Poemas De Un Corazón
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Poemas De Un Corazón - Felix Cantu Ortiz
Copyright © 2011 por Félix Cantú Ortiz.
Número de Control de la Biblioteca del Congreso de los EE. UU.: 2011912064
ISBN: Tapa Dura 978-1-4633-0499-7
ISBN: Tapa Blanda 978-1-4633-0501-7
ISBN: Libro Electrónico 978-1-4633-0500-0
Todos los derechos reservados. Ninguna parte de este libro puede ser reproducida o transmitida de cualquier forma o por cualquier medio, electrónico o mecánico, incluyendo fotocopia, grabación, o por cualquier sistema de almacenamiento y recuperación, sin permiso escrito del propietario del copyright.
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352162
Índice de Poemas
Dedicatoria: A Rosy
Advertencia
Prólogo
Acerca de un fuerte y varonil poeta
Primer Ciclo. Espirituales
Aposento
Bendecido por Dios
Caballero: A la Orden . . .
Compláceme, Dulce Señor Mío
Compunción
Confusión
Dios mío: No te alejes de mí . . .
Dolor
El Poeta de los Cielos
Gracias Señor
He perdido mi alma
Incógnita
La guerra
Pasión
Pesadilla
Presencia de Dios
Que todo quede en el olvido
Regresa a mí . . .
Retorno
Súplica en una Confesión
Temor
Tentaciones de un alma cautiva
Te he perdido
Una dulce conjunción
Un soneto para los muertos
Vacío en el alma
Segundo Ciclo. A todo lector.
Acerca de mi amada . . .
Acurrucada en mi pecho . . .
Adolescencia
A la salida de la escuela
Alcanzar una estrella
Al leer una poesía . . .
Allí estaré yo
A los poetas
A Mamá
Amantes distantes
Amigo ausente
Amigo o enemigo
Amigos inseparables
A mi nieto
Anhelo
Asesinos
A un amigo poeta
A un árbol caído
A un Doctor
A un escritor de poemas
Barquitos y soldaditos
Caballito de palo
Caminos . . .
Carmín
Carta a mi Papá
Querido Papá:
Cercanía
Cicatrices
Clases de un Diablo a su Nieto
¿Cómo era tu Papá . . . ?
Desdén
Despedida
Destino
Diálogo con la muerte
Di porqué . . .
Dos corazones
El aprendiz de Escritor
El canto de la alondra
El castillo
El equipaje
El juego
El libro de mi vida
El poeta
El sueño de Rosalinda
El Tiempo y los Amantes
En un funeral
Epitafio a Don Jacinto
Ilusión
Ilusiones de Poeta
Imagen de espejo
Irrealidad
Juventud
La amada ausente
La amada desahuciada
La Edad Media
La familia
La maletita
La mortaja
Letras criminales
¿Me amas?
Me duele el corazón
Mi amigo El Coqueto
Mi Bebé
Mi más ferviente deseo
Mis recuerdos
Mi Viejo Barrio
Oda a mi poesía
Palabras de despedida a mi madre
Pan
Pensamiento y corazón
Personaje de un cuento
Podría decirte mil cosas más . . .
Poesía encadenada
Presencia macabra
Querido Don Quijote . . .
Resignación
Sin respuesta
Sirve más vino, Cantinero
Soneto de la esperanza
Temor de amar
Testimonio de un pueblo
Todo pasa . . .
Tu abandono es mi muerte
Tu mágica poesía
Una lección de amor
Un brindis de Año Nuevo
Un poeta agradecido
Un viejito
Vida
Viviendo sólo de un recuerdo
Vivir la vida
Volverte a amar
Y los Profetas hablaron . . .
Tercer Ciclo. Cuentos leyendas
Coplas del abuelo Altamirano
Coplas de los revolucionarios
Coplas de una Tragedia
El jorobadito del pueblo
El príncipe encantado
Labios de carmín
La guadaña de la muerte
La leyenda de los decapitados
La Reina del Bosque
Las brujas de la montaña
Loco por el Diablo
Recuperación inesperada
Romance del duende enamorado
Sueño #1
Sueño #2
Cuarto Ciclo. Para adultos
A•M•O•R
Armonía
Aventura nocturna
Besos
Besos perdidos
Compláceme mujer
Condiciones
El cliente
El consejo
El esclavo de su esclava
El fuego y los amantes
El libro del amor
El licántropo y la bruja
El loco
Embeleso nocturno
En una noche de luna
Espejismos mentales
Esperanza de ser amado
Eulalio
Excitación
Éxtasis de deseo
Fantasía de sueños eróticos
Hombre y mujer
¿Hoy será el día . . . ?
Idilio de Lorenzo y Severiana
Impedimentos
La apuesta
La bruja de mis sueños
La duda
La fórmula del amor
La Gruta de Venus
La primera vez
Leyendo un poema erótico
Loco de amor
Mensaje Primaveral
Mi musa
Mi soledad
Necesidades
Necesito morir en segundos
No es lo mismo pensarlo que sufrirlo
Olvido
Parece que no . . .
Pecado
Perversión
Pétalos sobre tu cuerpo desnudo
Propuestas
Satisfacción
Seducción lírica
Si la noche de anoche volviera . . .
Sinfonía barroca
Sirena o mujer
Sueño #3
Sueño #4 Cantar del Caballero Mundamor
Sueño #5. Romance del escudero
Suplicio de amor
Te amo de noche
Teatro para adultos
Tu retrato
Una poesía en las lejanías
Un poema de una bruja y un vampiro
Un regalo para ti
Utopía
Virgen
Acerca del Autor
image%202.jpgMi musa, mi esposa, Rosalinda.
Dedicatoria: A Rosy
El bondadoso y solícito aire que respiro
Trae tu perfume a mi ufano sentido,
Demuestra que tu esencia sola asoma
De tu demandante mocedad su aroma.
No vengas a mi alma, ya estás con ella,
Ni a mi corazón, ya tomaste posesión.
Has sido de mi esencia la dueña
Desde que nos hechizó aquella pasión.
Mi mirada en tu belleza se clavó,
Mi deseo enloquecido se encendió,
Mi corazón por ti, más latió,
Y mi alma en tu pecho descansó . . .
Ya no vivo sin vivir en ti,
Ya no pienso sin pensarte,
No veo más allá sin verte.
Eres el compás de mis latidos,
Eres mi poema y mi canción.
Rosy, eres mi verso de amor.
Llego a un éxtasis imaginario
Donde no estás tú . . .
Pero siempre lo estás . . .
Rosy de mi amor . . .
Tu Esposo, Félix
Advertencia
Esta es una colección de poemas que he escrito en diferentes etapas de mi vida, desde la adolescencia hasta el momento en que escribo este párrafo. No tienen mucha relación propiamente con mi vida particular, sino que simplemente son el cúmulo de pensamientos y la inspiración que Dios me ha regalado, que aunque poca, he querido compartir con ustedes como un agradecimiento propio por lo que Él ya me dio. Ustedes, mis lectores, representan lo más cercano, lo más apreciado, lo más amado por mi persona. Varios poemas ya fueron usados en algunos de los libros que yo mismo he escrito, así que consideren este poemario como la antología de mis Poemas de un Corazón . . . Y sin haber nacido poeta el que los escribió, los escribió precisamente . . . Desde el fondo de su corazón . . . Primer Ciclo son poemas espirituales. Segundo Ciclo son poemas para todo público. Tercer Ciclo son cuentos y leyendas. Cuarto Ciclo son poemas para mayores de edad.
El Autor
Prólogo
En este largo recorrer
Por la vida y sus rincones,
¿Quién no tiene algo qué decir?
¿Quién no tiene algo qué narrar,
De sus sentimientos y emociones,
De su cantar y sus canciones?
Siempre habrá algo que contar . . .
Por más que se tenga en el olvido,
Basta con cerrar los ojos y soñar,
Escudriñar el alma y recordar . . .
De esos momentos que se han vivido,
Siempre habrá algo que decir . . .
La vida se ve muy diferente
Según el cristal con que se mira,
Cada quién es feliz a su modo,
Cada quién infeliz a su parecer.
Pero no hay quién negar pudiera,
Que es diferente querer que proceder.
Al final me di cuenta que fui feliz
Porque así lo quise, o desdichado,
Porque apresurado así yo lo escogí.
Yo fui el que formé mi propia vida,
Y al mismo tiempo la destruí,
Para intentar armarla de nuevo,
Una y otra y otra vez . . .
Acerca de un fuerte y varonil poeta
F uerte y varonil poeta,
É xodo de cuentos y metáforas,
L lantos, risas y frases abiertas,
I luminan todos tus poemas,
X ilófono de celestiales notas . . .
C ánticos que salen de tu alma,
A l ritmo del acordeón y la redova,
N orteños cantos de alcoba,
T intinean tus versos con gala,
Ú nicas letras que no acaban.
Luis Alberto Aguayo Pérez, Poeta.
México, D. F.
Primavera del 2011
Mil gracias amigo, por esta generosa muestra de aprecio.
Primer Ciclo. Espirituales
Aposento
¿Y yo soy el poseedor de esta casa
Ruinosa, desbaratada y maltratada?
No es una casa como cualquiera,
Es la casa de mi alma y mis quimeras.
Si te invito a entrar en ella, te niegas,
Te ofendes y a mí me desesperas.
¿Quién podrá ayudarme a limpiarla?
¿A quién clamaré para repararla?
Sabes que hablo de mis pecados . . .
Has remitido la impiedad de mi corazón,
Y he de contender a juicio contigo . . .
¿Contigo que eres la Pura Verdad?
Eso es engañarme a mí mismo,
Es engañar a mi propia iniquidad.
Y si has de mirar la iniquidad,
¿Quién de todos sobrevivirá?
Me río de mí, y del hombre que soy:
Tierra, vaciedad, ceniza y suciedad,
Pero que clamo a tu misericordia . . .
Y no te rías, como yo me río de mí.
Al contrario, vuélvete hacia mí,
Y ten compasión de mis pecados,
Que no sé cómo he llegado hasta aquí . . .
Mas Tú así lo has dispuesto y convenido.
Limpia pues, Señor, esta casa ruinosa,
Esta casa desbaratada y maltratada,
Para que puedas entrar en ella,
Y te enorgullezcas de mi morada.
Bendecido por Dios
No sé decir si fue un raro accidente . . .
No sé si la vida quiso que así fuera . . .
Pero haya sido sueño o quimera,
Heme aquí que estoy presente . . .
La poesía ha sido como un regocijo,
Que Dios haya dado a mis intenciones . . .
Me dijo:
Te dejo un millar de canciones
¿Qué más puede hacerte feliz, Hijo?
Poco a poco a mi alma vino uno y otro
Poco a poco me sentía bendecido
Creí que no era cierto,
Pero quedé convencido . . .
Poemas como tales en mí no he visto
Y eso que mi tiempo ya casi se acaba . . .
Señor . . .
¡Te doy las gracias por haberme bendecido . . . !
Caballero: A la Orden . . .
La Caballería . . .
Y toda la Orden completa,
La habrás de tomar
Con tus dedos índice y pulgar,
Por parecer el hecho de tal supuesto,
Un proceder elegantemente varonil.
Medido con la misma caña,
Con que se ajustan
Todas las grandezas
Perfumadas y coronadas
Con el laurel de victoria.
En que el gremio de Caballeros
De los pies hasta la cabeza
Puedan soportar su suerte
Con el arma más grande empuñada,
Por caballero cabal y decidido
De porte célibe y virginal,
Con pensamientos al aire,
Acariciadores de afrentas,
De tantas formas y tamaños,
Variedades y contiendas,
Y de hercúleos y fuertes brazos,
Que más que para seducir,
Son tu fortaleza y portentos
De ésa, tu idílica imagen.
Pues a tamaño y cabal caballero
Como lo eres tú,
¿Qué de pechos y qué de damiselas,
Puede a ti perturbar la atención,
Más que el sentir de tus dedos índice y pulgar,
Que entre sí se juegan por pelear la ocasión de tocar,
Y volver a tocar la esencia de tan gran mandato,
Que no es más que la delicia complaciente,
De tus más íntimos deseos espirituales,
Que caballero tal,
Aprecia en sus pensamientos?
Impaciente como el fuego
Por consumir el alimento que lo produce,
Insiste contra el pecado irreverente
Que soslaya la ocasión súbita
A cada momento para perderse
En lo oscuro del deseo carnal
Con aquello que alimenta
Su más negra necesidad . . .
En la intención de tumbarle
Trabajo tan dedicado
Que con tal argumento
Venga a ser derrumbado
De ésos, tus dedos dedicados
Y esforzados a tan sabia,
Recta y piadosa actividad . . .
Compláceme, Dulce Señor Mío
Yo sólo te pido . . .
Santo Padre Celestial:
Misericordia para los que tienen menos.
Toma Tú la osadía de resolver este dilema,
Noble Señor, del mal que en los días aprieta,
Y tan pronto me quema y mi cabeza agrieta.
Por la fe que vivo y no vivo sin fatiga ni tesón,
Y en el delirio de mis grandes anhelos,
Se goza este sueño de hacerse realidad.
Estoy sediento porque alivies los dolores . . .
Languidece mi corazón al saber de la miseria,
De los niños y ancianitos maltratados . . .
Y tiemblo al saber de madres ultrajadas.
Y en la emoción de sentirme tu prisionero,
Llénote de clemencias, piedades y deseos,
Sin dejar de manifestarte mis peticiones.
Y a mi alma que clama impaciente
Cólmala desde tu seno con tales deseos
Que me surgen de la desesperación . . .
Delirios que me roban el pensamiento,
La cordura, mi razón y mi sensación,
Que a tal sazón no doy entendimiento.
La paz que mi corazón anhela
Por no ver en el mundo tanta pena,
Por no ver la pantalla de sangre llena.
Los designios de todas las cosas
Sólo Tú las conoces y las juzgas
Y sabes los cómos, los cuándos y porqués.
Y a cada uno le das lo que merece . . .
¿Quién soy yo . . .
Para pedirte que las compongas?
Pero no me está de más . . .
Pedirte para los demás . . .
Si no fuera porque te tengo
En mis brazos prisionero,
Sin dejarte escapar,
No te lo podría yo pedir . . .
¡Compláceme pues . . .
Dulce Señor Mío . . . !
Compunción
Padre . . .
Siento en el pecho,
Esa sustancia que a mi vida llama;
Esa esencia que a mi alma reclama.
Dime, Padre:
¿Cómo hacer para quitar
Este bien o malestar,
De éste, mi pobre corazón,
Donde viniste a establecer tu rincón?
Dime, Padre mío:
¿Si escogiste mi cuerpo para refugiarte
Y has decidido en él quedarte,
Cómo he de entonces hacerle,
Para de ello poder librarme?
¿Cómo he de hacerle para negarme?
Tú sabes muy bien de estas cosas . . .
Tú sabes muy bien que en un jardín
Las que adornan son las rosas,
Al igual que a las almas piadosas
Cuyo jardín lo adornan las cosas hermosas
Que Dios les da para engalanarse . . .
Y siendo Él quien a esa alma escoge,
En este mundo ya no vive con sentido . . .
Esa alma en el mundo vive para Él,
En Él tiene sus satisfacciones,
En Él están sus emociones
En Él, el alma pone toda su atención.
Dime Padre mío:
¿Cómo poder salir de este sopor
Que me sofoca, que a mi alma ataca,
Y la doblega y la toca . . .
Como si fuera la más suave brisa
Que en un pálido atardecer
Acariciara mi rostro pintado
Con una sutil sonrisa
Agradecida por dicha gracia?
Dime pues, Señor:
¿Cómo pensar en otra cosa
Que no sea . . .
Lo que en mi alma reposa?
Confusión
Me muero por querer amar,
Me muero por estar contigo,
Y en este muero y no muero,
Me muero por querer morir.
Me angustio por no encontrar,
Y sin poder entender,
No encuentro lo que busco,
Ni encuentro lo que quiero.
Soñando a veces me divierto,
Soñando a veces me recreo,
Y allí espero encontrar,
Lo que siempre he de buscar.
Unos quitan y otros dan,
Unos vienen y otros van,
Yo soy y no quito ni doy
Y no sé si vengo o si voy.
Sólo sé que lo que quiero
Nadie me lo puede dar,
Sólo aquél al que le lloro
Con un grito lastimero.
Dios mío: No te alejes de mí . . .
Dios ha puesto en mi corazón,
Una semilla de amor, que a la sazón,
Está empezando a enraizar con ardor,
Muy fuerte es su clamor y su murmullo
Que a veces me quiebra el pensamiento,
Y bruscamente me sacude la razón . . .
He buscado un lugar para esconderme,
Retirarme, huir, escapar, correr,
Y a donde yo vaya a Él le hallo,
Él está en todas partes, en todo lugar,
Y donde quiera que yo me halle,
Él me halla sin ninguna batalla.
Él es como mi pegada sombra,
Que a todas partes me acompaña,
Es como el aire que sin su respiro muero
Como el agua que bebo limpia y fresca
Que sin ella mi lengua es seca . . .
Él es el corazón que late en mi interior.
Quiero que pare o que se aquiete,
Pero al mismo tiempo no quiero que se quite;
Quiero que me deje, quiero que se aleje,
Pero al igual deseo que a mi alma maneje;
Quisiera en momentos ser quien antes yo era,
Y en otros deseo morir a que Él me dejara.
Él es mi portento sembrado en tierra firme,
Es la alondra que me canta en la mañana,
La luz de aquella estrella para mí separada
Es como frescura en un mar de partituras
Es la música que suena en mis penumbras
Él es el verso que le rima a mi soledad.
Es el Ánima Celestial en el recinto infinito
Del refugio fortificado de todas las almas puras
Que me da la santa y justa vibración que mueve
El torrente sanguíneo de este pobre corazón
Que tristemente late tan sólo por una razón:
De tenerlo a mi lado con toda compasión . . .
¡Padre Mío, no te alejes . . . !
¿Pero es que te vas cuando deseo tenerte?
¿Es que más no he de verte en mi alma preso?
¿Es acaso que mi búsqueda de nuevo comience?
¿Dónde estás pajarillo cantador de mis mañanas?
¿Por qué te vas lucero de las alboradas tempranas?
¿Y qué haré yo sin tus palabras de tranquilidad?
¿Dónde me refugiaré en mis días de tempestad?
¿Dónde encontraré de nuevo un Padre a voluntad?
¿Y si te suplico que no te alejes, te quedas?
Allí tienes a mi alma humillada y suplicante,
Aquí está toda mi vanidad besando la suciedad,
Aquí está mi desventura clamando por tu amor.
¡Padre Mío no me dejes . . . !
Dolor
Al borde de mis pensamientos,
Se abre un abismo tan profundo,
Que absorbe mi razonamiento,
Y mi mente se la lleva a otro mundo.
¿He de esperar, he de luchar . . . ?
El silencio de repente desaparece,
La oscuridad también se desvanece,
Sólo me queda un profundo delirio,
De muerte causada por el martirio.
¿He de soportar hasta morir . . . ?
Mi alma ya no encuentra acomodo,
De lanzarse al vacío es el momento,
Y este corazón que sigue latiendo,
No se ha acomodado al sufrimiento.
¿Dónde está el adecuado remedio . . . ?
Suplicio que a mi espíritu sofoca,
Ansiedad, pena y angustia loca,
Por saciar la sed de mi seca garganta,
Que implora a gritos sin respuesta.
¿Cómo librarme de este tedio . . . ?
Soledad producida por la amargura,
Vómito, sudor y sangre derramada,
Legiones de demonios sanguinarios,
Mis entrañas y mi alma tienen destrozadas.
¡Regrésenme la paz que he perdido!
No importa tener la espada clavada,
Que ese dolor podrá ser soportado,
Pero el dolor de haberte perdido, hijo mío,
Es como si me abrieran y me descuartizaran.
¡Regrésenme lo que fue tan mío!
El alma en dos se me ha partido,
Una parte, que busca remedio a mi duelo,
Y la otra, que en busca de ti se ha ido,
Pero en el intento ya se ha desaparecido.
¡No puedo más con este sufrimiento!
Que este dolor será más sufrido,
Que cualquier dolor que haya padecido,
Mis brazos se han quedado vacíos . . .
Y por fin mi corazón se siente rendido.
¡Este dolor tan fuerte ya me ha vencido!
Ya no hay aire para mi resuello,
Yo no sé si como o si respiro,
Me estoy ahogando en un suspiro,
Estoy entre