Voy a dejar el motor encendido por el aire acondicionado, esta mañana hace un calor infernal.

    —Allí está Román.

    —¿Quién?

    —Nuestra persona de interés.  Supuestamente es la cabeza del mayor sindicato de tráfico de personas en este lado del hemisferio.

    —Dime que no estás jugando conmigo Lonnie.  Renuncié a pasar la mañana del Sábado con Mónica para que pudieras traerme hasta aquí para decirme que Anton Dixon es el principal jugador detrás de todo esto.

    —Tal como que tú estás sentado en ese asiento sin creerlo.  Es él.

    —Supongo que alguien tiene algo concreto.

    —Sí y no.

    —No me gusta cómo suena eso.

    —El tipo es inteligente y paranoico al mismo tiempo.

    —Lo has estado siguiendo, ¿cierto?

    —Uno de nuestros agentes encubiertos de narcóticos nos prestó un GPS.  De hecho la puse en la nueva camioneta SUV del bueno de Anton y luego esperé.

    —¿Qué sucedió?

    —El desgraciado la llevó al auto lavado a primera hora de la mañana y lo desconectó.

    —¿Buscaste si había cámaras en la entrada de la casa antes de colocarlo, James Bond?

    —No vi ninguna.  Así que lleva a lavar su auto y luego comienza a conducir sin sentido por toda la ciudad sin detenerse en ningún lugar.  Solo teníamos un auto porque pensamos que eso sería todo lo que necesitaríamos cuando lo plantamos.

    —Sabía que estabas cerca así que trató de cansarte hasta que cedieras.

    —Nos perdió antes de eso.  Te juro que pasó frente a una casa y la cortina se abrió como si los estuviera llamando para que les avisara si lo estaban siguiendo.

    —Definitivamente paranoico.

    —Una señal de pare también hubiera sido inútil.

    —Entonces dime de nuevo, ¿cuál es la conexión entre el presidente del fútbol juvenil, quien resulta ser un exitoso inversionista en bienes raíces, y el tráfico de personas?  No parecen tener ninguna relación, Lonnie.

    —Estaba llegando a eso.

    —Eventualmente.

    —Todavía no has perdido la paciencia incluso después de tu suspensión.

    —Gracias por recordármelo.

    —No fui yo quien voló por todo el país sin permiso para enfrentarme con unos idiotas en una hacienda.  Tienes suerte de tener tu trabajo y estar vivo.

    —No vi al FBI precisamente inundando el lugar hasta que nosotros encontramos a la familia.  Se presentaron justo cuando Micah y yo estábamos viendo quién podía recibir más golpes de esos estúpidos idiotas.

    —Tu cicatriz está un poco mejor ahora.

    —Entonces ¿qué estabas diciendo?

    —Dixon tiene propiedades por toda la ciudad.  Pero nada está a su nombre.  Todo pertenece a miembros de su familia o compañías fantasmas que creó en Delaware.  La mayoría han estado vacías por un tiempo pero de vez en cuando alguien se muda a ellas por unos meses y hay más movimiento del que puedes imaginar.

    —Tal vez es el dueño del barrio y le alquila a transeúntes o algo por el estilo.

    —Pensamos que es cuando los está moviendo por todas partes y usa sus propiedades como centros provisionales.

    —Es posible, pero no mucho porque todavía no me has dado nada.

    —¿Has estado viendo de nuevo las repeticiones de la Ley y el Orden?

    —Tal vez un poco, el aburrimiento tiene la tendencia a permitir que te arriesgues con la TV tarde en la noche.

    —¿Hemos interceptado alguno de sus mensajeros?

    —Mensajeros, ¿acaso en estos días la mayoría de las personas no usa las redes sociales y teléfonos inteligentes?

    —Él no.  O al menos no hemos descubierto ninguno.

    —¿Dónde lo encontraste?

    —Justo después que se marchó de la biblioteca.  Estaban enviando mensajes codificados en marcadores de libros.  Creemos que cada dos semanas se entrega un mensaje.

    —El tiempo promedio de préstamo de un libro es de dos semanas.  Ya nadie presta atención a las Bibliotecas por el internet.  Astuto.  ¿Este Mensajero podría darte algo?

    —No hablará.  Es como si le tuviera miedo o algo.

    —¿Hay más de uno?

    —Unos pocos que nosotros sepamos.

    —Necesitamos infiltrar a alguien.

    —Es casi imposible.  Cada vez que nuestro agente encubierto se acerca, se ponen evasivos.  Estoy comenzando a pensar que es una especie de sociedad clandestina o mercado elitesco para los ricos.  A menos que aparentes tener mucho dinero y simplemente te ignoren.

    —Nuestra situación presupuestaria no es exactamente la mejor en este momento.

    —El Jefe Maxwell nos ha estado recordando caso todas las semanas sobre este caso.  Los recursos en horas hombre y todo lo demás.  No es mucho lo que podemos hacer.

    —¿Estás movilizando adultos y niños?

    —Los mensajes son vagos así que no estamos seguros.

    —Conexiones dispersas con las propiedades y mensajes codificados.  Qué hay de la biblioteca.  ¿Podemos obtener una orden para revisar la cuenta?  Creo que podríamos tener una causa probable para una búsqueda ahora que están intercambiando mensajes allí.

    Vimos como un niño de unos diez años con cabello rizado marrón y pecas se acercó corriendo y le dio un saludo chocando las manos antes de dirigirse al campo con el resto de sus compañeros del equipo.

    —¿Su hijo?

    —También tiene una hija.

    —¿Casado?

    —Divorciado, dos años.

    —¿Qué sucede con la ex?

    —Un tipo como él tiene ojos en todas partes.  Probablemente la tenga bajo vigilancia.  Quizás ella no sepa nada.

    —¿Tienen custodia compartida?

    —Sí, dividen el tiempo entre ellos.  Él los tiene el primer y último fin de semana de cada mes.

    —Este sería su Sábado y Domingo.  Creo que deberíamos ir a hablar con ella.

    —Trabaja en Capital Chevrolet.

    —Cambiemos de auto.

    —El Impala está en la sede.

    Lonnie envió mensajes de texto mientras iban en camino.  Eventualmente sonrió cuando guardó su celular.

    —Su único hijo acaba de firmar con los Panthers de Carolina después que una notable carrera con la Universidad de Michigan.

    —¿Cómo está Torrey?

    —Dijo que el campamento de entrenamiento era más o menos como lo esperaba.  Los entrenadores son implacables.  El margen de error es limitado.

    —Espera hasta que comiencen las eliminatorias.

    —El primero juego de exhibición es el próximo Viernes en Detroit.

    —Me pregunto quién está más nervioso. ¿Él o tú?

    —Todavía me cuesta creer que lo reclutara Carolina.

    —Incluso si los hermanos Razin hubieran ganado la licitación para la expansión del

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