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En el crepúsculo de los recuerdos
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En el crepúsculo de los recuerdos
Libro electrónico115 páginas1 hora

En el crepúsculo de los recuerdos

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Información de este libro electrónico

En las páginas de esta cautivadora historia, Emily y Daniel comparten un amor que desafía el tiempo y el destino. Sin embargo, cuando un giro trágico e inesperado cambia sus vidas para siempre, Emily se encuentra atrapada en un enigma de secretos ocultos y misterios por resolver.
El segundo libro de esta apasionante saga, En el crepúsculo de los recuerdos: Retratos de un tiempo perdido, te transportará a un mundo donde la pasión y el misterio se entrelazan, mientras el pasado y el presente forman una danza eterna. Acompaña a Emily en su conmovedora búsqueda de la verdad detrás de su amor perdido y descubre cómo los recuerdos se convierten en la clave que desbloquea su futuro.
Este relato te sumergirá en una narrativa que te mantendrá en vilo, en la que los lazos de amistad se fortalecen y los corazones se unen. ¿Puede el amor desafiar incluso a la muerte? Únete a Emily y acompáñala mientras descubre los retratos de un tiempo perdido en esta historia misteriosa, atrapante y romántica.
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento20 may 2024
ISBN9788410686229
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    En el crepúsculo de los recuerdos - R.L Torino

    Portada de En el crepusculo de los recuerdos hecha por R.L. Torino

    © Derechos de edición reservados.

    Letrame Editorial.

    www.Letrame.com

    info@Letrame.com

    © R.L Torino

    Diseño de edición: Letrame Editorial.

    Maquetación: María V. García López

    Diseño de portada: Rubén García

    Supervisión de corrección: Celia Jiménez

    ISBN: 978-84-1068-622-9

    Ninguna parte de esta publicación, incluido el diseño de cubierta, puede ser reproducida, almacenada o transmitida de manera alguna ni por ningún medio, ya sea electrónico, químico, mecánico, óptico, de grabación, en Internet o de fotocopia, sin permiso previo del editor o del autor.

    «Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra solo puede ser realizada con la autorización de sus titulares, salvo excepción prevista por la ley. Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos) si necesita fotocopiar o escanear algún fragmento de esta obra (www.conlicencia.com; 91 702 19 70 / 93 272 04 47)».

    .

    A mis amados hijos, esposo y familia…

    En este emocionante viaje de escribir este libro, quiero

    agradecerles de todo corazón por ser mi fuente de apoyo inquebrantable y mi mayor inspiración. Vuestra comprensión, amor y aliento han hecho posible este logro. Cada palabra de este libro lleva un pedacito de ustedes en su esencia.

    Gracias por ser mi luz en el camino.

    Capítulo 1: Sombras del recuerdo

    En el corazón de la bulliciosa ciudad, en medio del constante ir y venir de la vida, el destino estaba a punto de reavivar una conexión perdida hace mucho tiempo. Era una fresca tarde de otoño cuando Emily, una joven de veinticinco años, se encontraba en la concurrida intersección esperando que la señal cambiara. Sus ojos estaban fijos en el semáforo peatonal; sus pensamientos, perdidos en el torbellino de recuerdos.

    Habían pasado seis años desde la dolorosa ruptura con Mark, su amor de la secundaria. Su amor había sido intenso pero efímero, consumido por la impulsividad juvenil y las pruebas de crecer. Emily había seguido adelante, o eso creía, construyendo una nueva vida y nuevos sueños lejos del recuerdo de Mark.

    Mientras la multitud a su alrededor cruzaba apresuradamente la calle, el corazón de Emily latía con el dolor persistente de su pasado. No podía evitar preguntarse qué estaría haciendo ahora, si había encontrado la felicidad o si todavía la recordaba tan vívidamente como ella lo recordaba a él.

    Justo cuando el semáforo peatonal se puso en verde, una voz familiar atravesó sus pensamientos.

    —¡Emily!

    El nombre, enterrado durante mucho tiempo en su pasado, la golpeó como un rayo. Se dio la vuelta, sus ojos fijándose en la fuente de la voz; y en ese momento de distracción, no notó que el semáforo se ponía en rojo.

    El chirriar de neumáticos, el suspiro colectivo de los espectadores y la horrorosa realización la abrumaron demasiado tarde. El mundo se difuminó en el caos cuando fue golpeada por un automóvil y arrojada al pavimento.

    ***

    Cuando Emily abrió los ojos, se encontró en una estéril habitación de hospital, el suave zumbido de las máquinas que la rodeaban. El pánico y la confusión la atraparon mientras intentaba moverse, solo para descubrir que su cuerpo no respondía. El pánico dio paso al miedo mientras luchaba por recordar cómo había llegado aquí.

    A su lado, Mark estaba sentado; su rostro, lleno de preocupación; su mano, sujetando la suya suavemente. Había estado allí desde el momento en que la habían llevado apresuradamente al hospital. Sus ojos se llenaron de alivio cuando la vio moverse.

    —Emily —susurró, su voz temblando de emoción—. Estás despierta.

    Ella giró la cabeza hacia él, sus ojos escaneando su rostro, pero no había destello de reconocimiento en su mirada. El corazón de Mark se hundió al verla luchando por recordarlo.

    La puerta de la habitación se abrió de golpe y el doctor Daniel Reynolds entró, con su presencia atrayendo la atención de ambos. Mark lo observó nerviosamente, temiendo el momento en que Emily le preguntaría quién era él.

    —Buenas noches —saludó el doctor Reynolds, su voz tranquila y segura. Se acercó a la cama de Emily, sus ojos escaneando su historial médico—. Soy el doctor Daniel Reynolds y he estado supervisando su atención desde que llegó.

    Emily lo miró con una mezcla de confusión y miedo; sus fragmentos de memoria, aún esquivos.

    —¿Qué me pasó? —logró preguntar; su voz, temblorosa.

    El médico explicó la situación, detallando el accidente y la pérdida de memoria resultante. El corazón de Mark se hundió mientras veía a Emily absorber la información, su mirada vagando entre él y el médico.

    A lo largo de la conversación, Mark se mantuvo en silencio, su ansiedad aumentando. Deseaba desesperadamente que Emily lo recordara, pero sabía que era una esperanza frágil.

    Mientras el médico continuaba hablando, los ojos de Emily seguían fijos en él, buscando respuestas y seguridad en el mar de incertidumbre en que se había convertido su mundo.

    ***

    En los días que siguieron, el mundo de Emily se limitó a la estéril habitación de hospital, el constante pitido de las máquinas y los sonidos distantes de la ciudad más allá de las paredes. Mark rara vez se separaba de su lado, su corazón cargado con el peso de sus recuerdos perdidos.

    Sus interacciones eran tensas, llenas de silencios incómodos y palabras no dichas. Emily no podía evitar sentirse incómoda cada vez que Mark estaba cerca. Su presencia era un recordatorio de un pasado que no podía recordar y la dejaba inquieta.

    Una tarde, mientras Mark estaba sentado junto a su cama, trató de entablar una conversación:

    —Emily, ¿recuerdas algo antes del accidente? —preguntó, su voz temblorosa de esperanza.

    Ella negó con la cabeza, sus ojos nunca apartándose de la ventana.

    —Lo siento, no —respondió suavemente, su tono distante.

    Mark suspiró, su frustración y tristeza eran evidentes.

    —Tuvimos momentos increíbles juntos, Emily. Ojalá pudieras recordar.

    Emily lo miró brevemente, sus ojos reflejando una mezcla de culpa y confusión. No quería herirlo, pero el pasado era un lienzo en blanco que no podía pintar.

    ***

    A medida que pasaban los días, Emily notó algo peculiar. Cada vez que el doctor Daniel Reynolds entraba en la habitación, parecía que su incomodidad se disipaba. Su presencia traía una sensación de calma y seguridad que la presencia de Mark no podía proporcionar.

    Una tarde, mientras el doctor Reynolds realizaba un examen de rutina, Emily no pudo evitar sentirse atraída por él. Observó cada uno de sus movimientos con fascinación, la forma en que revisaba sus signos vitales, su suave manera de tratarla y la forma en que le hablaba con empatía y paciencia.

    —Te estás recuperando bien, Emily —dijo con una cálida sonrisa—. Puede llevar tiempo, pero trabajaremos juntos en recuperar tus recuerdos.

    Ella asintió, agradecida por su apoyo.

    —Gracias, doctor Reynolds. Ha sido muy amable conmigo.

    Sus ojos color avellana se encontraron con los suyos y, por un breve momento, el tiempo pareció detenerse. Había una conexión entre ellos, una comprensión tácita que trascendía las palabras. Emily sintió una extraña sensación de confort en su presencia, como si él tuviera la clave para desbloquear los misterios de su mente.

    Mark, que había estado observando en silencio su interacción, sintió un pellizco de celos. Se dio cuenta de que Emily se sentía más cómoda con el médico que con él y eso alimentó su determinación de reconquistarla.

    En los próximos días, Mark hizo todo lo posible para reconectar con Emily. Compartió historias de su pasado, le trajo sus libros y música favorita, e incluso le mostró fotografías antiguas de los dos juntos. Emily escuchó educadamente, pero los recuerdos seguían siendo esquivos.

    Mientras el trío navegaba por las complejidades de su viaje compartido, el vínculo entre Emily y el doctor Reynolds seguía creciendo. Mark, por otro lado, enfrentaba un camino cuesta arriba mientras luchaba por unir a la mujer que amaba y los recuerdos que había perdido. Poco sabía que el camino hacia su corazón era sinuoso, lleno de giros y vueltas inesperados.

    Cuando Mark decidió darle a Emily algo de espacio,se retiró a su propio apartamento, su corazón cargado de incertidumbre. No pudo evitar recordar los años que habían pasado separados, el amor que una vez habían compartido y la vida que ambos habían construido por separado desde su ruptura.

    ***

    En un flashback agridulce, Mark recordó el momento en que se habían separado hace seis años. Emily estaba decidida a terminar su carrera de Negocios y Consultoría en Londres, mientras que Mark había aceptado una beca para estudiar Derecho en Estados Unidos. La distancia geográfica entre ellos había crecido mientras perseguían sus carreras en lados opuestos del océano Atlántico.

    Emily había destacado en

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