Hipocresía
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La que con todos se solidariza. La que abriga en su pecho la democracia, y en favor de los demás va más allá del deber. La que ama a todos de gratis. La que se retiene de oprimir a sus conciudadanos. La que no se aprovecha del débil, ni abusa del poder económico que posee.
La que extiende la mano al caído, envés de pisarlo. La que al pobre no le niega su ayuda, y al errante alberga en su casa. De la que todos hablan bien y solo los que no resisten la envidia, se atreven a calumniar. ¿A quién no han beneficiado con sus bondades? ¿Quién no ha disfrutado de sus noblezas?
Difícilmente se encuentre otra familia en la tierra, como la familia Almanegra. No te esfuerce en hallar otra, pues una vida no es suficiente para lograrlo. Tardaran generaciones para que ocurra el milagro, aprovecha y copia de ella; tú que has tenido la dicha de ser su contemporáneo.
El valor de tal familia, sobrepasa el valor del oro y la plata; y ni aun las piedras preciosas no se le comparan. El tropezarse con la familia Almanegra, es semejante a descubrir un manantial en el desierto; cuando se tiene sed. Si pudiera injertarme yo y los míos en ella, esa sería mi felicidad; de alegrías se llenaría mi alma.
Lorenzo Bz Rodríguez Qz
Vill bara dela mina tankar med andra och hoppar att det blir till hjälp.
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Hipocresía - Lorenzo Bz Rodríguez Qz
alma.
CAPITULO 1
La familia Almanegra se trasladó a una zona rural muy remota, donde no había autoridad alguna. Allí había pocos habitantes, y sus residentes resolvían sus diferencias entre ellos mismo. Pero por lo regular era un lugar tranquilo y prospero. De tierra fértil, de la cual los habitantes del lugar hacían grandes cosechas.
Los Almanegra decidieron que el lugar era apropiado para establecerse, ya que la tierra se prestaba también para la ganadería. De la vecindad del lugar, algunos le recibieron a gusto; mientras que otros les miraron con sospechas. Ese mismo día, los que se sintieron a gusto con la familia Almanegra; le invitaron a una cena de bienvenida.
Apena pasaron algunos días, y ya estaba la familia Almanegra envuelta en una trifulca. Su vecino más cercano, le acusó de robarle parte de su tierra. El padre de la familia Almanegra rebatió la acusación, y argumentó tener derecho a la tierra señalada por su vecino.
El vecino de la familia White, buscó algunos de los vivientes del lugar como testigos; de que esa tierra le pertenecía. Estos llegaron a la casa de los Whites, los cuales les recibieron de mala voluntad. Los demás moradores del lugar, confirmaron que esa tierra era propiedad de la familia vecina a los Almanegra.
Los Almanegra respondieron, que no les importaban sus testimonios; esa tierra nos pertenece, y no vamos desistir de ella, agregaron. Los vecinos de los Almanegra, se sintieron tanto irritados como sorprendidos por la actitud de los Almanegra. Este hecho les hizo entender a los lugareños, que iban a tener que enfrentar a los Almanegra.
Pasó alrededor de una semana, en la cual el vecino de los Almanegra se reunió con los demás moradores del lugar; para tratar el asunto de la tierra. Todos se pusieron de común acuerdo, en que la tierra tenía que serle devuelta al vecino de los almanegra.
La vecindad invitó a los Almanegra a una reunión, en la que iban a participar todos los moradores del lugar. Una vez en la reunión, el cabeza de los Almanegra tomó la palabra. Este argumentó, que él y sus parientes eran personas civilizadas, de respeto y seguidores de la justicia; Incapaz de malversar lo ajeno.
Continuó diciendo, que respetaban las propiedades ajenas; por lo cual si esa tierra no les perteneciera, la hubiesen entregado. Los moradores del lugar, estaban atónito de tal arrogancia. ¿Basado en qué decía pertenecerle aquella tierra? Todos ellos eran testigos, de que ese no era el caso.
Indignado por la obstinación del padre de los Almanegra, el padre de la familia a quien pertenecía la tierra hurtada proclamó: de no entregárseme la tierra por la buena, habrá que entregármela por la mala. A esto respondió el cabeza de los Almanegra: ni de la una manera ni de la otra, la entregaremos. Nosotros somos gentes que creemos en dios, y no nos gusta la violencia; pero sí estamos dispuesto a defender nuestras propiedades con uña y diente.
La ira de la familia afectada no era poca, pues ahora para el colmo; se les estaba amenazando por lo suyo. Si la familia Almanegra piensa, que esta humilde familia buscaba una salida pacífica al asunto; por falta de coraje, ellos estaban muy equivocados.
El miedo no se albergaba en sus pechos, y menos cuando el derecho estaba de su parte. ¡Si ustedes están dispuestos a defender nuestra propiedad con uña y diente, imagínense nosotros! Exclamó el padre de familia. Con nuestras vidas la defenderemos, la sangre va a correr en este lugar, dígalo duro mi compay, continuó diciendo.
De hoy en siete días, tienen que entregarme la tierra; así que comiencen a sacar sus animales de mi tierra con tiempo, Pues el tal día a las doce en punto, estaremos allí para inspeccionar. Y a todo lo que viva que se atraviese en nuestro camino, le daremos muerte; ya sean animales o gentes.
Llegado el día señalado vinieron a la tierra señalada, los hombres pertenecientes a la familia del lugar. Ellos llegaron armados de sus machetes, y los Almanegra los estaban esperando con sus pistolas. La desgracia era inevitable, como se había dicho: La sangre iba a correr.
La familia a quien pertenecía la tierra, emprendió el ataque. A la vez que se acercaban a los Almanegra, iban cayendo heridos de balas; algunos heridos, otros muertos instantáneamente. Los que lograban avanzar bajo el tiroteo, comenzaban la lucha cuerpo a cuerpo con los Almanegra.
En el cuerpo a cuerpo se minimizaba la ventaja de los Almanegra, pues los hombres de la familia del lugar; habían venidos con machetes, a un duelo de pistolas. Pero su valentía y destreza les permitieron llegar hasta los Almanegra y propinarles heridas hasta de muerte.
El pleito duró varias horas, y cuando se apaciguó; había heridos y muertos de ambos lados. Aunque los heridos y muertos eran menos, del lado de los Almanegra. La disputa de la tierra, no se dio por terminada con esta batalla; vinieron otras. En una de ellas algunos de la familia del lugar, tenían pistola.
Esto hacía la lucha un poco más pareja, pero no la igualaba. Los muertos y heridos, siguieron siendo menos; del lados de los Almanegra. Un día cuando los hombres de ambos bandos se preparaban para el enfrentamiento, las mujeres de ambas familia se reunieron para discutir una solución pacifica; pues, ¿De qué serviría la tierra si todos tenían que morir por ella?
Las mujeres de la familia local, exigieron que se les entregase la mayor parte de la tierra; ya que ellos eran los verdaderos dueños de la tierra. Las mujeres de los Almanegra exigían, que la parte de ellos tenía que incluir el lago que había en la propiedad. Pues les era necesario para que sus animales pudieran tener donde beber.
Con este acuerdo se despidieron, para ir y proponerles a los hombres de cada familia; tal salida del conflicto, antes que fuesen y se despedazasen como bestias salvajes unos a otros. Las mujeres de los Almanegra les comunicaron el plan de paz a los hombres, pero estos la rechazaron. Argumentando que su sangre no habría de derramarse en vano.
¡La tierra que sació su sed con la sangre de los Almanegra, a los Almanegra pertenece! Exclamó el líder de los ellos. Mientras que los hombres del otro bando, consideraban que el aceptar tal acuerdo; era igual a pisar su honor de hombre, con sus propios pies. Esto se ha convertido en un asunto de principio y no de tierra.
Después de esa batalla hubo una tregua informal, pues no se debía a que ambas partes lo hubiesen acordado; sino que al parecer habían visto el sin sentido del asunto. O quizás la dureza del hecho mismo, pues no eran deportivos los enfrentamientos; sino de vida o muerte.
Desde el primer día de enfrentamiento, los hombres de la familia del lugar destruyeron las alambradas que los Almanegra