Enero 24 1848. Coloma, California. En un molino de la sierra que pertenecía al pionero suizo Juan Sutter, James W. Marshall, un carpintero encuentra pedazos de metal brillante en la corriente al lado del molino de la sierra: ¡es oro! Marshall comparte su descubrimiento con su jefe, quien decide mantener este nuevo secreto. Los dos hombres son incapaces de mantener el secreto. La noticia se propaga como fuego salvaje y es confirmada por varios periódicos en marzo de 1848. Es el comienzo de una fiebre del oro sin precedentes. Oleadas de inmigrantes de todo el mundo llegan a California, elevando a la población de 15.000 a varios cientos de miles. Los indios son expulsados, expropiados y diezmados por la enfermedad. Se construye el primer ferrocarril transcontinental y pronto se aprueba una Constitución californiana. La criminalidad también estalla: éste es el principio del mito del "oeste salvaje" y de sus forajidos infames. La fiebre del oro terminará varios años más tarde, pero California y la mentalidad americana serán cambiadas por ella para siempre.