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La Culpa del Portador
La Culpa del Portador
La Culpa del Portador
Libro electrónico318 páginas4 horas

La Culpa del Portador

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Información de este libro electrónico

Vane nunca ha rechazado una oportunidad para coger poder. Él pasó toda su vida manipulando a otros por beneficio propio. Así que cuando en un antiguo castillo se le presenta un anillo mágico y una promesa legendaria, sabe exactamente qué hacer. Usa el anillo, encuentra al Heredero… y los traiciona a todos en la primera oportunidad.

Lidya es la hija del medio, no es tan adorable como su hermana ni físicamente capaz como su hermano. Ella había vivido en las sombras toda su vida y había sido lo suficientemente feliz así. Pero cuando un hombre llamado Vane aparece con un anillo mágico y un cuento descabellado, la vida de Lidya cambia. Antes de que cualquiera pueda detenerla, ella está atrapada en un desafío que los arrastrará a todos en una búsqueda, poner a uno de ellos en el antiguo trono, lo que podría fácilmente costarles a todos ellos sus vidas.

IdiomaEspañol
EditorialBadPress
Fecha de lanzamiento6 may 2018
ISBN9781547528950
La Culpa del Portador
Autor

Frances Pauli

Frances Pauli is a hybrid author of over twenty novels. She favors speculative fiction, romance, and anthropomorphic fiction and is not a fan of genre boxes. Frances lives in Washington state with her family, four dogs, two cats and a variety of tarantulas.

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    La Culpa del Portador - Frances Pauli

    Descripción del Libro

    Vane nunca ha rechazado una oportunidad para coger poder. Él pasó toda su vida manipulando a otros por beneficio propio. Así que cuando en un antiguo castillo se le presenta un anillo mágico y una promesa legendaria, sabe exactamente qué hacer. Usa el anillo, encuentra al Heredero... y los traiciona a todos en la primera oportunidad.

    Lidya es la hija del medio, no es tan adorable como su hermana ni físicamente capaz como su hermano. Ella había vivido en las sombras toda su vida y había sido lo suficientemente feliz así. Pero cuando un hombre llamado Vane aparece con un anillo mágico y un cuento descabellado, la vida de Lidya cambia. Antes de que cualquiera pueda detenerla, ella está atrapada en un desafío que los arrastrará a todos en una búsqueda, poner a uno de ellos en el antiguo trono, lo que podría fácilmente costarles a todos ellos sus vidas.

    Biografía del Autor

    Frances Pauli es una autora híbrida con más de veinte novelas escritas. Ella prefiere la ficción especulativa, romance, y ficción antropomórfica. Ha vendido desde trabajos cortos a numerosas antologías, boletines electrónicos y foros experimentales. Su colección web, The Earth Tigers, estuvo en el top treinta en la selección de Jukepop en 2015, y sus novelas han sido publicadas por Mundania, Zharmae, y Devine Destinies.

    Ella publica historias gratuitas, extractos, colecciones y vistas previas de sus próximos libros en su sitio web: francespauli.com

    Frances vive en el estado de Washington con su familia, sus cuatro perros, dos gatos y una variedad de tarántulas.

    También por el autor:

    REINOS ANTIGUOS

    Improbable

    Horded

    Olvidado

    LA CARRERA DESAFIANTE

    Una Polilla en la Oscuridad

    Una Mosca en el Paraíso

    Arañas del Recuerdo

    SUCEDEN CAMBIOS

    El Cambio Dimensional

    Relación de Aspecto

    Ubicación del Eco

    PERROS DE GUERRA: Vértigo

    PRÍNCIPES DEL SUDARIO: Sudario

    KUNDALIS: Dragón de la Tormenta

    ––––––––

    Un poco pequeña para un Extraterrestre

    Las Chicas de la Tierra son Difíciles

    La Culpa del PORTADOR

    Una historia de Reinos Antiguos

    Este libro es un trabajo de ficción. Nombres, personajes, lugares e incidentes son o productos de la imaginación del autor o usados de forma ficticia. Cualquier semejanza a eventos actuales o ubicaciones o personas, vivas o muertas es enteramente coincidencia.

    Blame The Bearer copyright © 2014 Frances Pauli

    ISBN- 978-1440447044 

    Todos los derechos reservados. Excepto para su uso en cualquier revisión, la reproducción o utilización de este trabajo en todo o en parte en cualquier medio electrónico, mecánico u otros medios, ahora conocidos o inventados posteriormente, están prohibidos sin el consentimiento por escrito del publicador.

    Peticiones para usar el material serán consideradas y pueden ser enviadas directamente a:

    Frances Pauli at: author@francespauli.com

    Publicado por Gastropod Press 

    La Culpa del PORTADOR

    Una historia de Reinos Antiguos

    Una para coronar y

    Una para matar

    Y

    En un sueño...

    Contenido

    CAPÍTULO UNO

    CAPÍTULO DOS

    CAPÍTULO TRES

    Capítulo Cuatro

    Capítulo Cinco

    Capítulo Seis

    Capítulo Siete

    Capítulo Ocho

    Capítulo Nueve

    Capítulo Diez

    Capítulo Once

    Capítulo Doce

    Capítulo Trece

    Capítulo Catorce

    Capítulo Quince

    Capítulo Diez y Seis

    Capítulo Diez y Siete

    Capítulo Diez y Ocho

    Capítulo Diez y Nueve

    Capítulo Veinte

    Capítulo Veinte y uno

    Capítulo Veinte y Dos

    Capítulo Veinte y Tres

    Capítulo Veinte y Cuatro

    Capítulo Veinte y Cinco

    Capítulo Veinte y Seis

    Capítulo Veinte y Siete

    Capítulo Veinte y Ocho

    CAPÍTULO UNO

    ––––––––

    El hedor de la vieja cerveza revoloteaba el aire en el exterior del edificio. Adentro, la fetidez de los patrones sudorosos dominaba la bebida. El muchacho se encogió en la entrada, oculto entre las velas dispersas que se veían brillantes en comparación con el crepúsculo, y veía los hombros caídos de la camisa púrpura favorita de su padre. Su camisa de bebida. La que usaría para demostrarles, y que siempre se ponía justo antes de desaparecer dentro de la taberna. Ahora era una joroba oscura al lado de la mesa más lejana, y el muchacho tendría que hacer frente al olor corporal, le gustara o no.

    Él había practicado la invisibilidad su vida entera, todos sus nueve años de ella. Al principio la habilidad había sido útil cuando evitaba el temperamento de su padre. Eventualmente, le había servido para momentos como este, momentos en que tenía que ser más valiente de lo que debía ser un niño, cuando tenía que dar un paso al frente y deambular por sitios para adultos para llevar a su padre a casa de nuevo. Él se agachó más bajo, jaló sus brazos y se hizo lo más pequeño posible antes de arrastrarse entre las mesas ásperas.

    Ellos lo vieron antes de que llegara a mitad de camino.

    ¡Tú allí! ¡Muchacho! Una debía de haber sido la voz de una mujer. Ahora el crujido venía de una criatura que había vivido toda su vida entre el humo y el licor. Las palabras temblaban y el muchacho se congeló en el sitio, esperando a que las garras descendieran. No podemos tener niños aquí, muchacho. Fuera contigo

    M-mi. El frío temor se retorció en su estómago, pero sus pies se sostuvieron en las mesas. Él mantuvo sus ojos en la desplomada, camisa morada que hacía contraste en la muralla más lejana. Mi Pá.

    ¿Qué? La mano que cayó a sus hombros no tenía garras, pero su agarre punzaba de la misma forma. Los dedos se curvaban en sus huesos. La cara de una mujer mayor descendió y bloqueó su vista. ¿Qué haces aquí, niño?"

    Ella podría haber estado tratando de ser amable por primera vez. Sus ojos ciertamente suavizados, pero su agarre permanecía duro y punzante, y los pliegues de piel manchada alrededor de sus labios hacían de su sonrisa una mueca.

    Vine a buscar a mi Pá. Él sentía venir las lágrimas. Con sus puños apretados a sus costados, y su mentón levantado. Y no puedo irme sin él, señora.

    ¿Es así? Ella lo liberó y se enderezó, aun sonriendo, pero con un destello de severidad en sus ojos ahora. La siguiente vez que habló, era para las sombras, a los bultos sin valor que frecuentaban su bar, que bebían o reían dentro de sus jarras. ¿Escucharon eso? El niño viene a buscar a su padre.

    La taberna retumbó con las carcajadas de los bebedores. Alguien en el fondo eructó, y el sonido del raspado de las piernas de la silla hizo eco en todo el camino a la puerta principal. Ahora ellos le echarían, posiblemente le golpearían un poco. Entonces él tendría que ir a casa solo, para esperar a su padre o a que se arrastrara fuera de la taberna por su cuenta o encarcelarse a sí mismo en prisión lo suficiente para secarse.  

    Él había cortado toda la madera que tenían, habiendo ya quemado la mitad. La despensa mostraba estantes vacíos, y él tenía que extender la comida de los pollos para tener la suerte de encontrar un huevo cada mañana. Él necesitaba la ayuda de su padre ahora, y no iba a dejar la taberna sin el hombre.

    Yo seré ‘u padre, gritó una voz desde las sombras. Más se unieron, burlándose y amenazando al mismo tiempo. Yo lo haré. ¡No! Soy su padre. El Niño se parece a mí.

    Él se agachó a un lado y hacia adelante, precipitándose a la mesa lejana. Su padre estaba tan ido para siquiera notar la conmoción o la presencia de su hijo. La mano de garra de la camarera se retorció dentro del collar de su camisa. Ella lo arrastró de vuelta, y él se retuerce y patea hasta que ella lo levanta y pierde el equilibrio. Entonces él se desplomó, afligido en su agarre y frunciendo el ceño a sus propias piernas cortas.

    Tenemos suficientes ratas en la parte trasera, dijo ella. Tendrás que irte

    ¡No! Él pateó e hizo un círculo lento por su problema. La señora mayor era lo suficientemente lista para mantener sus piernas fuera de su alcance. ¡Papá!

    La camarera cacareaba y empezaba a ir a la puerta principal. Ella se aferraba más fuertemente a su camisa y, cuando él le chasqueó sus dientes, le agarró en un lado de su cabeza con su mano libre.

    ¡Détente!

    La taberna quedó en silencio. A través de la sala, la camisa morada se movió. El crujido de una silla giró la atención de la mujer.

    "¿Ese es tu padre, niño? ¿Su alteza?"

    Sí. Él le respondió entre rechinar de dientes. No sería la primera vez que los alardes de su padre le hicieran ganar a él una golpiza.

    Supongo que eso te hace el príncipe a la corona. Ella lo bajó, pero la garra no se abrió, y la mueca en su arrugado rostro se transformó en una malvada burla. Tenemos toda una corte real esta noche.

    A su padre se le tambaleaban los pies. Él se balanceó al borde de las sombras, y el efecto de las burlas de la mujer se retorcieron sobre sus delgados y amplios labios. Ella debería correr, pensó el muchacho. Él ciertamente lo hubiera hecho, si no fuera porque la camarera no estuviera agarrando su camisa con sus talones.

    ¡Suelta al niño, plebeya! Su Pá se tambaleó hacia adelante, golpeando la mesa más cercana a él y siguió andando aun cuando los borrachos sentados allí gruñeron, se levantó y marchó en su camino. Él era una cabeza más alta que cualquiera de ellos, algo que él juraría que provenía de su linaje, pero sus pasos temblaban con la bebida del día.

    Plebeya, ¿verdad? La camarera se mofó y giró el manojo de la camisa "Fuera con usted, entonces, Su Majestad. Usted y el príncipe."

    Cuando ella lo liberó, el muchacho se mezcló en la multitud. Él se giró a tiempo para ver al hombre en la siguiente mesa estirar una pierna, para ver a su Pá tropezar y caer hacia adelante como una muñeca. La risa aturdió las paredes del bar. Lo que ahogó las maldiciones de su padre y encendió sus mejillas

    Su Pá se levantó balanceándose, pero balbuceando y bamboleándose lo suficiente para que sólo lo empujaran a un lado, arreándolo de un empujón tras otro hacia la salida. El muchacho se apresuró de primero hacia la calle y escuchó el grito menguar. Cuando la oscura figura apareció en la entrada, se enroscó en sí mismo y esperó por él para encontrarlo. Esta parte nunca cambiaba. Ahora, él tomaría la mayor parte de la frustración de su Pá, pero al menos significaba que el hombre volvería a casa por un tiempo.

    ¡Vane! El grito contenía toda la amenaza que esperaba. Maldición muchacho, ¿a dónde te fuiste?

    El muchacho succionó su labio inferior y miraba la sombra de su padre acercarse, encorvándose, sintiendo por algo que podría aliviar su carga. Él arrastraba un pie y arrancaba el arbusto cuando se desviaba muy lejos en una dirección. Él maldijo, tambaleó por un momento y luego dio un empujón hacia delante de nuevo.

    ¡Vane!

    Él no tenía a ningún lado a dónde correr, y no era lo suficientemente mayor como para defenderse sólo. Pronto. Se prometió ante las inminentes heridas. Muy pronto. Estoy aquí, Pá.

    Muéstrate. El olor de la cerveza manaba de las palabras del hombre, desde sus ropas y su cabello. Ven aquí, Vane. Acércate lo suficiente, y déjame ver la sangre de Cantón."  

    El frío de su propio terror lo despertó. Vane abrió sus ojos y se quedó mirando el techo pintado. Alguien lo había hecho como el cielo- un tono imposible de azul con esponjosas nubes blancas en un patrón demasiado regular. Se veía horrible, pero de nuevo, una cama gratis no tenía rebabas.

    Los vestigios del sueño aún lo arrastraban, fantasmas, recuerdos que correspondían a más de veinte años de su pasado, perteneciendo al muchacho que había sido. De alguna forma, ellos aún conseguían cazar al hombre que Vane se había convertido. Él curvó sus labios y pasó una mano a través de su enmarañado cabello.

    El olor de una comida gratis flotaba a través de la pequeña capilla, y su estómago se agitó en respuesta. Él tendría que llegar al camino otra vez hoy, para ir al norte y enfrentar los largos lapsos entre hospitalidad. Él también podría disfrutar de un desayuno primero.

    El Padre residente lo había recibido dos días antes. Él le habría dado a Vane un pequeño ábside para dormir y una cama hecha de una vieja carreta cubierta en una bolsa de paja y sábanas que fueron comidas por polillas. Comparado al resto de su viaje, éste contaba como un gran lujo. Sus huesos le agradecían cada mañana por reconocer el alto chapitel blanco a través de los árboles, y por tener la sabiduría de darse prisa para ir allí tan pronto como lo hizo.

    Ese olor, era tocineta, y esto movía sus pies más rápidamente de lo que podía su cerebro. Se puso pantalones gruesos, una larga túnica blanca y las botas altas que había encontrado en el primer salón del castillo que le habían mostrado. Él envolvió el cinturón de cuero que había sido de su padre alrededor de la túnica y lo puso en una ranura más ancha que la que había usado hacia una semana. El Padre aquí lo había alimentado bien, se puso en pie y dobló su sábana en un pequeño cuadrado antes de seguir a su nariz al próximo sitio.

    La capilla escondía una minúscula cocina justo detrás del santuario. Una despensa en el sótano yacía debajo de ella, estantes que rebosaban con vegetales cultivados en el jardín del Padre. La carne que comían era donada, confesó el hombre, y así, antes de que él se sentara, Vane silenciosamente agradeció a cualquier transeúnte crédulo que había donado el tocino. El Padre ya ocupaba una silla, con la cabeza inclinada para su oración matutina.

    Vane verificó el anillo mientras su anfitrión oraba por ambos. Volteó el aro frío hacia su piel y examinó las gemas. El castillo le había dado esto también, a pesar de que le había tomado una semana, tropezando a través del miserable laberinto para descubrir el salón correcto. Tal vez más de una semana. El tiempo no funcionaba apropiadamente dentro de esas murallas, y lo que parecía haber sido meses le había llevado varios años en el exterior.

    El anillo del Portador era delgado y cuadrado. Nueve piedras habían sido colocadas profundamente dentro de su bisel dorado, tres hileras de tres, y cada gema, aunque delgada, estaba impecable y perfectamente colocada. Él lo había examinado en la primera oportunidad que tuvo, así como valorado. El joyero no le había dado la certeza de los tipos de piedras, pero estaba lo suficientemente seguro del valor como para enviar a un hombre luego de que Vane se hubiera ido, un hombre que ahora dormía en un ataúd barato. 

    ¿A cuál camino apunta esta mañana? El Padre terminó su petición y miraba a través de la mesa. Él miraba de reojo el anillo y no podía esconder la expresión de desaprobación que hacía con su nariz. ¿Aún hacia el norte?

    Vane movió su mano hacia delante y atrás. Una piedra brillaba en todo momento, pero que cambió con sus movimientos para que él siempre supiera la dirección a la que tenía que viajar Norte... y un poco al oeste.

    Hmm.

    La Piedra apunta al Heredero siempre

    Noroeste entonces. El Padre rio entre dientes y se encogió de hombros. El tocino primero. Necesitará una buena comida si piensa ir hoy.  

    Vane no había confesado mucho, aunque ese había sido su plan. Él veía hace adelante para ponerse en movimiento de nuevo, aún si eso significaba una cama más rústica. El deshojar el jardín de la capilla le dio mucho tiempo para pensar, y el Padre no había hecho esfuerzo alguno para mantenerse sus opiniones. Él era mucho menos abierto al momento de ofrecer información, sin embargo, Vane lo presionaba. ¿Hay algo hacia esa dirección?

    Oh sí. Glade queda hacia allá, tampoco queda muy lejos.

    ¿Glade? La información debía ser sacada del hombre.

    Sí. El Padre masticó un buen trozo de tocino. Sus ojos alineados centellearon. Él habló alrededor de la comida, pero Vane había crecido acostumbrado a su tosquedad. Vivir sólo en tierra salvaje podía, entendiblemente, convertir en incivilizado a cualquiera. Solía ser una ciudad de duendecillos.

    ¿Y ahora? ¿Qué debía importarle que tipo de lugar fuera? Los Elfos eran historia, aunque considerando su labor, tal vez, había un propósito en camino. Tal vez, Glade sería el final de su viaje. ¿Qué hay allí ahora?

    Una ciudad de buen tamaño.

    Bien.

    Starlight, creo recordar. El Padre entrecerraba los ojos con más juicio ahora. Él esperaba una reacción, tenía sospechas sobre su huésped.

    No importa. Vane se encogió de hombros y le dio un mordisco a su comida. La mano sin el anillo, sin embargo, se deslizó debajo de la mesa, revisó el bolsillo de sus pantalones que contenía el amuleto de Starlight. Aún seguía allí. Si el hombre hubiera revisado sus cosas lo suficiente para encontrarlo, no hubiera ido tan lejos como para robarlo.

    ¿Está seguro de que desea continuar con esto? El Padre habló de forma casual, pero había desafío en sus palabras. Él le había dado a entender claramente en la primera noche, su opinión acerca de las profecías y Poderes.

    Sí.

    Por supuesto. Los ojos se apretaron de nuevo, pero el hombre asintió. Él doblaba sus manos bajo su barbilla y miraba el techo como su pudiera ver el chapitel a través de la madera. El silencio solo duró lo suficiente para que Vane hiciera dos mordidas más. Hubo un tiempo en que tal vez hubiéramos tratado de detenerle.

    No hubiera terminado bien para ustedes.

    Nunca lo fue. El Padre rio, como si la amenaza hubiera sido una broma. Aprendimos eventualmente, a calmar nuestro entusiasmo con lógica. Además, es más probable que las personas acepten un consejo cuando se les asiste con amabilidad. La amonestación se suele rebotar.

    He conocido mi parte de los fanáticos, Padre, y muy pocos de ellos vivieron debajo de un chapitel.

    Bien. Bien.

    ¿Pero diría algo de todos modos? ¿Por qué no decirlo? Ambos sabemos que de una forma u otra me iré.

    Le dejaré una pregunta entonces, si, ¿me lo permite?

    Por favor. Mientras más hablaba el hombre, más tocino devoraba Vane. Él podría incluso ganar un paquete lleno antes de irse, si escuchaba bien y hacía las expresiones faciales correctas. Continúe.

    ¿Alguna vez ha pensado lo que significa si tiene éxito? El Padre se recostó y bajó su mirada a su regazo ahora. Dejó sus manos allí y adoptó una pose que imitaba su postura para rezar. Si tiene éxito, cumplirá con la profecía, ¿y luego qué? ¿Los Poderes regresarán? ¿Magia y qué más? Esta profecía suya parece muy incierta.

    Sospecho que la mayoría de las profecías lo son.

    Pero ¿qué pasa con las repercusiones? ¿Cómo sabe que queremos los Poderes de vuelta?

    No lo sé. Vane sonrió. Él quiso que el Padre mirara hacia arriba, para que notara que tan poco le importaba lo que queríamos. Cuando sus ojos se encontraron, las líneas se dilataron. El Padre asintió, y el temor ensombreció su expresión.

    Ya veo. Bueno, espero que al menos piense bien sobre ello. Buen viaje, Vane, y considere lo que hace y lo que podría significar.

    Gracias, Padre. Él lo pensaría. Sin cuestionarlo. La idea de lo que podía significar su profecía, cuál éxito podría traer, se había apropiado de cada pensamiento que tenía. Había despertado algo en su sangre, la sangre de Cantón, y la idea de Vane, El Portador, de despertar a los Poderes mismos, lo había consumido desde el momento en que la gárgola podrida lo había dejado en la base de un castillo olvidado.

    CAPÍTULO DOS

    ––––––––

    Lidya arrastraba sus pies hasta que el polvo hacía nubes en sus talones. Esta mañana sus huesos dolían un poco. Cada tanto sus pasos traían consigo una descarga de dolor. Ella seguía a sus hermanos, quienes seguían a Miriam, y mantuvo sus ojos en movimiento. Ninguno de ellos lo harían. Ni su hermano musculoso ni su acicalada hermana pensarían en estar alertas, a prestar atención, a preocuparse.

    Hasta la madrina estaba preocupada hoy. Ella había perdido el par de Starlights en frente de la casa del sheriff, y si ella notaba a la mujer con la falda azul que los seguía ahora, ella no lo demostraría. No. Ella estaría enfocada en una tarea a la vez, buscándolos, pero no observándolos realmente.

    Ese era su trabajo. Lidya el perro guardián, siempre en alerta.

    Cualquiera que fuera la razón, hoy ellos atraparon la atención de los Starlight. Miriam debería haberlo notado, y Lidya frunció el ceño al dobladillo de la capa de la mujer que se agitaba más adelante. Era el trabajo de la madrina darse cuenta, pero tampoco la mujer era tan joven como solía serlo... y no era exactamente joven para empezar. Todos estos años la pandilla les había permitido el esquivarlos. Tiempo suficiente. Ellos vivían en esta sombra sin molestia, pero por alguna razón, el show era hoy.

    Ella tropezó, arrastró su pierna izquierda y se inclinó hacia abajo, echando una ojeada detrás de ellos a través del báculo de su brazo.

    ¿Lidya? La dulce voz de Ami emergió. Que ella lo notara,

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