Sangre y Agua: Novicia

Por K. Matthew

Ser una vampiro novicia es difícil, especialmente cuando quieres comerte todo lo que tenga un pulso. Es el momento de la primera alimentación de Victoria, y Harlow ha decidido que debe enseñarle cómo ser una vampiro, ¿pero qué podría saber un hombre lobo sobre ser un vampiro?

• Idioma: Español
• Editorial: BadPress
• Fecha de lanzamiento: 6 feb 2019
• ISBN: 9781547568192

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Victoria

El sueño de Victoria era uno plagado de miedo en el que era perseguida por lobos monstruosos que la insultaban y se burlaban de su peso. Ella gritaba al tiempo que clavaban sus muñecas con clavos. En su sueño, el lobo plateado estaba con ellos, igual de cruel, uno de la manada. Lo odiaba —odiaba a cada uno de ellos. Cada fibra de su cuerpo gritaba por que la dejaran en paz. Entonces, era libre, un monstruo mucho peor de lo que ellos jamás serían. Victoria desgarró sus gargantas y bebió profundamente, uno a uno, dejando al lobo plateado para el final. Ellos no huían, se quedaban allí, gruñendo, mientras ella se llenaba hasta que todos yacieron muertos a su alrededor —un bonito anillo de cadáveres. Por alguna razón, se sentía como un buen sueño una vez que los papeles fueron invertidos.

La garganta de Victoria estaba seca cuando despertó, pero aún lograba recordar el sabor de la sangre —sangre de lobo. ¿Dónde está ese bocado plateado? pensó casi instintivamente, y luego se sacudió el resto de su sueño de la cabeza e intentó recordar dónde estaba y qué había pasado.

Casi en pánico, miró sus muñecas. Los hoyos que habían estado allí habían desaparecido. ¿Lo había soñado? Pero luego vio el vaso en la mesa de noche, con costras de la sangre que había sobrado. Hambrienta, lo tomó, lamiendo el interior. La sangre se había secado hacía tiempo, pero aún podía saborear la sustancia cobreña. Quiero más —necesito más. ¿Dónde está?

Como si hubiera sido orquestado, se oyó el sonido de metal contra metal al abrirse la puerta principal. El olor a perro flotó desde la esquina, precediendo a Harlow. Estaba cojeando y en un estado patético. Una presa fácil. Huele mal, pero sabe bien. Puedo ignorar el olor. Sólo necesito su sangre.

—Estás despierta, — dijo Harlow, aunque no sonaba sorprendido.

Por alguna razón, su voz tomó a Victoria con la guardia baja, recordándole la noche anterior. Este hombre me salvó. No es mi enemigo. ¿Qué me sucede?

Se sentó derecha, sintiéndose algo culpable por sus pensamientos asesinos.

—Estoy hambrienta.

—Lo sé. Voy a llevarte a cazar.

— ¿A cazar?

—Sí, a cazar.

— ¿Personas? — ella preguntó, medio esperanzada y medio horrorizada.

—No. Ya verás, — hizo una pausa, quedándosela viendo durante un momento. Nerviosa, ella apartó la mirada. —Deberíamos irnos antes de que empieces a perder el control.

¿Eso es lo que está pasándome? ¿Esa es