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25 golpes de suerte. Antologia de cuentos
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25 golpes de suerte. Antologia de cuentos
Libro electrónico222 páginas5 horas

25 golpes de suerte. Antologia de cuentos

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En su peregrinar por los diferentes estados de la República Mexicana, impartiendo talleres de creación literaria, Claudia Guillén ha tenido la oportunidad de conocer y adentrarse en las inquietudes de los participantes de dichos talleres, así como de percatarse de su perfil: sinuoso como la geografía del país. 25 golpes de suerte es el primer fruto de esos talleres, donde los temas se entrecruzan dócilmente y dan pie a un conjunto de voces que enuncian relatos sólidos; la fuerza de cada cuento se puede apreciar desde el inicio de cada lectura.

IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento12 feb 2014
ISBN9781940281650
25 golpes de suerte. Antologia de cuentos

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    25 golpes de suerte. Antologia de cuentos - Claudia Guillen

    Claudia Guillén

    Desde hace, ya, algunos años me he dedicado a impartir talleres de creación literaria. Si bien es cierto que dentro de esta labor he tenido la oportunidad de adentrarme, con los asistentes a estos talleres, en diversos géneros literarios, también, es cierto que mi experiencia más cercana ha sido con el género cuentístico.

    Gracias a esta labor, por demás afortunada, tuve la ocasión de conocer de primera mano las inquietudes de quienes asisten a los talleres que impartí en estados como: Tamaulipas, Campeche, Guanajuato, Nuevo León, Baja California y la ciudad de México, por mencionar algunas sedes. En este peregrinar literario me he dado cuenta de que el perfil de los participantes es tan sinuoso como la geografía de los estados que componen nuestra República. Es decir, a estos talleres asisten personas de distintas edades y formaciones, unidos por el gran deseo de encontrar técnicas para mejorar su escritura.

    De esta forma, mi camino en esta labor me permitió descubrir y redescubrir cómo este género cuenta con un sinnúmero de formas y de estructuras para su tratamiento. La práctica de estos talleres ha dado fruto en este primer libro de cuentos. Cada uno de los relatos que aparecen en 25golpes de suerte, fueron trabajados por sus autores con el tiempo necesario para lograr relatos redondos y de muy buena factura.

    En este volumen el lector se dará cuenta que los temas se entrecruzan, dócilmente, para dar pie a un conjunto de voces que enuncian relatos sólidos en donde sus autores echan mano de sus obsesiones creativas dentro del género cuentístico. Son 25 autores que divergen en edades y oficios y cada uno de ellos logra dotar a su cuento de un punto de vista rico tanto en su estructura como en su temática.

    A continuación relataré, brevemente, las premisas de los cuentos que integran este volumen. Con la conciencia de que se trata, apenas, de un esbozo del trabajo hecho por estos autores. Es decir, les aseguro que cada cuento merece una lectura puntual pues en ella encontrarán más de algún guiño estético y, por qué no decirlo, alguna coincidencia con su propia vida. Así pues, comencemos con el recuento temático de cada relato como un primer acercamiento a ellos.

    Con un lenguaje cargado de giros lingüísticos, que se inserta en el lenguaje lírico, se hace referencia a una historia de amor que se traza desde el tormento, y que unirá a la pareja hasta la eternidad traspasando las barreras espaciales y temporales.

    De igual forma, encontramos la recreación de espacios ideales como Iskamkial, en donde se presenta una suerte de paraíso donde conviven hombres y humanos integrados, en ocasiones, en un sólo cuerpo. El humor no se queda fuera, dentro de este volumen, ya que a partir de él nos adentramos en los sinsabores del protagonista quien por su aparente falta de suerte le es imposible permanecer en ninguno de los trabajos que desempeña, más allá que cada uno de ellos tenga un perfil por demás distinto.

    Cuando sus padres pretenden curarlo, acudiendo a una mujer que con su sola apariencia era intimidante, la memoria del niño desposeído consigue que ésta se interne en estados mucho más complejos a los ya vividos antes de que curaran su mente atormentada.

    También nos integraremos a la película vertiginosa de toda una vida que se muestra en el instante previo a la muerte, sin que el protagonista nos devele desde dónde está teniendo estos recuerdos que lo llenan de alegría y angustia.

    El relato aborda la historia de un personaje que no se da cuenta, como muchos de nosotros, de que existen seres que normalmente pasan inadvertidos ante nuestros ojos y por una circunstancia, inusual, que rompe su rutina, ellos se presentan nítidos: semejante a una fiesta de juegos artificiales.

    La muerte, la pareja y las fantasías eróticas felinas se funden con las humanas para dar pie a un relato en donde los sentidos son el principio del placer. El volcán, Don Goyo, toma algunos rasgos humanos para convertirse en el eje de los mitos y certezas de los pobladores que viven cercanos a él. El encuentro de los personajes con ese ser vestido de blanco los lleva a recordar sus orígenes.

    Ante la imposibilidad de la protagonista para alejarse de sus apegos emocionales, aunque éstos se hayan construido desde el maltrato y la vejación, la llevan a tomar una decisión que cambiará por completo su vida cotidiana.

    A manera de crónica, el narrador, nos da un panorama completo y entrañable sobre la tercera conquista de España, es decir, la evangelización de los pobladores indígenas mexicanos a través de la presencia de la Virgen de Guadalupe.

    Dos jóvenes atrapados en trágicos sucesos se alimentan del instante de una fotografía que los lleva a experimentar situaciones nunca previstas.

    De igual forma, se toma como eje para narrar otra historia la aparente ingenuidad de los niños los muestra como seres crueles y despiadados con los demás sin saber que el origen de esta actitud de vida es la repetición de la ética vista en casa, es el motivo de otro relato.

    La codependencia es un tema al que se alude constantemente en nuestros días, quizá, por ello la autora lo toma como el eje temático para sustentar que quien la padece acude a cualquier forma de cura así sea ésta a través de rituales mágicos que a su vez vuelven codependiente pero ahora de una secta.

    La rutina, puntual, de una mujer gorda y solitaria es trastocada con la aparición de un animal, también, solitario. Ambos se acompañarán para integrar una nueva rutina uniendo sus vacíos. Asimismo, encontraremos a otra pareja pero ésta nos relata cómo la diferencia de las clases sociales se hace más evidente cuando un hombre viejo y rico se casa con su sirvienta. A través del recurso epistolar Jack, un gato, acompaña a su dueña por distintas partes de su vida.

    La protagonista, en plena lactancia, recurre a un objeto especial que le permite a ella y a otras mujeres imaginar que con él lograrán una mayor cantidad y calidad de leche materna.

    En la mayoría de las ciudades, de nuestro país, la violencia es moneda de cambio y así lo demuestra el relato donde el protagonista, a pesar de haber estado cercano a la muerte, la encuentra en el lugar menos esperado. En el siguiente relato, la muerte, también, el eje temático. Sin embargo, en este caso se trata del amor codependiente de una pareja que la lleva a experimentar una doble muerte.

    Por otra parte, se encuentra la historia de un joven periodista, que se enfrenta a la violencia cotidiana de un pueblo internado en un lugar inhóspito donde parece que no hay más ley que la que se da ahí.

    De igual forma, en este volumen, encontraremos la historia del amor filial que puede representarse en obsesiones que nutren el alma y convertir a los personajes en seres imaginarios que traspasan las fronteras del olvido. O, también, conoceremos cómo se construye un hombre poderoso que entierra la memoria de sus primeros años de vida y al enterrarlos pareciera que se unge en ser cargado de resentimientos que lo vuelven como un ser impenetrable.

    Este volumen cierra con un gran carnaval que se erige como el pretexto idóneo para escribir un relato, pero si esta fiesta da pie para que los personajes, semejantes a una comedia de enredos, emprendan una búsqueda macabra que provocan situaciones por demás atípicas, la idea que tenemos de estas festividades da un giro de ciento ochenta grados.

    Como lo dije, líneas arriba, se trata apenas de un esbozo de lo que trata cada uno de los cuentos que componen este volumen. Sin embargo, el tratamiento y la fuerza con la que estos autores han delineado sus textos sólo se podrán apreciar con la lectura de ellos.

    Bienvenidos, pues, sean estos autores y sus cuentos que unidos lograron construir un libro rico en temáticas, puntos de vista y calidad literaria. Un libro cargado por la fortuna de quienes lo escribieron y quien los coordinó. Un libro cargado con el azar literario que nos puso a todos en el momento y el lugar indicado. Un libro cargado por 25 golpes de suerte.

    Silencio

    Brenda Artigas

    Me miré en el espejo y vi el rostro del otro. Le corté las venas.

    Quería ser yo otra vez. Un Sueño,

    Guillermo Vega Zaragoza (2007)

    El silbido de la tetera rompió la cotidianidad albergada en las cortinas de la habitación. Habían dejado sus cosas en orden: sólo se podía sentir el caminar de las historias que tantas veces ocurrieron en aquel departamento. Los presentes guardaban silencio, acercándose sigilosamente —sin que sus pisadas perturbaran el eco de aquellos fantasmas—, para ofrendar un pequeño ramo de flores en las dos cajas. Al fondo, abrazados, se encontraban los padres de Edgar y Leonor.

    Enmudezco:

    Lo único que recuerdo después de la cena es mi cuerpo tendido al pie de la cama, inmóvil, presa de un invierno infinito, mi respiración disminuía al paso de los segundos. Las paredes fueron testigos permanentes de cada una de las risas acompañadas de vino tinto y caricias que compartimos esa noche. Sillones, mesas, libreros, cada objeto de la habitación quedaría marcado con tus muslos, mi espalda y nuestros sexos. El canto angustiante de una ambulancia rompió la fría atmósfera que logró por unos minutos contrastar con el rojo de tu alfombra. La puerta se abrió: varios desconocidos entraron al departamento interrumpiendo la calma que había conseguido teñir con nuestras vidas. Escuché tu voz, escuché la gota de suero que caía, escuché mi respiración sin esfuerzo y cómo todo se iba.

    Recreamos:

    A la morgue han llegado varios cuerpos: por su atuendo se distinguen dos, sólo una sábana los cubre. Miguel se concentra en un cadáver que ha llamado su atención: la semejanza al marfil en su piel tiene un ligero resplandor, pero olor a madera añejada con lavanda que desprende lo atrae como a un imán. No puede evitar acercarse. Cada paso coloca su ser cerca del cuerpo deseado. El nerviosismo se incrementa. Un ligero rubor en sus mejillas, luego, el sudor se impregna poco a poco en su cuerpo.

    Dibuja con cuidado su rostro: primero sus ojos, después recrea su nariz y al final la boca morada. Pareciera que sus manos van moldeándola con arcilla blanca y comienza el proceso. Retira el trozo de manta que la protege y besa su frente. Ahora los trazos los realiza con sus labios: inhala lo poco de la esencia que queda en el cabello, baja lentamente e intenta unirse a ese ser que le ha quitado el sueño durante muchas noches, convirtiéndose en cíclope. Después recorre cada una de sus extremidades, desgarrándola y regresa al cuello para apretarlo, fuertemente, entre sus manos. Sabe que ella no se quejará.

    Al verla, revive el sentimiento por su madre. Se excita, no puede contener el placer. Su imaginación se introduce entre las sábanas de su infancia y aparece la sombra de Beatriz. Miguel acariciando su cuerpo, besando su cara, bebiendo el rastro a madera y lavanda que su cabello deja. Mientras se encuentra bajo los efectos del formol, juega con el cuerpo inerte de Leonor; se acerca a la parte más feliz de su vida, lo penetra, observa la fotografía, en tonos ocres que se encuentra en el espejo y que atesora sus memorias más antiguas. Continúa su labor.

    Suspiramos:

    Tu silencio se convierte en mi condena. No puedo evitar sentir rabia cada vez que él se acerca lacerándote, rasgando cada fibra de tu ser. Quiero levantarme: sentir mi cuerpo vivo de nuevo; saber que el tuyo se encuentra bien; el calor de tus manos en el tiempo que dura un parpadeo; tomarte y ser poseído por ti; convertirme en ese ladrón de sueños que ha llegado a cortar una orquídea. No puedo, no me está permitido, ése fue el trato para que jamás nos separaran.

    Ahora te rodea y con el bisturí realiza una incisión perfecta en tu vientre; de él una lágrima morada tiñe de negro tus rizos. Ha decidido moverme. No lo conozco, pero sé que perturbará el ángulo que tracé con tu muerte. Sin embargo, no conseguirá despertarte. Sólo seré un observador más del baile que él propone.

    Miro:

    Oscuridad, un bosque, estoy agitado, no sé qué ocurre, siento el frío de la noche helar mis pestañas. Corro. Mi respiración iguala el ritmo de mis pasos sobre el pasto, el sonido de un balazo no deja de perseguirme. Recuerdo que quería estar solo, su presencia me alteraba, no podía escribir. La Luna se mantenía ausente. Las semanas pasaban y yo me dedicaba a observarla. Mi escritorio se fue llenando de pendientes: primero, un cuento; luego, una novela, y al final, frustración.

    No entiendo qué ha pasado y continúo mi camino. Llueve. Señales de tránsito por doquier, semáforos, árboles, la luz intermitente del faro de los coches, tu cama, vino, risas, llanto y de pronto me invade el olor de la sangre. En ocasiones lo disfruto; otras, lo desdeño cual basura, pero ahora me inquieta. Todo se ha quedado inmóvil de un momento a otro.

    ¿Leonor?, venía sentada a mi lado, es mi novia, estudió literatura, y ahora busca publicar su libro en una editorial. Lo primero que observé fue su palidez rodeada por mechones castaños y después su gesto melancólico que me enamoró. Perdón si no la había mencionado, vivimos juntos, es la persona con quien deseo pasar el resto de mi vida.

    Callas:

    Un cirio fue encendido, cayeron algunos pétalos de violetas que decoraban el lugar junto con varias gotas de cera. Un médico atravesó el pabellón, localizó a tu madre, pronóstico reservado, fueron las palabras que la dejaron sin aliento. Los presentes entendieron que el final estaba cerca. En prisión los supuestos responsables, con su mirada perdida.

    Yo te sentía desde el lecho donde mi cuerpo descansaba. Tras el murete en la cama contigua, tú, recibiendo oxígeno a través de varias mangueras, los tonos castaños del cabello cubriendo tu cara, inmóvil, misteriosa, sin el brillo que te caracterizaba, ni el calor al cual yo acudía cada noche esperando una redención que jamás llegaría. Ésa que en este momento comienzo a extrañar.

    Duermes:

    Cumplo lentamente mi condena mientras tú descansas. Me incorporo. A nuestros conocidos les sorprende el blanquecino tono que ha impregnado la piel y ahora forma parte de mi atuendo. El sueño del que tanto huí cobró vida ante mis ojos y mi mano obedeció su orden, tu último aliento alimentó el murmullo de mi nombre y la flama terminó por devorarte. Ayer aún sonreías mientras cepillabas tu cabello y me pedías que subiera el cierre y cubriera tu espalda, buscabas mis negras pupilas y el vacío era incapaz de alcanzarnos. Me borro con la marcha de los segundos, tú no lo notas pero continúo aquí, en silencio...

    Sueñas:

    Poco a poco te recorro y me entrego con la mirada. Mientras tanto, sonrío; mis dedos juguetean con un pequeño listón negro, muerdo mi labio con el afán de contener cualquier instinto. Quisiera que mis ojos le transmitieran ese placer a mis dedos. Ahora le construiré un altar a tu memoria y cederé ante el deseo. Es momento de borrar tu nombre, el aire se llevará cualquier espejo que hayas traído.

    Caes:

    Tu sangre lavó varias heridas que se encontraban aún en mi ser, yo en ti y tú en mí. Un callado eco tensó cada músculo, sólo yo era el feliz escucha de esa hipnotizante tonada. Sacié mi sed con tu alma. Mi piel junto a la tuya logró que ambos llegáramos a una sintonía perfecta que disfrutaré siempre. Cada gota, un paso tú, yo otro y al final los dos al mismo tiempo. El eco de un trueno interno se mantuvo constante durante varios segundos.

    Bailamos:

    Y el lenguaje fue nuestro aliado. Mis ojos se entregaron a los tuyos mientras te despedías. Al fondo, mi alma sumergida en el encanto de los violines, y decidiste partir. Tus palabras fueron mortales: Cuídate. yo ya no soporto más esta situación. Un extraño ritual. Sólo nos mirábamos, el intercambio de saludos era escaso y por las noches deseábamos la carne que el otro poseía.

    Cenamos:

    Mi reloj de pulsera marcaba las 8 pm. Llegaste al restaurante envuelta en el vaporoso vestido rojo que me hacía sudar. Lentamente me levanté, me acerqué a ti y tomé con delicadeza tu saco. De un momento a otro mis brazos rodeaban tu delgada silueta, te sentías cómoda o eso dijiste. Pronto nuestros labios se encontraron en una danza que no deseábamos terminar. Al paso de los minutos nuestros cuerpos tropezaban en la hipnosis que nuestras lenguas comenzaron. Hablabas de un sueño que yo reconstruía, el lugar se fue adornando con tu paso y con el mío.

    Corrías:

    El roce del aire sobre tu piel te llenaba de emociones. De aquel sentimiento se distinguía que nadie podría alcanzarte, la noche era tuya y no planeabas compartirla. ¿Saldremos a cenar?, preguntaste y yo no respondí, temí que a cada palabra me

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