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¿Estuve Solo En La Oscuridad?
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¿Estuve Solo En La Oscuridad?
Libro electrónico133 páginas1 hora

¿Estuve Solo En La Oscuridad?

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Alguna vez te has sentido engaado?, Has pensado que Dios te ha abandonado o simplemente l no existe?, Tus familiares o amigos te han fallado?, Vale la pena seguir adelante?. Estas y otras preguntas te sern respondidas a travs del inslito pero verdico relato de la vida de vida del autor, quin despus de haber sufrido un grave accidente automovilstico, que lo dej cinco meses en cama, fue despedido de su propia empresa familiar, por su madre y sus hermanos. Qued en banca rota con su esposa e hija, para emprender un sorprendente viaje lleno de intrigas, mentiras y traiciones, descubriendo que aun en la ms densa oscuridad, nunca estuvo solo.
IdiomaEspañol
EditorialPalibrio
Fecha de lanzamiento7 jun 2013
ISBN9781463356910
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    ¿Estuve Solo En La Oscuridad? - Rafael Cervantes

    Copyright © 2013 por Rafael Cervantes.

    Todos los derechos reservados. Ninguna parte de este libro puede ser reproducida o transmitida de cualquier forma o por cualquier medio, electrónico o mecánico, incluyendo fotocopia, grabación, o por cualquier sistema de almacenamiento y recuperación, sin permiso escrito del propietario del copyright.

    Las opiniones expresadas en este trabajo son exclusivas del autor y no reflejan necesariamente las opiniones del editor. La editorial se exime de cualquier responsabilidad derivada de las mismas.

    Fecha de revisión: 03/06/2013

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    Fax: 01.812.355.1576

    ventas@palibrio.com

    467315

    Índice

    Dedicatoria

    Introducción

    CAPÍTULO I ¿QUIÉN SOY?

    CAPITULO II DETENCIÓN ABRUPTA

    CAPITULO III EL HOSPITAL

    CAPITULO IV EL CAMBIO

    CAPITULO V LA NUEVA ETAPA

    CAPITULO VI CAMBIO INESPERADO

    CAPITULO VII UN NUEVO RETO

    CAPITULO VIII TROPEZANDO CON LA MISMA PIEDRA

    CAPITULO IX EL LIBRO QUE LO CAMBIO TODO

    CAPITULO X LOS SUEÑOS

    CAPITULO XI REFLEXIÓN FINAL

    Dedicatoria

    Dedico este pequeño libro a mi amada esposa Ilse y a mis dulces hijos Angélica Celina y Miguel Alejandro, sin su apoyo no habría podido remontar ninguna de las cuestas de mi camino.

    A mi querido hermano Pablo y mis queridos amigos Jorge y Julie Barbieri, quienes fueron las primeras personas en leer mis manuscritos y sin cuyas observaciones, correcciones y concejos no habría podido terminarlo.

    A mi muy estimado amigo el Padre David Wooten, pastor y guía de nuestra Iglesia Católica Ortodoxa Santos Apostoles de Miami y traductor al inglés de mi obra.

    A todas aquellas personas que de forma positiva o negativa han influido en mi vida, porque todas han sido instrumentos del Señor.

    Finalmente, dedico este libro a todos ustedes, los lectores esperando que éste sea de utilidad y provecho en vuestras vidas.

    ¡Dios los bendiga!

    Weston, Florida, 25 de Abril de 2013.

    "Aunque mi padre y mi madre me dejaran,

    con todo, el Señor me recogerá"

    Salmo 27:10

    Introducción

    Escribo este libro, por segunda vez por cuanto, misteriosamente, el día de hoy, 13 de Septiembre de 2012, pasadas las tres de la mañana, se borraron los archivos guardados en el disco duro de mi, recién adquirida computadora HP TouchSmart i5.

    Por supuesto, sé con certeza que no ha sido un problema de la máquina per sé, es una entidad que no desea que se publique esta historia, sí, esa misma en la que está usted pensado ahora mismo. Satanás, quién su principal logro es haber convencido al hombre moderno de que él no existe, lo que implica directamente que Dios no existe.

    Por tanto si te portas mal no pasa nada, porque: ¡No hay castigo!, Jesús no vino hace más de 2.000 años, por tanto el género humano está a su entera voluntad.

    Después de haberme sentido más que frustrado, con ganas de lanzar la máquina por la ventana y luego de preguntar a mí amada esposa, Ilse, sí los niños habían estado jugando en mi computadora la noche anterior y ella, ingenuamente, me dijo,

    - Esa máquina me despertó, cuando se encendió a las 3:30 de la mañana, ¡Creo que te la hackearón!

    Ahí, en ese preciso momento, entendí todo. Esa computadora la tengo en el escritorio que está en nuestra habitación y yo me fui a dormir esa noche a las 12:30 am, después de terminar el capítulo de mi sueño con Satanás.

    El antivirus que tiene instalado mi computadora, Norton 360, no revela ninguna anomalía en el sistema.

    Revisé todos los archivos, mi libro no aparecía por ninguna parte, pues de acuerdo al registro interno de la computadora, hubo una actualización mayor del sistema a las 3:00 de la mañana, con lo que asumo que cuando ésta despertó a mi esposa fue cuando la máquina se reinició. Extraño, muy extraño, ¿No es verdad?

    Bueno, pues no demos gusto a quién procura nuestro mal y prosigamos.

    Capítulo I

    ¿Quién soy?

    Soy el séptimo hijo de una familia de nueve hijos, cinco mujeres y cuatro hombres.

    Mis padres, ambos educadores y actualmente retirados. Mi padre fue profesor de Historia de la Matemática, entre otras asignaturas en la Universidad de Carabobo. Mi madre fue profesora de Castellano y Literatura, igualmente entre otras asignaturas, en el Liceo Juan Vicente Bolívar y Ponte, en mi ciudad natal, Maracay, Estado Aragua, Venezuela.

    Desde niño, me llamaba la atención la lectura y me encantaba pasar las tardes leyendo, cuentos e historias, así leí multitud de libros muy variados de autores todo género, Cervantes, Shakespeare, Tolkien, Lewis, Verne, Dumas, Ovidio, Platón, Sócrates y pare usted de contar, porque siendo mis padres educadores, la biblioteca de ellos era de lo más prolija y variada.

    Cuando estaba en quinto grado, durante un receso en el colegio, había un grupo de Gedeones repartiendo el Nuevo Testamento, del cual, no sé por qué, yo cogí dos ejemplares.

    Al regresar a clase, la directora del colegio, Prof. Luisa Martínez, habló por el intercomunicador y ordenó que se recogieran todas las copias del Nuevo Testamento que habían sido recibidas durante el receso.

    La maestra nos ordenó que entregáramos los libros del nuevo testamento, todos lo hicimos, yo entregué un libro y me quedé con el segundo en mi morral.

    Al llegar a casa, subí a mi habitación a esconder mi precioso tesoro, ¡Un libro prohibido!, porque si no, ¿Por qué lo mandaría recoger la directora del colegio?

    En ese tiempo, ya mi hermano mayor, Esteban, para entonces de 20 años, tenía dos años que había sido corrido de la casa por mi papá, porque Esteban había decidido unirse a una secta pseudo cristiana llamada Los Niños de Dios.

    Por supuesto, la Prof. Martínez conocía del caso por cuanto todos los niños Cervantes habíamos estudiado en su colegio, por tanto ahora en retrospectiva entiendo el por qué de su proceder.

    Empecé a leer en secreto, por las noches antes de dormir, ese librito del Nuevo Testamento. Realmente no entendía nada de nada y constantemente debía buscar en un diccionario escolar, las palabras que podía encontrar, porque esos diccionarios, no son los más completos que digamos.

    Así continué leyendo y leyendo, sin lograr entender, con el tiempo, ya mayor, lo poco que lograba entender era para discutir con mi papá acerca de Dios.

    Cuando entré a la adolescencia, se produjo un cambio en mí, un niño tranquilo, de pronto se convirtió en un pandillero. Llevaba una rabia interior que no sabía por qué la tenía. Odiaba a todos y a todo.

    Desarrollé una pasión, absurda, por las armas a tal punto, que en una oportunidad al estar acompañando a una vieja amiga de mis padres, la señora Marina, que no quería quedarse sola en su enorme casa, curiosamente conseguí, podría decir que fui guiado, un compartimiento secreto, en un closet, que contenía nada más y nada menos que armas de caza mayor, rifles de diversos calibres que hacen ver un cartucho NATO de 7,62 mm como si fueran de juguete. Eran las armas y municiones perdidas del Sr. Víctor, esposo de la señora Marina, quien había fallecido muchos años antes. Sus hijos habían estado buscando esas armas después de su muerte, pero no las consiguieron.

    La primera cosa que hice fue aprovisionarme de un grupo de cartuchos de cada calibre, para hacerme llaveros. La forma que escogí para hacerlos fue taladrar los cartuchos, sin sacar la pólvora.

    Un día, cualquiera, después del mediodía, cuando todos dormían la siesta en casa de mis padres, saqué un cartucho calibre .35 especial, me fui a la terraza con un taladro y coloqué el cartucho en una prensa. Comencé a taladrar, no habrán pasado ni 30 segundos cuando pasó lo que tenía que pasar, detonó el cartucho y el proyectil me rozó dos veces la pierna izquierda, más arriba de la rodilla.

    Es inexplicable, cómo me rozó dos veces el mismo proyectil, en la misma pierna en forma paralela.

    El proyectil rebotó una vez contra uno de los barrotes de las rejas, asumo que cuando rebotó contra la reja me rozó por primera vez y entre las dos veces más en que éste rebotó contra las paredes, me rozó por segunda vez.

    Mis padres con el corazón en la boca, me encontraron en el piso, sangrando por las sendas heridas en la pierna.

    Mi padre me reprendió fuertemente y me obligó a decirle a la señora Marina de la existencia de las armas y municiones que había descubierto y me prohibió ir más a su casa.

    Para mis lecturas buscaba ahora los libros en la biblioteca de mi tío Rafael, prominente Dr. en Ciencias Químicas, hermano mayor de mi mamá, que tenía una muy amplia biblioteca de temas bélicos, esotéricos y científicos, incluyendo libros sobre el nacional socialismo alemán, demonología, religiones antiguas y etc.

    Esos temas empezaron a apasionarme y me auto influencié con la doctrina nazi, investigación esotérica y dirigía mi propia banda de desadaptados.

    La banda se denominó, Los Guerreros del Barrio Sucre, yo no vivía en ese barrio, pero allí habíamos conseguido una vieja casona abandonada, que convertimos en guarida para escondernos cuando llegaba la policía a poner fin a las peleas callejeras que iniciábamos contra las otras pandillas de otros barrios.

    Para cuando tenía 14 años, Marta, la entonces novia de mi hermano

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