Se acaba el mundo y nosotros afeitándonos
Por Luis Benítez y Beatriz Leguiza
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Hay momentos de inquietud y sorpresa por una noticia falsa sobre el fin del mundo, risas socarronas cuando tres mujeres impulsan un movimiento armado para frenar al feminismo, una riña entre gangsters que resulta desopilante, relatos que desnudan el ambiente literario, zombis que se adueñan del mundo después de una pandemia y un hombre que, buscando una carnicería, se confunde y entra en un lugar donde falsifican obras de arte.
Estos cuentos que nos propone Luis Benítez tienen la solidez de la escritura de un gran narrador y, a su vez, la osadía de sacarnos del mundo cotidiano para llevarnos hasta los límites de la vida cuando la realidad se mide con sarcasmo.
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Se acaba el mundo y nosotros afeitándonos - Luis Benítez
Se acaba el mundo y nosotros afeitándonos
Se acaba el mundo y nosotros afeitándonos
Luis Benítez
Índice de contenido
Portadilla
Legales
Para vivir a pleno los últimos minutos de la Tierra
Chicago, 1938
Para aplastar al feminismo
Mi primer y último discurso al ingresar a la Academia
Cómo casi, casi, escribí las memorias del Magnífico Regente, Señor del Reino
Lo último de lo último en artes plásticas
Cómo triunfar en el mundo de las letras
Zombis, corridas y sonrisas a granel
IlustraciónSe acaba el mundo y nosotros afeitándonos
Luis Benítez
Editorial Palabrava
Diagonal Maturo 786
Santa Fe
editorialpalabrava3.0@gmail.com
www.editorialpalabrava.com.ar
Colección Rosa de los vientos
Directora de colección: Patricia Severín
Coeditoras: Viviana Rosenzwit y Susana Ibáñez
Diagramación: Álvaro Dorigo y Noelia Mellit
Diseño de Colección y Tapa: Álvaro Dorigo y Noelia Mellit
Foto de tapa: Don Amancio de la serie En carrera
Digitalización: Proyecto451
Queda rigurosamente prohibida, sin la autorización escrita de los titulares del Copyright
, bajo las sanciones establecidas en las leyes, la reproducción parcial o total de esta obra por cualquier medio o procedimiento, incluidos la reprografía y el tratamiento informático.
El sentido del humor es el sexto sentido de la literatura
Cristina Peri Rossi
de su discurso al recibir el Premio Cervantes,
abril de 2022
Para vivir a pleno los últimos minutos de la Tierra
Inicialmente la información no atrajo en mayor medida la atención mundial, tal vez porque estaba resumida en las diez líneas de un recuadro perdido entre avisos de supermercado y chismes de la farándula.
Aquel periódico de Tegucigalpa que lo publicó en sus últimas páginas tenía, como artículo de fondo, los detalles acerca de la exitosa extracción de forúnculos realizada a Johnny El Chico Mágico
Mackenzie, máxima estrella mediática internacional del momento: modelo publicitario, periodista a destajo, conductor de programas de entretenimiento, animador radial y comentarista político bajo contrato. Eso sí, fue levantado por todas las agencias noticiosas y republicado como de elaboración propia por cientos de otros medios. Una de las versiones del artículo original sobre Mackenzie —que fue desarrollada por la prensa de investigación ahondando en su turbio pasado delictivo y su denunciada adicción a las semillas de lino— fue propuesta para el Pulitzer pero no ganó.
Volviendo a ese insignificante recuadro anticipatorio, el texto decía así (fueron salvadas las oscuras referencias al vocabulario astrofísico así como las pifias de redacción, ortografía y sintaxis para tornarlo más o menos comprensible incluso para el lector medio):
"Se acaba el mundo y nosotros afeitándonos
Científicos de la Cold Cream University, en alguna parte del Hemisferio Norte, revelan que un meteorito quizá de dimensiones gigantescas se acerca a la Tierra a razón de medio millón de kilómetros por segundo. Los cálculos señalan que puede impactar de lleno en nuestro planeta o bien no o tal vez solo rozar los edificios más altos. Las precisiones brindadas por los expertos en un dossier secreto de 1892 páginas —al que tuvo acceso este cronista gracias a que mi primo Albert es el encargado de las fotocopias en esa casa de altos estudios— subrayan que la reducción de presupuesto no les permite a los cerebritos anticipar si el fenómeno tiene las dimensiones de un cucurucho de chocolate o equivale a la masa del Océano Pacífico, pero que de todas formas la cosa puede ser bien fea. Ampliaremos
.
Versiones extraoficiales atribuidas a ciertos chismosos que revistaban en la NASA se filtraron meses después, gracias a módicas sumas pagadas por algunos medios periodísticos (según siempre se sospecha aunque no hay pruebas concluyentes, facturas, recibos ni nada), indicando que la cosa iba en serio. Identificadas las gargantas profundas por el organismo estadounidense, este procedió a extirparlas sin indemnización alguna ni permitirles a los indiscretos canjear sus vales de hamburguesería, aunque se encontraban todavía vigentes.
La inmediata reacción de los afectados fue canalizada por algunos abogados de un bufete de la costa este, comprometidos radicalmente con la defensa de las libertades democráticas a razón de novecientos dólares la hora, quienes les dieron a elegir a sus defendidos entre varias opciones: apelar ante la Corte Suprema invocando la segunda, la tercera, la octava enmienda o cualquier otra más o menos referida al asunto; encadenarse al Capitolio como señal de protesta o bien, para hacer la cosa más efectiva, quemarse a lo bonzo en algún sitio más concurrido.
Una vez barridas las cenizas, las autoridades multaron al estudio de abogados por propiciar medidas que atentaban contra el aseo de las calles, reservándose expresamente el derecho de dirigirse a cada uno de sus miembros, desde entonces y en cada comunicación oficial, como Dr. Tal y Tal, sucio hippie con corbata
.
Reflotada la noticia por el escándalo de los vales de hamburguesas, sin embargo la prensa europea se mostró escéptica en cuanto a la remota posibilidad de que un cataclismo celeste hiciera añicos nuestra contaminada pelota azul de baloncesto, atribuyendo esas intencionadas versiones al conflicto entre esas egoístas potencias celosas de sus exportaciones, de este lado del mundo y del otro que ya saben
, sin dar nombres ni mayores precisiones. Finalizaba llevando tranquilidad a todos los países miembros de la Unión Europea, ya que si el meteoro ingresaba a nuestra compartida atmósfera se haría mil pedazos y estos caerían seguramente de modo selectivo, acabando con toda forma de vida exclusivamente en aquellos territorios fuera de su jurisdicción.
La monolítica versión de los hechos adoptada por los medios del Viejo Mundo fue corroborada con el acostumbrado mohín de asentimiento por varios eurodiputados reunidos para trabajar febrilmente en Bruselas, durante un intermedio en un torneo de golf por parejas y mientras eran asediados por los corresponsales, inclusive antes de permitirles llegar al hoyo nueve.
Las reacciones en el resto del planeta, en referencia a las controvertidas versiones de lo mismo, cuando ya estaban desplazando de las primeras planas a las recetas de sushi y las intimidades de cualquiera que dispusiera de un sitio asegurado en la revista Fortune o siquiera en Ricachones Today, no se hicieron esperar, basándose particularmente (aunque no de modo definitivo, siempre sujeto a la aparición de algo más interesante) en la presencia de esa enorme bola de fuego que ya se podía observar de día y de noche allá arriba, con solo alzar la cabeza.
Si bien fue desmentido rotundamente que todas las personas cuya estatura fuera mayor de un metro con sesenta centímetros tenían chamuscado el cabello, el primer ministro del Reino Unido, lord Jumping-Ass, se sintió obligado a emitir un comunicado en nombre de su Graciosa Majestad, coincidiendo felizmente con su 179º cumpleaños, donde aseguraba que como siempre la mayor preocupación en Buckingham era la seguridad del histórico islote y sus más famosas colonias de ultramar, y entre ellas y muy en particular la joya más preciada de la Corona: Atkinsons.
Juzgada la declaración británica como ligeramente autorreferencial, no tardó en desatar una nube de críticas, pronto barridas por las mareas que estaban avanzando sobre los