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Poemas De Un Corazón
Poemas De Un Corazón
Poemas De Un Corazón
Libro electrónico482 páginas3 horas

Poemas De Un Corazón

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Esta es una recopilacin de poemas que he escrito en diferentes etapas de mi vida, desde la adolescencia hasta el momento en que escribo este prrafo. No tienen mucha relacin propiamente con mi vida privada, sino que simplemente son el cmulo de pensamientos y la poca inspiracin que Dios me haya regalado en su momento, mismos que he querido compartir con Ustedes, pues sin compartirlos, estos escritos estuvieran escondidos en algn rincn de este amplio mundo.
IdiomaEspañol
EditorialPalibrio
Fecha de lanzamiento19 ago 2011
ISBN9781463305000
Poemas De Un Corazón

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    Poemas De Un Corazón - Felix Cantu Ortiz

    Copyright © 2011 por Félix Cantú Ortiz.

    Número de Control de la Biblioteca del Congreso de los EE. UU.:  2011912064

    ISBN: Tapa Dura                978-1-4633-0499-7

    ISBN: Tapa Blanda             978-1-4633-0501-7

    ISBN: Libro Electrónico     978-1-4633-0500-0

    Todos los derechos reservados. Ninguna parte de este libro puede ser reproducida o transmitida de cualquier forma o por cualquier medio, electrónico o mecánico, incluyendo fotocopia, grabación, o por cualquier sistema de almacenamiento y recuperación, sin permiso escrito del propietario del copyright.

    Este Libro fue impreso en los Estados Unidos de América.

    Para hacer pedidos de copias adicionales de este libro, por favor contactar con:

    Palibrio

    1663 Liberty Drive, Suite 200

    Bloomington, IN 47403

    Para llamadas desde los EE.UU 877.407.45847

    Para llamadas internacionales +1.812.671.9757

    Fax: +1.812.355.1576

    ventas@palibrio.com

    352162

    Índice de Poemas

    Dedicatoria: A Rosy

    Advertencia

    Prólogo

    Acerca de un fuerte y varonil poeta

    Primer Ciclo. Espirituales

    Aposento

    Bendecido por Dios

    Caballero: A la Orden . . .

    Compláceme, Dulce Señor Mío

    Compunción

    Confusión

    Dios mío: No te alejes de mí . . .

    Dolor

    El Poeta de los Cielos

    Gracias Señor

    He perdido mi alma

    Incógnita

    La guerra

    Pasión

    Pesadilla

    Presencia de Dios

    Que todo quede en el olvido

    Regresa a mí . . .

    Retorno

    Súplica en una Confesión

    Temor

    Tentaciones de un alma cautiva

    Te he perdido

    Una dulce conjunción

    Un soneto para los muertos

    Vacío en el alma

    Segundo Ciclo. A todo lector.

    Acerca de mi amada . . .

    Acurrucada en mi pecho . . .

    Adolescencia

    A la salida de la escuela

    Alcanzar una estrella

    Al leer una poesía . . .

    Allí estaré yo

    A los poetas

    A Mamá

    Amantes distantes

    Amigo ausente

    Amigo o enemigo

    Amigos inseparables

    A mi nieto

    Anhelo

    Asesinos

    A un amigo poeta

    A un árbol caído

    A un Doctor

    A un escritor de poemas

    Barquitos y soldaditos

    Caballito de palo

    Caminos . . .

    Carmín

    Carta a mi Papá

    Querido Papá:

    Cercanía

    Cicatrices

    Clases de un Diablo a su Nieto

    ¿Cómo era tu Papá . . . ?

    Desdén

    Despedida

    Destino

    Diálogo con la muerte

    Di porqué . . .

    Dos corazones

    El aprendiz de Escritor

    El canto de la alondra

    El castillo

    El equipaje

    El juego

    El libro de mi vida

    El poeta

    El sueño de Rosalinda

    El Tiempo y los Amantes

    En un funeral

    Epitafio a Don Jacinto

    Ilusión

    Ilusiones de Poeta

    Imagen de espejo

    Irrealidad

    Juventud

    La amada ausente

    La amada desahuciada

    La Edad Media

    La familia

    La maletita

    La mortaja

    Letras criminales

    ¿Me amas?

    Me duele el corazón

    Mi amigo El Coqueto

    Mi Bebé

    Mi más ferviente deseo

    Mis recuerdos

    Mi Viejo Barrio

    Oda a mi poesía

    Palabras de despedida a mi madre

    Pan

    Pensamiento y corazón

    Personaje de un cuento

    Podría decirte mil cosas más . . .

    Poesía encadenada

    Presencia macabra

    Querido Don Quijote . . .

    Resignación

    Sin respuesta

    Sirve más vino, Cantinero

    Soneto de la esperanza

    Temor de amar

    Testimonio de un pueblo

    Todo pasa . . .

    Tu abandono es mi muerte

    Tu mágica poesía

    Una lección de amor

    Un brindis de Año Nuevo

    Un poeta agradecido

    Un viejito

    Vida

    Viviendo sólo de un recuerdo

    Vivir la vida

    Volverte a amar

    Y los Profetas hablaron . . .

    Tercer Ciclo. Cuentos leyendas

    Coplas del abuelo Altamirano

    Coplas de los revolucionarios

    Coplas de una Tragedia

    El jorobadito del pueblo

    El príncipe encantado

    Labios de carmín

    La guadaña de la muerte

    La leyenda de los decapitados

    La Reina del Bosque

    Las brujas de la montaña

    Loco por el Diablo

    Recuperación inesperada

    Romance del duende enamorado

    Sueño #1

    Sueño #2

    Cuarto Ciclo. Para adultos

    A•M•O•R

    Armonía

    Aventura nocturna

    Besos

    Besos perdidos

    Compláceme mujer

    Condiciones

    El cliente

    El consejo

    El esclavo de su esclava

    El fuego y los amantes

    El libro del amor

    El licántropo y la bruja

    El loco

    Embeleso nocturno

    En una noche de luna

    Espejismos mentales

    Esperanza de ser amado

    Eulalio

    Excitación

    Éxtasis de deseo

    Fantasía de sueños eróticos

    Hombre y mujer

    ¿Hoy será el día . . . ?

    Idilio de Lorenzo y Severiana

    Impedimentos

    La apuesta

    La bruja de mis sueños

    La duda

    La fórmula del amor

    La Gruta de Venus

    La primera vez

    Leyendo un poema erótico

    Loco de amor

    Mensaje Primaveral

    Mi musa

    Mi soledad

    Necesidades

    Necesito morir en segundos

    No es lo mismo pensarlo que sufrirlo

    Olvido

    Parece que no . . .

    Pecado

    Perversión

    Pétalos sobre tu cuerpo desnudo

    Propuestas

    Satisfacción

    Seducción lírica

    Si la noche de anoche volviera . . .

    Sinfonía barroca

    Sirena o mujer

    Sueño #3

    Sueño #4 Cantar del Caballero Mundamor

    Sueño #5. Romance del escudero

    Suplicio de amor

    Te amo de noche

    Teatro para adultos

    Tu retrato

    Una poesía en las lejanías

    Un poema de una bruja y un vampiro

    Un regalo para ti

    Utopía

    Virgen

    Acerca del Autor

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    Mi musa, mi esposa, Rosalinda.

    Dedicatoria: A Rosy

    El bondadoso y solícito aire que respiro

    Trae tu perfume a mi ufano sentido,

    Demuestra que tu esencia sola asoma

    De tu demandante mocedad su aroma.

    No vengas a mi alma, ya estás con ella,

    Ni a mi corazón, ya tomaste posesión.

    Has sido de mi esencia la dueña

    Desde que nos hechizó aquella pasión.

    Mi mirada en tu belleza se clavó,

    Mi deseo enloquecido se encendió,

    Mi corazón por ti, más latió,

    Y mi alma en tu pecho descansó . . .

    Ya no vivo sin vivir en ti,

    Ya no pienso sin pensarte,

    No veo más allá sin verte.

    Eres el compás de mis latidos,

    Eres mi poema y mi canción.

    Rosy, eres mi verso de amor.

    Llego a un éxtasis imaginario

    Donde no estás tú . . .

    Pero siempre lo estás . . .

    Rosy de mi amor . . .

    Tu Esposo, Félix

    Advertencia

    Esta es una colección de poemas que he escrito en diferentes etapas de mi vida, desde la adolescencia hasta el momento en que escribo este párrafo. No tienen mucha relación propiamente con mi vida particular, sino que simplemente son el cúmulo de pensamientos y la inspiración que Dios me ha regalado, que aunque poca, he querido compartir con ustedes como un agradecimiento propio por lo que Él ya me dio. Ustedes, mis lectores, representan lo más cercano, lo más apreciado, lo más amado por mi persona. Varios poemas ya fueron usados en algunos de los libros que yo mismo he escrito, así que consideren este poemario como la antología de mis Poemas de un Corazón . . . Y sin haber nacido poeta el que los escribió, los escribió precisamente . . . Desde el fondo de su corazón . . . Primer Ciclo son poemas espirituales. Segundo Ciclo son poemas para todo público. Tercer Ciclo son cuentos y leyendas. Cuarto Ciclo son poemas para mayores de edad.

    El Autor

    Prólogo

    En este largo recorrer

    Por la vida y sus rincones,

    ¿Quién no tiene algo qué decir?

    ¿Quién no tiene algo qué narrar,

    De sus sentimientos y emociones,

    De su cantar y sus canciones?

    Siempre habrá algo que contar . . .

    Por más que se tenga en el olvido,

    Basta con cerrar los ojos y soñar,

    Escudriñar el alma y recordar . . .

    De esos momentos que se han vivido,

    Siempre habrá algo que decir . . .

    La vida se ve muy diferente

    Según el cristal con que se mira,

    Cada quién es feliz a su modo,

    Cada quién infeliz a su parecer.

    Pero no hay quién negar pudiera,

    Que es diferente querer que proceder.

    Al final me di cuenta que fui feliz

    Porque así lo quise, o desdichado,

    Porque apresurado así yo lo escogí.

    Yo fui el que formé mi propia vida,

    Y al mismo tiempo la destruí,

    Para intentar armarla de nuevo,

    Una y otra y otra vez . . .

    Acerca de un fuerte y varonil poeta

    F   uerte y varonil poeta,

    É   xodo de cuentos y metáforas,

    L   lantos, risas y frases abiertas,

    I    luminan todos tus poemas,

    X  ilófono de celestiales notas . . .

    C  ánticos que salen de tu alma,

    A  l ritmo del acordeón y la redova,

    N  orteños cantos de alcoba,

    T  intinean tus versos con gala,

    Ú  nicas letras que no acaban.

    Luis Alberto Aguayo Pérez, Poeta.

    México, D. F.

    Primavera del 2011

    Mil gracias amigo, por esta generosa muestra de aprecio.

    Primer Ciclo. Espirituales

    Aposento

    ¿Y yo soy el poseedor de esta casa

    Ruinosa, desbaratada y maltratada?

    No es una casa como cualquiera,

    Es la casa de mi alma y mis quimeras.

    Si te invito a entrar en ella, te niegas,

    Te ofendes y a mí me desesperas.

    ¿Quién podrá ayudarme a limpiarla?

    ¿A quién clamaré para repararla?

    Sabes que hablo de mis pecados . . .

    Has remitido la impiedad de mi corazón,

    Y he de contender a juicio contigo . . .

    ¿Contigo que eres la Pura Verdad?

    Eso es engañarme a mí mismo,

    Es engañar a mi propia iniquidad.

    Y si has de mirar la iniquidad,

    ¿Quién de todos sobrevivirá?

    Me río de mí, y del hombre que soy:

    Tierra, vaciedad, ceniza y suciedad,

    Pero que clamo a tu misericordia . . .

    Y no te rías, como yo me río de mí.

    Al contrario, vuélvete hacia mí,

    Y ten compasión de mis pecados,

    Que no sé cómo he llegado hasta aquí . . .

    Mas Tú así lo has dispuesto y convenido.

    Limpia pues, Señor, esta casa ruinosa,

    Esta casa desbaratada y maltratada,

    Para que puedas entrar en ella,

    Y te enorgullezcas de mi morada.

    Bendecido por Dios

    No sé decir si fue un raro accidente . . .

    No sé si la vida quiso que así fuera . . .

    Pero haya sido sueño o quimera,

    Heme aquí que estoy presente . . .

    La poesía ha sido como un regocijo,

    Que Dios haya dado a mis intenciones . . .

    Me dijo:

    Te dejo un millar de canciones

    ¿Qué más puede hacerte feliz, Hijo?

    Poco a poco a mi alma vino uno y otro

    Poco a poco me sentía bendecido

    Creí que no era cierto,

    Pero quedé convencido . . .

    Poemas como tales en mí no he visto

    Y eso que mi tiempo ya casi se acaba . . .

    Señor . . .

    ¡Te doy las gracias por haberme bendecido . . . !

    Caballero: A la Orden . . .

    La Caballería . . .

    Y toda la Orden completa,

    La habrás de tomar

    Con tus dedos índice y pulgar,

    Por parecer el hecho de tal supuesto,

    Un proceder elegantemente varonil.

    Medido con la misma caña,

    Con que se ajustan

    Todas las grandezas

    Perfumadas y coronadas

    Con el laurel de victoria.

    En que el gremio de Caballeros

    De los pies hasta la cabeza

    Puedan soportar su suerte

    Con el arma más grande empuñada,

    Por caballero cabal y decidido

    De porte célibe y virginal,

    Con pensamientos al aire,

    Acariciadores de afrentas,

    De tantas formas y tamaños,

    Variedades y contiendas,

    Y de hercúleos y fuertes brazos,

    Que más que para seducir,

    Son tu fortaleza y portentos

    De ésa, tu idílica imagen.

    Pues a tamaño y cabal caballero

    Como lo eres tú,

    ¿Qué de pechos y qué de damiselas,

    Puede a ti perturbar la atención,

    Más que el sentir de tus dedos índice y pulgar,

    Que entre sí se juegan por pelear la ocasión de tocar,

    Y volver a tocar la esencia de tan gran mandato,

    Que no es más que la delicia complaciente,

    De tus más íntimos deseos espirituales,

    Que caballero tal,

    Aprecia en sus pensamientos?

    Impaciente como el fuego

    Por consumir el alimento que lo produce,

    Insiste contra el pecado irreverente

    Que soslaya la ocasión súbita

    A cada momento para perderse

    En lo oscuro del deseo carnal

    Con aquello que alimenta

    Su más negra necesidad . . .

    En la intención de tumbarle

    Trabajo tan dedicado

    Que con tal argumento

    Venga a ser derrumbado

    De ésos, tus dedos dedicados

    Y esforzados a tan sabia,

    Recta y piadosa actividad . . .

    Compláceme, Dulce Señor Mío

    Yo sólo te pido . . .

    Santo Padre Celestial:

    Misericordia para los que tienen menos.

    Toma Tú la osadía de resolver este dilema,

    Noble Señor, del mal que en los días aprieta,

    Y tan pronto me quema y mi cabeza agrieta.

    Por la fe que vivo y no vivo sin fatiga ni tesón,

    Y en el delirio de mis grandes anhelos,

    Se goza este sueño de hacerse realidad.

    Estoy sediento porque alivies los dolores . . .

    Languidece mi corazón al saber de la miseria,

    De los niños y ancianitos maltratados . . .

    Y tiemblo al saber de madres ultrajadas.

    Y en la emoción de sentirme tu prisionero,

    Llénote de clemencias, piedades y deseos,

    Sin dejar de manifestarte mis peticiones.

    Y a mi alma que clama impaciente

    Cólmala desde tu seno con tales deseos

    Que me surgen de la desesperación . . .

    Delirios que me roban el pensamiento,

    La cordura, mi razón y mi sensación,

    Que a tal sazón no doy entendimiento.

    La paz que mi corazón anhela

    Por no ver en el mundo tanta pena,

    Por no ver la pantalla de sangre llena.

    Los designios de todas las cosas

    Sólo Tú las conoces y las juzgas

    Y sabes los cómos, los cuándos y porqués.

    Y a cada uno le das lo que merece . . .

    ¿Quién soy yo . . .

    Para pedirte que las compongas?

    Pero no me está de más . . .

    Pedirte para los demás . . .

    Si no fuera porque te tengo

    En mis brazos prisionero,

    Sin dejarte escapar,

    No te lo podría yo pedir . . .

    ¡Compláceme pues . . .

    Dulce Señor Mío . . . !

    Compunción

    Padre . . .

    Siento en el pecho,

    Esa sustancia que a mi vida llama;

    Esa esencia que a mi alma reclama.

    Dime, Padre:

    ¿Cómo hacer para quitar

    Este bien o malestar,

    De éste, mi pobre corazón,

    Donde viniste a establecer tu rincón?

    Dime, Padre mío:

    ¿Si escogiste mi cuerpo para refugiarte

    Y has decidido en él quedarte,

    Cómo he de entonces hacerle,

    Para de ello poder librarme?

    ¿Cómo he de hacerle para negarme?

    Tú sabes muy bien de estas cosas . . .

    Tú sabes muy bien que en un jardín

    Las que adornan son las rosas,

    Al igual que a las almas piadosas

    Cuyo jardín lo adornan las cosas hermosas

    Que Dios les da para engalanarse . . .

    Y siendo Él quien a esa alma escoge,

    En este mundo ya no vive con sentido . . .

    Esa alma en el mundo vive para Él,

    En Él tiene sus satisfacciones,

    En Él están sus emociones

    En Él, el alma pone toda su atención.

    Dime Padre mío:

    ¿Cómo poder salir de este sopor

    Que me sofoca, que a mi alma ataca,

    Y la doblega y la toca . . .

    Como si fuera la más suave brisa

    Que en un pálido atardecer

    Acariciara mi rostro pintado

    Con una sutil sonrisa

    Agradecida por dicha gracia?

    Dime pues, Señor:

    ¿Cómo pensar en otra cosa

    Que no sea . . .

    Lo que en mi alma reposa?

    Confusión

    Me muero por querer amar,

    Me muero por estar contigo,

    Y en este muero y no muero,

    Me muero por querer morir.

    Me angustio por no encontrar,

    Y sin poder entender,

    No encuentro lo que busco,

    Ni encuentro lo que quiero.

    Soñando a veces me divierto,

    Soñando a veces me recreo,

    Y allí espero encontrar,

    Lo que siempre he de buscar.

    Unos quitan y otros dan,

    Unos vienen y otros van,

    Yo soy y no quito ni doy

    Y no sé si vengo o si voy.

    Sólo sé que lo que quiero

    Nadie me lo puede dar,

    Sólo aquél al que le lloro

    Con un grito lastimero.

    Dios mío:  No te alejes de mí . . .

    Dios ha puesto en mi corazón,

    Una semilla de amor, que a la sazón,

    Está empezando a enraizar con ardor,

    Muy fuerte es su clamor y su murmullo

    Que a veces me quiebra el pensamiento,

    Y bruscamente me sacude la razón . . .

    He buscado un lugar para esconderme,

    Retirarme, huir, escapar, correr,

    Y a donde yo vaya a Él le hallo,

    Él está en todas partes, en todo lugar,

    Y donde quiera que yo me halle,

    Él me halla sin ninguna batalla.

    Él es como mi pegada sombra,

    Que a todas partes me acompaña,

    Es como el aire que sin su respiro muero

    Como el agua que bebo limpia y fresca

    Que sin ella mi lengua es seca . . .

    Él es el corazón que late en mi interior.

    Quiero que pare o que se aquiete,

    Pero al mismo tiempo no quiero que se quite;

    Quiero que me deje, quiero que se aleje,

    Pero al igual deseo que a mi alma maneje;

    Quisiera en momentos ser quien antes yo era,

    Y en otros deseo morir a que Él me dejara.

    Él es mi portento sembrado en tierra firme,

    Es la alondra que me canta en la mañana,

    La luz de aquella estrella para mí separada

    Es como frescura en un mar de partituras

    Es la música que suena en mis penumbras

    Él es el verso que le rima a mi soledad.

    Es el Ánima Celestial en el recinto infinito

    Del refugio fortificado de todas las almas puras

    Que me da la santa y justa vibración que mueve

    El torrente sanguíneo de este pobre corazón

    Que tristemente late tan sólo por una razón:

    De tenerlo a mi lado con toda compasión . . .

    ¡Padre Mío, no te alejes . . . !

    ¿Pero es que te vas cuando deseo tenerte?

    ¿Es que más no he de verte en mi alma preso?

    ¿Es acaso que mi búsqueda de nuevo comience?

    ¿Dónde estás pajarillo cantador de mis mañanas?

    ¿Por qué te vas lucero de las alboradas tempranas?

    ¿Y qué haré yo sin tus palabras de tranquilidad?

    ¿Dónde me refugiaré en mis días de tempestad?

    ¿Dónde encontraré de nuevo un Padre a voluntad?

    ¿Y si te suplico que no te alejes, te quedas?

    Allí tienes a mi alma humillada y suplicante,

    Aquí está toda mi vanidad besando la suciedad,

    Aquí está mi desventura clamando por tu amor.

    ¡Padre Mío no me dejes . . . !

    Dolor

    Al borde de mis pensamientos,

    Se abre un abismo tan profundo,

    Que absorbe mi razonamiento,

    Y mi mente se la lleva a otro mundo.

    ¿He de esperar, he de luchar . . . ?

    El silencio de repente desaparece,

    La oscuridad también se desvanece,

    Sólo me queda un profundo delirio,

    De muerte causada por el martirio.

    ¿He de soportar hasta morir . . . ?

    Mi alma ya no encuentra acomodo,

    De lanzarse al vacío es el momento,

    Y este corazón que sigue latiendo,

    No se ha acomodado al sufrimiento.

    ¿Dónde está el adecuado remedio . . . ?

    Suplicio que a mi espíritu sofoca,

    Ansiedad, pena y angustia loca,

    Por saciar la sed de mi seca garganta,

    Que implora a gritos sin respuesta.

    ¿Cómo librarme de este tedio . . . ?

    Soledad producida por la amargura,

    Vómito, sudor y sangre derramada,

    Legiones de demonios sanguinarios,

    Mis entrañas y mi alma tienen destrozadas.

    ¡Regrésenme la paz que he perdido!

    No importa tener la espada clavada,

    Que ese dolor podrá ser soportado,

    Pero el dolor de haberte perdido, hijo mío,

    Es como si me abrieran y me descuartizaran.

    ¡Regrésenme lo que fue tan mío!

    El alma en dos se me ha partido,

    Una parte, que busca remedio a mi duelo,

    Y la otra, que en busca de ti se ha ido,

    Pero en el intento ya se ha desaparecido.

    ¡No puedo más con este sufrimiento!

    Que este dolor será más sufrido,

    Que cualquier dolor que haya padecido,

    Mis brazos se han quedado vacíos . . .

    Y por fin mi corazón se siente rendido.

    ¡Este dolor tan fuerte ya me ha vencido!

    Ya no hay aire para mi resuello,

    Yo no sé si como o si respiro,

    Me estoy ahogando en un suspiro,

    Estoy entre

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