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Moradores de la Luna
Moradores de la Luna
Moradores de la Luna
Libro electrónico398 páginas5 horas

Moradores de la Luna

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“Una de las 15 Series Que Debes Leer si Disfrutaste Los Juegos del Hambre” – Buzzfeed

En un desesperado intento por escapar de la destrucción, hace décadas, la humanidad se vio obligada a vivir debajo de la superficie terrestre, en las profundidades de la Tierra, creando una nueva sociedad llamada los Tres Reinos.

Luego de que sus padres y hermana fueran abducidos por los Ejecutores, Adele, de diecisiete años, un miembro de la clase media de los Moradores de la Luna es, injustamente, sentenciada a vivir en prisión por los crímenes de traición de sus padres.

Contra todo pronóstico, Adele debe escapar de la Pen y encontrar a su familia,  mientras es perseguida por la demente máquina asesina llamada Rivet, quien trabaja para el Presidente. Ella es ayudada por otros reos, Tawni y Cole, cada uno de los cuales tiene secretos oscuros que es mejor que quedaran sin descubrir. Además de amigos, lo único que ella tiene a su favor es su patada giratoria y dos puños que han sido bien entrenados  por su padre.

Al otro lado del espectro social se encuentra Tristán, el hijo del Presidente y Morador del Sol. Su madre se ha ido. Él odia a su padre. Con el único apoyo de su sirviente y mejor amigo, Roc, abandona su privilegiada vida en el Reino del Sol, buscando hacer algo bueno con su problemática existencia.

Cuando una guerra irrumpe en los Tres Reinos, Tristán se encuentra en medio de un conflicto que parece, misteriosamente, seguir a Adele quien trata de encontrar a su familia y descubrir el verdadero pasado de sus padres.

IdiomaEspañol
EditorialDavid Estes
Fecha de lanzamiento22 ago 2016
ISBN9781507125311
Moradores de la Luna

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    Moradores de la Luna - David Estes

    Para Adele, Solo por ser tú.

    Prólogo

    Adele

    Hace 7 meses

    Manos a tientas, hombres que gritan, botas que golpean el piso de roca.

    Platos y ollas de arcilla están rotos en pedazos mientras los Ejecutores acaban precipitadamente con nuestra casa. Hay más cuerpos que nunca en la pequeña caja de piedra que llamo hogar. Las paredes parecen estarse cerrando.

    El rostro de mi madre está enfermo de ira, sus labios torcidos, sus cejas oscurecidas. Nunca la había visto pelear así. Nunca la había visto pelear, en absoluto.

    Se requiere de tres robustos Ejecutores para someter sus piernas batientes, sus brazos flagelantes. Por solo un momento, tengo miedo de ella y no de los hombres. Me odio por esto.

    Me doy cuenta de que mi hermana está a mi lado, mirando, como yo. No puedo dejarla ver esto, no puedo dejar que esto sea su último recuerdo de los que nos criaron.

    La escolto hacia la parte trasera, hacia el cuarto pequeño que compartimos con mis padres, y cierro la puerta, encerrándola dentro, sola.

    Cuando regreso a la habitación, mi madre ya se ha ido, se la llevaron. Las legumbres sin digerir de nuestra exigua cena llegan a mi garganta.

    Mi padre es el siguiente.

    Los Ejecutores se mofan de él, hacen escarnio de él, le escupen. Mientras él retrocede los hombros contra la fría y desnuda pared de piedra, cinco hombres lo acorralan. Inteligentes. No lo subestiman.

    Él hace contacto visual conmigo; sus ojos color verde esmeralda tienen problemas para concentrarse. A pesar de la tensión inherente en la habitación, su rostro está relajado, calmado, exactamente lo opuesto a sus ojos. Corre, él articula.

    Mis pies están congelados en el suelo. Mis rodillas están bloqueadas, se endurecieron, desobedecen a mi padre y a mí. Siento vergüenza. Después de todo lo que mi padre ha hecho por mí, cuando más se necesita, yo le fallo.

    Uno de los hombres levanta un brazo y un arma, contengo mi aliento cuando escucho el disparo, ¡un sordo thwap! Que no suena como un arma normal. El hombre se mueve hacia atrás ligeramente debido a la fuerza, pero sus piernas están firmemente plantadas y mantiene su balance.

    Mi padre cae pesadamente al piso.  Siento mis labios temblar, y mi mano se mueve sin desearlo hacia mi boca. Mis pies helados se derriten y trato de correr hacia él, pero un gran cuerpo impide mi paso. Lo pateo fuerte, como mi padre me enseñó.  Mi talón toca al Ejecutor bajo su barbilla y su cabeza truena hacia atrás.

    Como la mayoría de las personas, me subestima.

    El siguiente Ejecutor no.

    La pistola eléctrica irrumpe en mi cuello y tentáculos de electricidad cierran mi quijada. Mis dientes casi cortan mi lengua, que está golpeando por doquier dentro de mi boca.  No me toman a la ligera solo porque soy joven, o una chica, no después de lo que hice con el primer tipo. Todavía aturdida por la pistola eléctrica, apenas siento el golpe de sus duras botas mientras me patean repetidamente en las costillas. Mis ojos están mojados y, a través de mi visión nublada, veo una porra arqueada.

    Extrañamente, se siente como destino, como si de cualquier manera iba a suceder.

    Escucho los gritos de mi hermana justo antes de desmayarme.

    Tristán

    Una breve historia de los Tres-Reinos

    Dicen que el meteoro era enorme. Cualquier vida en la superficie de la tierra en el momento que golpeó había sido arrasada por la onda de choque causada por la colisión, o por los resultantes tsunamis que se formaron en todos los océanos del mundo. Los humanos fueron obligados a mudarse bajo tierra. O algo así dice la historia.

    Secretamente, los científicos del gobierno lo esperaron por años, usando equipos encubiertos de mineros para excavar las más grandes cavernas del mundo en preparación de lo inevitable. Pero aún así: No había lugar para todo el mundo.  Habría sido terrible: la lotería. Familias se dividieron; amigos se perdieron, relaciones florecientes cortaron de un tajo. Por supuesto, los individuos clave como: políticos, médicos, científicos y granjeros recibieron pase gratuito, pero todos los demás solo obtuvieron un número. El número les daba una oportunidad entre cientos de ser seleccionado para ir a las construcciones del interior de la tierra.

    Todo el resto, fue destruido.

    Y esto solamente se hizo en los Estados Unidos. Nadie tiene la seguridad de lo que sucedió con el resto del mundo. Tal vez no estaban tan preparados. Tal vez estaban todos muertos.

    El Año Cero debió haber sido difícil para todos. Perder familiares que no lo lograron; comer raciones de arroz y habichuelas; esperando que no se agotaran antes de que los líderes y sus equipos de consejeros concibieran alguna manera de hacer crecer comida debajo de la tierra; la mayoría convirtiéndose en mineros; viviendo en la oscuridad.

    Ahora, todo eso es parte del día a día, simplemente.

    Estos días, el tiempo se mide a partir del día en que el meteorito golpeó. Es el 499 PM (Post-Meteorito).  El tiempo antes del Armagedón se refiere como Antes del Meteorito, o AM. Lo gracioso sobre el Armagedón: sobrevivimos. Bueno, algunos de nosotros.

    El primer presidente durante el Año Cero fue Stafford Hughes. Las cosas se llevaron de manera muy semejante a como eran antes del Armagedón, si bien, ligeramente, más al azar.  La Constitución de los Estados Unidos se sostenía, las leyes fueron revisadas como requerimiento para nuestra nueva situación de vivienda, nuevas leyes se crearon.

    Pero no duró mucho. No podía durar.

    Las cosas fueron muy diferentes. La gente tenía demasiado miedo. Había mucho caos. Se requería más estructura.

    El primer Nailin fue electo presidente en 126 PM. Su nombre era Wilfred Nailin. Él era mi tátara, tátara (y más tátaras) abuelo. En ese punto, las elecciones todavía se llevaron a cabo regularmente. El Congreso decidía que, dado el estado de América, las elecciones deberían tenerse cada cinco años en lugar de cuatro, con la oportunidad para reelegirse luego del primer periodo. Pero Wilfred no estaba satisfecho con diez años en el poder, así que luego de su primera reelección, sacó una nueva ley a través del Congreso que le permitía un tercer periodo presidencial, pero solamente si era apoyado por la gente, por supuesto.

    Hubo rumores de fraude electoral. 

    Luego de su segunda reelección, aprobó una ley que le permitía quedar en el poder indefinidamente, asumiendo que obtendría la aprobación del Congreso cada cinco años. Al mismo tiempo creó una ley que también permitía a los Senadores y Representantes mantener sus posiciones elegidas, indefinidamente, a menos que el presidente los liberara de su servicio. Era un sistema circular, uno en que la corrupción y la riqueza regían.  Era más importante a quién conocías que a qué conocías.

    La gente había perdido su voz.

    No fue todo.

    El siguiente movimiento de Wilfred fue asegurar el futuro de su familia. Él tenía un hijo, Edward Nailin. Con el completo apoyo del Congreso, Wilfred se las arregló para pasar una ley que permitiera que las posiciones fueran heredadas de generación en generación dentro de cada familia, mientras que el Congreso y el presidente lo aprobaran unánimemente. Las elecciones públicas continuaron teniéndose, pero eran arregladas de manera que ningún contendiente se infiltrara en el círculo interno del gobierno, que tenía todas las cartas.

    Funcionó por un tiempo. De hecho, la gente parecía gustar más de la rígida y consistente estructura. Pronto, sin embargo, la brecha comenzó a expandirse entre las clases. Los acaudalados comenzaron a tener más y más libertades, causando la frustración de las clases bajas y medias.  Las quejas comenzaron a verterse, proviniendo de aquellos que estaban en desventaja, pero fueron ignorados por mucho tiempo.  Llegó al punto en que las peleas salieron a las calles. Oficiales electos no podían caminar en las calles sin ser acosados por los pobres y oprimidos. ¡Algo tenía que hacerse!

    Los Tres Reinos fueron creados desde el 215 PM y hasta el 255 PM. Primero el Reino de la Luna fue excavado, usando los avances en tecnología minera para crear cavernas enormes muy debajo de las cavernas originales, para construir más ciudades en ellas. Las cavernas naturales fueron usadas como punto de partida, se ampliaron y elevaron para el tamaño extenso requerido para albergar a miles de personas.  Pesadas losas de piedra fueron usadas para dar soporte a los techos de las cavernas, que eran proclives a caerse.  Los ciudadanos de clase media y baja fueron usados para hacer el trabajo, convenciéndolos con enormes salarios y la oportunidad de hacer avanzar nuestra civilización por el bien de la humanidad.

    Una vez que las cavernas estaban terminadas, los trabajadores fueron forzados a llevar a sus familias a vivir en ellas. Luego comenzó el trabajo en el Reino de la Estrella, cavando todavía más profundo, por debajo de la superficie de la tierra.  Menos recursos se dieron para excavar el Reino de la Estrella, y, por lo tanto, las cavernas fueron más pequeñas, más confinadas, más densamente pobladas. Los ciudadanos más pobres fueron enviados a vivir en las cavernas más profundas.

    Al nivel superior se le dio el nombre del Reino del Sol.

    Cada uno de los Tres Reinos estaba dividido en ocho capítulos, cada capítulo dividido entre dos a seis subcapítulos, dependiendo de su tamaño, cada uno de los cuales estaba poblado por entre diez y cien mil personas.

    Con el tiempo, los impuestos aumentaron anualmente para los Moradores de la Luna y de la Estrella; que es como eran llamados los que vivían en los Reinos de la Luna y de la Estrella, por lo que el Reino del Sol estaba recibiendo significativos recursos para mejorar sus propias cavernas. La vida fue buena para los Moradores del Sol. Desafortunadamente, no lo era para nadie más.

    La constitución de los Estados Unidos fue legalmente abolida en el 302 PM.

    Un Nailin había estado en el poder por más de 350 años.

    Mi padre nos contó a mi hermano y a mí la historia completa cuando tuvimos doce años. Todavía recuerdo la sonrisa, pagada de sí, en su rostro, cuando la terminó. Estaba orgulloso de lo que logró Wilfred.

    A mí me disgusta. En ocasiones pienso en ello y me enferma. Como ahora, recostado en cama y deseando que mi madre aún estuviera por aquí. No sé por qué estoy pensando en historia en este momento, pero lo estoy.

    Capítulo Uno

    Adele

    Día Presente

    Algo le sucede a mi cuerpo. Hay un dolor seco en mi cráneo y reverbera su energía hacia mi espina. Todo comenzó cuando lo vi. Sé que debería odiarlo, todos los que me rodean lo hacen.

    —Perro asqueroso, —oigo gruñir a un tipo—. Debería quedarse arriba.

    —Sí, —menciona otro tipo —. Estoy sorprendido de que venga a enlodar sus zapatos aquí con las ratas.

    Estoy sentada en el Patio. El Patio es como llamamos al área expandida fuera de los edificios principales de la Pen, aunque no sé quien salió con ese nombre, porque no tiene sentido. No hay patio, solamente roca estéril. Los patios de verdad, con pasto, arbustos y árboles, son lugares mágicos que ya no existen en nuestro mundo.

    El alta cerca rodeando la prisión zumba con electricidad y nos amenaza con alambre de púas.  A través de la cerca podemos ver nuestro pueblo, subcapítulo 14 del Reino de la Luna. Y los no-prisioneros pueden también vernos, a los convictos.

    Incluso mientras veo la libertad a través de la cerca, el sentimiento se hace más fuerte, como un hormigueo en la parte trasera de mi cuero cabelludo; pero en realidad también lastima, de manera dolorosa y palpitante. Me siento...me siento atraída hacia él, en la más dolorosa de las maneras. Ahora, esperen por favor antes de juzgarme, no se trata de amor a primera vista si es en lo que están pensando. Es completamente algo más, pero no tengo un nombre para ello. Me gustaría pensar que es magia, como en los libros de fantasía ilegales que mi abuela solía leerme, pero no hay magia en la oscuridad, en el mundo subterráneo en que vivimos. Nada más que rocas, cercas eléctricas, y dolor.

    El desfile pasa por la Pen, justo fuera de la cerca, tan próximo, haciendo todo tipo de ruidos: gente alegre, tambores golpeando, perros ladrando.

    Y Tristán, sonriendo y saludando.

    Todas las chicas en mi vieja escuela estaban enamoradas de Tristán. Obviamente, ninguna de ellas lo conocía, pero como cualquier celebridad masculina, captura la atención de jovencitas ingenuas. En cambio, yo siempre lo he odiado, por lo que representa.

    Ahora, atorada en la Pen, parece un enorme y lamentable gasto de energía, odiar al hijo del presidente, a quien ni siquiera conozco. Tal vez si no lo hubiera odiado en el pasado, nada de esto hubiera sucedido. Quizá mi familia todavía estaría unida. Tal vez era un mal karma. Pero no importa cuánto intente deshacerme de ello, mi pasado es como un grano en la cara, lo ves sangrar, lo ves sanar, solamente para verlo formarse una vez más en tu piel, una semana más tarde.

    Tristán es el polo opuesto a un defecto recurrente. Rubio, cabello rizado. Diecisiete años, pero ya por arriba del metro ochenta de estatura. De estructura firme y fuerte. Un rostro principesco. Grande, ojos azul marino. Una sonrisa adictiva, con labios de medida correcta y dentadura de marfil. Mi cerebro me dice que deje de mirarle, pero por alguna razón no puedo, ya que el dolor corriendo por mi espina es solamente tolerable si continúo mirándolo. Él lanza una sonrisa.

    El latido crece más seco en mi cabeza, el zumbido yendo por mi espina es más agudo. Mi cuerpo me está diciendo algo.  La atracción hacia Tristán se hace más fuerte y más dolorosa, pero ¿Por qué?

    Hay alrededor de miles de sus adoradas fans afuera de la Pen, ocupando las calles, gritando su nombre y arrojándole flores a su carro.  Incluso veo a una de ellas arrojarle su lencería.

    —Te gusta, ¿no es así? —una voz enuncia desde mi espalda.

    Me doy vuelta, incapaz de detener la mirada de sorpresa que blanquea mi rostro. Una chica alta, delgada está de pie detrás de mí. Su extraño cabello blanco es largo y lacio, alcanzando la parte final de su espalda.

    Tiene rasgos de porcelana, como si su rostro hubiera sido dibujado por un artista. No puedo evitar preguntarme qué hace una chica tan hermosa en un lugar como este.

    — ¿Puedo ayudarte? —dije, un poco ruda.

    —Soy Tawni, —dice la chica, estirando su mano.

    Miro hacia sus dedos delgados como si fueran un nido de serpientes, dudo y luego, eventualmente, los tomo. Me estremezco ante su tacto helado, pero su apretón se siente sorprendentemente firme para lo delgada que es.

    —Lo siento. Mala circulación, —dice.

    Me muerdo un labio, poniéndola en consideración.

    —Toma asiento, —finalmente le digo con un ligero ondular de mi brazo.

    Con una sonrisa intermitente, ella toma asiento junto a mí en la banca de piedra.

    —Gracias, —dice.

    Yo sonrío de vuelta. No puedo creerlo. De hecho, estoy sonriendo. Bueno, algo así. Creo que es un intento patético, pero al menos mis labios están curvados hacia arriba en un gancho, extraño, más bien, se trata de una sonrisa tipo no-sé-cómo-sonreír-para-fotos. Ya sabes, como esos chicos de tercer grado que siempre terminan con las peores fotos del anuario. Los que tienen mirada de locos y falsas sonrisas. Esa era yo tratando de sonreír a mi nueva amiga, Tawni.

    — ¿Vas a responder a mi pregunta o qué? —dice.

    Vuelvo a morder mi labio.

    — ¿Qué pregunta? —digo, fingiendo ignorancia.

    — ¡Vamos! —ella dice. — ¿Te gusta o no Tristán?

    —No lo conozco, —dije neutralmente, considerando por dentro si ella sería una de sus locas fans, obsesiva hasta el punto de arrojar su lencería.

    El desfile pasa lentamente, Tristán estará fuera de vista en algunos minutos, moviéndose hacia la otra calle, probablemente dirigiéndose hacia La Alcaldía de la Luna, en donde los políticos locales se reúnen para hacer... lo que sea que hagan. Principalmente jodernos. Levanté mi cuello, tratando de tener un último vistazo de su sonrisa.

    —No creo que sea un tipo malo, —dice Tawni.

    —Mmm ¿en verdad? —dije, habiendo escuchado a medias.

    —No. es decir, su papá es un idiota, pero creo que los hijos no deberían ser juzgados por lo que hacen sus estúpidos padres.

    Mis oídos se pusieron a tono, lancé una mirada a Tawni. Su ligera sonrisa se había derretido. Sus labios están cerrados y son delgados. Nada más, sus afirmaciones han picado mi interés en ella. De dónde viene, quién es, qué ha hecho para llegar a este agujero infernal, y por qué le importa lo que hagan Tristán y su padre.

    Tawni ignora mi mirada y continúa mirando el desfile, así que, yo también. El carro principal, en el que Tristán está de pie, está a punto de dar vuelta en la esquina.  Está saludando a sus fans, sonriendo con su hipnotizaste sonrisa, y luego...

    ... él me mira.

    Directo a mí, como si sus ojos fueran mirillas y yo fuera su objetivo. A pesar de la distancia, como si atravesaran mi alma, enviando oleadas de energía hacia mi espalda y a través de mi cuello, golpeando en mi cerebro como un maldito mazo.

    — ¡Arrr! —grito, retrocediendo. Despego mis ojos de él y concentro mis pensamientos en mi mano, que masajea mis palpitantes sienes.

    — ¿Qué sucede? —pregunta ella, colocando un brazo en mi espalda. Yo la ignoro, lanzo una mirada a Tristán, que todavía mira hacia donde yo estoy.  Los latidos en mi cráneo regresan en tropel, pero no tan fuertes esta vez.

    Mientras lo miro, su rostro cambia. Se ha ido la sonrisa.  Se han ido sus penetrantes ojos. Todo ha sido devorado por un ceño. Al principio pensé que tal vez fui grosera, que le he observé por mucho tiempo, o demasiado loca, por mi loco espasmo; de pronto, siento una presencia acercándose a mi lado, una sombra oscura.

    No es buena.

    Capítulo Dos

    Tristán

    Se siente como si algo carcomiera mi espina.

    Entonces la veo, y una agonizante angustia me rasga por dentro, pero me las arreglo para mantener la falsa sonrisa emplastada en mi rostro. Solamente es una prisionera, nada para mí. Una prisionera cualquiera, de cabello oscuro. Y, no obstante, no puedo quitarle la mirada de encima.  Es bastante sexy, pero no como para detener el tráfico. Entonces ¿por qué la estoy viendo?

    Y ¿Ella me está viendo a mí? No. No en realidad. Todo el mundo me está viendo. Un dolor en mis huesos, un cuchillo en mi espalda.

    La sensación está creciendo cada vez más, cada segundo. Mi quijada se aprieta mientras trato de ahogar el grito que asciende desde la parte trasera de mi garganta.

    Ella aún me está mirando.

    Algo hay de diferente sobre la manera en que me mira. La única manera para describir esto es intensidad.  Estoy acostumbrado a que la gente me mire, pero, por lo regular, lo hacen de una de tres maneras: Primero, están las chicas obsesivas, las acosadoras, que quieren casarse conmigo y tener a mis hijos y estar a mi lado, codo a codo, por el resto de mi vida.  Creo haber visto algunas de sus prendas íntimas volar por mi cabeza durante el desfile, eso debió venir de alguna de las obsesivas. Las tolero, pero, a diferencia de mi hermano, no disfruto de sus afectos. Luego están los admiradores. Creen que no puedo equivocarme y son, generalmente, hombres viejos y grises que me ven con un respeto usualmente reservado para los muertos.  No es que me lo haya ganado. No he hecho nada; salvo nacer. Finalmente, están los que me odian: En palabras simples: me odian. Me quieren muerto. Me miran con miradas de acero, como si pensaran que mirándome lo suficiente me encendería en combustión espontánea.  Son los que se sientan en casa con muñecos vudú; mío, de mi padre y de mi hermano, auscultándolos, pinchándolos y torciéndolos, llenos de agujas. En espera de que podamos sentir lo que los muñecos sienten.

    ¿Será debido a eso este dolor? ¿Es que esa chica está usando un muñeco vudú conmigo? Normalmente no creería en ese tipo de cosas, pero...

    Mis puños se crispan a mis costados.

    Su cabello negro azabache le cae en cascada alrededor de su rostro como un sudario fúnebre, y me encuentro hipnotizado. Su piel es de una palidez natural, el resultado de vivir debajo de la tierra su vida entera, no como los cuerpos falsamente bronceados que se ven en el Reino del Sol. ¿Qué demonios? ¿Por qué me importa? ¡Ella es nadie para mí!

    Y sin embargo... sin embargo tengo ésta loca urgencia de saltar del carro del desfile y tirar la cerca electrificada para llegar a ella. No es amor, no es lujuria, es algo más.

    Hay un destello de calor en mi cabeza, al momento que mi dolor de cabeza se intensifica. Levanto una mano asustada hacia mi cuero cabelludo, al mismo tiempo que ella lo hace. Ella ya no me está viendo, su cabeza está entre sus manos.

    El carro del desfile comienza su lento avance en una curva; pronto la Pen, y la chica, estarán fuera de mi vista.

    Un gran hombre se acerca a la chica. Sus pasos son maliciosos. Su comportamiento exuda violencia. Sus manos todavía están cubriendo su rostro. ¡Tengo que advertirle!

    Mira hacia arriba, mira hacia arriba, ¡MÍRAME!

    Ella lo hace, sus ojos vuelven a los míos.

    Aunque sé que debería hacer un movimiento de advertencia de algún tipo, No lo hago. Solo mi expresión facial, un ceño profundo, la alerta del peligro inminente.

    Sus ojos se despegan y mira al tipo. Mi vista está parcialmente bloqueada por la esquina del edificio mientras la flota dando la vuelta. Estirando mi cuello, la veo huir de él, decir algo a su amiga. El tipo le dice algo. Mi visión está casi bloqueada. El dolor de cabeza se enfurece en mi cráneo.

    Ella se pone de pie y lo empuja.

    ¡No!’ Yo grito en mi cabeza mientras el subcapítulo 14 me rodea. Luego se ha ido. Aunque no hay nada que pueda hacer ahora, mis músculos se crispan, casi rogándome que corra hacia ella, para salvarla, para hacer algo loco. Es como si hubiera perdido el control de mi propio cuerpo.

    Tengo miedo por ella, una chica a la que ni siquiera conozco.

    Capítulo Tres

    Adele

    Giro mi cabeza y veo a un tipo.

    Lo he visto por el Patio antes. Un adolescente en el cuerpo de un hombre. Uno noventa y ocho, alrededor de 100 cien kilos, cubierto de tatuajes: es uno de los líderes de las bandas locales. No es un buen tipo.

    —Oye, hermosa, —él dice.  Yo lo ignoro y miro a Tawni, esperando que se pase de largo. No lo hace. Los enormes ojos de Tawni delatan su miedo—. Oye, —él dice. Sigo ignorándolo—. Dije, Oye, —él repite.

    —Te escuché desde la primera vez. —sigo sin mirarlo, no queriendo inadvertidamente extender una invitación con contacto visual. Mi cabeza me está matando. No estoy, en realidad, de buen humor.

    —Deberías cuidar tu boca, —él dice.

    —Y tú deberías seguir caminando, —yo digo. Él no lo hace.

    —No te había visto por aquí, antes, —él dice.

    —Debes ser ciego. Estoy aquí todos los días.

    —Na, te habría notado, con seguridad. —dice el líder de pandilla.

    Tawni me mira como si yo estuviera loca. La estoy mirando, pero hablo con el tipo.

    —Como sea. No importa. Déjame en paz.

    Finalmente giro mi cabeza y hago contacto visual con él, dándole mi más fría mirada. Sé que él no tiene miedo de mí, pero quiero que él decida que no valgo la pena.

    —No va a pasar, —él dice, acercándose a mí.

    Algo dentro de mí, chasquea. Probablemente no ayuda que estoy sufriendo una buena cantidad de dolor, que persiste en mi cabeza, cuello y espalda. Estoy harta de que la gente arruine mi vida, actuando como si me poseyeran. Me recuerda a los Ejecutores que irrumpieron en nuestra casa y abdujeron a mis padres. Arrogantes, Egoístas.

    Me pongo de pie, apretando los dientes, mis ojos están en llamas. Mis ojos encendidos llegan a su pecho. Su túnica-sudadera manchada y gris está justo en mi cara y me da nauseas. Lo empujo tan fuerte como puedo, lo que no logra mucho, pero lo mueve un par de pasos. Mis manos están cerradas en puños. Las sostengo frente a mí, listas para la respuesta del tipo.

    —Eres una verdadera bruja, —dice —. Y tú hueles a inmundicia. Hasta luego. —él lentamente se da vuelta y se va deambulando, riendo para sí mismo.

    Yo tomo un fuerte respiro, tratando de controlar mi ira.

    —Eso fue sorprendente, —Tawni susurra a mis espaldas.

    Yo me siento y trato de relajar mi rostro mientras la miro. Sus ojos todavía están totalmente abiertos.

    —Es un idiota, —le digo apretando los dientes.

    —Un idiota que da miedo, —ella dice —. Eso fue sorprendente, la manera en que te defendiste.

    — ¿Tú no lo harías?

    Tawni se encoje de hombros,

    —Honestamente, lo más probable es que yo hubiera tratado de correr, o gritar para pedir ayuda o algo.  No pelear, eso es seguro.

    Los ojos de Tawni parpadean hacia la cerca y sigo su mirada. El desfile. Tristán. Olvidé todo sobre él cuando el pandillero se me acercó.

    Pero ahora Tristán se ha ido, la parte frontal del desfile se movió fuera de mi vista mientras lidiaba con el rufián. Con cada segundo que pasa el palpitar en mi cabeza y en mi espina parecen disminuir. Extraño.

    —Eso fue muy extraño. —Tawni hace eco a mis pensamientos, todavía viendo por la cerca.

    — ¿Qué, con exactitud? —le digo, mirándola furtivamente. ¿Notó cómo me dolió cuando Tristán me miraba? ¿Pudo ella sentir lo que me pasaba? ¿Había yo imaginado la mirada de preocupación en su rostro justo antes de la confrontación con el pandillero, o ella la había visto, también?

    —No vi que le tomaran muchas fotografías a Tristán durante el desfile. Creí que los ladrones de rostros estarían en completa forma.

    Giré mis ojos. Por supuesto Tawni no notó que Tristán me estaba mirando, lastimándome con su mirada. Probablemente porque no lo estaba haciendo. Él seguramente solo miró hacia nuestra dirección en general, nos pasó de largo. Probablemente solo nos miraba a todos, a los criminales. Disgustado por nosotros. Claramente él no estaba advirtiéndome sobre el pandillero que se acercaba. ¿Y el dolor? Es posible que sea el resultado de la falta de sueño. Hubo otro suicidio anoche, y el horrible lamento de la cifra de muertos fue gritado por más de dos horas, manteniéndonos a todos despiertos.

    Sí, en realidad, Tristán, probablemente ni siquiera me miró a mí. Debí haber visto su cabeza voltear en mi dirección, tal vez una mirada aleatoria, por mucho; con certeza no la mirada tipo laser, con un lazo de unión que obviamente imaginé.

    Pero aún así. Mi cuerpo reaccionó de manera extraña cuando lo vi. Cuando estaba cerca. Él no se veía natural. Es como si mi mente supiera que debo estar lo más lejos posible, él es un Morador del Sol después de todo, pero mis huesos, mi piel temblaban ante su presencia.

    Muy extraño.

    — ¿Hooolaa? Tierra llamando a... Por cierto ¿Cómo te llamas? —Tawni mueve su mano frente a mi rostro, aparentemente he estado en blanco, perdida en mis propios pensamientos.

    —Adele, —Me encuentro diciendo, para mi sorpresa. Dando mi nombre con tanta facilidad que, ‘¿Qué estoy pensando?’ Tawni está penetrando en mis defensas sociales más rápido de lo que una mina se traga a un viajero atrapado.

    —Bueno, Adele, ha sido verdaderamente un placer conocerte y mirarte manejar a ese tipo. Verdaderamente impresionante, en realidad. ¿Te gustaría cenar conmigo y con mi amigo Cole esta noche?

    ¿Cenar? Esta chica tiene una manera curiosa de hablar. Como si no tuviera idea de que estamos encerradas en un centro de detención juvenil. Y que vivimos bajo la tierra. Y que la mayoría de nosotros nunca volverá a ser libre otra vez. Ciertamente, yo no. Tal vez ella está a unos días de ser liberada, lo que en realidad explicaría por qué parece tan alegre. Espero que así sea. Si no puedo salir, al menos alguien a quien conozco sí puede.

    —Eh, sí, Supongo, —digo —. Gracias, —agrego rápidamente, dándome cuenta lo grosera que soné.

    — ¡Genial! Encuéntranos en la esquina noroeste, reservaremos una mesa.

    Ahí va otra vez: hablando como si fuéramos a asistir a un restaurante elegante que acepta reservaciones. Sacudo mi cabeza y me doy cuenta de que estoy sonriendo. No mi sonrisa normal, no. No estoy lista para eso aún, sino ligeramente mejor que la extraña sonrisa de gancho que intenté antes. Tal vez las cosas se ven mejor para mí.  He hecho una amiga.  Al menos, lo más cercano a un amigo que he tenido en mucho tiempo.

    ***

    Solamente tengo dos horas antes de la cena, así que uso el tiempo para pensar.  Comienzo con el pasado, mis recuerdos felices. Mi padre llegando a casa, después de un largo día de trabajo en

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