¡Socorro! ¿Por qué siempre llego tarde?
Madre mía, lo siento mucho, ya estoy de camino, te lo prometo». Si alguna vez te he enviado este mensaje, te pido perdón. Te mentía. Sí, soy de esas personas que manda un whatsapp cuando tú ya me esperas donde habíamos quedado en vernos y yo todavía me estoy pintando los labios. Y aún me queda encontrar las llaves, elegir el bolso y cambiarme de ropa, porque, de repente, odio lo que llevo puesto…
Efectos colaterales
Eso me pasa a diario, pero a veces la cosa se complica. Me ocurrió en la boda de una amiga donde yo era una de las damas de honor. Llegué tarde, me tocó ir detrás de ella mientras caminaba hacia el altar, con las axilas sudándome e intentando pasar lo más desapercibida posible (cosa imposible, claro). Lo mismo me ocurre cada vez que voy al aeropuerto: me llaman por megafonía porque me he despistado Y a lo largo de mi vida he visto cómo infinidad de trenes se alejaban mientras yo gritaba en el andén. ¿Por qué soy así? No llego tarde por gusto. Siempre cuento con mucho margen. Pero el caso es que, de alguna forma, me las arreglo para sobrepasarlo. Lleno las horas como hago con el espacio de casa, con todo lo posible. Y no es que no crea en el tiempo, sé que rige nuestro mundo, pero no termino de entenderlo. ¿Cómo es posible que unas veces las horas vuelen como si fueran segundos y otras una semana parezca un año? Sea como sea, soy consciente de que no debo seguir así. Puede que en la época universitaria mi tardanza fuera inofensiva (aunque quizás me engañaba a mí misma), pero ahora me cuesta dinero (¡cuántas veces he tenido que comprar otro billete!) y relaciones (mis amigos puntuales han dejado de invitarme a salir y mi novio me ha amenazado con dejarme. Vale, puede que esté dramatizando ligeramente). Así que he decidido plantearme un desafío: ¿seré capaz de cambiar y convertirme en una persona puntual? He definido, con ayuda experta, una serie de tareas para descubrirlo.
Estás leyendo una previsualización, suscríbete para leer más.
Comienza tus 30 días gratuitos