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Jhortensia Espineta Osuna
Jhortensia Espineta Osuna (Camagüey, 1979) es graduada de publicidad y promoción socio-cultural en la Escuela Nacional de Arte (2003), además de narradora, poeta, modelo y fotógrafa. Con Zona de exorcismo obtuvo el Premio de la Ciudad 2005 y el Premio Luis Suardíaz 2006. Premio Bustos Domeqc, 2002 y 2010 (narrativa, Feria internacional del libro), Mención en la Bienal nacional de Literatura Ángel Escobar en 1999, Mención única del Premio de la Ciudad Camagüey en 2002 y Mención única Eliseo Diego, Ciego de Ávila en 2005. Textos suyos aparecen en numerosas antologías nacionales e internacionales. Sus cuentos Santo Oficio y Ama al próximo como a vos mismo fueron adaptados para el cine. Como fotógrafa ha expuesto en varias galerías y ciudades del país, y ha ilustrado libros como: Morir sin rostro, del poeta Jesús Zamora Ávila, y La sexualidad, del doctor en Psiquiatría José Agustín Sardiñas Orozco.
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Ciudadpedia - Jhortensia Espineta Osuna
Laida
Categoría: Ciudad Estática
Están tocando una puerta y no abre nadie, tal vez no haya alguien dentro y quien toca repite el toque de diferentes formas, como si fuera una contraseña en clave morse o simple clave para que se abra la puerta y aparezca quien no está.
Quizás esté alguien, pero no abre porque no es el toque que espera a esa hora, o sabe que a esa hora solo puede tocar una persona y es a esa persona a quién no se le puede abrir, así percuta con todos los sonidos que existen.
Es una lástima que no le abran, porque está disertando con todos los ritmos existentes y es una lástima que le abran porque dejará de percutir y no sabré nunca si puede asumir otros ritmos o si solo puede llegar hasta los compases nacionales. Toca sobre una puerta de madera instituida en los años de la Colonia y Neo colonia, como casi todas las puertas instituidas en la ciudad, parece que no le impide que la madera lleve siglos cerrando una casa y su habitante al mundo exterior. Tal vez detrás de ella, haya un racimo de gente evitando cualquier ritmo porque no quieren ser aludidos dentro de la semántica de un compás definido o tan solo no saben que existen para ser invocados. Quizás confundan esos toques con la habitualidad de los ruidos y estén demasiados expuestos a sus encierros que no perciben el desespero armónico de quien toca por querer pasar.
Ahora comienza un ritmo contundente, como si la fuese desvistiendo después de un torrente de insinuaciones bien dirigidas, bien aduladas, conservadas a ese solo propósito de percutir sobre su inocencia. El compás hace pausa en algunos lugares, sublima otros, los ciñe todos, hasta que mano y madera quedan adheridas en roces constantes. Quien toca tal vez necesita más tocar que ser atendido, invade con rabia cada grieta, abarca toda la puerta en toques cerrados, tapados, abiertos como si fuese un cuero tensado, virgen de cualquier variación del tiempo, indefenso ante la precocidad virtual del milenio.
Nadie abre o saben que la ausencia es parte del rito a la percusión o no necesitan ser aludidos por una puerta que se ha mostrado indiferente a cualquier reclamo anterior. Unas manos tan estructuradas a santificar la quietud y la paciencia, no merecen ser acudidas. Dedicar tanto tiempo a bruñir la madera contraída por el moho y la espera, vaticina un espectro olvidado entre el romanticismo y la dialéctica, en un recorrido demasiado largo y paciente que nadie sabe rememorar.
Las manos han quedado quietas por unos instantes. Comienzan a frotar cada arruga de las tablas, hasta ir separándose lentamente, esperando que sea resarcido el volumen de oficio que depositó. La puerta, como todas las puertas de la ciudad permanece inmutable.
Desambiguación
Catalización de la potestad
Cada grano se me quiere reventar por debajo del maquillaje. El fotógrafo está delante de mí sin oprimir el obturador. Desde mis quince a esta fecha, han pasado dos años, dos años esperando que se calmara mi cutis y dejaran de salir ulceritas de adolescente, como decía mi tía Niurka en su condición de patrocinadora de mis quince. Dos años después, porque su pulcritud no le permitía patrocinar una cara llena de globitos con pus. Pero no tuvo más remedio que buscar un fotógrafo y mostrar todos los vestidos que trajo de sus viajes. Ella es modelo, y mi padre el hermano de una hermosa modelo. Mi madre, es la mujer del hermano de la hermosa modelo, que anticipó que yo sería su relevo en las pasarelas internacionales, siempre y cuando pasara antes por varias camas internacionales con el distintivo nacional en la pelvis y el cerebro.
Desde pequeña me fueron estirando