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Los Ángeles Lloran: Brilla Antes de Morir
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Los Ángeles Lloran: Brilla Antes de Morir
Libro electrónico162 páginas2 horas

Los Ángeles Lloran: Brilla Antes de Morir

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Un detective encubierto está buscando información para derribar a una pandilla de narcotraficantes, pero cuando se encuentra con su ex en medio de ellos, sabe que ella podría revelar su identidad en cualquier momento
 

Al Detective de corazón frío, Peter Lazarus, le encanta seguir la línea, y siendo un policía encubierto, él disfruta de su criminalidad permitida. Bajo el nombre de Shane Sterns, se le pide que recolecte evidencia en contra de una despiadada pandilla que distribuye y transporta heroína de alquitrán negro a lo largo y ancho de la Costa Este, él es un hombre que no tiene nada que perder.

Hasta que entra a un bar propiedad de la pandilla y ve a Charlie.

Charlotte “Charlie” Palmer lo conoció en un tiempo y lugar diferente. Ella podría tumbar su cubierta de un solo vistazo. Mientras estuvo encubierto, él se casó con Charlie, y tras acercarse mucho a ella, la abandonó. Había razones para eso en ese entonces, pero al ver a Charlie bailar, con los ojos muertos, se da cuenta que su caída ha sido rápida. Reconociendo las barras de su jaula dorada, él se da cuenta de su gran arrepentimiento.

Shane dice que él está allí por algo más – y Charlie tiene sus propias razones para odiarlo y sus propios secretos que esconder. Él no sabe nada sobre ella- no desde hace un buen tiempo. No solo ha desaparecido su mejor amiga, sino que Charlie sabe que ella es la próxima en la fila para morir, si hace un movimiento en falso. Amándolo u odiándolo, confiar en Shane es la única forma de seguir viva otro día.

Los Ángeles lloran es una novela de suspenso oscura y dura, de la serie Brilla Antes de Morir

IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento18 sept 2019
ISBN9781071510728
Los Ángeles Lloran: Brilla Antes de Morir

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    Los Ángeles Lloran - Tina Glasneck

    Los Ángeles Lloran

    por Tina Glasneck

    Dedicatoria

    A mis musas, campeones, luchadores, y amigos. Gracias por creer en mí y darme la fortaleza de creer en mi misma.

    Agradecimientos

    Primero y principal, le agradezco a mi familia por creer en mí y por confiar en que yo podía escalar esta montaña, incluso cuando sentía que era imposible. Su fuerza me hizo más fuerte, y su fe me hizo creer.

    Estoy agradecida por la ayuda de los 40, quienes me dieron la información necesaria para construir esta historia. Todas las horas pasadas con las fuerzas de la ley, en las cuales ellos respondieron todas mis preguntas, hicieron posible que yo agregara los elementos necesarios a esta historia.

    A los amigos y colegas que me ayudaron a hacer un arte agradable. Estoy agradecida por la amabilidad y gracia de April Michelle Davis, quien me ayudó a darle forma a esta novela; A Jennifer, por su maravilloso aporte al asegurarse de que lo que veía en mi mente apareciera en las páginas; a Lisa, por su irremplazable asistencia; A Leeyanne, por estar allí para escuchar y darme coraje y fuerza durante este viaje; a Kate, por ayudar a que mi idea visual se hiciera realidad.

    A Baine y Justine, gracias por animarme mientras golpeaba el teclado; y, para todos los grandes autores de Tea & Strumpets, Virginia Romance Writers and Sisters in Crime, Gracias por su apoyo moral por ayudar a que mis sueños continúen haciéndose realidad.

    Estoy agradecida por las inspiradoras palabras de aquellos que se tomaron un tiempo para darme coraje, ser amistosos, y compartir un momento de sus vidas conmigo. Gracias por impartir sabiduría y por ver el diamante debajo del carbón.

    A mis lectores, gracias por continuar este viaje conmigo, mientras yo siga encontrando mi voz y siga perfeccionándola, creando estas historias oscuras, arenosas y duras como solo yo sé crear. Recuerda, el asesinato me persigue en todas partes.

    Prólogo

    01 de agosto de 2003

    Las ruedas de una camilla chirriaban por el peso de la carga que llevaban debajo de la manta. En lo más profundo, debajo de las pobladas calles, resonaban las pisadas en los antiguos túneles subterráneos. Por encima, los cables eléctricos expuestos y las tuberías de vapor colgaban del techo, mientras que la luz parpadeaba y las tuberías viejas crepitaban. Jesse Callahan apretaba sus puños alrededor del frío metal mientras empujaba la camilla hasta su destino –lejos de las miradas curiosas. En el caluroso pasillo, el sudor le brotaba y le rodaba por su columna. Le costaba respirar, le dio un vistazo a su reloj.

    Era la hora.

    Él estaba perdiendo su oportunidad, tal como la de la camilla había perdido su vida.

    Arrastrada a través de la puerta trasera, la mujer tenía más valor así desarmada, de lo que pudo valer en toda su vida. Como siempre, una inyección rápida había cesado su lucha, y con el cuerpo aún medio tibio, Jesse había aprovechado su oportunidad, llevándose a la mujer.

    Pasando a través de las puertas batientes de las frías salas de la morgue, Jesse continuó hasta llegar al fondo,  una sección donde podía trabajar sin interrupciones. Una vez allí, él suspiró con alivio, dejando que el aire limpio lo refrescara antes de comenzar su ardua labor.

    Lanzando los papeles de la occisa a un lado, él intentó no leer el nombre de la mujer, pero el nombre Davina relampagueó ante sus ojos antes de que fuera capaz de ignorarlo.

    Jesse se puso su bata, los guantes de látex, y una mascarilla transparente sobre su rostro. Con la facilidad de un profesional, pasó el cadáver femenino a la losa de metal y le cortó el resto de la ropa a la occisa. Agarrando la ducha retráctil, rápidamente lavó todo resto de vellos, residuos y fibras, dejando a la occisa au natural.

    Él apreciaba el cuerpo, como un buen carnicero, ubicando las áreas que necesitaban ser separadas para un fileteo apropiado. Pasando su mano por encima de la herramienta elegida, situada al lado de la mesa para autopsias de acero inoxidable, agarró la sierra eléctrica y la encendió.

    Las vibraciones subieron por su brazo.

    Tomando un respiro profundo, Jesse recordó los detalles de la orden y bajo la sierra.

    Capítulo 1

    06 de Agosto de 2003

    Acurrucada sobre el inodoro de porcelana blanca, Charlie abrazaba sus piernas y se tragaba las lágrimas que amenazaban con salir. Ella apenas podía contener los sollozos, a punto de salir a la superficie. Escuchaba a Jesse caminando al otro lado de la puerta del cubículo, escuchaba sus pesados pasos y sus ásperos gruñidos, mientras que con su mano golpeaba el metal del cubículo. ――¡Tú, perra idiota! ――aulló él.

    Charlie permanecía tranquila, en absoluto silencio, ante sus provocaciones.

    El tiempo pasó, y su corazón se aceleraba, ella consideraba sus opciones.

    ――¡Sal de allí, Charlie! ――Jesse le gritó――. ¿Cómo te atreves a hacerme pasar vergüenza?

    Ella sabía, por como sus palabras salían una tras otra, que cualquier respuesta solo lo molestaría más y no terminaría hasta consumir todo el fuego de su ira. Y luego, después de que él le pusiera las manos encima, él esperaría que ella temblara a sus pies, rogándole por su vida, y luego él también caería e intentaría secar sus lágrimas con besos de mariposas rellenos de arsénico. Él la culparía de todo y entonces se levantaría, ajustaría su corbata, y actuaría como si nada hubiese pasado, como si él no hubiese demolido el caparazón de una mujer a quien había estado destrozando los últimos años, manteniéndola en una prisión que él había hecho, y ella... ella podría dejarlo, para sobrevivir.

    Con el ímpetu y la fuerza de una tormenta, la puerta del cubículo se abrió hacia adentro. Ella saltó y se echó, incluso, más atrás. 

    ――No, Jesse... por favor ――ella musitó, mientras los dedos de él se enredaban en su cabello y la halaban hacia él, como si ella fuera una pequeña muñeca de trapo, y él un toro embravecido. La dulce sonrisa que ella tanto amaba hace tiempo se había ido, había sido reemplazada por una mezcla de burla entre repulsión y furia.

    En un instante, él la sacó a rastras del cubículo y la lanzó de rostro en el piso de cerámica. ――Tus sonrisas son solo para mí. Todo es mío y solo mío, ――gritó él. Charlie sintió como la sangre salía por su nariz y corría hasta su boca, llenándola con el sabor a cobre.

    Con el rabillo del ojo, ella lo vio levantarse, luego enjuagar sus manos, secarse con un par de servilletas de papel toalla, y lanzarlas al pote de la basura. ―― ¡Ahora límpiate! Aun tienes que salir. Recuerda que perteneces a la familia, a mí; y cuando yo necesite tu compañía, tú no tienes nada más que decir que no sea si y amen.

    #       #        #

    El sonido de las sirenas sonando en la distancia hizo que Shane se detuviera un momento frente al lavamanos de porcelana. Él observó su demacrado reflejo, apretó los dientes, y limpió el hilo de sangre de su mandíbula recién afeitada. El agua se arremolinaba con gotas rojas.

    Ubicado en la Church Hill, con vista a  Shockoe Bottom, él había oído el bajo de los clubes locales combinado con las bocinas y el bullicio de los transeúntes. Richmond estaba vivo al otro lado de las paredes de ladrillo.

    En el pequeño e incrustado cuarto de baño, él se secó las gotas carmesí y pasó un pedacito de papel higiénico sobre su mandíbula para detener el sangrado.

    Caminando a través de su apartamento casi vacío, él se detuvo a mirar la desaliñada cama en donde ella estaba acostada.

    ―― Epa, levántate ――le dijo, empujando a Rose para que despertara. La mesa estaba llena de papel aluminio, al igual que un rollo de papel higiénico y unas pajillas. El pelo rizado y la palidez no solían ser lo suyo, pero la información siempre lo era.

    Ella gimió como respuesta, y él la empujó de nuevo.

    ――Necesito que agarres tu mierda y salgas de aquí, ――exigió él.

    ――Solo dame cinco minutos más, bebé ――musitó ella. Él observaba como sus uñas se enterraban  en la carne mientras ella se rascaba los brazos――. Yo espero que esta no sea la forma en que tratas a todas tus amigas ――se quejó ella.

    Lo que ella decía ahora realmente no le importaba. Ella había satisfecho sus necesidades, y él había obtenido toda la información que necesitaba finalmente, para ascender en la escala de la calle ­–dejaría de ser el chico de los recados. Él lo necesitaba para, por fin encontrarse con Jesse, quien le aseguró que lo presentaría a lo más alto del liderazgo. En estos últimos meses de andar de aquí para allá, Shane había probado que era indispensable, o por lo menos eso quería creer.

    Con desdén, él veía a la mujer, aún medio ennotada y poco lúcida, sentarse, echar para atrás su grasoso y escaso cabello, y levantarse de su cama.

    ――¿Tendré algo para la resaca?

    ――Seh ――él sacó una píldora de su bolsillo y se la pasó――. Quizás esto te ayude a pasar la noche. ――Él casi estiró la mano y tocó su cara, pero eso podría significar que ella tendría que tocarlo a él; nadie podía tocarlo.

    Lanzándole la píldora en la palma de la mano, él camino hacia la puerta y la abrió para ella, y la observó caminar como un zombi. Las drogas que ella había usado hace solo una hora estaban todavía haciendo estragos en su organismo.

    Sin embargo, a él no le importaba para nada. Para eso no era para lo que él estaba allí. Él había estado haciendo su parte por tres años –tres años para subir en la escala criminal, tres años para hacer conexiones, después de casi arruinarlo todo.

    Su criminalidad sancionada por la policía requería que él fuera Shane Sterns, no Peter Lazarus y definitivamente, no un policía comprensivo.

    Empujándose una camiseta por encima de su cabeza, él se movió a través de su diminuto apartamento, sacando de cajón en cajón hasta que consiguió lo que buscaba: unas cuantas tabletas de E, un teléfono celular, y una faja de efectivo; por seguridad, él se metió una pistola en la parte trasera de sus pantalones, ajustando la camiseta sobre el gran bulto. El frío de la cacha era su póliza de seguro para la noche.

    Él había esperado por un buen tiempo para entrar, alguna manera de conocer un soldado vulnerable que le permitiera entrar, y con la redada de drogas en el Sandston, el departamento había caído en algo bueno, una manera de sacar del mapa a la empresa criminal de

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