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Visita al Paraíso III "Jardín de las Hadas"
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Libro electrónico248 páginas3 horas

Visita al Paraíso III "Jardín de las Hadas"

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Visita al Paraíso III, “El Jardín de las Hadas”, expone la búsqueda de una peculiar manera para... comunicarse con Dios, muchos individuos letrados la consideran moderna, ya que se basa, en recientes descubrimientos acreditados por la ciencia, procuran sustentarla con hechos... como cualquier fenómeno físico, utilizan personas de fe... como parte de la investigación, e intentan diseñar un procedimiento científico a seguir.
Lucecita, Maricela y Fátima, colaboran con dicha investigación, lo que les permite una vez más... visitar el Paraíso, conformar los eternos coros, disfrutando la presencia del Padre Eterno, estar cerquita de Jesucristo, platicarle y abrazarlo, compartir con los habitantes celestiales, conocer nuevos lugares paradisíacos, y pasarla de maravilla.
Basándose en esos resultados, los investigadores intentan que cualquier persona, siguiendo los pasos ya establecidos... pueda llegar hasta el Cielo, y realizan muchas pruebas fallidas, hasta que la directora del proyecto, termina concluyendo que lo que pretenden... no resulta posible, puesto que tanto las chiquillas como cualquiera, que desee entrar a la morada celestial, deberá tener presente que:
“Ni siquiera una hoja cae... si no es la voluntad de Dios”.
Otro acontecimiento sin precedentes, se suma a los ya suscitados en aquel conocido hospital, como es la sanación de varios chiquitines del área de pediatría, por medio de un singular ángel, que a primera vista para algunos adultos... inspira temor, pero los infantiles corazoncitos... perciben el amor... que emana de su limpia alma... es un ente que descendió a la tierra por un tiempo... y debe regresar al Paraíso, no sin antes realizar el bien... en varios seres humanos.
Por otra parte, numerosas personas desde la corta infancia, oyeron acerca de relatos maravillosos, llenos de fantasía y de magia, llegando a suponer que Nuestro Señor... es como el genio que sale de una botella, o que el Paraíso no es más que una ciudad... similar a las terrenales, y que tal cual puede burlarse la ley de los hombres, también podrían hacer a un lado las leyes celestiales.
Surge la ingenuidad de Quique, un niñito y amigo de Lucecita, quien está plenamente convencido... que las hadas son reales, que siguiendo un ritual, puede contactarlas y hacerse amigo de ellas, y así, obtener su mágica ayuda para realizar cierta labor, que dentro de su sencillo entendimiento, no afectará en nada malo... a los participantes, seguro de que saldrán beneficiados... procede, pero recibe una sorpresota... que por leves minutos... lo recubre de angustias.
Visita al Paraíso III, “El Jardín de las Hadas”, procura poner de manifiesto, el infinito amor que Jesucristo... siempre profesa para tota la humanidad, te recuerda que ése sublime sentimiento, lo ha esculpido Nuestro Padre... en el corazón de cada ser humano, y que al igual a una plantita, debemos abonarlo y nutrirlo... para que consiga abrirse camino, en medio de las vicisitudes del mundo, y crezca fuerte como un imponente roble.
Nuestras ya conocidas amiguitas: Lucecita, Maricela y Fátima, reiteradamente fungen como mensajeras celestiales, se ven envueltas en nuevas... pero invariablemente bellas aventuras, experimentan eventos y pruebas científicas, que una vez más ponen de manifiesto... la omnipotencia de Dios.
Pero ante todo queda bien claro que... Dios... nunca defraudará a sus hijos... porque en verdad nos ama.

IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento31 jul 2019
ISBN9780463842300
Visita al Paraíso III "Jardín de las Hadas"

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    Visita al Paraíso III "Jardín de las Hadas" - Andrés Magno Soriano Barrera

    Agradecimientos

    De todo corazón... deseo corresponder a mi Señor Jesucristo, en cualquier tiempo y lugar... ha sido mi incondicional compañía; tanto en los momentos de gran regocijo, como en aquellos, en los que me siento caminar por valles de sombra de muerte, y no temo al mal... ya que mi Señor... siempre está a mi lado.

    Quiero agradecerle... que guía mis pensamientos, me impulsa, me fortalece y no permite que la pluma que empuña mi mano, se desvíe hacia rumbos diferentes, que por medio de su grandiosa ternura... confiera mi inspiración.

    Agradezco a mi adorado Señor, el haber encausado mi camino... con una buena mujer y quien ahora... es mi amada esposa, por permitir en el mejor momento, desgajarse desde el mismo cielo, aquellos lindos angelitos... a quienes al presente... nombro como mis hijos, gracias mi Señor... por recibir en tu morada... a mis queridos padres... porque me siento seguro... que habitan ante tu presencia.

    Te agradezco a ti... apreciado lector, porque si estás leyendo las actuales líneas, se debe a que disfrutaste de Lucecita y de Umbrales del Cielo, y reconoces... que siguiendo la presente literatura, alimentarás por lo menos un poquito... el amor que día tras día... crece en lo profundo del ser.

    Introducción

    En los años recientes, muchas personas se han dado a la tarea, de invertir largas horas de arduo trabajo realizando investigaciones, pretenden explicar por medios científicos... la existencia de Dios, o en su defecto demostrar... que el Todopoderoso... es fruto de la debilidad y la fantasía humana.

    También existen otros individuos, cuya intención es comunicarse con Nuestro Padre Celestial, pero lo hacen de forma inapropiada, buscan atajos científicos, la utilización de drogas sicodélicas, o de acuerdo a ellos... métodos modernos.

    Ni siquiera tienen el alcance de comprender, o reparar en reflexionar... que es el verdadero amor a Dios y a nuestro prójimo, lo que nos sitúa muy... pero muy cerquita de la Divinidad Celestial.

    Visita al Paraíso III, El Jardín de las Hadas, expone la búsqueda de una peculiar manera para... comunicarse con Dios, muchos individuos letrados la consideran moderna, ya que se basa, en recientes descubrimientos acreditados por la ciencia, procuran sustentarla con hechos... como cualquier fenómeno físico, utilizan personas de fe... como parte de la investigación, e intentan diseñar un procedimiento científico a seguir.

    Lucecita, Maricela y Fátima, colaboran con dicha investigación, lo que les permite una vez más... visitar el Paraíso, conformar los eternos coros, disfrutando la presencia del Padre Eterno, estar cerquita de Jesucristo, platicarle y abrazarlo, compartir con los habitantes celestiales, conocer nuevos lugares paradisíacos, y pasarla de maravilla.

    Basándose en esos resultados, los investigadores intentan que cualquier persona, siguiendo los pasos ya establecidos... pueda llegar hasta el Cielo, y realizan muchas pruebas fallidas, hasta que la directora del proyecto, termina concluyendo que lo que pretenden... no resulta posible, puesto que tanto las chiquillas como cualquiera, que desee entrar a la morada celestial, deberá tener presente que:

    Ni siquiera una hoja cae... si no es la voluntad de Dios.

    Otro acontecimiento sin precedentes, se suma a los ya suscitados en aquel conocido hospital, como es la sanación de varios chiquitines del área de pediatría, por medio de un singular ángel, que a primera vista para algunos adultos... inspira temor, pero los infantiles corazoncitos... perciben el amor... que emana de su limpia alma... es un ente que descendió a la tierra por un tiempo... y debe regresar al Paraíso, no sin antes realizar el bien... en varios seres humanos.

    Por otra parte, numerosas personas desde la corta infancia, oyeron acerca de relatos maravillosos, llenos de fantasía y de magia, llegando a suponer que Nuestro Señor... es como el genio que sale de una botella, o que el Paraíso no es más que una ciudad... similar a las terrenales, y que tal cual puede burlarse la ley de los hombres, también podrían hacer a un lado las leyes celestiales.

    Surge la ingenuidad de Quique, un niñito y amigo de Lucecita, quien está plenamente convencido... que las hadas son reales, que siguiendo un ritual, puede contactarlas y hacerse amigo de ellas, y así, obtener su mágica ayuda para realizar cierta labor, que dentro de su sencillo entendimiento, no afectará en nada malo... a los participantes, seguro de que saldrán beneficiados... procede, pero recibe una sorpresota... que por leves minutos... lo recubre de angustias.

    Visita al Paraíso III, El Jardín de las Hadas, procura poner de manifiesto, el infinito amor que Jesucristo... siempre profesa para tota la humanidad, te recuerda que ése sublime sentimiento, lo ha esculpido Nuestro Padre... en el corazón de cada ser humano, y que al igual a una plantita, debemos abonarlo y nutrirlo... para que consiga abrirse camino, en medio de las vicisitudes del mundo, y crezca fuerte como un imponente roble.

    Nuestras ya conocidas amiguitas: Lucecita, Maricela y Fátima, reiteradamente fungen como mensajeras celestiales, se ven envueltas en nuevas... pero invariablemente bellas aventuras, experimentan eventos y pruebas científicas, que una vez más ponen de manifiesto... la omnipotencia de Dios.

    Pero ante todo queda bien claro que... Dios... nunca defraudará a sus hijos... porque en verdad nos ama.

    Capítulo I - Tesoro al Final del Arcoíris

    Por siempre la tierra… alimentada por lágrimas celestiales, ha brindado alimento a los seres… que habitan en ella, como toda madre amorosa también cuida de sus hijos.

    En este pueblito, muy sumisa la llovizna remoja la campiña aledaña, sobrevuela la humedad… asiéndose a la marejada de los vientos, centellantes los nubarrones recubren el firmamento… en tal época del año, el crepúsculo aprovecha la oportunidad para adelantar el paso, y así, oscurece más temprano.

    Pero en este preciso momento, es hora en la que comienza a calentar el sol, y se han reunido un peculiar grupito de amigos, son jóvenes adolescentes: los hermanos Jacinto y Rebeca, con los amigos Mario y Raúl; resguardándose un poquito de la humedad, dentro de una vieja y abandonada cabañita, contemplan el pintoresco lago que tienen frente a ellos.

    Es acertado recalcar, que mientras sus ojos recorren los alrededores, sus pensamientos divagan, en profundos, seductores y exaltados deseos de aventura, puesto que tienen en común el hecho… de ser ilusorios soñadores empedernidos.

    De pronto Rebeca comenta, miren allá, pero fíjense bien, un arcoíris parece como que se hundiera en el lago, si es cierto agrega Raúl, y es una lástima que termine al fondo de esa inmensidad de agua, si no fuera así, podríamos desenterrar el tesoro, que según dicen… se encuentra al final de un arcoíris; ¿Se imaginan lo que podríamos comprar con todo ese dinero?

    Yo me iría de viaje a recorrer Europa, rapidito agrega Rebeca, yo no haría eso dice Mario, prefiero conocer el Gran Cañón del Colorado, allí si te acompaño agrega Jacinto, y yo también… y después, a lo mejor pudiéramos recorrer las aldeas, que se encuentran alrededor del río Amazonas, dice Raúl.

    ¿Por qué no podemos hacerlo? Pregunta la jovencita, tendríamos que bucear para llegar al fondo, le responde Mario, a lo que ahora Jacinto enfatiza ¡Talvez ése no podemos conseguirlo, pero existen otros tesoros! ¡Lo que hay que hacer… es buscar otro arcoíris! ¡Y seremos inmensamente ricos! Entonces, ¿Qué estamos esperando? Con ímpetu y tremenda emoción concluye Raúl.

    Inician la fenomenal travesía, transitan por un húmedo y tupido bosque, cruzan titánicos pinares, que se elevan tan alto… que hacen cosquillas a las nubes, a duras penas, poquitos rayos del sol, logran traspasar tan abundante arboleda.

    ¡Ahora! Parece increíble, a unos veinticinco metros divisan como que allí termina… un bonito arcoíris, ¡Corramos! Se escucha a toda garganta, y es como que de pronto les surgieran alas en los pies, puesto que rapidísimo llegan al lugar, que pena, es una gigantesca y sólida roca, resulta imposible excavar. Sin embargo, no importa, encontraron un arcoíris, por fuerza debe haber otros.

    En la lejanía vislumbran uno, con mucho esfuerzo y afán avanzan, pero antes de que puedan llegar… desaparece sin dejar rastro, llevándose el secreto del tesoro.

    Después de caminar más de una hora, ¡Lo distinguen…allí está! Ese colorido arco, y los jovencitos sienten como que los llamara, toca el suelo en un arroyo… a la vuelta de la curva, ¡Corramos! Se escucha a toda garganta, es un riachuelo… de tal vez ocho o diez metros de anchura, no es fuerte el torrente, tampoco es profundo… apenas llega hasta las rodillas, lo difícil es avanzar por las piedras sueltas.

    Se caen, sin embargo, a toda prisa se levantan y siguen adelante, Jacinto es mucho más hábil que sus amigos, por lo que también avanza… muchísimo más rápido, tanto que se les pierde de vista.

    ¡De golpe! ¡Tremenda desilusión! Como que se lo hubiera llevado el viento, aquel bello arcoíris ha desaparecido, Rebeca, Mario y Raúl, por fin llegan hasta donde se encuentra Jacinto, se dan cuenta que está inmóvil y con pasmoso aspecto, señala en una precisa dirección, allí… si exactamente allí está el tesoro, es un antiguo baúl, recubierto un poquito por algunas pequeñas piedras.

    Boquiabiertas permanecen unos minutos, sus cuerpos escurren agua, pero ni siquiera la llovizna y el frío los hacen reflexionar, parece increíble, finalmente tienen a su alcance el tesoro; al conseguir actuar, Raúl rapidito les dice, no perdamos tiempo, saquémoslo del río, y hay que llevarlo colina arriba.

    De tal manera que ubicándose uno en cada esquina del cofre lo cargan, aunque avanzan con bastante dificultad, puesto que también pesa demasiado, sin embargo… jamás se rendirán, es suyo, y nadie se los quitará.

    ¡Pero! ¿Qué es lo que sucede? Suena igual a una horda salvaje, que apresurada viene cuesta abajo por el río, es un sonido ensordecedor que infunde considerable miedo, los muchachos llegan hasta la orilla, pero colocan el pesado baúl sobre la arena, Jacinto se apresura subiendo por la empinada pendiente, para poder percatarse de lo que produce semejante estruendo.

    ¡Santo Dios! No puede creer lo que sus ojos miran; cual imponente titán, descargando arrebatada furia, una gigantesca cantidad de agua, arremete contra todo lo que tiene enfrente, choca contra farallones, salta sobre rocas y crestas, arrastra lo que encuentra al paso, trae consigo muchísimo lodo, arbustos, enormes piedras, garrafales maderos, incluso grandes árboles arrancados de raíz, ¡Que tenebroso espectáculo!

    Aquel jovencito, se apresura para avisar a la hermana y a sus amigos, cuando logra verlos con todas sus fuerzas les grita, ¡Suban inmediatamente! ¡Dejen eso y corran lo más rápido que puedan! ¡Viene una colosal repunta! Logran escucharlo claramente, ¡Pero! ¿Qué sucederá con la fortuna dentro del baúl? Durante décimas de segundo… es como que se suspendiera el tiempo; ¡Corramos! Se escucha a toda garganta, Mario se niega a dejar abandonado el apreciado botín, por lo que Raúl indica a Rebeca, vete tú, pronto te podremos alcanzar.

    Raúl en ese instante dice a Mario, juntos vinimos aquí, si tú te quedas… también yo me quedo, no te abandonaré. Mario observa al gran amigo, cambia la atención apreciando el tesoro, luego se da cuenta, Rebeca no logra subir la empinada y hoy resbaladiza ladera, se esfuerza en vano, siempre se desliza, por lo que el jovencito expresa, vamos Raúl… ayudemos a nuestra amiguita.

    Tomándola cada cual por un brazo, con cierta dificultad ascienden los tres, el río se ensancha cada vez más y más, dando la impresión que los persigue, es como que deseara alcanzarlos y atrapándolos llevárselos, tan afortunadamente… logran alejarse, pero contemplan aquella magnitud de agua y lodo, asemeja un terrible ogro, devorando y destruyendo cuanto puede, incluso les arrebató de las manos… sus grandes ilusiones, los cuatro jovencitos presencian que a golpes y volteretas, sin el menor remordimiento se lleva el preciado cofre.

    Rebeca intenta llorar mientras dice, nos robaron el tesoro que era nuestro, adiós a mi viaje por Europa, y también a sus viajes, por el Gran Cañón y por el Amazonas; prosigue un minuto de silencio, por los sueños que acaban de extinguirse; habla Raúl, yo deseaba caminar por las veredas del Gran Cañón, y navegar conociendo el Amazonas, con seguridad hubiera ido a Europa, pero mi principal razón para esos viajes, era poder hacerlos en compañía de ustedes… mis amigos.

    Lo dicho, yo soy de tu misma forma de pensar, acentúa Mario, también yo, añade Jacinto, ¡Tienen toda la razón! Dicen las femeninas palabras de Rebeca, y por mi parte… que se lleven todos los tesoros que quieran llevarse, mientras dejen a mi lado, las mejores joyas que cualquiera pueda desear... esas son ustedes... amigos míos.

    Los tres jovencitos adolescentes, se abrazan con la querida amiguita, quien sabe la razón, pero se ríen a carcajadas… durante un buen rato, para luego encaminarse de regreso a casa, es un poquito largo el camino, pero con plena seguridad mañana… se pondrán de acuerdo... para iniciar una nueva aventura.

    El que encuentra un amigo, encuentra un auténtico tesoro

    Terminó el cuento, la avejentada, tosca, cansada, pero gentil voz que narraba, guarda silencio, en lugar de palabras, se dejan percibir varios tosidos, y de inmediato, suenan suaves… pero variados aplausos, y con muy torpe pronunciación se escucha:

    Muchas gracias por el cuento… papito.

    Gracias a ti Felipe, mi hijito grandote. Bueno mis niñitos es hora de dormir deben arroparse, sueñen muy bonito.

    La persona que narró el cuento, e impartió órdenes de ir a la cama, es un anciano de noventa y ocho años de edad, ya muy despacioso, enfermo y doblegado, mas procede a verificar que en la habitación, los cuatro niños que la ocupan, se coloquen bien la colcha, a la vez a cada uno… le imparte las buenas noches.

    Después de apagar la luz, se dirige a la humilde salita de estar, allí intercalando entre tejer, remendar y coser, espera su amada esposa, es tan solo un añito menor que él, y tienen setenta y cinco años… de estar juntos y casados.

    A pesar de haber unido sus vidas siendo jóvenes, nunca pudieron tener hijos propios, pero procuraron llenar aquel vacío, ayudando a cuidar sobrinitos, incluso durante algunos años, mantuvieron la guardería con mucho menor costo… por toda aquella zona, pero con el tiempo las cosas cambiaron, viviendo en un territorio rural y poco poblado, por un lado los vecinos, tendieron a marcharse... más cerca de las grandes ciudades, y por otro, tanto mujer como hombre, se volvieron viejos; paulatinamente, fueron quedando solos y aislados de las personas.

    Sin embargo, sucedió que una fría tarde, cuando comenzaban a imponerse las penumbras, y los ancianos pretendían cenar, alguien dejó a las puertas de la sencilla casa, una caja de cartón, dentro de ella, envuelto con tan solo un delgadito pañal, aquel bebé… mas no era cualquier chiquitín, resultó, que además de visiblemente notarse la muy cortísima edad, también a primera vista se podía percibir… que era un niño especial, con algún síndrome… era minusválido.

    A un ladito, en una página arrancada de un cuaderno, y con muy bonita letra… una carta, en la que se leía: Este es mi hijito, no es que yo lo rechace, o que no lo quiera, pero estoy segura que no sabré como criarlo, y también sé, que ustedes aman a todos los niños, y en su compañía encontrará los cuidados, y el amor de familia que jamás podría tener junto a mí.

    A pesar de que esto sucedió, hace más o menos veintiséis años, la longeva pareja, tomó la llegada de aquel frágil pimpollo, como una bendición de Dios, y lo llamaron Felipe, en esa manera, transcurrieron muchos meses, colmados de magnifica felicidad, el chiquitín fue creciendo, saturado del amor de quienes ahora son sus padres, siempre su salud fue excelente, a parte de algún insignificante resfriadito… jamás enfermó.

    Los meses se volvieron años, aunque profería tremendo amor por mamá, desde que pudo caminar, prácticamente se convirtió en la sombra del papá, lo acompañaba en todas las actividades que realizaba, ya que su forma de sustento radicaba en la granjita, en la cual vivían, aprendió la manera correcta de criar animalitos, pollos, gallinas, cerdos y cabras, también a cultivar legumbres y a guardar lo necesario, para más tarde, y no pasar dificultades y escases.

    Pese a la discapacidad intelectual, y que nunca el razonamiento de Felipe, sobrepasará los diez años de edad, la mayor dedicación de los ancianos, procuró como fruto, el que aprendiera a valerse por sí mismo, a la fecha… en efecto resulta un niño de veintiséis años, que no sólo posee una estatura de un metro noventa, también es muy corpulento y fuerte, pero su entendimiento resulta demasiado limitado.

    El muy avejentado padre, ayudándose con un antiguo y destartalado pick up, procura vender algunos de los animalitos y parte de la cosecha, es necesario el dinero para cubrir otras necesidades además de la alimentación; pero esa actividad, no ha conseguido asimilarla del todo el joven.

    En esta ocasión, regresan de realizar las ventas, transitando las calles del apartado poblado, papá debe detenerse, necesita echarle agua al radiador del vehículo, y mientras lo realiza junto a Felipe, se escucha una tenue vocecita:

    ¿Podría regalarme algo de comer? ¿Tal vez un pan?

    Es solamente un niñito, al que el anciano calcula, una edad de no más de ocho años, dirigiéndose a Felipe dice:

    Hijito, dale dos panes con queso y regálale un fresquito.

    Sin vacilar, el joven actúa tal cual le han indicado, pero al tener la comida en sus manos, el chiquillo tan pronto agradece, rápido camina a una acera, allí se encuentran sentaditos, otra niñita de unos cinco años, y un chiquitín más… de quizás tres añitos de edad, en seguida extienden las manitas, pidiendo una parte del pan, resulta imposible no distinguir la tremenda alegría, que demuestran los ojitos… ante los sencillos alimentos.

    Aquel padre con su hijo se les acercan, llevándoles más pan y juguitos, al darse cuenta que terminan de comer procede a preguntarles:

    ¿A dónde viven?

    En respuesta, mientras el más tierno de los tres prosigue masticando, la

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