Una hija reivindica a su padre: Entrevista a Rita Vilar
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Una hija reivindica a su padre - Newton Briones Montoto
Primera edición, Ruth Casa Editorial /
Instituto Cubano de Investigación Cultural
Juan Marinello, La Habana, 2011
Edición y corrección: Ana Molina González
Diseño de cubierta: Joyce Hidalgo-Gato Barreiro
Diseño interior y ajuste de cubierta
para e-book: Yadyra Rodríguez Gómez
Diagramación: Enrique García Martín
© Newton Briones Montoto, 2011
© Sobre la presente edición:
Ruth Casa Editorial, 2011
ISBN: 978-9962-645-79-5
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Entrevista a Rita Vilar
¿Cuándo y dónde nació usted?
Nací en Manzanillo, un 20 de marzo de 1930, cuando se estaba desarrollando en la ciudad la huelga general a la que los historiadores usualmente se refieren como el primer gran movimiento de masas contra Machado. Mi padre, César Vilar, y Blas Roca, entre otros, eran los dirigentes de la huelga de los braceros en los muelles de Manzanillo. En casa, papi solía decir que mima —Hipólita de la Caridad Figueredo, Cachita, hija de veteranos de la guerra de 1895— había sido la única rompehuelgas. Me trajo al mundo en nuestro hogar, que era punto de reunión de algunos dirigentes de la huelga; no obstante, los compañeros tuvieron que movilizarse para traer a la partera, y de pronto todo fue actividad alrededor de mima, mientras en la ciudad las masas luchaban para que todo fuera quietud. En Manzanillo la huelga fue un éxito. Soy hija de un hombre excepcional cuya vida marcó la mía, si se quiere, la delineó, hasta la ancianidad que hoy vivo.
Cuénteme sobre su padre.
Mi padre, César Vilar Aguilar, y mi madre, Caridad Figueredo, nacieron en Manzanillo, él, un... un 26 de febrero de 1900 y ella el 13 de agosto de 1905. César Vilar fue obrero de la construcción, albañil de profesión. Cuando se casaron, él era secretario del Gremio de Albañiles en esa ciudad. Y cuando se formó la primera célula comunista en Manzanillo, compuesta de tres compañeros, uno de ellos era él. Ingresó al Partido Comunista de Cuba (PCC) antes que Blas. Dio sus primeros pasos en el movimiento obrero, y ya en 1928 era miembro del Partido. Los braceros de los muelles de Manzanillo, dirigidos por mi padre y Blas Roca, declaran una huelga en 1930. Se los llevan detenidos y esposados en un tren hacia La Habana. Son internados en los calabozos de la policía secreta con órdenes de ser expulsados de la Isla, acusados de perturbar la tranquilidad pública en aquella ciudad oriental. Mi padre manifiesta ser nativo de Cuba, y no entender el propósito de su expulsión del país. Y esto atenúa la decisión de la policía. Mientras, Micaela, la abuela paterna, se trasladó a Manzanillo y llevó a la familia para Río Cauto. Aquello fue un capítulo más en nuestras intensas vidas. Al año siguiente nos instalamos definitivamente en Ciudad de La Habana. Recuerdo esa noche cuando nos bajamos del tren que nos trajo desde Oriente, en la terminal habanera nos estaba esperando nuestro padre. Fue emocionante el encuentro tras casi cuatro meses de separación. Nos tenía preparadas las mínimas condiciones para alojarnos: camas, una cocina con reverbero, luz eléctrica... En una accesoria en la calle Acosta, en La Habana Vieja, fuimos a vivir luego de nuestra llegada a la capital. El lugar no era muy aceptable, pero era el que podíamos tener en ese momento. A un costado de nosotros vivían mujeres de la vida, y del otro un zapatero, Manolo, que terminaría ayudándonos con la comida.
¿Cuándo asumió su padre la secretaría de la CNOC?
En 1930 asumió la Secretaría General de la Confederación Nacional Obrera de Cuba (CNOC). Machado había tolerado la existencia legal de la CNOC, aunque aquellos que se atrevían a desafiarlo recibían persecución y detención. Comenzaba para mi familia una nueva etapa de la vida, marcada, aún más, por las persecuciones y detenciones de nuestro padre, y por sus luchas obreras y partidistas. Hay que pensar que por esos días lo detenían constantemente. Llevábamos una vida de sobresaltos y tensiones. Mi madre comentó en una entrevista sus recuerdos de esos tiempos. Estábamos en marzo de 1931. Una madrugada estuvo despierta esperando a mi padre que no acababa de llegar. Se desesperaba, aunque era costumbre que cada cierto tiempo la policía lo detuviera. Y en efecto, había sido detenido junto a otros cuatro compañeros por el conocido capitán Miguel Calvo Herrera, jefe de los expertos. Se les ocuparon proclamas de subido tono y otros efectos necesarios a la labor que realizaban. Entonces, esa mañana, Manolo, un amigo, le dijo a mamá que no aguardara su regreso y le enseñó un periódico donde se informaba que la policía había irrumpido en el centro obrero de Revillagigedo 8, deteniendo a cinco personas, entre ellos a mi padre, y ocupando propaganda revolucionaria. Además de las proclamas, les ocuparon el mimeógrafo en que las imprimían, una máquina de escribir y varios cartelones. Nosotros sabíamos que en los periódicos se hablaba de nuestro padre como un activo luchador por las demandas obreras, por su tenaz actividad revolucionaria contra el régimen de Machado. Además, como en nuestro hogar radicaba la oficina ilegal de la CNOC, nosotros tuvimos que presenciar necesariamente reuniones clandestinas, oír hablar de victorias y derrotas.
¿Cómo transcurrió su vida?
Personalmente nunca había pensado que mi vida mereciera divulgación pública. Sin embargo, varios amigos que me han acompañado cincuenta años de los setenta y ocho que ya cuento, me han sugerido en reiteradas ocasiones que escriba la historia de mi vida o, por lo menos, fragmentos de ella. Aducen que mi vida es singular en Cuba. Y en eso sí creo que tienen razón. Pero no puedo