Descubre millones de libros electrónicos, audiolibros y mucho más con una prueba gratuita

Solo $11.99/mes después de la prueba. Puedes cancelar en cualquier momento.

Enfréntalos
Enfréntalos
Enfréntalos
Libro electrónico71 páginas53 minutos

Enfréntalos

Calificación: 0 de 5 estrellas

()

Leer la vista previa

Información de este libro electrónico

En algún momento, tendrás que enfrentarlos.

Una colección de relatos cortos que exploran algunos de tus miedos más profundos. No puedes huir de ellos para siempre; en algún momento, tendrás que enfrentarlos.

IdiomaEspañol
EditorialA. J. Noctuam
Fecha de lanzamiento18 mar 2024
ISBN9798224858323
Enfréntalos

Relacionado con Enfréntalos

Libros electrónicos relacionados

Ficción de terror para usted

Ver más

Artículos relacionados

Categorías relacionadas

Comentarios para Enfréntalos

Calificación: 0 de 5 estrellas
0 calificaciones

0 clasificaciones0 comentarios

¿Qué te pareció?

Toca para calificar

Los comentarios deben tener al menos 10 palabras

    Vista previa del libro

    Enfréntalos - A. J. Noctuam

    Ojos Rojos

    Entonces entré a mi habitación. Ya había cenado y echado el seguro a todas las puertas de la casa, soy un poco paranoico en eso.

    Encendí la luz y cerré la puerta con llave.

    Había sido un día largo y estaba cansado, pero no tenía aún sueño, así que me cambie a mis ropas de cama y me acosté. Encendí el televisor y estuve un rato buscando programas sin decidirme por ninguno.

    Luego de un momento que me pareció muy corto, pero en realidad, al fijarme en el reloj, habían pasado hora y media, apagué el televisor e intente forzarme a dormir. Mañana tenía otro largo y pesado día en el trabajo.

    Así que me encontré en la oscuridad de mi habitación, sobre mi costado derecho, mirando al armario, en la pared opuesta a la ventana por donde entraba la luz de un farol de la calle y, de rato en rato, de algún vehículo que pasaba por la misma; había olvidado cerrar las cortinas, pero la vagancia y el frío me tenían prisionero de mi cama.

    Pero había algo más. Estaba también el miedo. Un miedo tonto e irracional para una persona de mi edad, de mi educación, incluso de mi contextura física. Pero estaba ahí. Siempre se presentaba en la oscuridad de mi habitación, en los momentos en que no podía dormir y solo podía pensar, recordar.

    Me forcé a mí mismo, como hacía todas las veces que caía en este turbulento mar de mi memoria, a pensar en mis actividades del día. A todo el trabajo que hubo en el taller, a los clientes que siempre molestos llegaban preguntando por el dueño y al verme con mi ropa de trabajo, cubierto de pies a cabeza en grasa de motor, me lanzaban la fugaz mirada despectiva y algunos incluso se atrevían a disparar la cuestión:

    —¿Si usted es ingeniero, si es dueño del taller, que hace tan ocupado, tan sucio debajo de los autos apretando tuercas? ¿No es trabajo para sus empleados?

    Pues porque me da la gana. Me gusta mi trabajo y me encantan los autos, no veo ningún problema en eso. Pero ya estoy acostumbrado a la pregunta, así que simplemente contesto:

    —¿Mucho gusto, en que puedo ayudarle?

    Y luego vienen las explicaciones, peticiones, amenazas y regateos usuales antes de entregarme sus vehículos para que le dé solución...

    Tic tic tic

    Ahí estaba de nuevo.

    El sonido se escuchaba afuera de mi ventana, ¿o en mi ventana? Y me arrancaba de golpe de mis pensamientos y me volvía a arrastrar a ese rincón de mi mente, muchos años atrás.

    Podía sentirme corriendo con mi cuerpo de niño en medio del bosque, escuchando los pasos que me perseguían y estaban cada vez más cerca.

    Casi podía verlos frente a mí, esos ojos rojos mirándome inexpresivos, cada vez más cerca. Sigo corriendo por las calles hacia el puente. Un grito ahogado en mi garganta imposible liberarlo por el terror, hasta que...

    Tic tic tic

    Cerré los ojos con fuerza, ya no los volvería a abrir. No importa lo que escuchara. No quería ver en la pared proyectada por la luz a las imágenes de mis pesadillas. De gente caminando afuera de mi ventana o simplemente parada ahí afuera, viéndome directamente, esperando, acechando. Sentía el sudor frío bajar por mi frente y bañar mis sabanas. Una garra fría recorrió mi columna

    Tic tic tic

    Está todo en mi cabeza, me repetí a mí mismo. Es imposible, no hay nadie ahí, o es un tonto pájaro perdido, o es el viento. Pero no puede haber nadie ahí. Es imposible.

    Tic tic tic

    Soy un hombre adulto, de 25 años, no puedo tener miedo a la oscuridad en mi propio cuarto.

    Tic tic tic

    Vivo en un cuarto piso. No puede haber nadie caminando ahí afuera. Es imposible.

    Tic tic tic.

    Cubrí mi cabeza con las frazadas para apagar cualquier sonido e intentar obligarme a dormir. Pero el ruido se escuchaba aún, apagado a través de las frazadas.

    Toc toc toc

    Comenzaba a hacerse más continuo, repetitivo e intenso. Esto no había pasado nunca. Normalmente, cesaba de golpe después de unos minutos, pero en esta ocasión se hacía más insistente.

    Toc toc toc

    Toc toc toc

    No aguante más la frustración y el terror, me quité las frazadas de golpe.

    Tic tic tic

    Me levanté de la cama de un salto y agarre un zapato

    ¿Disfrutas la vista previa?
    Página 1 de 1