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Érase que era una vez
Érase que era una vez
Érase que era una vez
Libro electrónico40 páginas17 minutos

Érase que era una vez

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Información de este libro electrónico

Érase que era una vez es un libro de cuentos creado por una abuela que ha escrito varias historias dedicadas a sus nietos y pequeños amigos. Lechuzas cariñosas, un gato que va a la escuela y pollitos majaderos son algunos de los personajes que te acompañarán a descubrir el mágico mundo de esta autora. Estos cuentos derrochan creatividad, una creatividad que, sin duda, cautivará a los más pequeños, pues fue desplegada para nutrirles el espíritu y los sueños. El ejemplar cuenta, además, con las bellas ilustraciones de Luis Bestard Cruz.
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento8 ene 2024
ISBN9789591338150
Érase que era una vez

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    Érase que era una vez - Celima Bernal García

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    Celima Bernal García

    Edición: Lic. Yaneys López Argüelles

    Diseño: Humberto Dueñas Barral

    Ilustración: Luis Bestard Cruz

    Corrección: Martha Entralgo Flores

    Emplane: Yailena Avalo Abreu

    © Celima Bernal García, Cuba, 2019

    © Editorial Pueblo y Educación, 2019

    ISBN 978-959-13-3576-0

    EDITORIAL PUEBLO Y EDUCACIÓN

    Ave. 3ra. A No. 4601 entre 46 y 60,

    Playa, La Habana, Cuba. CP 11300.

    epe@enet.cu

    La familia del señor

    y la señora lechuza

    Tengo tres nietos encantadores. Jose y Ale son los más pequeños.

    Muchas veces me pedían que les pintara unas echuchitas. Las habíamos visto en un libro de colorear y, milagrosamente, yo había logrado imitarlas bastante bien. Desde aquella mañana en que se fueron lejos para siempre, no me siento en la escalera a dibujar animales, construir puentes, edificios ni ferrocarriles, con las fichas del dominó. Tampoco hago zoológicos pequeñitos ni juego a las escuelitas con la jirafa, el oso, el elefante y los dinosaurios.

    Ya no tengo a quien narrarle cuentos ni a quien cantarle la canción del pececito que deseaba pasar un rato en la arena, pero no podía vivir fuera del agua. En ocasiones la tarareo bajito, tan bajito, que nadie la oye. Imagino que ellos ya han olvidado estas cosas, y me da ganas de llorar. Por eso me animé a escribir

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