EL DOCTOR FREDERICK TREVES NACIÓ EL 15 DE FEBRERO DE 1853 EN EL NÚ-MERO 8 DE CORNHILL STREET, EN DOR-CHESTER, CONDADO DE DORSET. Estudió la carrera en la Facultad de Medicina adjunta al London Hospital y en 1879 llegó a ser ayudante de cirugía en este hospital. Durante un período de tiempo trabajó como profesor de anatomía hasta que en 1883 alcanzó el grado de cirujano y director de la escuela de anatomía. Fue Reginald Tuckett, su cirujano residente, quien le dijo que en el 123 de Whitechapel Road, frente al hospital, se estaba exhibiendo algo que debía ver. Cuando salió de trabajar, Treves se dirigió a la dirección que le habían indicado y allí vio que de una punta a otra de la fachada del establecimiento colgaba una tela de lienzo dispuesta de tal modo que solo quedaba despejado el acceso donde se mostraba a una espantosa criatura que parecía salida de la pesadilla de un fumador de opio. Se trataba de la figura de un hombre con características de elefante con unas cuantas palmeras como telón de fondo que sugerían el hábitat selvático por el que debía vagar un día la monstruosa criatura, y se anunciaba que en el interior podía verse aquella criatura en vivo por la módica cantidad de dos peniques.
Treves acompañó al dueño del negocio, que le dijo llamarse Tom Norman, hasta una habitación húmeda y helada donde flotaba un olor especialmente desagradable. Norman era un conocido empresario a quien el mismísimo Barnum había apodado en 1882 el Rey de la Plata, por los dólares mexicanos y americanos de ese metal con los que engalanaba la cadena de su reloj. Se dedicaba a exhibir de forma itinerante a freaks como Elika Jenkins, la Mujer Esqueleto; el Niño con Cabeza de Balón; la señora Baker, que arrancaba de un mordisco la cabeza de ratas vivas; el Hombre en Trance; Leonine, la Chica con Cara de León; o Mary Anne Bevan, la mujer más fea del mundo. Su máxima era que en aquellos días se podía exhibir cualquier cosa y que lo que importaba no era el qué sino la historia que se contara.
EL CARTEL ANUNCIABA LA EXHIBICIÓN DE UN HOMBRE CON CARACTERÍSTICAS DE ELEFANTE. EN EL INTERIOR PODÍA VERSE AQUELLA MONSTRUOSA CRIATURA EN VIVO POR LA MÓDICA CANTIDAD DE DOS PENIQUES.
UNA FIGURA DESAMPARADA
Norman descorrió una cortina y entonces Treves pudo ver, con muy poca luz, entre viejos cacharros y muebles polvorientos una figura encorvada sobre un taburete con una manta marrón cubriendo su cabeza y sus hombros. Horrorizado, contempló como Norman le ordenaba con aspereza, como si se dirigiera a un perro, que se levantara. Joseph aparecía abatido y degradado hasta el límite y, cuando dejó caer la manta y se puso en pie con torpeza, dejó patente que la fetidez tenía su origen en el alarmante estado de su cuerpo. Treves lo describió como “el espécimen más desagradable de la humanidad entera” y afirmó que “nunca antes me había topado con una versión tan sumamente degradada de un ser humano como la que presentaba esta figura desamparada”.
Era de una complexión más bien ligera, apenas alcanzaba el metro sesenta de altura. Mostraba indicios de haber sufrido en algún momento de su vida una enfermedad en la