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Salitre Inc.
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Libro electrónico345 páginas5 horas

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Una novela llena de compasión y emoción que cuenta la vida dura de los mineros en la minas del salitre en el desierto de atacama en Chile, el desierto más seco del mundo.

A través de la vida de Luis Enrique, un niño nacido en el desierto de Atacama, el libro Salitre Inc. trae una historia emocional, apasionada, triste con los inolvidables hombres y mujeres durante dos generaciones de mineros del salitre. La historia aporta compasión, verdad de una época de felicidad y prosperidad a una era final de desesperación y pobreza en los pueblos salitreros. Salitre Inc. es un libro excelente en el arte de la memoria. La escritura tiene un sabor de poesía, ofrece un estilo inventivo y magnético nunca visto en un libro dedicado a los mineros del salitre en Chile.

Sin embargo, durante la vida adulta de Luis Enrique, el autor Eduardo Bordonez-Molina trata la dictadura del general Pinochet con drama y corazón para describir el profundo impacto social en los hombres y mujeres humillada, ofendidos y subyugados durante diecisiete años de dictatorial gobierno militar. El libro comienza con el regreso de Luis Enrique al lugar donde nació hace ochenta años atrás. Él sentía nuevamente la tierra caliente y árida del desierto de Atacama.

IdiomaEspañol
EditorialCaligrama
Fecha de lanzamiento2 jun 2016
ISBN9788491125020
Salitre Inc.
Autor

Eduardo Bordoñez-Molina

Eduardo Bordoñez-Molina nació en Chile en el pueblo salitrero llamado Cala-Cala en 1935. Fue educado durante siete años en la ex escuela de Salitre y Minas de Antofagasta y se graduó en 1955 como técnico en electricidad industrial. Más tarde, viviendo en el exilioen Estados Unidos, fue educado en la Universidad de Pennsylvania donde se graduó con una maestría en ingeniería en sistemas eléctricos en 1986. En 1993 se graduó en la Universidad de Saint Joseph en Filadelfia con una maestría en administración de empresas. Es uningeniero profesional y posee las licencias en cinco estados: Pennsylvania, Texas, Maryland, Virginia y Washington DC.

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    Salitre Inc. - Eduardo Bordoñez-Molina

    © 2016, Eduardo Bordoñez-Molina

    © 2016, megustaescribir

              Ctra. Nacional II, Km 599,7. 08780 Pallejà (Barcelona) España

    Algunos de los personajes mencionados en esta obra son figuras históricas y ciertos hechos de los que aquí se relatan son reales. Sin embargo, esta es una obra de ficción. Todos los otros personajes, nombres y eventos, así como todos los lugares, hechos, organizaciones y diálogos en esta novela son o bien producto de la imaginación del autor o han sido utilizados en esta obra de manera ficticia.

    Quedan prohibidos, dentro de los límites establecidos en la ley y bajo los apercibimientos legalmente previstos, la reproducción total o parcial de esta obra por cualquier medio o procedimiento, ya sea electrónico o mecánico, el tratamiento informático, el alquiler o cualquier otra forma de cesión de la obra sin la autorización previa y por escrito de los titulares del copyright. Diríjase a Thinkstock, (http://www.thinkstock.com) si necesita fotocopiar o escanear algún fragmento de esta obra.

    ISBN:   Tapa Blanda             978-8-4911-2501-3

                 Libro Electrónico   978-8-4911-2502-0

    CONTENIDO

     EL CAPÍTULO UNO EL DESIERTO DE ATACAMA

     EL CAPÍTULO DOS EL MÉTODO SHANK

     EL CAPÍTULO TRES EL MÉTODO GUGGENHEIM

     EL CAPÍTULO CUATRO LA IGLESIA DE LA TIRANA

     EL CAPITULLO CINCO LOS HERMANOS GUERRA

     EL CAPÍTULO SEIS LA ESTACIÓN DE FERROCARRIL PEDRO DE VALDIVIA

     EL CAPÍTULO SIETE EL PATROCINADOR

     EL CAPÍTULO OCHO LOS HIJOS PREDILECTOS DE ALMAGRO Y VALDIVIA

     EL CAPÍTULO NUEVE RELOJITO EN LA CALLE

     EL CAPÍTULO DIEZ EL EXILIO O LA OPRESIÓN

     CAPÍTULO ONCE EL RETORNO

    CapituloUnoElDesiertodeAtacama.JPG

    EL CAPÍTULO UNO

    EL DESIERTO DE ATACAMA

    En esta tierra árida y dura, mi familia y yo nacimos y vivimos por toda una vida. El suelo café claro del desierto fue el camino por el que di mis primeros pasos de niño. Estos pasos fueron más profundos y más grandes a medida que crecí. Yo pensé que este lugar era el único terreno posible para vivir, así que lo acepté como el sol acepta las nubes. Mis días de bebé fueron difíciles para sobrevivir en el duro ambiente del desierto de Atacama; el comienzo firme y saludable de mi vida fue una esperanza y una bendición para mis padres. Ellos deseaban vehemente tener un hijo varón. Yo tuve una infancia feliz; mi madre estaba siempre a mi lado para ayudarme, y para guiarme con amor y sacrificios, a lo largo del difícil camino que es el amanecer de una nueva vida. Pronto, me di cuenta de que el desierto de Atacama es grande, como un océano, lleno de vida; en todo momento está cubierto con un cielo azul marino. A pesar de lo desolado del lugar, aprendí que el desierto es fuerte y generoso.

    El clima del desierto de Atacama es fuerte y dominante; como un pintor consumado el cambia el color de la piel de los mineros para protegerlo y armonizarlo con el medio ambiente; el hombre y el desierto parecen ser una misma persona; tienen los mismos gustos y se entienden perfectamente. Cada día, el tiempo parecía ser el mismo; el sol quemante estaba siempre presente. La presión alta del aire, con una temperatura sofocante actuaba como una cortina de acero que tenía por misión de bloquear cualquiera tentativa de lluvia o tormenta nacida en el océano Pacífico. Sólo durante los meses de invierno se podía ver el cielo iluminando con fuegos multicolores; con rayos y truenos azotando a lo lejos las primeras alturas de la cordillera de los Andes. El clima en el desierto de Atacama es siempre muy frío por las mañanas; la fuerte brisa que sopla desde el océano Pacífico desarrolla una espesa niebla cargada de agua llamado "la camanchaca". La camanchaca es el río del desierto de Atacama; Ella toca y moja cada rincón del desierto; la niebla como un fantasma se va antes del mediodía, exterminada por el poderoso y persistente sol del desierto. Desde ese momento, el sol es el tirano que gobierna la tierra y el clima sin oposición en las provincias del norte de Chile, llamadas Norte Grande.

    El desierto de Atacama es un gigante de arena y roca que estira sus músculos a través de centenares de kilómetros por el suelo café claro y seco; Comienza en el Norte, desde las fronteras del sur de Bolivia y Perú, con el océano Pacífico al Oeste, y con las altas montañas de la cordillera de los Andes en el Este. Por último, el desierto, cansado de su largo peregrinaje, toca con sus pies, la primera vegetación verde hacia el sur de Chile, en la provincia de Coquimbo. Como un océano de arena dura de color café claro, el desierto de Atacama abarca una longitud cerca de seiscientos kilómetros de norte a sur; de oeste a este, es delgado como una bailarina de ballet con una anchura máxima de unos doscientos kilómetros. A lo largo de su camino, el rebelde desierto toma muchas extrañas formas con algunas sombras para disfrazarse, como una persona que quiere esconder su pasado; en algunos lugares, el desierto se corta en muchos trozos grandes de rocas y arena que se asemejan a un valle seco escondido en la luna.

    El paisaje del desierto de Atacama es plano como una mesa de comedor, el suelo horizontal se llama "pampa".

    Es una tierra árida ubicada a unos seiscientos metros sobre el nivel del océano Pacífico. En las primeras elevaciones de la cordillera de los Andes, el desierto de Atacama pierde toda su fuerza de gigante, y el terreno se convierte en una meseta donde las llamas, guanacos, alpacas, todos animales nativos de la cordillera de los Andes, deambulan libremente en la meseta; ellos tranquilamente comen la hierba fría, mirando curiosamente a sus alrededores, y estirando sus cuellos muy altos para descubrir lo extraño. El majestuoso cóndor, el ave más grande en la tierra, es el rey del cielo en la cordillera de los Andes; el cóndor vuela majestuosamente en el cielo azul oscuro haciendo todas clases de espectaculares acrobacias, sin temor de la presencia del hombre que no se aventura en este paraíso de tranquilidad y belleza natural.

    Dos grandes provincias del norte de Chile, Tarapacá y Antofagasta, hacen sus nidos en el desierto más árido de la Tierra. En estas provincias, ninguna planta o flor crece en el suelo; la lluvia es un extraño, que se desea, pero que no viene. No ha llovido en los últimos cuatrocientos años; la arena y la roca del desierto no han sentido el beso húmedo de la lluvia. No saben la agradable sensación de estar mojados. En la medida en que se puede ver a lo lejos o cerca, el desierto es estéril, como un árbol que nunca ha crecido y desarrollado una hoja. El Desierto de Atacama es intimidante por la inmensidad y el silencio de las pampas y la grandeza de su solitario paisaje.

    Durante todo el tiempo que mi abuelo, mi padre, y yo vivimos en el desierto, nunca sentimos la lluvia caer sobre nuestros rostros; en ningún momento tuve la sensación de tener mi cara mojada por la lluvia caída desde el cielo. El suelo es tan duro, caliente, y desolado que ni siquiera puede proveer un abrigo o dar comida a cualquier clase de lagarto, escorpión, arañas, o cualquier otro tipo de animal salvaje, incluyendo aves o insectos. El inclemente medio ambiente no proporciona un refugio natural al depredador o la presa; cazar o ser cazado para sobrevivir no existen en el desierto. Los animales salvajes no tienen la oportunidad de vivir y poblar el desierto de Atacama.

    El desierto es el único rey soberano. Las pampas parecen que son de arena y roca, pero en realidad, el suelo tiene una química muy compleja. La madre naturaleza tomó millones de años con paciencia y amor para desarrollar en la tierra muchos ricos yacimientos minerales. Nitrato de sodio, a natural y potente fertilizante para campos agrícolas, sólo se encuentra en el desierto de Atacama.

    El desierto es el propietario, como un rey poderoso, de todo lo que hay en su tierra, y no permite que ningún animal o planta crezca en su territorio; El promulga total escasez de agua y decreta vasta tierra despoblada para protegerse y vivir tranquilo. Ningún ejército o legiones de soldados mercenarios nunca conquistaron el poderoso desierto de Atacama. El desierto se defiende con la ayuda de dos invencibles verdugos; ellos actúan como grandes señores de la guerra en defensa de la soberanía del territorio inhóspito y desolado del desierto de Atacama: Un señor de la guerra es el extraordinario calor durante el día, que puede doblar y destruir el acero; el segundo señor de la Guerra es el frío durante la noche que puede congelar el agua y los seres humanos. Para los seres humanos vivir bajo estas condiciones climáticas fue casi imposible, hasta que un día, unos aventureros encontraron riquezas debajo del suelo del desierto, y legiones de ambiciosos mineros desafiaron el poder del desierto de Atacama. Desde este momento, como en el génesis, los mineros comenzaron a vivir una odisea para trabajar y vivir en el desierto más árido del planeta.

    Cuarenta años han pasado; un viejo autobús de color rojo, con su techo cargado con equipaje y cajas, viajaba muy rápido por la tierra café claro y seca del desierto de Atacama. Una nube de arena gruesa y polvorienta seguía el autobús como una cola pegada a él. El conductor parecía muy desinteresado por la soledad de los alrededores. Solo veía arena café claro y cielo azul por todas partes; conducía su autobús como un hombre muy aburrido de ver el mismo paisaje; inmenso, cálido y desértico escenario.

    El autobús rojo estaba cargado con jóvenes, sobre todo adolescentes. Estaban hablando sin parar, de cosas simples, nada complicado, y sonriendo sin motivo alguno.

    El autobús también llevaba algunos turistas y estudiantes de escuela secundaria que querían visitar un lugar donde la vida había desaparecido hace más de cien años atrás, consumida por la arena del desierto y por los socio-económicos cambios que afectaron gravemente la vida de los mineros. Aquí fue el hogar de las únicas minas en el mundo que produjeron el nitrato natural chileno llamado salitre. Cientos de oficinas salitreras habían estado en plena producción hace más de cien años atrás. La última operación de nitrato llegó a una parada total y cerró sus puertas para siempre en el decenio de 1960.

    A medida que el autobús avanzaba a través del desierto, algunos estudiantes miraban con sorpresa el extraño y feo, pero fascinante desierto que los rodeaba. El cielo estaba abierto y claro, con una profundidad de color azul marino. En la medida en que los ojos pueden ver, no había nubes en el inmenso cielo. El sol tenía a su disposición un amplio territorio, donde nada podía bloquear los rayos solares cargado de luz y calor. El sol parecía muy grande en el cielo azul, con una cara bien redonda, lanzando dentro de su centro miles de luces y flechas color oro con una energía que nunca terminaba.

    El autobús rojo se estaba comiendo el camino seco con su avance sin parar. El camino duro llamado calamina era compuesto de muchos fragmentos sueltos de arena y rocas que formaban una superficie ondulada, como pequeñas ondas formadas en la tierra abierta; el autobús rodaba arriba y abajo, como un barco navegando en un océano agitado por olas.

    Rodando muy rápidamente, el autobús siguió el incómodo viaje largo. El tiempo era las cinco y media de la mañana; el año 2010. El calor empezaba a arder como un incendio debajo del autobús, y penetraba lentamente adentro del autobús empujado por el desierto circundante.

    Los estudiantes se sacaron los ponchos y abrigos para sentirse más cómodo bajo la intensa luz solar que se colaba a través de las ventanas pequeñas del autobús. Algunas mujeres sentadas cerca del chofer comenzaron a ventilar sus rostros con trozos de papel; el sol se levantaba en el lejano horizonte con un color naranja intenso. La vista era impresionante: formas y colores mezclados con el inmenso suelo café claro sobre una superficie terrestre totalmente horizontal.

    El calor era intenso, pero para mí, era un calor familiar. Me sentía muy bien con este tipo de calor en mi cuerpo.

    Yo estaba en camino a mi pasado; volvía a visitar la tierra que me vio nacer hace ya muchos decenios. Una emoción grande sentí al llegar nuevamente a este lugar tan familiar. Dios me ha dado la oportunidad de ver nuevamente esta tierra antes de que sea demasiado tarde para mí. Una buena parte de mi pasado está enterrado en esta arena. En esta tierra, mis padres y amigos vivieron y murieron. Mi último viaje a mi pasado apenas ha comenzado.

    Una estudiante con una cara de niña buena, con largo cabello negros, peinada en una coleta, estaba sentado a mi lado. De repente ella preguntó: "¿Disculpe, abuelo, que cosa lo trae a este lugar?".

    Yo era un hombre viejo, de setenta años de edad; me tomó un par de segundos para contestar. Mirando el desierto a través de la pequeña ventana del bus lentamente dije: yo nací en este lugar, en un pueblo salitrero llamado Cala-Cala. Se trata de un viaje de respeto y amor por la memoria de mis padres. Yo viví en este desierto durante más de veinte años, luego mi vida tomó un camino diferente; Yo estaba hablando con la fuerza de un hombre viejo; mi rostro estaba cansado y marcada por los largos años de existencia. En seguida dije yo siempre quise volver a este lugar tan sagrado para mí.

    La joven estudiante parecía muy sorprendida. Sus grandes ojos marrones estaban muy abiertos.

    Ella dijo como sí deseara transmitir una advertencia, "Abuelo, no hay nada que ver en este lugar; no hay vida. Ella desapareció hace muchos años atrás. Sólo las ruinas en el desierto muestra que hubo vida en este lugar hace mucho tiempo atrás".

    Yo sabía que la ciudad de Cala-Cala había desaparecido, consumida por el tiempo y la arena del desierto. La joven estudiante comentó que era una larga distancia a pie de la parada de autobús llamado Pozo Almonte, a Cala-Cala.

    Nuestra conversación fue bruscamente interrumpida por el conductor del autobús gritando, "Parada Oficina Pozo Almonte." Me acordé de que Oficina fue el nombre dado por los mineros al campamento minero.

    Me levanté sin mucho entusiasmo. Esta era mi parada. Recogí mi bolsa y salí del autobús. Antes de que me fuera, el conductor me miró muy extraño y dijo, Este lugar no es una parada regular. No hay nada a la vista; no hay personas ni animales. Nadie vive en este lugar. El último autobús de regreso es a las siete treinta horas, no lo pierda. Usted debe estar fuera de su mente para salir aquí.

    Con un movimiento rápido, el conductor sacó debajo de su asiento, una botella plástica con agua y la puso en mi mano. Tendrá que beber bastante agua; nadie puede sobrevivir este sol del desierto sin agua. Si usted le sobra un poco, ponga el resto en ese árbol. No sé por qué el buen Dios plantó este árbol aquí, pero este árbol es el único en este desierto.

    Me bajé del autobús y fui a un pequeño refugio metálico que era la parada del autobús. El autobús partió adelante a toda velocidad como si deseara abandonar este lugar solitario tan pronto como sea posible, luego de repente se detuvo a unos quinientos metros de mí. La adolescente de los pantalones bien apretados saltó del autobús y dijo: Abuelo, tiene que poner esta bandera roja en este lugar. Ella insertó la bandera en un agujero en un poste del refugio. Ahora el autobús se detendrá cuando venga de vuelta. Si el autobús no se detiene, usted se morirá por el frío de la noche del desierto. Ella besó mi mejilla y volvió a coger el autobús.

    El autobús desapareció rápidamente, envuelto por una nube de arena café claro. Desde donde yo estaba, no había nada a mi alrededor, sólo el vasto y solitario desierto. Ni siquiera el viento era capaz de producir un ruido para alterar la majestuosidad de este lugar solitario. Mirando a lo lejos, vi unas ruinas de un campamento en la distancia. Caminé en esa dirección. Después de treinta minutos, yo estaba en el medio de una mina de salitre bastante vieja. Dos chimeneas metálicas negras todavía estaban apena en pie, pero en muy mal estado. Las chimeneas parecían dos largos brazos levantadas al cielo, como pidiendo misericordia del sol abrasador; lejos de las chimeneas habían los restos de casas con algunas paredes y techos.

    Las paredes de las casas tenían agujeros que una vez habían sido ventanas. Ahora, estos agujeros se asemejaban a enormes ojos humanos mirando eternamente hacia el vasto y solitario desierto.

    El patio de la mina era una colección de hierros retorcidos, metales sueltos y piezas de maquinaria vieja. A poca distancia había los restos de dos enormes cajas de hierro, llamada bateas por los mineros que hace muchos años atrás, el caliche había sido calentado y procesados para extraer los gránulos blancos de salitre. Como los mineros dicen, el caliche es la piedra y arena que contiene el salitre, químicamente conocido como nitrato de sodio, un potente fertilizante para los sembrados agrícolas. Las bateas abandonadas, parecían dos tumbas descansando eternamente en paz; una miraba a la otra como buena hermana.

    El resto del campamente se encontraba en ruinas y enterrado bajo varios metros de arena. El suelo en general parecía una zona de desastre, con agujeros en todas partes, tierra suelta, pendientes, y chatarra de metal esparcidos sin orden; la escena en la mina abandonada parecía como un campo de batalla, en la que cientos de titanes habían luchado por supervivencia y poder. El campamento en ruinas parecían cadáveres humanos llorando eternamente con intenso dolor como deseando volver a una época de esplendor, cuando ellos habían sido celebridades que disfrutaban de una vida de adoración y de fama. Él cambio en el campamento minero fue de una era de prosperidad y felicidad, a una era de pobreza y desolación. Esta fue mi querido pueblo salitrero de Cala-Cala. La vida y el trabajo llegaron a un final prematuro, destruida por poderosos monopolios emergentes y nitratos sintéticos baratos de fabricación y competencia extranjera. Yo estaba profundamente absorto en mis propios pensamientos, mirando a estas ruinas y recordando la clase de vida que había estado allí. Yo estaba tratando de formar y dar sentido a un gigantesco rompecabezas compuesto por mi familia, mis amigos y por el trabajo minero.

    No podía imaginar cómo fue posible que ellos hayan vivido y sobrevivido a este tipo de clima desértico, donde ni siquiera la plancha de hierro y la maquinaria pesada pueden sobrevivir el implacable castigo del sol y la sequedad de muerte del Desierto de Atacama. El hierro se convirtió en un elemento destrozado y trenzado, pero los mineros del salitre encontraron una manera de sobrevivir y trabajar en este ambiente inhóspito.

    Quinientos metros lejos de mí, pude ver un cementerio abandonado. Las tumbas estaban muy cerca una del otro, como si quisieran hablar. Un montón de arena indicaba que un cuerpo fue enterrado en ese lugar. Rústica cruces de hierro fueron clavadas en el suelo duro. La cruz en mal estado, como un símbolo mostraba misericordia y respeto por los muertos. Un profundo silencio se sentía en el viejo y abandonado cementerio minero; incluso el aire se quedó en silencio, sin vida y sin hacer ningún sonido, por respeto por los muertos olvidados en el tiempo.

    Pronto me sentí distraído por alguien gritando muy fuerte y desesperadamente a un perro: Vuelve aquí, hijo de puta. Un hombre de edad avanzada, tal vez en sus ochenta años, con la cara larga, llena de arrugas que sus ojos estaban enterrados muy profundo en su cara, estaba gritando a su perro. El perro era de tamaño mediano, con pelos cortos de color rojizo y piel tersa; el vino corriendo a toda velocidad hacia mí. El anciano finalmente atrapó y agarró firmemente con una correa al inquieto perro.

    Me miraba extrañamente y hablando con su respiración corta, dijo, "Señor, yo estaba pensando este perro loco lo iba a destruir. Este es un perro especialmente entrenado para luchar contra los ladrones y los hombres malos que vienen durante la noche para robar los pocos materiales que quedan como madera y hierro del abandonado campamento minero y bodegas. Este lugar es una eterna lucha para este perro; es como luchar contra fantasmas que vienen durante la noche con luces, martillos, alicates, y barras de acero para quitar cualquiera cosa de valor. León, el nombre del perro, ataca a los ladrones y mantiene a ellos fuera del recinto minero. El perro no se movió para hacerme algún daño; por el contrario, se acercó a mí, y froto su fuerte cuerpo contra mis piernas; en seguida lamió con su áspera lengua mis manos expresando cariño y lealtad.

    El viejo centinela estaba en un estado de estupor con la boca abierta y sus ojos casi saliéndose como un resorte desde sus cuencas. Su cara daba un gran miedo; con un ojo vigilando León que estaba a mi lado, dice con una voz rota de emoción; nunca he visto algo como esto... el temible perro León, besando un desconocido. ¿Quién es usted?.

    Sorprendido por los acontecimientos, le dije al hombre viejo que había nacido en este lugar, cuando esta oficina salitrera había estado en pleno funcionamiento; durante mi infancia feliz, había tenido un perro exactamente como el suyo y por una divina coincidencia tenía el mismo nombre "León". ¿Cómo explicar el comportamiento de León? Creo que los perros tienen un instinto especial para transferir amor y afecto, pero también odio y furia a los seres humanos, desde una generación a otra, de padre a hijo, mi perro fue mi mejor amigo por más de diez años, y León olfateó mi pasado, mi amor y mis cuidados hacia los perros. Un perro en ningún momento olvida su verdadero maestro; su amor, fidelidad por su dueño se conserva a pesar de los años transcurridos.

    Nuevamente eché una mirada a mis alrededores; todo estaba en un silencio profundo, como el viento que tiene miedo de hacer ruido. El cielo azul y el aire caliente fueron los únicos testigos en el abandonado pueblo minero.

    Mi cerebro empezó a recordar mi vida pasada: sentí una repentina tristeza, me acordé de que mis abuelos fueron enterrados en algún lugar del cementerio abandonado. Después de muchos minutos de meditación profunda, tratando de recordar mi pasado, cerré mis ojos, y miles de recuerdos tomaron lugar.

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    EL CAPÍTULO DOS

    EL MÉTODO SHANK

    Silenio, mi abuelo trabajó toda su vida en las minas de salitre bajo el Shanks método de trabajo. Este fue un duro y agotador método para extraer salitre con los músculos de los mineros y la fuerza de cientos de mulas.

    No recuerdo muy bien cómo era mi abuelo. En la distancia, vi un hombre alto con un cuerpo sólido. Su rostro siempre mostraba una mirada seria y triste. Su mirada estaba constantemente dirigida en el horizonte, como si tratara de encontrar algo, pero no sabía que era. Su rostro era un poco redondo, con muchas arrugas. Cada arruga marcaba una experiencia apasionante, una arruga por cada una de las muchas cosas que había sobrevivido en su vida. Su piel era oscura y quemada por el sol que lo golpeaba cada día de trabajo durante muchas décadas. Él nunca nos dijo de donde vino. Era como si él estaba tratando de no recordar su pasado, no recordando su familia y su casa.

    A veces, algunas palabras salió de su boca sin él darse cuenta de ello, y la familia adivinó que probablemente había dejado sus padres en el norte de Argentina, cuando él era un adolescente para llegar al caliente norte de Chile, en el Desierto de Atacama, al enterarse de que en esta tierra estéril podría encontrar un trabajo para ganarse la vida.

    Él nunca intentó de ponerse en contacto con su familia y en ningún momento mostró el deseo de regresar a la tierra de donde había venido. El Desierto de Atacama había comido su pasado, y desde el primer momento de su adolescencia, mi abuelo se convirtió en un prisionero del desierto, donde la arena caliente había atrapado su alma; ambos llegaron a ser como una persona en un escenario que era solamente de tierra caliente y cielo azul.

    Mi abuelo abandonó su noble familia en el norte de Argentina, y el Desierto de Atacama se convirtió en su hogar por el resto de su vida. La vida para él, fue un camino interminable donde iba a conseguir solamente hambre y sed. Yo tenía diez años, y yo fui el primer nieto de la familia; muchos más vendrían después. Yo tuve una buena relación con mi abuelo. A él, le gustaba mis juegos infantiles, mi niñez siempre jugando, mi inocente hablar. A mi gustaba su figura solemne que provocaba todo respeto y obediencia.

    La vida de minero en el desierto exigió que moviera su familia de un campamento minero a otro, sin parar. Él anduvo errante por el desierto durante cuarenta años, desesperado buscando un buen trabajo, al igual que una gaviota perdida buscando el mar para sobrevivir. Se convirtió para siempre en un minero del salitre. En la mina, el caliche fue elaborado por cientos de manos de mineros y cientos de mulas hasta que el mineral era completamente agotado por el trabajo sin parar de los mineros. La capa de nitrato rocoso, llamado caliche, que tardó millones de años en formarse llegó a su fin. La desaparición del caliche de la mina forzó a mi abuelo y otros mineros en busca de trabajo en otras nuevas minas de salitre.

    Arena y roca, fueron los elementos más abundantes en el desierto, pero sin valor. Sin embargo, el caliche era el oro blanco que los mineros estaban afanosamente buscando. No era fácil de encontrarlo, ya que estaba enterrado bajo metros y metros de arena y roca.

    La capa de caliche era como una lengua larga y dura de tierra sumergida en la arena. Era como una vena maligna en el cuerpo humano que los mineros cortaban y removían. Mi abuelo, sólo con trabajo manual y herramientas básicas, tales como barretas de hierro, martillos grandes y pesados llamados mazos, palas, picotas, carretillas, junto con su fuerza bruta, rompía la capa de nitrato cada día. Rompiendo el caliche fue su pan de cada día. Cada minero tenía un área marcada con barras cortas de hierro llamada estacada; La estacada era el lugar de trabajo asignada al minero.

    La camisa de algodón blanco del minero se movía con el mismo ritmo de la barreta al romper la roca de caliche; rompiendo el caliche era un movimiento casi perpetuo. Cientos de mineros trabajaban en la mina abierta, cada uno en su estacada. Los trabajadores llamados peones trabajaban en un territorio bajo la supervisión de un extraño capataz llamado el particular. Él se vestía bien, con corbata y sombrero como si estuviera listo para ir a una fiesta. Esta persona controlaba el rendimiento del trabajo de los peones. Más que un trabajador, este particular era un empresario. El pagaba una renta al propietario de las minas, normalmente una gran empresa minera por la explotación de la estacada. Normalmente, decenas de particulares alquilaban un pedazo grande de tierra abierta, que los mineros llamaban rajo para explotarla. Peones y particulares eran los motores para producir salitre y riqueza en el desierto de Atacama. La preocupación principal de los particulares era el rendimiento de los peones. Ellos vigilaban asiduamente para que los peones trabajaran con suficiente rapidez para extraer el máximo de caliche desde el rajo. El particular hacia una buena cantidad de dinero cuando sus peones extraían la máxima cantidad de caliche en un corto tiempo antes de que su contrato de renta expirara. Evidentemente, su interés principal era explotar al máximo los peones en su trabajo. El sol del desierto era el único testigo del trabajo agotador, casi inhumano del minero.

    La fórmula para hacer dinero era simple: la compañía dueña de las minas, el particular que arrendaba un rajo, y los peones que aportaban el trabajo manual. Los particulares contrataban con su dinero tanto peones como era

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