¿POR QUÉ NOS FASCINA EL ARMAGEDÓN?
PARTE I
FICCIÓN Y REALIDAD
Entre los estrenos del año pasado, la película La luz del fin del mundo (2019), sobre un hombre y su hija intentando sobrevivir luego de que una pandemia arrasara a las mujeres del planeta; Daybreak, una serie posapocalíptica con adolescentes y, en el futuro próximo, una nueva adaptación de la novela de Stephen King, La danza de la muerte (1978), donde un virus gripal artificial se expande por todo el orbe, tenemos apenas tres ejemplos que dejan patente que el fin del mundo es un tema que no pasará de moda con facilidad.
Enfrentarnos a la total aniquilación –planetaria o regional–, ya sea por culpa de asteroides, catástrofes climáticas, extraterrestres o conspiraciones industriales es algo rutinario para el cine. En los últimos años hemos observado que gran cantidad de filmes han incorporado el apocalipsis como referencia: La quinta ola (2016), Independence Day: Contraataque (2016), X-Men: Apocalipsis (2016), La Liga de la Justicia (2017), Máquinas Mortales(2018) o Avengers: Endgame (2019), entre muchas otras más. Nos gusta pensar –y ver– el fin del mundo.
Curiosamente, el país que más exporta el apocalipsis, Estados Unidos, ha cambiado su manera de enfocarlo. Para Karen A. Ritzenhoff, profesora de la Universidad Estatal de Connecticut Central y coautora del libro The Apocalypse in Film (El apocalipsis en las películas), una fecha lo cambió todo: el 11 de septiembre de 2001. “Antes del 11-S, incluso si había un Godzilla que estaba apoderándose de Nueva York o si una ola destrozaba la Estatua de la Libertad, al final sobrevivías, había alguien parecido a un héroe… Pero desde entonces no existe resolución, no se concibe un final feliz”.
No son sólo los actos de terror aleatorios los que alimentan nuestras pesadillas apocalípticas: vivimos en un ciclo de catástrofes 24/7 con plagas, inundaciones y guerras interminables, todo disponible para nuestro placer visual con sólo pulsar un botón y, a veces, de forma casi inevitable por las pantallas en aeropuertos y gimnasios. Los noticieros cada vez dedican más tiempo a noticias antes reservadas a periódicos de nota roja y dan una sensación de que “el mundo se está yendo al carajo”. El británico Iain Hollands, creador de la serie , explica que, cuando estaba preparándola, descubrió que el fin del mundo era un tema omnipresente en la televisión. “Cada vez que salía algo nuevo, pensaba: ‘Oh, no,
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