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Las crónicas de Hissfon - El Caballero Negro
Las crónicas de Hissfon - El Caballero Negro
Las crónicas de Hissfon - El Caballero Negro
Libro electrónico118 páginas1 hora

Las crónicas de Hissfon - El Caballero Negro

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La guerra se está librando en las Tierras Mandrares. Mientras que los tres Guerreros hacen todo lo posible para repeler al enemigo, el poderoso Nigromante Thâar da a luz a un miedo sin noombre en el recinto de la gran ciudadela negra de Shâltara.

Sus poderes debilitados, los Magos Donnhum y Tohn-Mâ aún intentan reunir las cinco coronas para contrarrestar la amenaza del Cuarto Reino.

¿La ayuda inesperada les permitirá entregar los magos faltantes y poner fin a este conflicto?

IdiomaEspañol
EditorialRemy Lecornec
Fecha de lanzamiento16 may 2019
ISBN9781547579785
Las crónicas de Hissfon - El Caballero Negro

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    Las crónicas de Hissfon - El Caballero Negro - Remy Lecornec

    Las Crónicas de Hissfon

    Tomo 2 - El Caballero Negro

    Las Crónicas de Hissfon

    Tomo 2 - El Caballero Negro

    Rémy LECORNEC

    Ilustración de cubierta:

    Copyright © 2017 Adobe Systems Incorporated

    PRÓLOGO

    Después de terribles acontecimientos en las comarcas de las Tierras Mandrares, se forjó una terrible venganza dentro de la macabra fortaleza de Shâltara: el mal se había extendido a todo el Cuarto Reino. Así, el Mago Negro recibió el nuevo ejército oscuro creado por el Conde Nerrum, poderoso aliado del Nigromante Thâar. Toda la ciudadela se puso en movimiento mientras un miedo indecible inquietaba las desoladas tierras del Oeste.

    En cuanto al Mago Donnhum, la derrota contra el señor de las tinieblas le llegó como una revelación. Los diferentes reyes de los reinos vecinos al de Fahl fueron convocados a Galnor, la poderosa y gran ciudad de armas.

    El entrenamiento del joven Gérioh para el manejo de la legendaria espada Gälnara no fue fácil. Doltha, aunque paciente, redobló sus esfuerzos para permitir que su amigo canalizase el poder de su poderosa espada.

    En un estado lamentable, Artémion luchó contra los sortilegios funestos que lo aquejaban, mientras varios sacerdotes curativos acudían a su cama para ayudarlo, el coloso sucumbió a un mal cuyo origen ni siquiera los más antiguos pudieron encontrar. Carhâa y Kenthaë, siempre presentes a su lado, comenzaron a perder la esperanza, pero tuvieron en cuenta que sin el medallón de la joven, que perdió en la ciudadela de Shâltara, habría sido imposible para ellos desafiar al Nigromante y su ejército.

    Contra todo pronóstico, la ayuda que necesitaban llegó de las lejanas tierras del Desierto Pirien. Este árido y escasamente poblado reino del Este contenía una magia incontrolada que solo un individuo en Hissfon logró dominar.

    Capítulo Primero

    Una extraña sensación

    Todo parecía tranquilo en la ciudad de Moprem; los habitantes deambulaban por los mercados cuya fruta recién importada de las tierras generosamente aradas del Noreste brillaba a la luz del sol. Esta gran ciudad en el centro de las Tierras Mandrares estaba asentada en un inmenso peñasco y el único acceso a la ciudadela era un camino sinuoso, pero lo suficientemente ancho como para que pasaran ajustadamente dos carruajes. La roca de colores rosados relucía en un radio de varias millas, la joya del Mago Tohn-Mâ y el símbolo del poder mágico que reinaba allí. El mago recorrió los inmensos pasillos de su dominio, preocupado, cuando sintió que una extraña fuerza recorría la ciudad. El mago ascendió por las muchas escaleras para llegar a la cima de la gran torre.

    Con una altura de varios cientos de yardas, la torre de Moprem estaba compuesta de escaleras de caracol de la madera más preciosa de las florestas de Shân-Fhel, y cuyas paredes albergaban magníficas bibliotecas. Algunos libros y grimorios flotaban aquí y allá, hasta tal punto la magia abundaba en esos lugares. Al final, el Mago Tohn-Mâ se dirigió al balcón cerca de su gran escritorio cubierto de pergaminos, viejas reliquias y plumas desgastadas que le permitían escribir órdenes. Miraba hacia el horizonte en dirección al Este cuando vio un cortejo, liderado por dos caballos, que brillaba en las llanuras salpicadas con las primeras nieves.

    El mago se apresuró hacia la entrada de la ciudadela al tiempo que el pequeño grupo llegaba a las enormes puertas protegidas por una decena de centinelas. Informaron al Mago que los individuos vinieron a petición del regente del Reino Piritiano en el Este, muy apreciado por el Rey Bérum. Indicó a los guardias que dejaran entrar al cortejo, y este se abrió paso entre la multitud que ya estaba presente; Moprem era conocida como un lugar de paso y de importante comercio.

    Sus ojos oscuros enmarcados en un rostro con rasgos dibujados por tiempos duros, y rodeado por una gran capucha marrón hecha de una vieja tela deshilachada, se cruzaron con los del mago. Este último echó la cabeza hacia atrás, ansioso, y dijo:

    —¿Qué habéis venido a hacer tan lejos de vuestro reino, amigo mío?

    —El regente de la ciudad de Volnum, Harnam, hijo de Garsha, os manda llamar —respondió el hombre, extendiéndole un pergamino algo quemado.

    —¿Por qué yo y no el propio Rey Bérum si se trata de cuestiones políticas?

    —No es de ninguna manera una cuestión política, señor —replicó el individuo—, sino más bien de magia.

    —¿Magia? —preguntó el Mago Tohn-Mâ, sorprendido—. Bueno, informaré a mis discípulos de mi partida.

    —Debemos apresurarnos —dijo el hombre bajo su capa mientras el mago giraba sobre sus talones—. Vuestro reino depende de ello...

    La concertación

    Después de estas palabras, el gran mago con la túnica blanca continuó su caminata y giró la cabeza en dirección al grupo que acaba de llegar, les lanzó una mirada indiferente y luego fue a la sala de armas. Después de haber solicitado la presencia de Kenthaë y Carhâa, se les informó de la demanda del regente, pero el lancero se opuso a esta solicitud. Las gentes del Este no eran conocidas por ser comerciantes confiables, ¿qué había sido de su lealtad? El mago explicó cuidadosamente la posibilidad de que algo pudiera haber surgido de la poderosa magia que venía del Desierto Pirien. Carhâa preguntó, sorprendida:

    —¿Debemos confiar en este hombre?

    —Sí, mi joven amiga —confirmó el mago—. Conozco a los sacerdotes de Volnum. No son muy caritativos, pero sus intenciones son a menudo más que loables. Ellos creen en su regente, hagamos lo mismo.

    —Iremos con vos, Maestro —dijo Kenthaë—, necesitaréis una escolta.

    —No, joven lancero —replicó el mago, retorciéndose con los dedos su larga barba blanca—. Debéis quedaros en Moprem para cuidar de vuestro

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