Mortalidad

Por Miguel León

En un futuro distópico en el que el gobierno puede leer la mente de sus ciudadanos, un interrogador de la vieja escuela, el Sr. Tannhäuser, es contratado para obtener información de una peligrosa terrorista.
Este interrogatorio cambiará la vida de Tannhäuser de una manera que no puede sospechar.

• Idioma: Español
• Editorial: Miguel León
• Fecha de lanzamiento: 19 dic 2015
• ISBN: 9781311570833

Miguel León

Miguel León (Seville, 1975) .- Architect, traveler and writer, currently lives between London and Seville.He has published the story "Oráculo" (Oracle) in the anthology "Among Dualities and Zombies" (El Under Ediciones, 2013), "Lágrima Negra" (Black Teardrop), a short story collected in the anthology "Bajo la Piel" in his second volume, (Carpa de Sueños, 2015) the novella "Mortalidad" (Deathness in its english edition) (Amazon KDP, 2016) and the novel "La Corona" (The Crown) (Createspace, 2016).More information about their current projects and publications is collected in his blog, www.elfabricantedefabulas.wordpress.comMiguel León Pérez (Sevilla, 1975).- Arquitecto, viajero y escritor, actualmente vive a caballo entre Londres y Sevilla.Ha publicado los cuentos Oráculo, en la antología “Entre Dualidades y Zombies” (El Under Ediciones, 2013), Lágrima Negra, un microrrelato recogido en la antología “Bajo la Piel” en su segundo tomo, (Carpa de Sueños, 2015), la novela corta Mortalidad (Amazon KDP, 2016) y la novela La Corona (Createspace, 2016).En su blog, www.elfabricantedefabulas.wordpress.com, se recoge más información sobre sus proyectos actuales y sus publicaciones.

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En un futuro distópico en el que el gobierno puede leer la mente de sus ciudadanos, un interrogador de la vieja escuela, el Sr. Tannhäuser, es contratado para obtener información de una peligrosa terrorista.

Este interrogatorio cambiará la vida de Tannhäuser de una manera que no puede sospechar.

Mortalidad

MIGUEL LEÓN

Copyright © 2015 Miguel León Pérez

Todos los derechos reservados.

All rights reserved.

El Fabricante de Fábulas Publicaciones

ISBN-13:978-1543259510

Hola. Me llamo señor Tannhäuser, ¿Cómo te llamas?

Tannhäuser pagó al conductor con un puñado de monedas y salió del pequeño taxi tirando trabajosamente de sus dos grandes maletas plateadas, en las que llevaba el poco equipo que aún conservaba y el almuerzo que su abnegada y mal pagada secretaria le había preparado antes de salir de su oficina. Una vez sobre la acera, se colocó cuidadosamente el sombrero que completaba su estudiada imagen de serio ejecutivo, a juego con un elegante traje negro y una gabardina de corte clásico, puesto que se consideraba a sí mismo uno de esos hombres a los que, cuando empiezan a salirles canas, la ropa informal les daba un aire ridículo.

Se acercó, caminando sin demasiada prisa entre la llovizna, a la sobria e imponente mole de piedra gris que era el Ministerio de Información, el siniestro edificio donde lo habían convocado hacía unos minutos. Pese a que ya eran más de las ocho, la calle estaba casi desierta, y tan solo un puñado de pequeños coches y algún sidecar ocupaban los seis carriles de la desnuda Avenida de los Ministerios. Al otro lado de la calle, un par de grandes edificios gubernamentales, con sobrias fachadas de piedra y ladrillo mojadas por la lluvia, servían de triste contrapunto a la monumental escalinata por la que Tannhäuser ascendía con un resquemor de miedo.

Empujó la puerta giratoria tratando de imaginar por qué a esa hora de la mañana el tráfico era terrible en toda la ciudad menos en esa avenida, y de un golpe, el típico e intemporal sonido del hilo musical se apoderó de su consciencia apagando cualquier otro pensamiento.

—Bienvenido, señor Tannhäuser, le esperábamos hacía nueve minutos—. Le sorprendió una sonriente joven vestida con un traje chaqueta color azul turquesa, blusa blanca y un gorro de recepcionista de felpa también turquesa. Una etiqueta en la solapa la identificaba como Nelly, recepcionista, y su alegre vestimenta, su falsa sonrisa, su entrenado tono amable, la pétrea grandiosidad del hall y el hipnótico hilo musical se unieron para producirle un cosquilleo de temor al señor Tannhäuser.

—Me han… —Comenzó a decir.

—Lo sabemos, señor Tannhäuser, su paciente le espera en la sala 4096, en la planta 40. El conserje le acompañará hasta allí. Que tenga un buen día.

El joven conserje vestía un traje también azul turquesa, un color quizás demasiado alegre en contraste con los grisáceos volúmenes en que se movían y, con un leve gesto, le invitó a seguirlo hasta uno de los ascensores al fondo del hall, justo detrás de una gran fuente en la que dos inmensas esculturas, que representaban a la justicia y a la verdad idealizadas en mármol gris como dos bellas mujeres semidesnudas, trataban de esquivar avergonzadas las miradas la una de la otra.

Mientras perseguía por el vestíbulo al joven conserje, meditó sobre el término paciente que había utilizado la recepcionista. Curiosa forma de denominar a sus… ¿Víctimas? ¿Clientes? ¿Afectados? Es más, ¿cómo definir su trabajo? ¿Extractor de información por medios tradicionales? ¿Interrogador en desuso?

Daba igual el nombre. Al fin y al cabo, era una profesión de otros tiempos, de antes de que se desarrollara el control mental, aparecieran los telépatas y se