Me faltan horas y me sobran gilipollas. #39 ideas para quererte más y mejor.
Por Jessica Gómez
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¿Te reconoces? En estas y muchas otras situaciones cotidianas te vas a ver reflejada sí o sí. Jessica Gómez vuelve a hacerte sonreír y te regala las mejores pistas para gritar a los cuatro vientos que, aunque te falten horas y te sobren gilipollas, vas a intentar por todos los medios dedicarte más tiempo para estar bien y a quitar de en medio todo lo que te resta energía y paz, y ponerte la número UNO en tu lista de prioridades.
Porque en el mundo, amiga mía, solo existen dos tipos de personas: TÚ Y TODAS LAS DEMÁS. Y a partir de ahora es de ti de quien vas a cuidar.
«Estamos ya como muy hechas a la idea de que tenemos que cuidar a nuestra niña interior. Pero hay otra parte de nuestro interior que nos empeñamos en hacer como que no existe, y eso no es justo, porque yo creo que todas nuestras facetas deben ser cuidadas y valoradas en alguna medida, ¿verdad que sí? Y es que todas sabemos que cuando estás de buenas todo es amor y buen rollito, pero se ve de qué pasta estás hecha cuando estás hasta el coño. Y, querida, todas estamos hechas de monstruos.
Pues ese monstruo necesita respirar y hacer ejercicio de vez en cuando, porque si lo dejas encerrado y te empeñas en ignorarlo, se volverá loco y empezará a oler mal, y cuando se canse de dar vueltas dibujando ochos dentro de tu cabecita, decidirá salir por su cuenta reventando la puerta a zarpazos. Y lo hará, no te quepa duda, en el momento que menos te convenga y echando espumarajos por la boca. Lo mismo hasta se lleva a tu niña interior por delante. Y tú no quieres que pase eso, ¿a que no?».
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Me faltan horas y me sobran gilipollas. #39 ideas para quererte más y mejor. - Jessica Gómez
Índice
PORTADA
CRÉDITOS
SOY UNA CABRONA EGOÍSTA
#1. EL PELIGRO HAY QUE TENERLO LEJOS
#2. TEN CLAROS TUS TÉRMINOS Y CONDICIONES
#3. NOS CUIDAMOS TODOS LOS PUTOS DÍAS
#4. A VECES, CUIDARSE ES PREVENIR
#5. LO QUE TE HACE FELIZ ES EL VINO, NO LA COPA
#6. LOS FILTROS HAY QUE ADMINISTRARLOS
#7. SIEMPRE TENDRÁS ALGO QUE HACER
#8. «TE NECESITO» Y OTRAS FRASES DE AMOR DE MIERDA
#9. EN EL AMOR HAY QUE CUESTIONAR TODAS LAS IDEAS
#10. LA RECETA PARA UNA BUENA RELACIÓN
#11. GUARDA LA ENERGÍA DE LAS EMERGENCIAS
#12. SI NO TE APORTA ALGO BUENO, CIERRA LA BOCAZA
#13. TODO TIENE UN COSTE
#14. QUERERTE NO ES GUSTARTE 24/7
#15. LAS PRIORIDADES SE DEFIENDEN A MACHETE
#16. SI CALLAR TE JODE, ENTONCES NO TE CALLES
#17. A PIÑÓN CON LOS BOCACHANCLAS
#18. CUIDA A TU MONSTRUO INTERIOR
#19. ¡QUE DELEGUES, HOSTIA!
#20. LA ASERTIVIDAD ESTÁ SOBREVALORADA
#21. VETE SOLA A ALGUNA PARTE
#22. LAS MALAS PERSONAS EXISTEN
#23. NO CONSIENTAS JAMÁS QUE TE TRATEN COMO LA MIERDA
#24. MEJOR RECHAZAR PRONTO QUE HUMILLAR TARDE
#25. NADIE LLEGA A TODO
#26. PERDONAR ESTÁ SOBREVALORADO
#27. LAS SOLUCIONES RÁPIDAS NO EXISTEN
#28. SI EL PROBLEMA ES DE OTRO, QUE LO RESUELVA OTRO
#29. NO PERDEMOS EL TIEMPO HABLANDO CON GORILAS
#30. NO INTENTES CAMBIAR A LA GENTE
#31. SI TE DUELE, NO ES AHÍ
#32. UN POCO ES MEJOR QUE CERO
#33. EL NOBLE ARTE DE NO HACER NADA
#34. MIDE EL DRAMA
#35. NO ALIMENTES LAS DECEPCIONES
#36. VALORA TUS MIERDAS
#37. NO ES CULPA TUYA
#38. CONFORMARSE, PUEDE. RESIGNARSE, JAMÁS
#39. SI VAMOS A PERDER EL TIEMPO, QUE CADA UNO PIERDA EL SUYO
NO SOY UNA MALA PERSONA
GLOSARIO
Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra solo puede ser realizada con la autorización de sus titulares, salvo excepción prevista por la ley.
Diríjase a CEDRO si necesita reproducir algún fragmento de esta obra. www.conlicencia.com - Tels.: 91 702 19 70 / 93 272 04 47
Editado por HarperCollins Ibérica, S. A. Avenida de Burgos, 8B - Planta 18
28036 Madrid
Me faltan horas y me sobran gilipollas. #39 ideas para quererte más y mejor © 2023, Jessica Gómez
© 2023, para esta edición HarperCollins Ibérica, S. A.
Todos los derechos están reservados, incluidos los de reproducción total o parcial en cualquier formato o soporte.
Diseño de cubierta: María Pitironte
Ilustración de cubierta: Shutterstock
Foto de la autora: Ariel González
Maquetación: TXT Servicios editoriales
ISBN: 978-84-9139-988-9
Conversión a formato digital: www.acatia.es
Sé feliz.
Es lo que nos llevamos por delante.
MI MADRE
A todos los gilipollas de mi vida.
A los que ya no estáis, que me habéis enseñado tanto.
A los que estáis ahora, que estáis porque os elijo.
A los que vendréis en el futuro,
aquí os espero, necesito material.
Antes de meternos en faena, te voy a contar un par de cosas sobre el libro que tienes en las manos. Ya sabes,
esas cosas que se suelen contar en las presentaciones y las firmas, así tú ya lo sabes y te podrás ahorrar venir a la presentación, que sé que tienes mucho lío.
Verás, un día tuve una revelación de estas que te iluminan un camino inesperado: me di cuenta de que la gente anda como enfadada. O sea: sonríe, habla,
hace recados… Lo normal, pero así como con un poso de estar un poco cabreada, con algo o con alguien, de manera permanente. Vamos, lo que viene siendo que la gente en general está hasta el coño. Del cambio climático, de los horarios imposibles, del precio de la fruta, yo qué sé. Hasta el coño de la vida. Y pensé:
«Aquí tengo nicho de mercado. A ver si de esta me compro el chalé».
Así que yo lo que quería era escribir un libro titula do «Cómo dejar de estar hasta el coño». Lo veía claro en mi cabeza, con rótulos grandes y luces de neón. Pero en cuanto le di dos vueltas se me hizo evidente un proble ma importante: no tengo ni idea de cómo dejar de estar hasta el coño. Me veía capaz de fingir que sí durante un par de páginas, pero un libro entero ni de coña. Lección número uno: no te metas en follones que no sabes si podrás terminar.
Pero ya estaba enfocada en mi objetivo de comprarme el chalé, así que le di una vuelta a la idea y comprendí que, si estamos tan hasta el coño, es por ese vacío vital nuestro que arrastramos, ese que nos viene causado por dar, y dar, y dar y no recibir justa compensación a cambio, que nos deja con ese de-sasosiego, con esa sensación de espíritu solitario y bolsillo emocional vacío. Y me dije: «Oye, eso sí sé arreglarlo, porque yo soy una cabrona egoísta». De eso sí que podía escribir un libro: cómo ser una cabrona egoísta que se pone una y otra vez por delante de los demás, que se trata a sí misma como lo más importante de su vida.
Ya lo tenía. Chalé, espérame que voy.
Se lo conté a mi editora y le encantó mi idea. Le dije que quería titular el libro «Cabrona egoísta» y me respondió:
Bueno, vamos a darle una vuelta. Que es lo que me dice mi editora cuando no quiere decirme que mi ocurrencia es una mierda, porque es lo que tienen las editoras: saben que quienes nos dedicamos a escribir tenemos el eguito un poco frágil. Así que no se pudo llamar como yo quería y se le quedó el título que tiene, y yo contenta, porque ponerse por delante también es delegar y dejar que los demás hagan lo suyo. O en otras palabras, no me parto la cabeza por hacer el trabajo de otros, así que el título que lo pongan los de Marketing, que yo tengo que poner la lavadora.
Pero quiero que te quedes con la idea, durante esta lectura, de que esa es la clave para ponerte por delante: ser una cabrona egoísta. Y cuando creas que te estás pasando, probablemente, todavía te estés quedando corta.
¿Y cómo me convierto en una cabrona egoísta?, te estarás preguntando. Yo he conseguido resumir el proceso en dos líneas fundamentales: por un lado, no tenemos tiempo para dedicárselo a todo aquello que nos gusta y enriquece; por otro, tenemos demasiado alrededor que nos resta el tiempo y la energía que necesitamos dedicarnos a nosotras mismas. O, dicho de otra manera, nos faltan horas y nos sobran gilipollas.
Y tengo que decirte que es probable que, varias veces antes de que termines el libro, pienses algo como «joder, pero es que si hago esto me voy a quedar solísima». Mmm… Pues no sé, chata… No seré yo quien te diga que lo mismo tienes alrededor más gilipollas de los que creías. Sí te diré que yo he escrito el libro y me he quedado como estaba, ¿sabes por qué? Porque a los gilipollas ya los tenía filtrados y eliminados.
Por último, antes de empezar y a modo de disclaimer, recordarte que la gente que sale en los ejemplos solo es eso: ejemplos. Clichés, muchas veces. Guíate con los ejemplos, pero quédate con las ideas. Y, sobre todo, decirte que este libro está pensado para reírnos de nosotras mismas, Mari, que la risa es lo que nos sana y nos hace libres.
¿Que digo verdades como puños? Sí. ¿Que alguna te va a dar una hostia? También. ¿Que uso una cantidad innecesaria de palabrotas? No te quepa duda. ¿Que a lo mejor sí que sacas alguna cosa que te va bien para tu vida? Eso espero, que no sé si puedo cambiar tu vida, pero, oye, si puedo ayudarte a aligerar la carga, estaremos mejor las dos, porque tú vivirás más feliz y yo viviré en un chalé. Win-win.
#1
EL PELIGRO HAY QUE TENERLO LEJOS
Quien dice peligro, dice gilipollas
Me parece importante empezar por lo básico, y es que, ya que a lo largo de este libro vamos a aprender a identificar a unos cuantos gilipollas, lo ideal será que tengas presente este pequeño tip introductorio, para que, en caso de duda, sepas reaccionar. Considéralo tu anilla de emergencia.
Mira, yo no soy de dar consejos. Creo que es algo que dejo caer en todos mis libros. No doy consejos. La gente, por alguna razón, quiere creer que digo esto porque soy una persona humilde, pero nada más alejado de la realidad. Así, entre tú y yo: lo hago puramente por una cuestión de cubrirme las espaldas. Es que, joder, ¡qué responsabilidad! O sea, imagínate que das un consejo y te hacen caso ¡y luego la cosa sale mal! Quita, quita. Bastante tenemos ya con decidir si tenemos o no edad para poner morritos en los selfis como para andar metiéndonos en jardines ajenos.
No doy consejos. Pero te voy a dar un consejo: estoy convencida de que una vida plena y feliz empieza, de manera necesaria, por tener una existencia tranquila. Entiéndeme: no una existencia sin sobresaltos, aventuras o improvisaciones, del tipo «yo el jueves me iba a echar la siesta y me ha brotado en la agenda un cumpleaños infantil». No ese tipo de tranquilidad. Una existencia que reduzca al mínimo las cosas que sean capaces de perturbar tu paz mental o emocional. Esa es la existencia tranquila que te mereces. Y tengo un truco para que se te disparen los niveles de tranquilidad. Atiende.
Tú imagínate que le tienes alergia a los cacahuetes. Y estás un día ahí, tan tranquila, ocupada en tus cosillas y, de repente, se te pone delante un pastelazo que tiene una pinta estupenda. Es de esos pasteles que la gente suele considerar irresistibles. Pero a ti, que has desarrollado una especie de olfato —por una cuestión de supervivencia— para detectar cacahuetes, te da en la nariz que ese pastel tiene trazas de cacahuete.
¿Qué haces? ¿Te lo comes? Pues claro que no. ¿Y por qué? Pues porque es potencialmente mortal y, con absoluta seguridad, dañino para tu persona. NO-TECO-MES-ELPASTEL.
Que a lo mejor aquí tú piensas: «A ver, es que lo mismo realmente no tiene cacahuetes y me estoy perdiendo algo estupendo». Bueno, vale. ¿Tiene algún tipo de etiquetado que te permita comprobar ipso facto que no contiene cacahuete? ¿No? Entonces, dime, ¿vas a arriesgarte? Desde luego que no. Lógica de cajón. Pasamos del pastel.
Y si, por una fuerza cósmica desconocida, el pastel intenta por su cuenta metérsete en la boca, ¿tú que haces? Pues no te lo tragas, de ninguna de las maneras. Lo apartas y le dices:
—Mira, pastelito, no es por ti, es por mí. Es que le tengo intolerancia a los cacahuetes. Te veo, te aprecio, pero no eres para mí y te dejo ir.
Pues mi consejo para ti, para aportar tranquilidad a tu existencia, es que vayas por la vida imaginando muy fuerte que tienes alergia a los gilipollas.
Entonces estás ahí, tan tranquila, ocupada en tus cosillas y, de repente, se te pone delante alguien que tiene una pinta estupenda. Es de esas personas que la gente suele considerar irresistibles. Pero a ti, que has desarrollado una especie de olfato —por una cuestión de supervivencia— para detectar gilipollas, te da en la nariz que esa persona tiene trazas de gilipollas.
¿Y qué haces? ¡Pues pasas! Está claro, ¡pasas! ¿Y por qué? Pues porque no sé si será potencialmente mortal, pero es con absoluta seguridad dañino para tu persona. PA-SAS.
Que a lo mejor aquí tú piensas: «A ver, es que lo mismo realmente no es gilipollas y me estoy perdiendo algo estupendo». Bueno, vale. ¿Tiene algún tipo de etiquetado que te permita comprobar ipso facto que no es gilipollas? ¿No? Entonces, dime, ¿vas a arriesgarte? Desde luego que no. Lógica de cajón. Pasamos del gilipollas. Y si, por una fuerza cósmica desconocida, esa persona intenta por su cuenta meterse en tu vida, ¿tú que haces? Pues no se lo permites. Lo apartas y le dices: —Mira, pastelito mío, no es por ti, es por mí. Es que le tengo intolerancia a los gilipollas. Te veo, te aprecio, pero no eres para mí y te dejo ir.
Que yo sé que hay un amplio margen de que estés pensando que, a ver, ¿cómo vas a hacer eso con las personas? Tranquila, que ya verás como todo es cogerle el truco. Luego no hay quien te pare. Y no te preocupes si te equivocas con una persona, que tampoco pasa nada: ocho mil millones más hay. Si no te gusta alguien, despejando camino y dejando sitio al siguiente.
De verdad que es así de fácil, que te complicas tú sola. Que te crees que son los hidratos y no son los hidratos: a ti la úlcera no te sale de cenar hidratos, te sale de aguantar gilipollas. Luego «ay, es que me duele la barriguita». Claro. Si es que te vas comiendo todos los gilipollas que te encuentras por el camino, ¿qué esperas?
Alergias, chati. Peligrosísimas. No hay que jugar con las alergias.
#2
TEN CLAROS TUS TÉRMINOS
Y CONDICIONES
Y quien no los acepte, que circule
Acompáñame, bello ser de luz, que te voy a contar una triste historia.
Hace poco que llevé a mi hijo pequeño a la capital. A la de Asturias, a Oviedo. Que eso es una cosa que hacemos mucho los de aquí, a Oviedo lo llamamos «la capital», como si Oviedo fuera Madrid y el resto de asturianos fuéramos Paco Martínez Soria —quiero pensar que esto pasa en todas partes—. Pero, bueno, a lo que iba: llevé al pequeño a la capital, a la dentista.
Tiene cuatro años y reparar su avería nos ha salido por cuatro cifras. A cifra por año, muy redondo todo.
Y en este pensamiento de «me cago en la madre que parió a Paneque» estaba yo, con el niño sentado en su asiento de atrás, comiéndose un paraguas de chocolate como estrategia para restaurar su bienestar vital tras la tortura de la reconstrucción de un diente, cuando pasé por delante de unos grandes edificios de oficinas que hay a la salida de Oviedo y recordé una entrevista de trabajo que tuve allí en una importante entidad bancaria, hace un montón de años, para lo que creía que sería «el curro de mi vida» porque incluía un sueldazo,