En su carrera de más de cuatro décadas Marcelo Ebrard Casaubon se ha mantenido en la cima del mundo político gracias a su talento como negociador, pero no por su éxito en las urnas: de las cuatro plataformas electorales que ha construido desde 1999 para impulsar sus aspiraciones políticas –primero para jefe de Gobierno capitalino y luego para presidente de la República–, sólo consiguió una victoria, al costo de muchas frustraciones.
La historia se repitió durante el proceso de selección de la candidatura de Morena a las elecciones presidenciales de 2024, en el cual Ebrard se lanzó con un grupo de apoyo marginal, que no pudo revertir las tendencias favorables a Claudia Sheinbaum Pardo. Finalmente salió del proceso de selección, se inconformó con los resultados y presentó un ultimátum a la dirigencia nacional del partido para reponer el ejercicio, lo que rompió con una militancia de menos de un año y medio en Morena.
En una fuga hacia adelante, Ebrard puso en marcha un nuevo “movimiento político nacional” en torno a