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Misión Impecable
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Libro electrónico136 páginas1 hora

Misión Impecable

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Información de este libro electrónico

« ¡Mirar escaparates! ¿No odias el término? 
Es como ir a una tienda de dulces y no poder comprar nada, o no saber qué comprar primero. Esa es exactamente mi área de negocio, ayudar a las personas a tomar la decisión correcta.

Soy una de esos asesores de moda tan populares hoy en día entre la alta sociedad, aunque yo comencé hace años. Elegir la ropa adecuada para la ocasión adecuada no es una tarea fácil: el vestido tiene que coincidir con tu personalidad y, si es posible, realzarla.

Esta historia trata de cómo abandoné una carrera de ratas, pasando los días en un bufete de abogados, y cumplí mi sueño de convertirme en asesora de moda. Aunque creo que soy algo más que eso, soy terapeuta de compras con una misión y estoy segura de que estarás deseando conocer la historia de cómo comencé y cómo ayudé a mis clientas a verse estupendas. Así que, prepárate para entrar en el misterioso mundo de una chica de Berkshire con una Misión Impecable. »

IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento7 abr 2018
ISBN9781547524198
Misión Impecable

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    Misión Impecable - Colette Kebell

    MISIÓN IMPECABLE

    UN LIBRO DE SKITTISH ENDEAVOURS:

    Publicado originalmente en Gran Bretaña por Skittish Endeavors 2015 y esta edición 2018

    Copyright © Colette Kebell 2015-2018. Todos los derechos reservados

    Segunda Edición Revisada

    El derecho de Colette Kebell a ser identificada como la autora de esta obra

    se establece conforme a los artículos 77 y 78 de la Ley de Derechos de Autor y Patentes de 1988.

    Este libro es una obra de ficción. Los nombres, personajes, lugares y acontecimientos son producto de la imaginación del autor o se usan de manera ficticia. Cualquier parecido con hechos reales o lugares o personas, vivas o muertas, es meramente coincidencia.

    Condiciones de venta

    Este libro se vende sujeto a la condición de que no se prestará, revenderá, alquilará ni se distribuirá mediante ninguna otra forma de encuadernación o cubierta, diferente a la que está publicada y sin una condición similar, incluyéndose esta condición, imponiéndose al comprador posterior.

    Los libros de Skittish Endeavors son suministrados e impresos por Babelcube / Createspace

    Los libros electrónicos se comprarán en Babelcube: www.babelcube.com

    Impreso y encuadernado por Createspace: www.createspace.com

    Gracias a:

    Diseño © www.Lizziegardiner.co.uk; ilustraciones © Shutterstock.com.

    Revisor y corrector: Patrick Roberts

    Para obtener más información sobre Colette Kebell, visita su sitio web en

    www.colettekebell.com

    o

    Síguela en Twitter @ColetteKebell

    y / o

    https://www.facebook.com/ColetteKebellAuthor

    CONTENIDO

    CAPÍTULO 1

    ¿Sería yo capaz de mentirte?

    Indudablemente no, soy una profesional. Pero, por supuesto, hay cosas que es mejor dejar sin contar, como en el caso de la señora De Mario.

    No había nada malo con la señora De Mario o Carmela, como insistía en que la llamasen, incluso por perfectos desconocidos. Aparte, quizás, de ese moño que la hacía parecer como si se hubiera tele-transportado desde los años cincuenta. Y su ropa.

    Esta era nuestra segunda cita y todavía iba vestida como la Estatua de la Libertad: una túnica enorme, con estampado floral, y una diadema de cristal en la cabeza. Estábamos en 2003 y la pobre Carmela iba vestida como si acabara de salir de la inauguración del histórico monumento en 1886. Mesdames et messieurs, La Liberté éclairant le monde. A continuación tendrá lugar una marcha triunfal.

    Además, ella tenía un poco de sobrepeso, aunque eso no supondría ningún problema. Si escuchara simplemente uno —¡y digo solo uno!― de mis consejos.

    —Carmela, no hay nada malo con usted. ¿Puedo serle totalmente honesta?

    —Por supuesto que puede —dijo ella, jugueteando con su anillo de oro como si fuera una niña pequeña a la que acaban de pillar haciendo una travesura esperando una reprimenda. Llevaba tantas joyas que apenas podía ponerse derecha, cada vez que se movía se oía un tintineo, como para advertir a la gente de alrededor para que se apartasen.

    —La moda no se trata de lo que nos gusta, sino de lo que realza nuestra propia personalidad.

    Ahí estaba yo, acababa de lanzar una bomba explosiva con la esperanza de que la señora pensara sobre ello durante un segundo o dos, y después sonriera cuando comprendiera lo que quería decirle. Sin embargo, la bomba no había sido ni siquiera un petardo, un completo fracaso. Seguía mirándome fijamente esperando algo más.

    ―Lo que quiero decir es que a veces tenemos que sacrificarnos. No solo llevar lo que nos gusta, sino también llevar lo que nos sienta bien, independientemente de que nos guste o no. A veces ocurre que, en un esfuerzo por encontrar nuestro propio estilo, nos alejamos de nuestro objetivo.

    —¿Cuál es? ­—el comentario estaba acompañado por un suave sonido de metal contra metal. Me recordaba a esas campanillas de los antiguos hoteles y restaurantes para llamar la atención del conserje.

    —Dígamelo usted. ¿Recuerda las fotos que le hice la semana pasada? Realicé una pequeña encuesta aquí en la ciudad. A gente de su edad. Les enseñé sus fotografías y les pregunté lo que pensaban. Aquí está: este es el resultado —dije enseñándole la hoja con los comentarios más importantes.

    —Ay Dios mío —dijo tras haberlos leído—, ¿una punk? Y esta otra... ¿una vagabunda que pide dinero en la estación de tren? Algunos son realmente desagradables, no me lo puedo creer.

    —Créalo. He eliminado muchos de ellos, pero todos dicen el mismo mensaje. Volvamos a la pregunta original: ¿Cuál es el objetivo que tenía en mente cuando eligió vestirse así?

    —Creo que... ser diferente, destacar del resto de la gente y mostrar que hay una parte indomable en mí —dijo ella finalmente.

    —Y quizás está destacando por razones incorrectas. Recuérdeme, ¿a qué se dedica?

    —Soy enfermera —dijo Carmela.

    —Exactamente. Si habláramos de su profesión, yo no me atrevería a sugerirle...—«¿Qué demonios hacen las enfermeras hoy en día?», pensé. La última vez que estuve en el hospital tenía doce años para que me quitaran las anginas. La enfermera me traía helado, comprobaba la documentación a los pies de mi cama y sonreía. Seguramente su trabajo consistía en algo más.

    —¿Cómo asistir al médico en una operación o vigilar el estado de un paciente? —siguió Carmela echándome una mano con el tema.

    —Exactamente. Y esta es mi área de negocio. ¿Supongo que leyó ese artículo de la revista Times que le di la semana pasada?

    —Claro.

    Empecé a buscar entre los documentos que tenía en mi mesa.

    —En su opinión, ¿cuál de estos conjuntos le parecen atractivos e indomables al mismo tiempo?

    No había sido capaz de encontrar lo que realmente estaba buscando en revistas de moda, así que me pasé el día anterior recortando vestidos que me gustaban y recopilándolos en un collage. Puse también una foto de Carmela vestida como la Estatua de la Libertad entre las diferentes combinaciones. Mi clienta miró las diversas fotos, se paró un segundo en la suya, hizo una mueca y siguió mirando el resto.

    —Me gustan estos —dijo ella finalmente enseñándome tres looks diferentes.

    —Van todas vestidas como podríamos llamar Rocker Chic; como puede ver son elegantes, llaman la atención y no son ordinarias. Podría ponerse incluso uno o dos piercings , aunque no es recomendable, y no perdería nada en términos de rebeldía o elegancia. Y quiero decir uno o dos, no veinte.

    Quizás iba por buen camino. La primera regla era admitir que tenía un problema y Carmela había pasado esa barrera asistiendo a la segunda cita. Aunque ahora venía la parte más difícil: encontrarle un nuevo estilo y asegurarse de que no volviera a los viejos hábitos.

    —Así que, esto es lo que vamos a hacer. Una prueba. Nos vamos de compras un día, se pone delante de algunas de sus amigas y oímos las opiniones de su «nuevo look». ¿Qué le parece?

    —Supongo que...

    Hojeé entre algunos documentos en mi escritorio.

    —Y si está satisfecha, entonces podemos resolver el resto. Estoy viendo aquí que tiene tres mil libras de presupuesto.

    —Así es.

    —Suficiente, suficiente. —En realidad no lo era. Pero consideraba mi trabajo con Carmela como algo casi altruista, algo que hacemos de vez en cuando para ayudar a la gente que lo necesita.

    —Pues, venga a mi oficina, digamos, mañana a las tres y empezaremos por ahí.

    —No sé cómo agradecérselo, Gigi, sé que está muy ocupada —dijo ella tímidamente.

    —No hace falta, el placer es mío. Mi secretaria fijará la cita en el calendario y le enviará un recordatorio.

    Intercambiamos besos al estilo Corleone y se marchó.

    Así es, soy personal shopper, y ese era un ejemplo de cómo me ganaba la vida. Trabajaba como asistenta de compras, comprando ropa para otra gente, pero no era solo eso. También había empezado a hacer trabajos de asesoramiento para que mis clientas encontraran su estilo. No era un trabajo fácil, a veces podía llegar a ser muy estresante, pero no podía renunciar a mi sueño, todavía no. Se me daba bien tratar con la gente y por eso decidí empezar mi propio negocio. Sabía que supondría trabajar durante horas interminables, pero llevando las riendas de mi propio destino sabía que nadie me diría lo que tenía que hacer. Ser una personal shopper era uno de los trabajos más buscados, seguido de cerca por crítico gastronómico, así que me dije a mí misma, ¿por qué no?

    Tuve suerte con un par de clientes y, a pesar de no tener mi propia oficina, el negocio empezaba a ir bien. Era consciente de que Carmela sería una «inversión», un cliente que me ayudaría a abrir nuevas puertas, el tema de conversación entre sus amigas por su cambio de vestuario. Ella se sentía desilusionada, exactamente el mismo sentimiento que yo

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