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Amor libre
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Libro electrónico81 páginas56 minutos

Amor libre

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Era 1902 cuando Roberto de las Carreras volvía de un viaje a Buenos Aires y encontraba a Berta, su esposa, en la cama con otro hombre. En un Uruguay que estaba debatiendo una primera ley de divorcio, el Estado amparaba al hombre engañado si decidía matar a los amantes. Pero la reacción del autor fue la publicación de estos interviews voluptuosos en los que desafía la institucionalidad del marido y la construcción masculina toda, defiende el derecho de la mujer a la propiedad de su cuerpo, cuestiona la imposición del rol de madre y celebra la libertad sexual con un vigor erótico que supo perturbar el ambiente cultural de su época. Anarquista, feminista, excéntrico dandy, insolente incurable, las ideas de Roberto de las Carreras siguen siendo, más de un siglo después, un escándalo para la aldea.
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento3 ene 2018
ISBN9789974876934
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    Amor libre - Roberto de las Carreras

    Índice

    Cubierta

    El antídoto contra la calma montevideana

    El amante. Roberto de las Carreras

    Dedicatoria

    Primer Interview

    Segundo Interview

    Tercer Interview

    Créditos

    Contratapa

    El antídoto contra la calma montevideana

    Roberto de las Carreras es un sibarita, que sienta mal en el rebaño burgués de nuestros literatos.

    JULIO HERRERA Y REISSIG

    Hace un tiempo fui al Cementerio Central a buscar la tumba de Roberto de las Carreras. La tarea resultó más difícil de lo que esperaba: hacía calor, el sol pegaba fuerte y no tenía ni idea de por dónde empezar. Recorrí los senderos, contuve la respiración delante de las magnánimas esculturas, pero ni rastros de él. Entonces, confiando en esas fuerzas sobrenaturales que solo en un lugar así parecen posibles, dije bajito: «Roberto, si andás por acá, avisame». Doblé a la derecha, caminé unos pasos y ahí estaba: «Familia De las Carreras», en letras de bronce sobre un mármol gastado y blanquísimo. Asumí que Roberto estaría riéndose de mí con desdén y a la vez fascinado con la visita de esta admiradora, porque en la aldea parece que casi todos se han olvidado de él.

    Ningún personaje montevideano me despierta tanta simpatía como este señor. ¿Hay que dar explicaciones? La vida y obra del dandy del 900 tiene todos los ingredientes para convertirse en leyenda. Hijo ilegítimo de Clara García de Zúñiga y Ernesto de las Carreras, nació en cuna de oro pero manchado por su bastardía y por la vida amorosa de su madre, quien despertó las habladurías y el rechazo de la sociedad hipócrita y encorsetada de Montevideo.

    Su particular origen lo puso ante dos caminos posibles, el ostracismo y la vergüenza eterna, o enfrentarse al mundo con airado desparpajo. Él, por supuesto, eligió el segundo.

    El jovencito de 17 años sensible y enfermizo viajó a Europa con el dinero que le dejó su padre al morir. La experiencia le dio las pinceladas finales a su espíritu provocador: regresó convertido en todo un dandy donjuanesco.

    En una Montevideo que por momentos lo ahogaba, no dejó de sentirse a sus anchas. Escribía poemas con fruición, polemizaba en los diarios con pluma viperina, retaba a duelo y se convirtió en un adversario verbal de temer. Publicaba folletines cargados de erotismo barroco e iba construyendo un personaje cuyo objetivo era provocar, como si fuera un Oscar Wilde rioplatense.

    Coqueteaba tanto con el ideario anarquista como con las mujeres casadas, por lo que ser el más ferviente defensor del amor libre le iba como anillo al dedo. Se inspiraba en sus conquistas y fracasos amorosos, su vida era una puesta en escena a la que le dedicaba tanto empeño como a sus letras de influencia modernista. En Sueño de Oriente despelleja a las mujeres casadas de la ciudad, gruesas y adormiladas, y las incita a liberarse. En su libro Psalmo a Venus Cavalieri, editado a todo lujo en papel exquisito, exalta con ampulosidad a la famosa actriz italiana que había actuado en Montevideo, y agrega una atrevida propuesta amatoria que, pese a la insistencia, no fue correspondida.

    Pero quizás la anécdota que mejor lo describe es la que inspiró su poema en prosa En onda azul… Un día vio pasar desde el café Moka (en Sarandí y Bartolomé Mitre) a una jovencita de traje azul que lo encandiló. Entonces decidió trepar los andamios del hotel Colón (Rincón y Bartolomé Mitre) para dejar en el balcón de la amada una canasta de rosas y un poema. Pero al hermano de la destinataria no le pareció tan galante el gesto, y apenas se lo cruzó le dio dos tiros en el pecho. Claro que un espíritu apasionado es difícil de apagar: Roberto sobrevivió. Se paseaba orgulloso por Montevideo con el chaleco agujereado por los balazos.

    El escritor siempre daba que hablar, y en 1901 pasó lo improbable: se casó con Berta Bandinelli. El contrato parecía tener menos que ver con el amor y más con la posibilidad de acceder a una herencia, pero era un matrimonio al fin, y ante la mirada de sorna de sus detractores el libertino parecía haber sentado cabeza. Menos de un año después, al regresar de un viaje a Buenos Aires, Roberto encontró a la esposa in fraganti con su amante. Otro en su lugar habría hecho lo que se solía hacer con total impunidad en nombre del honor masculino: matarlos a los dos. Pero él tenía un plan menos sangriento y más astuto. Se adelantó a las habladurías y le dio forma a su texto mejor logrado: Amor libre, interviews voluptuosos con Roberto de las Carreras. El primero de los tres interviews se publicó como carta en el diario anarquista La Rebelión, y quizás

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