Harper Jones - 1. Maldición: Harper Jones, #1
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¿Qué sabes sobre el deseo de venganza?
¿Del impacto que tiene sobre nuestra existencia?
Ese deseo forma parte de mi vida desde la infancia.
Ha sellado mi destino, ha marcado mi camino, y ha hecho de mí lo que soy actualmente: la doctora Harper Jones, especialista en ciencias ocultas, feroz predadora de las criaturas de la noche.
Voy a limpiar Londres de esos monstruos sanguinarios, con o sin la ayuda del inspector Cooper.
La llegada a la ciudad de un asesino en serie no ha hecho más que justificar mi vendetta.
Para lograr mi objetivo y vengar a los míos, no retrocederé ante nada, aunque tenga que colaborar con mis peores enemigos: los vampiros.
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Harper Jones - 1. Maldición - Blandine P. Martin
Consideraciones Legales
Copyright © 2020 Blandine P. Martin
Autoedición
Todos los derechos reservados
Diseño de tapa realizado por Blandine P. Martin
ISBN : 97910972666981
Traduccion : Mónica Virginia Rodríguez
Esta es una obra de ficción. Cualquier parecido de los personajes con personas reales es pura coincidencia.
El Código de la propiedad intelectual prohíbe las copias o reproducciones destinadas a uso colectivo. Cualquier representación o reproducción total o parcial realizada por cualquier proceso, sin el consentimiento del autor o sus cesionarios o cesionarios, es ilegal y constituye una infracción, según los términos de los artículos L.335-2 y siguientes. Código de propiedad intelectual.
blandinepmartin.com
« Reinar es digno de ambición aunque sea en el infierno; más vale reinar en el infierno que servir en el cielo.»
john Milton, El Paraíso perdido
A todos aquellos que como yo, vibraron al ritmo de la
trilogía del sábado a la tarde, de Buffy, de Spike, de Angel, y que reviven esos años con nostalgia.
Playlist
Para aquellos a los que les gusta leer con música, aquí tienen una pequeña playlist sugerida para la lectura de esta novela. De esa manera, cada capítulo tendrá su atmósfera. Pueden encontrarla, lista para escuchar, en Youtube haciendo clic AQUÍ o yendo a mi cuenta de YouTube.
Stephanie Schneiderman - Dirty And Clean
Alice Merton – Learn to live
Imagines dragons – Mad world
Evanescence – Going under
Imaginde dragons – Believer (acoustic)
Tommy Profitt (feat. Svrcina) Tomorrow we fight
Sara Bareilles – "She used to be mine »
Lewis Capaldi – Fade
Radiohead – Karma Police
Imagine dragons - Birds
(ft. Elisa)
Evanescence - Everybody’s fool
Rag’n’bon man - Life in her yet
Katelyn Tarver- You don’t know
IAMX - I come with knives
Blue fondation - Eyes on fire
Imagine dragons - Next to me
Elle King - Runaway
Bad Wolves - Zombie
Lewis Capaldi - Someone you loved
Evanescence - A new way to bleed
Seether ft Amy Lee - Broken
Two steps from Hell - Heart of courage
Evanescence - Lithium
Game of thrones soundtrack - Light of the seven
Evanescence - Lost in paradise
Prefacio
Hay dos tipos de escritores.
Están los que piensan que abrir el grifo de palabras e ideas basta para legitimarlos. Escriben como hablan, imponiendo su verborrea sin releerla, y vendiendo su fárrago como literatura. No entenderán jamás que escribir necesita una reflexión a cada instante, un replanteo de cada frase, y que incluso los textos más ligeros en apariencia son el fruto de una exigencia y un trabajo constantes.
Esta clase de escritores no ha entendido nada.
Y después están los que saben todo esto. Que escribir, no es simplemente tener ideas o contar una historia. Que escribir es un esfuerzo continuo, una búsqueda de los mejores resultados, una preocupación permanente por la perfección y sobre todo, un regalo que se le hace al lector. Un regalo que requiere sudor, humildad y eficacia.
Éstos son los profesionales de la escritura.
Con sólo leer las primeras líneas de esta novela comprenderán que Blandine pertenece, sin lugar a dudas, a esta segunda categoría. Con algunas frases bien construidas, te envuelve y te arrastra a su universo. Impone su estilo y su identidad, y es un placer acompañar la misión de su Harper Jones, doctora en ciencias ocultas, badass a voluntad, charlatana con el corazón roto (pero a quien le darías una nalgada de vez en cuando porque su mal carácter te puede estremecer…)
Su relato es vivo, animado, lleno de ideas bien desarrolladas, con la emoción que te alcanza al pasar de un párrafo al otro. Es limpio, directo y enérgico. Y es necesario ser un escritor para saber que en literatura, la aparente simplicidad es la que necesita en realidad el mayor trabajo.
Ahora sé que Blandine es una escritora a tiempo completo. Haber leído Harper Jones me hizo entender por qué.
Maxime Gillio / Max Deloy
Prólogo
— Es ella, comprendió Faustin.
Tomé aire, casi con vergüenza, antes de responder a mi amigo:
— Sí, claro que es ella.
Se paso la mano por sus cabellos rizados, buscando la respuesta.
— Lys’, sabes que no puedes pasarte toda tu existencia combatiendo el viento…
— No se trata de eso, me rebelé.
— Claro que sí… Todo esto no es más que una eterna cuestión de desafío hacia el Rey, hacia el daño que te provocó a ti, y a los tuyos, desde siempre.
Me callé, pero mi mandíbula se apretó con sólo pensar en el horror que había provocado en mi vida desde que me había unido a las filas de los Hijos de la noche.
— ¿Cómo la encontraste? me preguntó entonces mi amigo.
— Nunca dejé de buscar.
— Los otros no sobrevivieron…
Estaba diciendo la verdad, pero estos siglos de fracaso habían redoblado mi deseo de lograrlo, sólo una vez. Ella era la última, si conseguía esta victoria, ganaba la guerra.
— Ella sobrevivirá, le aseguré con determinación.
Faustin parecía apenado por mí, y yo no soportaba sus advertencias, incluso cuando advertía la buena voluntad de esos consejos.
— ¿Y si no es así? ¿Cuándo piensas terminar con toda esta locura, Lys’? Te vi fracasar tantas veces en esta misión, tantas veces te vi arriesgarte a la muerte definitiva… ¡Muchas veces faltó tan poco!
— ¡Soy conciente! Pero esta vez lo conseguiré. Tengo que hacerlo. Sabes que estoy cansado de luchar. Será mi último combate y no considero la posibilidad del fracaso.
Faustin comprendió mi referencia y su mirada se oscureció enseguida con una emoción sincera.
— Siempre serás mi hermano.
Tú también, pensé sin pronunciar las palabras.
CAPÍTULO 1
Harper
Se me hizo un nudo en el estómago. Estuve a punto de vomitar. Sin embargo, ya me había acostumbrado a estas cosas desde hacía algunos años. Los asesinatos, la sangre, la monstruosidad de la que algunos eran capaces… a pesar de todo, me sentí desfallecer a la vista de esta escena. Dejé de percibir el frío invernal y el viento se tornó soportable, en el preciso instante en el que esta pesadilla tomó vida ante mis ojos.
— Jones, ¿estás bien?
Me llevó unos segundos poder emitir algún sonido como respuesta.
— Sí, estoy bien.
Respiré hondo y recuperé mi profesionalidad. No debería haber permitido que me afectara de esa manera. Mi imagen quedaría dañada si estos grupos de tipos armados que me acompañaban intuían en mí la más mínima vulnerabilidad. Si quería ser respetada entre sus filas no tenía más remedio que parecer impermeable a todo. Pero, todos tenemos nuestros demonios. Yo podía soportar muchas cosas, muchás más de las que un ciudadano promedio ni siquiera podría imaginar. Pero esa noche se trataba de mi punto débil, ese viejo fantasma que me transformaba en una niña asustada tan pronto como se cruzaba en mi camino…
Cooper retomó la palabra, con la mirada puesta en la escena:
— Según las primeras conclusiones del legista, la víctima habría sido mordida varias veces: en la yugular, en la parte interna del muslo y en la muñeca derecha.
Tragué saliva. Una evidencia para mí, un enigma para ellos. Lo que quedaba de la pobre mujer nadaba en un charco escarlata.
Una vez más, la calma del inspector Cooper me sorprendió. El tipo tenía el aspecto de un burócrata, alto, delgado, y siempre con un traje impecable. Debía tener no mucho más de cuarenta años y se las arreglaba siempre para representar a la perfección la flema británica. En su vida diaria era hiperactivo, sólo desde el punto de vista cerebral, una verdadera cabeza pensante, poco sociable, pero muy eficiente en su trabajo. Sin embargo no tenía nada de valiente en la práctica. Esto lo sabía por mi experiencia. Hacía ya tres años que le daba una mano a la policía de Londres para evadir ciertos asuntos complejos. No era fácil, y muchos de ellos se reían cuando veían llegar a la chica que hablaba de ciencias ocultas. Pero una vez que se enfrentaban al hecho consumado, más de uno se hacía encima literalmente.
— No se trata de perros vagabundos, comentó, sumergido en sus pensamientos.
Me miró, dándome a entender la razón de su llamada. Era un asunto de mi competencia. Si bien a la policía londinense no le gustaba mucho lo que yo tramaba en las sombras cuando ellos resultaban ser impotentes ante ciertas amenazas, Cooper, con el tiempo, había aprendido a confiar en mí. En mis primeras intervenciones a su lado como consultora especial, él también me había considerado un bicho raro. Me aseguré de que se encontrara frente a una de estas criaturas que ahora persigo todos los días, y desde entonces, no hizo más preguntas. Cuando el asunto estaba resuelto yo se lo informaba a Cooper y me pagaban generosamente. Mientras los capos no metieran la nariz en nuestras historias, nuestro dúo atípico funcionaba relativamente bien.
— Una más, murmuré.
Cooper suspiró y se acercó a la víctima, yo lo seguí.
Los forenses continuaban atareados con el cadáver aún fresco. La joven morena de anteojos levantó la cabeza hacia nosotros. No parecía impresionada en lo más mínimo. Una verdadera profesional, ella.
— La víctima falleció desangrada. Perdió el conocimiento.
— Precisamente le estaba diciendo a Jones que, según su opinión, esas marcas de mordeduras no son de animales.
— No, aseguró la forense, sin ninguna duda. Las marcas serían bastante más grandes, y no conozco ningún animal capaz de absorber toda la sangre de un cuerpo… Esto les va a parecer morboso, pero tengo la impresión de que se trata, una vez más, de un psicópata que utiliza herramientas particulares… creadas para esta puesta en escena macabra.
Volví a tragar saliva. Entonces ella ignoraba por completo lo que yo hacía. O de lo contrario no quería saber, como muchos aquí. Se conformaba con hacer su trabajo. Michaëla, si me acordaba bien de su nombre por haberla visto en otros asuntos de este tipo, parecía pensativa.
— Y pensar que hay toda una secta de asesinos en serie con esta modalidad. Da miedo.
No se imaginaba hasta qué punto.
Sólo me sorprendía que los culpabales no hubieran lamido el asfalto para no desperdiciar la sangre que lo cubría… Esos monstruos nunca antes habían demostrado tener buenos modales.
— Las mordidas son de diferentes tamaños, continuó la científica de uniforme blanco.
— Había varios agresores, comprendió Cooper de inmediato.
— ¿Qué sabemos de la víctima? pregunté.
Cooper me respondió:
— Lisa Arnold, treinta y cinco años, ama de casa. Su familia acaba de ser contactada. Ningún antecedente criminal.
— ¿No hay premeditación, en su opinión?
— No en cuanto a la elección del objetivo. Pero si Michaëla tiene razón, el hecho fue preparado con mucha antelación.
Me puso una mano en el hombro y me invitó a darme vuelta. Caminamos unos metros para alejarnos.
— Jones, usted y yo sabemos perfectamente que no se trata del típico asesino en serie.
No contesté, él sabía muy bien lo que yo pensaba al respecto.
— ¿Sabe lo que espero de usted?
Asentí.
— Sí. Considere que la investigación ya está en marcha, Cooper.
— Inspector Cooper.
Tenía agallas. Aunque había cosas más importantes en las que pensar, no pude callarme y le hablé en mis propios términos:
— En ese caso, habría que pensar en llamarme Dr. Jones.
Lo miré un momento y leí en su mirada el estupor del macho ofendido. Decidí alejarme. Ya tenía mi dosis para esa noche.
— ¿Dr. Jones? me llamó.
Suspiré antes de volverme hacia él, con una sonrisa victoriosa.
— ¿No había una canción con ese título en los 90?
Bajé inmediatamente de mi trono prefabricado.
— Sí… murmuré exasperada.
No era la primera vez que me lo decían.
— Si ya terminó con su sarcasmo, yo tengo un auténtico trabajo esperándome.
Lo dejé y me fui a buscar mi viejo cabriolé MG al estacionamiento. La situación requería urgencia. Cooper tenía un serio problema a la hora de priorizar. No siempre era el genio que aparentaba ser. En definitiva, era un hombre.
Me recorrió un escalofrío: me sentía observada, una vez más. Alguien me seguía, alguien lo suficientemente veloz como para escapar a mi mirada experta. Nada ni nadie en los alrededores, como siempre.
Arranqué, atribuyendo todo al cansancio. Pero odiaba las coincidencias. En realidad, nunca había creído en ellas.
CAPÍTULO 2
En general, cuando algo sale mal, suele ser el comienzo de un largo ciclo de mala suerte. Este tipo de mala suerte te persigue. Las desgracias nunca vienen solas.
Cuando estacioné en la puerta de mi edificio, lo adiviné: un nuevo problema a la vista. Estaba en el aire que respiraba, más fuerte que un presentimiento. Apunté.
Cuando rodeé el inmueble para alcanzar la entrada principal escuché ese gruñido sordo. Ese sonido ronco no me era desconocido, sabía exactamente qué era, incluso antes de verlo con mis propios ojos.
Me quedé inmóvil en el callejón, desierto evidentemente, si no, no sería divertido.
— ¿Planeas permanecer escondido durante mucho tiempo o vamos a lo nuestro? Personalmente, detesto los preliminares fallidos, y tú has empezado con el pie izquierdo. Así que ¡adelante!
Nuevo gruñido en la esquina mal iluminada.
— Oh, y podrías dejar de jugar a los gatos enojados, ¡es ridículo!
Eso fue suficiente para intimidar a mi enemigo. Solía ser siempre así de simple… Tenían un serio problema de ego, yo sospechaba que se trataba de un complejo de inferioridad arraigado en todos los representantes de la especie en cuestión. Lástima por ellos, yo tenía demasiados problemas y ni un pelo de madre sobreprotectora.
Una sombra masiva se abatió sobre mí con un aullido gutural. Desenfundé inmediatamente. Con la mano derecha armada aproveché para encandilar a mi agresor que se estrelló contra el piso. Otro más que creía que la fuerza haría todo el trabajo. Mala jugada, la preparación, a menudo, marcaba la diferencia.
Le salté encima, y una vez que mis piernas rodearon su cintura, me llevó un cuarto de segundo saber con quién estaba lidiando: ¡bingo! Un vampiro macho, moreno, con cicatrices. Cuando su rostro volvió a la normalidad, tenía el aspecto de un hombre de unos cuarenta años. Pero por el momento, su apariencia era la de un asesino, con profundos surcos que marcaban su piel, dibujando su rabia, su hambre. Un monstruo.
No lo dejé reaccionar y le clavé la estaca en el corazón con un movimiento hábil, haciendo uso de todas mis fuerzas.
Un grito estalló en la noche, apenas perceptible y sin embargo tan sobrecogedor... Nunca me acostumbraría. A pesar de todo, contemplé el sórdido espectáculo: todo volvía a la normalidad.
El cuerpo de mi víctima explotó en un millón de partículas similares a las cenizas frías de un volcán. Mis mejillas tocaron el asfalto, y la punta de mi estaca sólo conservó, como recuerdo de la afrenta, la sangre que la recubría.
Era como si la criatura no hubiese existido jamás. Una pesadilla. Se había convertido nuevamente en polvo, porque yo había decidido privar al mundo de su oscuridad.
Yo no tenía la apariencia de una luchadora, ni había sido dotada de super-poderes, los dioses habían preferido entregárselos a Wonder Woman y a Sailor Moon, sin duda los habían considerado más atractivos que yo. Más sonrientes, eso seguro.
Sin embargo, yo tenía una fuerza interior que nadie podría igualar: un deseo brutal de venganza, una voluntad de acero, forjada con los años, un conocimiento de las criaturas demoníacas fuera de serie, y una ausencia absoluta de miedo.
Me sacudí el polvo antes de volver a la calle más concurrida. ¡Un poco de luz! Una vez en el edificio, opté por el ascensor, como buena perezosa que era.
Mi casa no esperaba a nadie más. Yo y mi humor de perros estábamos completos. Miré de pasada al celular que me indicaba que tenía un mensaje. Escuché la queja aguda de la señora Thompson, la anciana que vivía al final de la calle y que estaba convencida de que su difunto gato la acosaba… Se ríen, ¿no? Yo habría hecho lo mismo… y sin embargo… Desafortunadamente, los fantasmas no eran una ciencia exacta, yo lo sabía muy bien, y por mucho que interviniera, el minino volvía a la carga, sembrando el pánico en la cocina de su dueña una vez que llegaba la noche.
En mis