Pareja de Montaña: Un Romance Apasionado en las Alturas

Por Vesta Romero

Amor y Sanación en el Corazón de las Montañas

Esta es la historia de Alder, un solitario irresistible que ha creado su refugio en las montañas de Arelis Springs como escritor recluso de novelas románticas que hacen suspirar. Después de una experiencia cercana a la muerte en su juventud, Alder encuentra consuelo allí arriba, atraído por su belleza indómita y abrazo sanador.

Cuando descubre a Bethany, curvilínea y vivaz, en la boda de su mejor amigo, queda inmediatamente cautivado. Sin saberlo, este encuentro fatídico trastornará su mundo solitario por completo.

Bethany pierde una apuesta en la despedida de soltera que la deja varada en una cabaña en la montaña. Alder se enfrenta a un desafío que nunca imaginó: compartir su espacio sagrado con la chica de ciudad tan terca como cautivadora.

Se acercan mientras disfrutan del impresionante telón de fondo de la naturaleza. Desde un encuentro inesperado hasta risas compartidas y pasión, su vínculo chisporrotea con cada día que pasa y Bethany debe decidir si cumplir los términos de la apuesta... ¡o no!

Perfecto para los amantes de héroes rudos, heroínas con curvas y amores inesperados, haz de Pareja de Montaña tu próxima aventura de lectura imprescindible.

• Idioma: Español
• Editorial: Vesta Romero
• Fecha de lanzamiento: 14 jun 2024
• ISBN: 9798227302328

Vesta Romero

Vesta Romero writes short and sweet romance books featuring curvy women and men who love them. She believes in HEA so everyone gets their happy ending. Always.

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CAPÍTULO 1

Con las manos callosas y manchadas, Alder aferraba el frío granito ante él mientras levantaba otra pesada piedra sobre la creciente muralla de su cabaña.

El aire fresco de la montaña mordía su piel expuesta mientras un halcón de cola roja graznaba sobre él, rompiendo el silencio de las montañas de Arelis Springs.

Se detuvo, dejando que la vastedad de la naturaleza lo envolviera, su inmensidad resonando en los vacíos de su pasado.

Su cabaña era prueba tangible de sus años de trabajo y anhelo de soledad. Retrocedió, observando su obra con orgullo y una pizca de tristeza.

Esta fortaleza que había construido no solo era una protección contra los elementos impredecibles de la montaña, sino también un escudo contra los recuerdos que lo atormentaban.

De adolescente aventurero, Alder había estado al borde de la muerte mientras recorría esas mismas montañas traicioneras.

Los picos dentados se alzaban sobre él, sus cumbres heladas brillando bajo la luz del sol implacable.

Varado y solo tras separarse de su grupo de senderismo, había luchado con uñas y dientes para regresar a la civilización. Fue una experiencia angustiosa que lo marcó durante años.

Décadas después, de pie al borde de la misma cadena montañosa, decidió construir su propia cabaña.

Sería tanto un santuario físico como un testimonio de su supervivencia frente a los elementos implacables. Los robustos troncos eran un símbolo de su resiliencia y determinación, erguidos contra el fondo de acantilados escarpados y bosques verdes.

Para Alder, la cabaña representaba mucho más que un refugio; era un recordatorio tangible de su fuerza y voluntad frente a la adversidad.

Su mirada se desvió hacia la pequeña placa en el costado de su cabaña, con el nombre de su padre y la fecha de finalización.

Trazó sus dedos sobre las letras grabadas, sintiendo una oleada de emociones agridulces.

Su padre había sido su roca, su mentor y su mejor amigo. Juntos, habían pasado incontables horas planeando y construyendo esta cabaña, poniendo su corazón y alma en cada detalle. Alder había heredado la pasión de su padre por la construcción, una herencia que apreciaba.

Mientras contemplaba el paisaje pacífico, estaba agradecido por el vínculo que compartieron. Un vínculo que se había fortalecido después de que la madre de Alder falleciera al darlo a luz.

Su padre lo había criado como padre soltero, enseñándole valiosas lecciones sobre la vida, el amor y el trabajo duro.

Pero no solo su amor compartido por la construcción los unía. También compartían un profundo amor por la naturaleza y todas sus maravillas.

Alder recordaba innumerables viajes de campamento con su padre, donde exploraban nuevos senderos y descubrían tesoros ocultos en las montañas. Esos eran algunos de sus recuerdos más preciados.

Aunque su padre ya no estaba con él físicamente, aún sentía su presencia en la cabaña que construyeron juntos. Y ese pensamiento le traía consuelo en momentos de soledad. }

Con una última mirada cariñosa a la placa, Alder volvió a su trabajo.

Aún quedaban algunos toques finales por completar antes de que llegara el invierno. Siempre parecía haber algo.

Trabajando incansablemente en esos últimos detalles, atesoraba los recuerdos que llevaba consigo sobre la cabaña, un tributo tanto a él como a su amado padre.

Tomó muchos años de arduo trabajo y determinación, pero finalmente tenía un lugar donde podía escapar del mundo exterior y sus constantes recordatorios de lo que había perdido. De pie allí, contemplando la belleza de su santuario, una sensación de paz lo invadió.

Pero incluso mientras Alder encontraba refugio en su hogar contra el mundo, en el fondo sabía que nunca podría borrar completamente el dolor de su experiencia cercana a la muerte. Eso siempre sería parte de él, moldeando quién era y cómo veía el mundo.

Lo que una vez se imaginó como un simple escape de fin de semana se convirtió rápidamente en su hogar permanente mientras dedicaba todo su tiempo y recursos a convertir la cabaña en un gran refugio rústico de montaña.

Cada adición a la cabaña le brindaba una mayor sensación de pertenencia y propiedad, hasta que ya no era solo una cabaña, sino un floreciente santuario enclavado en el corazón de las escarpadas montañas. Seguiría viviendo dentro de estas paredes donde era seguro y familiar.

Con una última mirada a su cabaña, Alder se volvió y entró en su protector abrazo. Por ahora, era suficiente.

Cada piedra llevaba un recuerdo, cada tronco era un paso más lejos del mundo que había dejado atrás.

CAPÍTULO 2

Más tarde, acurrucado junto al fuego rugiente dentro de la sala grande a medio terminar, Alder abrió su computadora portátil, la pantalla emitiendo un resplandor sobrenatural contra la madera tosca.

Sus dedos bailaban sobre las teclas, tejiendo historias de pasión y conexión que parecían tan ajenas a su propia existencia.

Se reclinó en su sillón de cuero, mirando las llamas crepitantes de la chimenea.

La sala grande a medio terminar era un desorden de materiales y herramientas, pero para Alder, era un santuario. Un lugar donde podía escapar de la realidad y sumergirse en sus propios mundos ficticios.

Con una sonrisa sardónica, miró su computadora portátil y comenzó a escribir. El sonido de las teclas resonaba por la tranquila cabaña mientras creaba una escena entre dos personajes que compartían un momento tierno y revelador.

Era el tipo de escena que hacía palpitar el corazón de los lectores, un marcado contraste con su propia vida aislada.

Mientras escribía, Alder no podía evitar pensar en el amor, el fantasma que más lo perseguía.

Parecía un concepto tan ajeno para él ahora, algo que solo podía experimentar de manera indirecta a través de su escritura.

Continuando con la escritura y dejando volar su imaginación, se encontró perdido en el mundo que creaba en la pantalla. Durante esos breves momentos, sentía que vivía en una realidad diferente, llena de pasión y conexión.

Amor, musitó Alder en voz alta a la habitación vacía. Eres lo único sobre lo que puedo escribir pero nunca llegar a habitar.

Con un movimiento de cabeza, guardó su trabajo y cerró su computadora portátil. El clic de su cierre se sintió como una puerta cerrándose al mundo exterior, el que estaba lleno de recordatorios de lo que